Infierno

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“Ghenna,” en el griego, es la morada eterna de los condenados (Mateo 5:22, 5:29-30; 10:28; 18:9; 23:15, 23:33; Marcos 9:43, 9:45, 9:47; Lucas 12:5; Santiago 3:6). Es donde los perdidos serán eternamente castigados por sus pecados. Todas las personas que tienen su fin en el Infierno serán colocadas allí vivas, y así sufrirán en ese lugar, no sólo en sus almas y espíritus, sino también en sus cuerpos (Mateo 10:28; Marcos 9:43-47). Esto es diferente de los “tormentos” de los perdidos en el estado intermedio en el Hades (Lucas 16:23), donde el sufrimiento es en el alma y el espíritu, pero no en el cuerpo. (Lucas 16:23-24 menciona al perdido en el Hades como teniendo ojos y una lengua—que son partes del cuerpo humano—pero el Señor se refería a ellos simbólicamente. Él no podría estar hablando del cuerpo del hombre rico literalmente, porque su cuerpo estaba en el sepulcro.) (Véase Hades)
El “lago de fuego” simboliza el Infierno, el lugar eterno de los condenados (Apocalipsis 19:20; 20:13-15). No es un lago literal ardiendo en fuego. “Fuego,” en la Escritura, es símbolo de juicio. Un “lago” es un lugar de confinamiento, donde las aguas de varios arroyos y ríos se juntan y quedan confinadas allí. Por lo tanto, el lago de fuego es un lugar de confinamiento bajo el juicio de Dios. Es donde los perdidos pagan el precio de sus pecados en el “tormento eterno” (Mateo 25:46). El sufrimiento en este horrible lugar será justo y “según sus obras” (Apocalipsis 20:13). El grado de luz que los hombres tuvieron de Dios tendrá una parte en la determinación de su efectivo juicio, y así, el sufrimiento de los perdidos en el Infierno será graduado (Lucas 12:47-48). Dios, siendo justo y recto, no permitirá que nadie sufra allí por algo que no ha hecho. Puesto que “el Juez de toda la tierra” sólo hará lo que es justo (Génesis 18:25; Hebreos 12:23), Él no permitirá que los niños o personas mentalmente discapacitadas acaben yendo al Infierno—no son responsables por sus pecados (Mateo 18:10-11).
Contrariamente a la enseñanza popular y convencional, ningún hombre o el diablo está en el Infierno hoy. El Infierno ha sido “preparado para el diablo y para sus ángeles” (Mateo 25:41), pero tristemente, todos los que siguen al diablo (incluyendo a los hombres) tendrán su final allí. El diablo será una de las últimas criaturas en ser colocadas allí al final del tiempo (Apocalipsis 20:10).
Hay al menos cuatro grupos diferentes de personas que serán lanzadas al Infierno, en cuatro ocasiones diferentes:
En primer lugar, en la Aparición de Cristo, que tendrá lugar después de la gran tribulación, los “ángeles” de Dios irán por todo el “reino de los cielos”—la esfera en la tierra que ha profesado el dominio de los cielos (la cristiandad) y lanzarán a todos los incrédulos en el Infierno, el lago de fuego (Mateo 13:41-42; 22:13; 24:36-41; 25:30). Estas personas serán simplemente creyentes profesos que abandonaron su profesada fe en Dios (apóstatas), ateos, etc. El trabajo de los ángeles en aquel tiempo será el de purificar el reino de los cielos de la mixtura de creyentes e incrédulos que ha existido durante siglos. Aquellos que crean en el evangelio del reino que será predicado en el período de la Tribulación, y aquellos que no muestren hostilidad contra ellos, serán dejados en la tierra para entrar en el reino milenario de Cristo. Aquellos a quienes los ángeles arrojen en el Infierno en aquel momento serán las personas más responsables en el mundo, pues tuvieron el mayor grado de luz de Dios—habiendo conocido el evangelio de Su gracia, pero habiéndolo rechazado (Lucas 12:47-48). Ellos no mueren, sino que son lanzados vivos al Infierno. Las primeras personas en este grupo serán la Bestia y el Anticristo (Apocalipsis 19:20). Este será el juicio de los vivos dentro la tierra profética.
(Los soldados en los ejércitos que atacan a la tierra de Israel después que el Señor aparece serán muertos en los juicios del Señor—Jeremías 25:33; Ezequiel 39:11-12. Estos no serán lanzados en el lago de fuego en aquel momento, pero siendo muertos, sus almas y espíritus sufrirán en el Hades. Ellos serán resucitados más tarde en el “gran trono blanco,” y entonces serán arrojados al Infierno. También, aquellos que son juzgados todas las mañanas durante el reino milenario de Cristo por hacer el mal, también morirán y serán resucitados en el juicio del “gran trono blanco” (Zacarías 5:1-4; Salmo 101:8 – “destruir” se refiere a la muerte).)
En segundo lugar, después de ejecutados los severos juicios del Señor sobre los ejércitos que se reunirán en contra Suya en Su Aparición, el Señor establecerá “el trono de Su gloria” en la tierra y ejecutará un juicio de sesiones sobre las naciones que están fuera de la tierra profética (Mateo 25:31-46). El Señor traerá Sus “santos ángeles” con Él y ellos actuarán como Sus ejecutores en este juicio sobre las naciones que mostrarán su hostilidad a los mensajeros del evangelio del reino. Los individuos en estas naciones serán enviados directamente al “fuego eterno” (Infierno) sin morir.
En tercer lugar, después que el Milenio haya finalizado su curso de mil años, Satanás será suelto del abismo y le será permitido engañar a los incrédulos. Estos son aquellos que tendrán una “obediencia fingida” durante el Milenio (Salmo 18:44, etcétera). El diablo les guiará en un ataque total contra la ciudad santa, Jerusalén, pero el Señor intervendrá en juicio y lanzará a Satanás y a sus ángeles, y a los hombres incrédulos, vivos al Infierno, el lago de fuego (Apocalipsis 20:7-10).
En cuarto lugar, la segunda resurrección, que es una “resurrección de condenación” (Juan 5:29; Hechos 24:15; Apocalipsis 20:5), ocurrirá en la misma época (Apocalipsis 20:11-15). Los incrédulos que murieron en sus pecados a lo largo de todo el período del tiempo, que están actualmente en “tormentos” en el Hades (Lucas 16:23), serán resucitados para comparecer ante el “gran trono blanco” y para ser juzgados según sus pecados. Estos también serán lanzados vivos al Infierno, al lago de fuego (Apocalipsis 20:11-15).