Retroceso (O Caída)

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La Biblia habla de dos tipos de apartamientos de Dios: la apostasía y el retroceso. Ambos son malos, pero la apostasía es infinitamente peor. Un creyente nunca puede apostatar, pero sí puede retroceder si no es cuidadoso en su andar. Si un creyente retrocede, hay un remedio para ello (confesión y arrepentimiento, con lo cual es restaurado al Señor – 1 Juan 1:9), pero si alguien es simplemente profesante, y apostata, no hay ningún remedio (Hebreos 6:4-6). (Ver Apostasía)
Las palabras “retroceso” y “reincidente” no se encuentran en el Nuevo Testamento, pero este triste tipo de abandono de Dios ciertamente es mencionado (Marcos 14:30; Santiago 5:19). Tiene que ver con un creyente volviéndose descuidado en su corazón en cuanto a la comunión con Dios (Proverbios 14:14). Si esto no se juzga, resultará en un caminar incompatible con el Señor. La obra de Cristo como abogado trae al descarriado de vuelta. La restauración del descarriado implica el arrepentimiento y la confesión de sus pecados al Padre (1 Juan 1:9). (Ver Abogacía)
Es importante entender que el retroceso no afecta la posición del creyente delante de Dios; por lo tanto, el descarriado no pierde su salvación. Pero como Proverbios 14:14 indica, el descarriado paga un alto precio por su extravío, al cosechar lo que sembró (Gálatas 6:7-8; Proverbios 13:15). Si dejamos de juzgar el pecado en nuestras vidas, habrá resultados desastrosos:
•  Se rompe el vínculo de comunión con Dios (Romanos 8:13).
•  Adquirimos una mala conciencia que resultará en una falta de confianza en la oración (1 Juan 5:14-15).
•  Perderemos energía espiritual.
•  Perderemos el discernimiento (Oseas 7:8-9).
•  Podemos convertirnos en esclavos de los pecados que permitimos en nuestra vida (1 Corintios 6:12).
•  La mano correctora de Dios será colocada sobre nosotros para hacernos volver (Hebreos 12:6). Tal disciplina podría llegar a tal punto que alguien podría ser llevado prematuramente por la muerte (Eclesiastés 7:17; 1 Corintios 11:31-32; Santiago 5:20; 1 Juan 5:16).
•  Arruinamos nuestro testimonio cristiano ante el mundo (Génesis 19:14).
•  Perderemos una recompensa que el Señor deseaba darnos (1 Corintios 3:13-15; 2 Corintios 5:10; Apocalipsis 3:11).