La Serpiente Que No Podía Picar

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África
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“Torre fuerte es el nombre de Jehová; A Él correrá el justo, y será levantado” (Proverbios 18:10).
Una vez un misionero tuvo una experiencia muy impresionante con una gran serpiente venenosa, y el Señor dio prueba de ¡cuán maravillosamente podía cumplir esta promesa! Escuchemos lo que él cuenta:
“Un día andaba en mi bicicleta en África Central. En esta parte de África no hay caminos, sino únicamente sendas estrechas y serpenteantes con pasto alto y arbustos a cada lado. Cuando cae un árbol, los africanos lo rodean. Después de muchos años, y de muchos árboles caídos, ¡pueden imaginarse qué llenos de curvas están estos senderos! Porque estos caminitos son tan torcidos, no es posible avanzar rápidamente en la bicicleta. Además, uno nunca sabe cuándo se va a encontrar un árbol caído en el camino, y si no puede detenerse a tiempo, puede romper la bicicleta o hacerse daño.
“Un día andaba en bicicleta lentamente, buscando aldeas donde la gente nunca ha escuchado acerca de Cristo para contarles cómo el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, murió para salvarlos de sus pecados. Llegué a un sendero que tenía como un metro de ancho, que era derecho, y pensé: ‘Ahora puedo ir con más velocidad. ¡Qué lindo es este sendero!’
“Yendo muy rápido, ¡vi de pronto delante de mí una serpiente enorme! ¡Estaba estirada de un lado del sendero al otro! Yo iba demasiado rápido para detenerme, así que sólo me quedaba una alternativa: ¡pasar por encima de ella!
“‘¡Bump, bump!’ hicieron las dos ruedas al pisarla.
“Me puse tan nervioso que me caí de la bicicleta a unos veinte o treinta pies más adelante de la serpiente. ¡La furiosa serpiente se lanzó hacia mí!
“Cerca de donde había caído había una rama seca. Agarré la rama y ataqué a la serpiente, ¡pero fallé! ¡Me preguntaba por qué el Señor me había dejado fallar, cuando me encontraba en tanto peligro!
“La serpiente agarró inmediatamente la rama, ¡podía oír cómo la mascaba! Ahora estaba a más o menos un metro de donde me encontraba yo. Dejó de mascar, y levantó en el aire la cabeza a una altura de un metro y comenzó a mecerse de un lado a otro, preparándose para atacarme. Esperaba que en cualquier instante me encontraría en la terrible agonía de la muerte. Los segundos parecieron horas mientras esperaba, ¡indefenso de rodillas ante ella!
“Había una sola cosa que podía hacer y eso era ¡clamar al Señor que me ayudara!
“La serpiente se había enroscado, meneando la cabeza para atacar, pero sin hacerlo. De pronto, noté que pasaba algo raro con la boca de la serpiente que estaba completamente abierta. Luego, para mi gran sorpresa, vi que tenía un trozo de la rama clavado en la mandíbula, ¡por lo que no podía cerrar la boca!
“Yo había tratado de pegarle a la serpiente con la rama, pero el Señor me había dejado fallar ¡porque tenía un plan mucho mejor! ¡Si yo le hubiera pegado, quizá la hubiera enfurecido aún más! ¡Pero Dios usó mi mala puntería a fin de dejar que esa serpiente mordiera la rama, y había permitido que un trozo de madera se atascara en sus mandíbulas para que no pudiera picarme!
“Cuando vi esto, me puse rápidamente de pie y encontré otra rama más fuerte. ¡Con unos pocos golpes buenos pude matar pronto a la serpiente!
“¡Qué maravilloso fue cómo el Señor escuchó mi oración y me protegió de la muerte aquel día! Ciertamente, ‘Torre fuerte es el nombre de Jehová; A Él correrá el justo, y será levantado’.
“Aquel día, no corrí hacia Él. Supongo que caí sobre Él, ¡pero igual estuve seguro! ¡Dios siempre cumple sus promesas y podemos confiar en Él!”