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Meditaciones sobre el libro de los Jueces
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Introducción (#223915)
Introducción
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Meditaciones sobre el libro de los Jueces
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Henri L. Rossier
Judges
“Después de estas cosas murió Josué hijo de Nun, siervo de Jehová siendo de ciento y diez años: y enterráronle en el término de su posesión. Enterraron en Siquem los huesos de José que los hijos de Israel habían traído de Egipto ... también murió Eleazar, hijo de Aarón, al cual enterraron en el collado de Finees su hijo” (
Josué 24:29-33
29
And it came to pass after these things, that Joshua the son of Nun, the servant of the Lord, died, being an hundred and ten years old.
30
And they buried him in the border of his inheritance in Timnath-serah, which is in mount Ephraim, on the north side of the hill of Gaash.
31
And Israel served the Lord all the days of Joshua, and all the days of the elders that overlived Joshua, and which had known all the works of the Lord, that he had done for Israel.
32
And the bones of Joseph, which the children of Israel brought up out of Egypt, buried they in Shechem, in a parcel of ground which Jacob bought of the sons of Hamor the father of Shechem for an hundred pieces of silver: and it became the inheritance of the children of Joseph.
33
And Eleazar the son of Aaron died; and they buried him in a hill that pertained to Phinehas his son, which was given him in mount Ephraim. (Joshua 24:29‑33)
). Un oscuro crespón cae y cierra el libro de las victorias y bendiciones que podía anunciar un brillante porvenir: y un presentimiento extraño invade nuestra alma en presencia de tantas sepulturas.
En efecto, al pasar del libro de Josué al siguiente, Los Jueces, constatamos un cambio enorme: hay un abismo entre ellos, aunque los dos últimos capítulos de aquél nos han conducido a sus bordes ya. Josué, sorprendente figura de Cristo actuando con poder, ha llevado a Israel a la conquista del país de Canaán, introduciéndole en el goce de su heredad prometida, con una paz asegurada mediante el triunfo de las armas de Jehová. Además, hemos notado en otras partes, que este libro nos presenta en el Antiguo Testamento, bajo figuras de bienes materiales, lo que en el Nuevo, la Epístola a los Efesios desarrolla, revelando a la Iglesia bendecida por Cristo en regiones celestiales (
Efesios 1:3
3
Blessed be the God and Father of our Lord Jesus Christ, who hath blessed us with all spiritual blessings in heavenly places in Christ: (Ephesians 1:3)
). Para gozarlas debe luchar, pero no contra “carne y sangre” —como Israel— mas contra potencias espirituales establecidas en los cielos (
Efesios 6:13
13
Wherefore take unto you the whole armor of God, that ye may be able to withstand in the evil day, and having done all, to stand. (Ephesians 6:13)
).
Inspirado por Dios, reflejando la gloria de su divino Autor, el libro de Los Jueces toma como punto de partida las bendiciones conferidas a Israel, tal como Josué las entregó en sus manos, y confiadas a la responsabilidad de este pueblo. Una nueva prueba iba a empezar con el pueblo de Dios según la carne, colocado en una de las mejores posiciones que se puede anhelar. ¿Ha justificado Israel la confianza que Jehová puso en él? ¿Ha vivido a la altura de sus privilegios? ¿Cumplió con su cometido? Los Jueces nos darán la respuesta. Ahora bien, si Josué nos presenta un paralelismo con la Epístola a los Efesios y ciertos pasajes de la a los Colosenses, veremos que el libro de Los Jueces está al diapasón de la segunda carta del Apóstol Pablo a Timoteo. Ahora bien, las preguntas que hiciéramos acerca de Israel, las volvemos a hacer a la Iglesia: ¿Ha justificado la confianza que el Señor había puesto en ella? ¿Ha vivido a la altura de sus privilegios? ¿Ha cumplido con su cometido? “Id por todo el mundo” —dijo el Señor— “predicad el evangelio a toda criatura ... Me seréis testigos hasta los últimos confines de la tierra”. ¿Ha cumplido la Iglesia con su responsabilidad? Más aún, ¿permaneció fiel a su celestial Esposo? Dejemos que Dios conteste. Hay testimonios bíblicos, divinos pues, que constatan su infidelidad: el pueblo cristiano ha abandonado su primer amor (
Apocalipsis 2:4-5
4
Nevertheless I have somewhat against thee, because thou hast left thy first love.
5
Remember therefore from whence thou art fallen, and repent, and do the first works; or else I will come unto thee quickly, and will remove thy candlestick out of his place, except thou repent. (Revelation 2:4‑5)
); sostiene doctrinas falsas (
Apocalipsis 2:14
14
But I have a few things against thee, because thou hast there them that hold the doctrine of Balaam, who taught Balac to cast a stumblingblock before the children of Israel, to eat things sacrificed unto idols, and to commit fornication. (Revelation 2:14)
); comete fornicación y participa con los ídolos (
Apocalipsis 2:20-21
20
Notwithstanding I have a few things against thee, because thou sufferest that woman Jezebel, which calleth herself a prophetess, to teach and to seduce my servants to commit fornication, and to eat things sacrificed unto idols.
21
And I gave her space to repent of her fornication; and she repented not. (Revelation 2:20‑21)
); tiene el nombre que vive y está muerto (
Apocalipsis 3:1
1
And unto the angel of the church in Sardis write; These things saith he that hath the seven Spirits of God, and the seven stars; I know thy works, that thou hast a name that thou livest, and art dead. (Revelation 3:1)
); pretende ser rico, pero es un cuitado, miserable, pobre, ciego y desnudo (
Apocalipsis 3:17
17
Because thou sayest, I am rich, and increased with goods, and have need of nothing; and knowest not that thou art wretched, and miserable, and poor, and blind, and naked: (Revelation 3:17)
). ¿Se equivoca la Biblia en esta descripción? Con ella, y bajando la cabeza, debemos reconocer que el pueblo de Dios del Nuevo Testamento, mucho más responsable que aquél del Antiguo Testamento, ha seguido el camino de la decadencia hasta llegar a una ruina completa.
Esta curva no pertenece tan sólo a la historia de Israel y de la Iglesia, es también la de todo ser humano; es el camino del hombre bendecido por Dios, pero, puesto sobre el pie de su responsabilidad, cae: Adam en el paraíso, Noé después del diluvio, Israel en Canaán, los gentiles en su gobierno. Las generaciones se han sucedido, cada una con una responsabilidad diferente pero una misma lamentable sucesión de hechos se han vuelto a repetir que terminaron con el fracaso completo y la rebelión del hombre contra Dios. Hubo UNO, uno sólo que hizo excepción a la regla: loado sea Dios, el postrer Adam, el Hombre celestial. “He acabado la obra que Me diste que hiciese” —dijo Él— “Te he glorificado en la tierra” (
Juan 17:4
4
I have glorified thee on the earth: I have finished the work which thou gavest me to do. (John 17:4)
).
Pero el testimonio divino, el libro de Los Jueces en particular, no se contenta con trazar un cuadro fidedigno de la perdición del hombre, le enseña también el amor de Dios: desplegando ante él las riquezas de Su gracia, le muestra, cuando por su culpa todo lo ha perdido, que sólo Él posee los recursos necesarios a su mal. ¿No es esto lo que la parábola del hombre “caído en manos de ladrones, dejado medio muerto” ilustra, como también la del hijo pródigo? La voz de Dios es potente todavía para despertar al creyente adormecido “entre los muertos”, o sentado “sobre la ventana del tercer piso”: y si ha caído ya, Sus brazos son poderosos para alzarlo: puede librar de nuevo “a los insensatos que por su carrera de transgresión” se volvieron a poner bajo el yugo de sus pecados.
No es todo: Dios nos muestra que podemos “contender eficazmente por la fe que fue una vez entregada a los santos” (
Judas 3
3
Beloved, when I gave all diligence to write unto you of the common salvation, it was needful for me to write unto you, and exhort you that ye should earnestly contend for the faith which was once delivered unto the saints. (Jude 3)
), es decir “pelear la buena batalla” para la cual, Él mismo prepara a los combatientes de los tiempos malos que hemos alcanzado. Sí, lector, entre los escombros amontonados por el hombre infiel hay un camino: desconocido por quien confía en su propio discernimiento, pero familiar a la fe, practicable para el más simple entre los simples. Siguiendo esta senda, la que el libro de Los Jueces nos hará descubrir, nuestra experiencia comprobará que en el tiempo de ruina como en los más prósperos de la Iglesia, Dios puede ser glorificado.
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“Study to show thyself approved unto God, … rightly dividing the word of truth” (2 Timothy 2:15).
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