Jeremías 10

Jeremiah 10
 
Los ídolos y vanidades de las naciones contrastaban con Jehová
En el capítulo 10 los ídolos y las vanidades de las naciones se ponen en contraste con Jehová. En los versículos 19-25 tenemos la aflicción del profeta, hablando de la desolación de Jerusalén como si él mismo fuera la ciudad desolada, y orando a Dios para que Sus tratos fueran solo castigo y no escisión. El lector hará bien en observar que la repetición de las súplicas de Dios a Israel (aunque estas súplicas, aunque variadas en su carácter, necesitan poca observación para hacerlas entender) es la prueba más conmovedora de la bondad de Dios, que multiplica sus llamamientos a un pueblo rebelde y perverso, “levantándose temprano”, como Él lo expresa, para protestar ante ellos.