Levítico 19-20

Leviticus 19‑20
 
La santidad debe mantenerse porque Jehová es santo
Los capítulos 19-20 nos llevan un poco más lejos. Debían ser santos, porque Jehová era santo. El capítulo 19 toma más bien el lado del bien, aunque manteniéndose alejados de todo lo que era profano, o profanando lo que era santo; pero encontramos lo que es bueno, bondadoso y agradable, lo que debería ser su conducta, en varios detalles, en la relación que mantienen el uno con el otro, ya sea con respecto a los diversos peligros a los que estaban expuestos en su caminar, en sus circunstancias cotidianas: porque tenían que ver con Dios, y Jehová era su Dios. El pueblo de Dios debía, en todos sus caminos, caminar de una manera digna de esta relación, e incluso comprender lo que era adecuado para el hombre, para cada relación en la que se encontraban, según Dios. Por lo tanto, aunque no era aquí sacerdocio, era el mantenimiento práctico de esta relación con Aquel que moraba entre ellos, y a quien se acercaban, protegiéndose contra impurezas inadecuadas para aquellos que estaban en él. Es aquí donde encontramos el precepto de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Separación de los ídolos y del mal porque Jehová había santificado al pueblo
El capítulo 20 protege más contra el mal y la corrupción que se encontró entre las naciones. En ambos están llamados a ser santos, en el capítulo 19 más en conformidad con el carácter de Dios, en el capítulo 20 a mantenerse separados de los ídolos y del mal porque Jehová los había santificado para Él. Insiste en la pureza en todos los aspectos.