Deuteronomio 32

Deuteronomy 31
 
La canción profética de Moisés basada en la caída conocida del pueblo
Tenemos la canción profética, que se basa en la caída conocida del pueblo. Primero, declara la perfección de Jehová, pase lo que pase; es Israel quien se ha corrompido a sí mismo (comparar Salmo 22:3; Cristo puede decir: “¿Por qué?”). Al mismo tiempo (vs. 8) tenemos una declaración de suma importancia; a saber, que Dios, en Su gobierno del mundo, había hecho de Israel el centro, y había dispuesto a las naciones de la tierra, en sus diversas localidades, como teniendo respeto a los límites de Israel como el primer objeto de esos caminos. Porque Su pueblo terrenal es la porción de Jehová, Su herencia sobre la tierra. Pero Jesurun (Israel) engordó, y pateó, y abandonó la Roca de su fuerza. En consecuencia, Dios los mueve a los celos con aquellos que no son un pueblo. Es el llamado de los gentiles, según Romanos 10:19.
Los caminos de Dios con Israel y los gentiles
El juicio, sin embargo, cae sobre Israel, para que Dios los hubiera destruido, si la gloria de Su nombre no se lo hubiera impedido, porque los gentiles demostraron ser perfectamente malvados. Entonces, la gente angustiada, sin fuerza y sin esperanza, Él se acuerda de ellos, y finalmente se venga de sus enemigos, esos gentiles idólatras. Pero, aunque se venga a sí mismo, es entonces que, habiendo restaurado a su pueblo Israel, hará que los gentiles se regocijen en él.
Israel aún no ha sido restaurado, y la misericordia de Dios mostrada a su tierra y pueblo
Este principio ya es cierto; pero el testimonio que proporciona se cumplirá plenamente cuando Israel vuelva a gozar del disfrute de las promesas; cuando Dios manifieste Su misericordia hacia Su tierra, así como hacia Su pueblo. Todo el curso de Sus tratos, con respecto a las personas que forman el centro de Sus caminos sobre la tierra, se pone así plenamente de manifiesto. Después, Moisés pone la obediencia (el gran final de este libro, Israel siendo puesto bajo la condición de obediencia para continuar en el disfrute de las promesas) ante ellos de nuevo, y les recuerda que así prolongarían sus días en la tierra que iban a poseer.
La visión de Moisés de la tierra
Por fin el pobre Moisés tiene que subir al monte Nebo, para ver la tierra en la que no puede entrar, sin haber respondido al requisito de la gloria de Dios en el desierto, ni haber santificado su nombre por la fe. Es la consecuencia inevitable del justo gobierno de Dios hacia un siervo, quiero decir bajo la ley. Él no entra en el disfrute de la promesa. Una sola falta lo priva de ella.