Jeremías 17

Jeremiah 18
 
Confía en el hombre o en Dios; La puerta del arrepentimiento se abrió
Lo grandioso, en medio de todo lo que estaba sucediendo, era confiar en Jehová. El que, fallando en esto, hizo carne su brazo, no debería ver cuándo vino el bien. Mientras tanto, el fuego de la ira de Dios se encendió y no debe ser apagado. ¿Cómo se podía confiar en un corazón inicuo y engañoso? El Señor lo escudriña para dar a cada uno según sus caminos. El profeta, en nombre del pueblo, se arroja sobre Jehová; y, a causa de la iniquidad de los adversarios que se burlaban de los testimonios de Dios, apela a Dios. No había deseado el día lamentable que anunció; tampoco fue por su propia elección que abandonó los deberes pacíficos que le debía al pueblo de seguir a Dios en este testimonio. Él ruega a Dios, cuyos terribles juicios fueron para dispersar a la gente, no para ser un terror para él. Dios era toda su esperanza en el día del mal. Qué imagen de la condición del remanente en los últimos días; y, en todo tiempo, de la porción de uno que es fiel, ¡cuando el pueblo de Dios no escuche su testimonio! Sin embargo, siendo todavía llamado Hoy, Dios en su longanimidad abre la puerta del arrepentimiento al pueblo y a su rey, si tienen oídos para oír.