Éxodo 36

Exodus 36
 
Éxodo 36 nos muestra a los obreros elegidos ocupados en sus tareas asignadas, e incluso rogando a Moisés que revisara los abundantes suministros de la liberalidad de Israel. La obra se describe con tanta minuciosidad, en la ejecución como en el plan, a lo largo de Éxodo 36-39, hasta que Moisés, inspeccionando a todos y viendo que lo habían hecho como Jehová les había mandado, los bendijo.
Es de gran interés observar que la plata pagada por los hijos de Israel, un bekah o medio siclo cada uno, se aplicó a la producción de los zócalos de plata del vail y los ganchos de las columnas. Ahora bien, si el oro representa la justicia de Dios a la que nos acercamos en nuestro interior; y si bronce o más bien cobre significa, cuando así se ve simbólicamente, Su justicia aplicada al hombre exterior en Su juicio inmutable, ¿cuál es la fuerza de la plata en este sentido? ¿No es su gracia mostrada en el hombre, sí, en el hombre Cristo Jesús?
Por lo tanto, el precio de reembolso fue la base; y en ganchos hechos del dinero de expiación de plata se suspendieron los colgantes de la corte que separaba el servicio santuario de Dios del mundo. El juicio de Aquel que no podía soportar el pecado estaba representado en los zócalos de cobre de las tablas que daban estabilidad inmutable; Pero la gracia en la redención era aquello de lo que todos colgaban y brillaban también en los capiteles y filetes, el ornamento de la obra. Ambos se unen en Cristo y Su muerte expiatoria.
El último capítulo registra, primero, el llamado de Jehová a Moisés para que estableciera la morada de la tienda designada el primer día del primer mes (es decir, en el segundo año, versículo 17), con todas sus partes y vasijas en el debido orden; segundo, la obediencia de Moisés de acuerdo con todo lo que Jehová le ordenó.
Es notable que en esta ocasión el tabernáculo y todo lo que había dentro de él fueron ungidos con aceite. Por lo tanto, cualquiera que sea el pecado de nuestra parte, tenemos aquí toda la escena de la creación, todas las cosas en el cielo y todas las cosas en la tierra, reclamadas en el poder del Espíritu en virtud de la persona y el título de Cristo, así como Él fue de hecho ungido con el Espíritu Santo y con poder aparte del derramamiento de sangre.
Finalmente, cuando la obra estuvo terminada y todo debidamente preparado, una nube cubrió la tienda designada, y la gloria de Jehová llenó la morada. Y Moisés no pudo entrar porque la nube moraba sobre él, y la gloria llenó el tabernáculo. Así solemnemente marcó Jehová Su morada en medio de Su pueblo redimido de Egipto; y se dignó guiar sus viajes por el desierto también por el mismo signo; porque cuando la nube fue tomada, viajaron; y si no se ocupan, moran hasta que lo fue. Pero nube de día y fuego de noche, la señal de su presencia estaba siempre delante de todo Israel (Éxodo 36:34-38).