Un Buen Comienzo

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Para los jóvenes cristianos casados una recomendación más puede darse con respecto al establecimiento de su propio hogar, el cual está frecuentemente ubicado entre vecinos desconocidos. A estos conviene hacerles saber, tan pronto como sea posible, que los nuevos vecinos son creyentes en el Señor Jesucristo—no de una manera jactanciosa, tampoco de una confianza propia, sino como temerosos de Dios. En medio de cualquier nueva compañía, en el barrio, en el taller, en la escuela, en la oficina, o dondequiera que sea, cuanto más pronto sea enarbolada la bandera de Cristo, tanto mejor. La gente inconversa está dispuesta para dejar de tener amistad con los que se muestran abiertamente cristianos verdaderos.
A veces los cristianos dan como una excusa por no asistir a las reuniones del evangelio o a las reuniones de la iglesia, porque algunos vecinos llegaron a su casa y les impidieron asistir. Buena cosa es dar a saber a los vecinos: “Siempre asistimos a las reuniones evangélicas a esta hora y quisiéramos que Uds. nos acompañasen. Después podemos pasar un rato en casa.”
Hay también el hecho importante de que el hogar cristiano mismo evidencie señales de la fe de los esposos. “¿Qué han visto en tu casa?” (Is. 39:4) es una pregunta que bien puede probar nuestros corazones. El bendito libro de Dios, la Biblia, ¿está en evidencia? o ¿están cuidadosamente escondidas las Biblias? o ¿cubiertas de polvo, demostrando la falta de su uso? ¿Hay textos bíblicos en las paredes? Hay que hacer que nuestra luz brille y no ser tímidos en manifestar que somos de Cristo. Ojalá que no nos avergoncemos de nuestro Señor Jesús quien nos ama, sino que estemos prontos para confesar que somos de Él. Es una señal de los postrimeros tiempos cuando sólo el Señor conoce a los que son suyos (2 Ti. 2:19). Los demás deben conocernos.
Es un espectáculo muy triste observar en un hogar cristiano que la literatura mundana ha desplazado la Biblia y sanos escritos cristianos. El enemigo tiene sus muchos agentes que andan de casa en casa solicitando subscripciones a toda suerte de literatura, revistas, libros, diarios, etc. Los jóvenes cristianos que forman nuevos hogares deben de vigilar por lo que entre en su casa, cuidando de tener lo que dé alimento espiritual y de excluir lo mundano, incluso esa obra maestra del diablo, el televisor. Atranquen bien la puerta contra ese instrumento por medio del cual el dios y príncipe de este mundo, Satanás, introduce dentro del seno del hogar todas las escenas inmundas de “Sodoma” y “Egipto.”
En resumen, hemos considerado la importancia de un buen comienzo en una nueva comunidad; asistir fielmente a los diversos servicios de adoración, edificación, oración y evangelización; hacer evidente que la Biblia es leída en el hogar, tener textos en las paredes y sanos escritos cristianos. Finalmente, permítannos hacer hincapié sobre la importancia de tener la morada hogareña accesible al lugar de empleo y a la vez al local de reuniones cristianas. La “casa de uno llamado Justo, temeroso de Dios ... estaba junto a la sinagoga” (Hch. 18:7). Vivir tan lejos del local cristiano que uno no puede asistir con su esposa a todas las reuniones, regulares y especiales, es perder inevitablemente algo o mucho de la bendición espiritual: hace fácil que la carne dé lugar a la fatiga, y que dejemos “nuestra congregación” (He. 10:25). Algunos queridos cristianos se han descarriado por este motivo. Por lo tanto consideren bien sus necesidades espirituales al ubicarse.