1 Reyes 14 -16

1 Kings 14‑16
 
el descuido de Jeroboam de la advertencia de Dios; sus resultados en sí mismo y en su casa
A pesar de este testimonio, Jeroboam persevera en su pecado. El único de sus hijos en quien se ve alguna piedad muere; y el juicio de Dios es pronunciado sobre su casa.
la condición de Judá después de la muerte de Salomón;
Guerra constante entre los dos reinos
Judá habiendo caminado en toda clase de iniquidad también, durante el reinado de Roboam, Jerusalén es tomada, y todas las riquezas que Salomón había amasado se convirtieron en presa de los egipcios. Abiyam, su hijo, no sigue mejor rumbo. Hubo una guerra constante entre los dos reinos: la triste historia, tan a menudo renovada, del hombre puesto en el disfrute de la bendición de Dios, y el efecto de su caída. ¡En qué condición vemos el reino del pueblo de Dios, y la casa de David misma, recientemente tan gloriosa!
Transgresión contra Jehová y apresuramiento de la condenación
Asa, piadoso y fiel a Jehová, presionado por el poder de Baasa, rey de Israel, que había destronado a la casa de Jeroboam, busca esa ayuda de los sirios que no sabía encontrar en Dios. La familia de Baasa cae, como la de Jeroboam lo había hecho, y los capitanes principales compiten juntos por el trono, que finalmente permanece en manos del padre de Acab. Acab añadió al pecado de sus predecesores la adoración de Baal, el dios de su esposa idólatra; y, en la enormidad de sus transgresiones contra Jehová, fue más allá de todos los reyes de Israel que estaban antes que él.
Pero en medio de toda esta ruina moral, la Palabra de Dios llega a quienes la violan; y el juicio profético de Josué sobre cualquiera que reconstruya Jericó se cumple en la familia de Hiel, la betelita. No sólo los caminos y el gobierno de Dios se manifiestan con todo vigor, por grande que sea su paciencia con un pueblo rebelde, sino que la energía de la iniquidad del rey, en presencia de la longanimidad de Dios, da ocasión para un testimonio notable en proporción al mal que lo hizo necesario.
El reinado de Acab fue la ocasión del testimonio del profeta Elías. Israel, en ese momento, se apresuraba a su perdición. Pero, cualquiera que sea su iniquidad, Dios no hiere a un pueblo que ha abandonado Sus caminos, hasta que Él les ha enviado un testimonio. Él puede castigarlos previamente, pero no ejecutará definitivamente Su juicio sobre ellos.
El testimonio de los profetas en Judá no acompañado de milagros
El carácter del testimonio merece especial atención aquí.
En Judá, los profetas, que dieron testimonio en medio de un orden de cosas que Dios mismo había establecido, no realizaron milagros. Se detienen en el pecado del pueblo y les recuerdan la ley de Jehová, Sus ordenanzas y la obediencia debida a Él. Proclaman el advenimiento del Mesías y la futura bendición de Israel; pero, el sistema en medio del cual dan este testimonio todavía es propiedad de Dios, no realizan milagros.