Proverbios

Proverbs
 
El alcance y el propósito del libro
El libro de Proverbios nos da la aplicación de esa sabiduría que creó los cielos y la tierra a los detalles de la vida en este mundo de confusión y maldad. Este pensamiento pone de manifiesto la inmensidad de la gracia desplegada aquí. Dios se digna aplicar Su sabiduría a las circunstancias de nuestra vida práctica, y mostrarnos, con Su propia inteligencia, las consecuencias de todos los caminos en que el hombre puede caminar. Porque a menudo es en el camino del conocimiento, no del precepto, que se presentan las declaraciones hechas en el Libro de Proverbios. Es una gran bendición ser provisto para el laberinto de este mundo, en el que un paso en falso puede llevar a consecuencias tan amargas, con un libro que establece el camino de la prudencia y de la vida; y eso en relación con una sabiduría que viene de Dios.
Sabiduría celestial ejercida en, y aplicada a, este mundo
Es bueno recordar que el Libro de Proverbios trata de este mundo, y del gobierno de Dios, según el cual el hombre cosecha lo que ha sembrado. Esto siempre es cierto, cualquiera que sea la gracia soberana que nos otorga cosas más allá e infinitamente por encima de este mundo.
Salomón estaba lleno de sabiduría de lo alto, pero que tenía su ejercicio en este mundo, y su aplicación a él; es decir, que aplicaba a ella el modo de Dios de ver todas las cosas, discerniendo la verdad de todo lo que, día a día, se desarrolla en ella. Tenemos aquí los caminos de Dios, el camino divino para la conducta humana, el discernimiento de lo que produce el corazón del hombre y de sus consecuencias; y también, para uno que está sujeto a la Palabra, los medios para evitar el camino de su propia voluntad y de su propio corazón necio (que es incapaz de comprender el comportamiento de una multitud de acciones que le sugiere), y esto, no trayéndolo de vuelta a la perfección moral, porque ese no es el objeto de los Proverbios; sino a esa sabiduría y prudencia que le permiten evitar muchos errores, y mantener un caminar serio ante Dios, y una sumisión habitual a su mente. Los preceptos de este libro establecen la felicidad práctica en este mundo al mantener las relaciones terrenales en su integridad de acuerdo con Dios. Ahora bien, no es la prudencia humana y la sagacidad lo que se ordena. El temor del Señor,1 que es el principio de la sabiduría, es el tema aquí.
(1. He dejado “Señor” aquí como una expresión de aplicación general, pero Jehová es siempre Su nombre en Israel, y el del gobierno, excepto en algunos casos donde se emplea Adonai (Señor, en el uso apelativo apropiado de él). Pero debe notarse que Jehová se usa en Proverbios, porque es autoritativamente instructivo en una relación conocida; nunca en Eclesiastés, donde es Dios en contraste con el hombre, teniendo su propia experiencia como tal en la tierra. “Dios” abstractamente se usa solo una vez en Proverbios (cap. 25: 2). Tenemos a “su Dios” en el capítulo 2:17.)