Los enemigos frustrados - Esdras 6:1-13

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Una búsqueda realizada, el decreto de Ciro se encuentra en la provincia de los medos. El enemigo, que esperaba detener el trabajo de los judíos, ahora está obligado por el rey a ayudarlos en sus esfuerzos. Darío decretó que debían dejar la obra en paz (Esdras 6:7), que los gastos de la construcción debían ser tomados del tributo exigido de ese lado del río (v.8), y que debían proveer para los sacrificios diarios, día a día sin falta (v.9)! Este tema se encuentra a menudo en las Escrituras: el enemigo busca derrocar sólo para encontrarse derrocado. El ejemplo supremo de esto se puede ver, por supuesto, en el Calvario: todas las fuerzas del mal conspiraron contra el Hijo de Dios, solo para encontrarse completamente derrotadas. “Ahora es el juicio de este mundo: ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, si soy levantado de la tierra, atraeré a mí a todos los hombres” (Juan 12:31-32).
Por debilidad y derrota,
Ganó el meed y la corona;
Pisoteamos a todos nuestros enemigos bajo Sus pies
Al ser pisoteado.
El rey, que según los relatos históricos era zoroástrico, creía en un ser supremo y se oponía ferozmente a la idolatría. Parecía valorar a estos judíos orando al Dios del cielo por su vida y la de sus hijos (Esdras 6:10). Incluso parece reconocer que Dios había hecho que Su nombre habitara en Jerusalén (v.12). El corazón del hombre no ha cambiado a lo largo de los siglos. No es raro encontrar a aquellos que valoran las cosas espirituales, y que incluso pueden aceptar las oraciones de otro. La gran mayoría de los estadounidenses creen en un ser supremo; Lamentablemente, ese ser es muy a menudo un dios de su propia creación, en efecto, idolatría intelectual. Las Escrituras nos dicen que sólo Dios puede ser conocido a través de Su Hijo, el Señor Jesucristo. “Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Sin el Hijo, no hay vida; El hombre está perdido. En el Evangelio de Juan también leemos: “la verdad os hará libres” (Juan 8:32). Esta expresión es utilizada por la gente para significar muchas cosas, pero debemos tener en cuenta que es la verdad tal como se encuentra en el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, lo que nos hace libres. “Por tanto, si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres” (Juan 8:36 JND).