El capítulo 13 del libro de Levítico es un hermoso estudio para todos aquellos que estén realmente interesados en la condición espiritual de las asambleas. No podemos intentar aquí extendernos en este asunto, pero recomendamos encarecidamente la atención de nuestros hermanos. El sacerdote no podía pronunciar juicio de una manera apresurada en ningún caso dado. El cuidado más paciente era requerido a fin de que nadie fuera apartado por leproso, sin serlo realmente, o para que ningún caso real de lepra escapase. No se permitía ni la precipitación ni la indiferencia.
Es de la mayor importancia llegar a comprender el objeto real, la naturaleza y el carácter de la disciplina en la Iglesia de Dios. Hemos de temer que éstos puedan ser mal o escasamente entendidos. El gran objeto de la disciplina es la gloria de Dios como sostenida por la santidad de su asamblea, y la virtud genuina del alma hacia quien se ejerce la disciplina.
Y como naturaleza y carácter de la disciplina debemos recordar en todo momento que para tomar parte en la misma, de acuerdo con los propósitos de Cristo, debemos hacer propios los pecados del individuo, y confesarlos como a tales ante Dios. [Véase Lev. 6:24-26; 10:16-18; 124And the Lord spake unto Moses, saying, 25Speak unto Aaron and to his sons, saying, This is the law of the sin offering: In the place where the burnt offering is killed shall the sin offering be killed before the Lord: it is most holy. 26The priest that offereth it for sin shall eat it: in the holy place shall it be eaten, in the court of the tabernacle of the congregation. (Leviticus 6:24‑26)
16And Moses diligently sought the goat of the sin offering, and, behold, it was burnt: and he was angry with Eleazar and Ithamar, the sons of Aaron which were left alive, saying, 17Wherefore have ye not eaten the sin offering in the holy place, seeing it is most holy, and God hath given it you to bear the iniquity of the congregation, to make atonement for them before the Lord? 18Behold, the blood of it was not brought in within the holy place: ye should indeed have eaten it in the holy place, as I commanded. (Leviticus 10:16‑18)a Cor. 5:2-Redtr.]
Una cosa es levantarse con formalidad inhumana, y declarar a una persona fuera de la asamblea, y otra muy distinta para la asamblea entera es venir ante Dios quebrantada y en contrición de corazón, para apartar con lágrimas y confesión al perverso, que de cualquier otro modo no podía ser quitado. Si hubiere más de todo esto, veríamos más restauración divina.