Consagración

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Este término viene del Antiguo Testamento, pero su verdad también es encontrada en el Nuevo Testamento, aunque la palabra no lo sea. “Consagración” significa, “llenar las manos” (Éxodo 32:29 – margen en la traducción King James; 1 Reyes 13:33). Un cristiano “consagrado” es aquel que tiene las manos llenas en el cumplimiento de su servicio para el Señor. Él está ocupado en las cosas del Señor, y esto hasta el punto en que no tiene espacio para cosas extrañas en su vida.
Esto es ilustrado en la consagración de los sacerdotes en el Antiguo Testamento. En Éxodo 29, después de que los hijos de Aarón fueron lavados con “agua” (versículo 4), rociados con “sangre” (versículo 20) y ungidos con “aceite” (versículo 21), Moisés llenó sus manos con diez cosas que tipifican a Cristo de varias maneras (versículos 22-24). Si nos pudiésemos imaginar a aquellos sacerdotes parados allí en aquel día con todas esas cosas en sus manos, inmediatamente comprenderíamos que ellos no tenían espacio para otras cosas. Del mismo modo, un cristiano consagrado es alguien con enfoque en su vida por tenerla repleta del servicio al Señor.
Muchas veces dedicación es confundida con consagración, pero hay una diferencia:
•  La dedicación tiene que ver con el creyente colocando algo en la mano del Señor—esto es, su vida, para ser usada como a Él le agrada (Romanos 12:1).
•  La consagración tiene que ver con el Señor colocando alguna cosa en nuestras manos—esto es, una obra que el creyente puede hacer para Él (Romanos 12:6-8).