Ezra

 
La amenaza de Dios cumplida; poder real en manos gentiles
Los acontecimientos que hemos estado considerando, al final de Reyes y Crónicas, fueron profundamente significativos. El trono de Dios ya no estaba en Jerusalén. Dios había cumplido Su amenaza de deshacerse de la ciudad que Él había elegido. Él había otorgado el trono de la tierra a los gentiles (Daniel 2:3737Thou, O king, art a king of kings: for the God of heaven hath given thee a kingdom, power, and strength, and glory. (Daniel 2:37)). Israel no sólo había fracasado bajo el antiguo pacto, y había rechazado a Dios (1 Samuel 8:77And the Lord said unto Samuel, Hearken unto the voice of the people in all that they say unto thee: for they have not rejected thee, but they have rejected me, that I should not reign over them. (1 Samuel 8:7)), de modo que Dios ya no era su rey; pero incluso después de que la gracia levantó la casa de David para sostener las relaciones del pueblo con Dios, bajo el gobierno de esa casa todo fue completamente corrompido por el pecado; para que no hubiera más remedio, y Dios había escrito Lo-ammi (no mi pueblo), por así decirlo, en la frente de un pueblo que lo había abandonado. Los consejos de Dios no pueden fallar; pero tal era el triste estado en el que se encontraba la relación entre este pueblo y Dios, si se puede decir que un juicio como este permitió que aún existiera cualquier relación. En la medida en que dependía de Israel, del hombre, todo estaba perdido. Las consecuencias de esto, con respecto a los tratos de Dios, fueron de gran importancia; eran nada menos que Él tomando Su trono de la tierra, desechando a Su pueblo por el tiempo en cuanto a Su gobierno terrenal, y transfiriendo poder a los gentiles. El hombre, en libertad condicional bajo la ley, había fallado, y fue condenado. Había sido sostenido en el camino de la gracia a través de medios que Dios le había concedido, en la familia de David, para su continuación en el disfrute de las bendiciones que se le habían concedido, y había fracasado nuevamente. El poder real estaba en manos de los gentiles, y el pueblo estaba bajo condenación de acuerdo con el antiguo pacto.