1 Reyes

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La prueba del poder real puesta en manos de los hombres
Los Libros de los Reyes nos muestran el poder real establecido en toda su gloria; su caída, y el testimonio de Dios en medio de la ruina; con detalles concernientes a Judá después del rechazo de Israel, hasta que Lo-ammi había sido pronunciado sobre toda la nación. En una palabra, es la prueba del poder real puesto en manos de los hombres, no absoluto, como en Nabucodonosor, sino el poder real que tiene la ley para su gobierno; ya que había habido una prueba del pueblo establecida en relación con Dios por medio del sacerdocio. Fuera de Cristo nada se sostiene.
El presagio del reino de Cristo
Aunque el poder real había sido puesto bajo la responsabilidad de su fidelidad a Jehová; y aunque tenía que ser herido y castigado cada vez que fallaba en esto, todavía estaba establecido en este tiempo por los consejos y la voluntad de Dios. No fue ni un David, tipo de Cristo en su paciencia, quien, a través de dificultades, obstáculos y sufrimientos, se hizo camino al trono; ni un rey que, aunque exaltado al trono y siempre victorioso, tuvo que ser un hombre de guerra hasta el final de su vida; un tipo en esto, no lo dudo, de lo que Cristo será en medio de los judíos a su regreso, cuando comience la era venidera sometiendo a los gentiles a sí mismo, habiendo sido ya liberados de los esfuerzos del pueblo (Sal. 18: 43-44). Fue el rey según las promesas y los consejos de Dios, el rey establecido en paz, la cabeza sobre el pueblo de Dios para gobernarlos en justicia, hijo de David según la promesa, y tipo de ese verdadero Hijo de David, que será sacerdote sobre su trono, que edificará el templo de Jehová, y entre quien y Jehová habrá consejo de paz (Zac. 6:13).
Responsabilidad y elección
Examinemos un poco la posición de este poder real según la Palabra; porque la responsabilidad y la elección se encontraron en ella, así como el presagio del reino de Cristo.
En el capítulo 7 del segundo libro de Samuel hemos visto la promesa de un hijo a quien Dios levantaría a David, y que reinaría después de él, para quien Dios sería un padre, y que debería ser Su hijo, que construiría el templo de Jehová, y el trono de cuyo reino Dios establecería para siempre. Esta fue la promesa: una promesa que, como David mismo entendió, se cumplirá plenamente sólo en la Persona de Cristo (1 Crón. 17:17). Aquí está la responsabilidad: “Si comete iniquidad, lo castigaré con la vara de los hombres, y con las llagas de los hijos de los hombres” (2 Sam. 7:1414I will be his father, and he shall be my son. If he commit iniquity, I will chasten him with the rod of men, and with the stripes of the children of men: (2 Samuel 7:14)); que David también entendió bien (1 Crónicas 28:9).
El libro que estamos considerando nos muestra que esta responsabilidad fue plenamente declarada a Salomón (cap. 9:4-9).
El Salmo 89:28-37 pone las dos cosas también delante de nosotros muy claramente, a saber, la certeza de los consejos de Dios, Su propósito fijo, y el ejercicio de Su gobierno en vista de la responsabilidad del hombre.
En el Libro de Crónicas sólo tenemos lo que se relaciona con las promesas (1 Crón. 17:11-14), por razones de las cuales hablaremos cuando examinemos ese libro.
De todos estos pasajes, percibimos que la realeza de la familia de David fue establecida de acuerdo con los consejos de Dios y la elección de la gracia; que la perpetuidad de esta realeza, dependiente de la fidelidad de Dios, era consecuentemente infalible; pero que al mismo tiempo la familia de David, en la persona de Salomón, fue de hecho colocada en el trono en ese momento bajo la condición de obediencia y fidelidad a Jehová.1 Si él o su posteridad fallaran en fidelidad, el juicio de Dios sería ejecutado; un juicio que, sin embargo, no impediría que Dios cumpliera lo que su gracia le había asegurado a David.
(1. Este es el orden universal de los caminos de Dios: establecer bendiciones primero bajo la responsabilidad del hombre, para ser cumplidas después de acuerdo con Sus consejos por Su poder y gracia. Y hay que señalar que lo primero que el hombre siempre ha hecho es fracasar. Así Adán, así Noé, así bajo la ley, así el sacerdocio, así como aquí la realeza bajo la ley, así Nabucodonosor donde era absoluto, así, agrego, la iglesia. Ya en los días de los apóstoles todos buscaban lo suyo, no las cosas de Jesucristo. Dios continúa Sus propios tratos en gracia a pesar de esto, todo a través, además de Su gobierno de acuerdo con la responsabilidad en el cuerpo público en este mundo, pero un gobierno lleno de paciencia y gracia.)
El alcance de los Libros de los Reyes
Los libros de los Reyes contienen la historia del establecimiento del reino en Israel bajo esta responsabilidad, la de su caída, de la longanimidad de Dios, del testimonio de Dios en medio de la ruina que fluyó de la infidelidad del primer rey, y finalmente la de la ejecución del juicio, una demora más larga de la cual no habría falsificado el propio carácter de Dios, y el testimonio que debe darse de la santidad de ese carácter. Tal demora habría dado un falso testimonio con respecto a lo que Dios es.
Veremos que, después del reinado de Salomón, la mayor parte de la narración se refiere al testimonio dado por los profetas Elías y Eliseo en medio de Israel, y en general a ese reino que se había apartado por completo de Dios. Poco se dice de Judá antes de la ruina completa de Israel. Después de esto, la ruina de Judá, provocada por la iniquidad de sus reyes, no se retrasa mucho, aunque hubo momentos de restauración.