Capítulo Cuatro

 •  16 min. read  •  grade level: 11
Listen from:
Es un dicho verdadero que "la gente se queda con la gente, y las montañas con las montañas". La manera en que una persona se acostumbra a otro, apenas se puede creerla hasta que uno mismo lo haya visto. ¿Que es lo que atrae a una persona hacia otra? Por mucho tiempo vivieron nuestros tres compañeros con Bach Filina sin Palko, y no les faltaba nada, pero ahora si pasaban un día sin verlo parecía como que no pudieran aguantarlo.
Por extraño que parezca, a Bach Filina mas le hacía falta. En dondequiera que fuera, en cualquier cosa que hiciera, siempre tenía en la mente el momento cuando los arbustos se partían en aquella hermosa tarde del domingo, y como un cuadro dentro de su marco, estaba el niño extraño tan limpio y nítido con el manto sobre el hombro, con el sombrero pequeño en una mano, descansando la otra mano en un perro peludo y blanco. Ciertamente sería un cuadro bonito para hacer un pintor en aquellas montañas anchas, Si tan solamente pudiera hacerlo conforme a la naturaleza, y nosotros nunca nos cansaríamos de mirarlo. Y se acordó otra vez como Palko se sentó con ellos en frente de la choza con el Santo Libro en la mano, leyendo palabra tras palabra, capitulo tras capitulo. Qué cosas más bonitas y buenas. Así debía de haber parecido Jesús cuando estaba sentado entre los maestros judíos. ¡Cómo entendía Palko la Palabra de Dios! El anciano Bach había escuchado muchos sermones en la vida, pero ningún sermón le había conmovido tanto como los discursos del niño Palko.
Bach tenía una Biblia entera la cual leía a veces los domingos. También tenía un libro grande de sermones, pero desde el tiempo en que Palko Lesina empezó a llegar cada noche a visitarles parecía como si un velo se hubiera quitado de los ojos del hombre. La Biblia llegó a ser para él la Palabra viva de Dios.
—El Señor Jesús antes caminaba por el Mar de Genesaret –dijo el niño seriamente—. Ahora anda por estas montañas de ustedes. A veces El pasaba por nuestras montañas para buscarnos a nosotros, y ahora les busca a ustedes.
Otra vez era domingo. Filina preparó a los niños para ir a la iglesia, pero al mismo se quedó en frente de su choza. Fido, a quien no le permitía correr con los compañeros, quedaba acostado a sus pies. De repente se irguió las orejas, brincó y como una flecha corrió al bosquecillo cercano. Bach no prestó nada de atención. Se quedó sentado con la cabeza inclinada para abajo. No oyó a alguien hablar con el perro, ni oyó ningún saludo; no se movió hasta que oyó cerca de si la voz agradable y joven a la cual amaba tanto.
-Buenos días, Tío Filina. ¿Por qué está tan triste y tan solito? ¿Dónde están los demás?
-Bienvenido, Palko—alegremente contestó el hombre. Extendió una mano morena al Milo—. Si yo hubiera sabido que tú vendrías, no habría mandado a los niños a la iglesia. En todo lugar está la casa de Dios. ¿Y yo supongo que tú estás trayendo la Biblia de la cual hablabas ayer?
-Sí, la traigo. Mi padre se fue para algunos días. Él le pide amablemente a usted que si me dejará quedarme con sus niños aquí para que no tenga que quedarme solito en la choza. ¿Me va a recibir?
Los bonitos ojos del niño miraron deseosamente al rostro del hombre.
-Pues, seguramente. Vamos a estar bastante contentos si te quedas con nosotros—contestó Bach—. , Pero ¿por qué se fue tu padre a la casa?
-Él fue con una parte de la madera. No pudo llevarla toda de una vez. El resto lo vamos a poner en un barco flotante y llevarlo así a nuestro destino. Así que yo pude traer la Biblia para mostrársela.
—¿Es ésa la Biblia del pastor Malina?—preguntó Bach.
—Sí, Tío, y yo la estimo muchísimo. Hay muchas anotaciones en el idioma latín las cuales yo no entiendo, y algunas también en eslovaco. Cuando yo miro las anotaciones veo al pastor delante de mí. Yo quiero mostrarle lo que él escribió el último domingo cuando se puso tan gravemente enfermo. ¿Tiene tiempo para verlo, Tío?
—Pues, sí, mi hijo; hoy es domingo. Sigue leyendo.
—Va a entenderlo mejor que yo porque usted es más grande. Hay algo muy bueno: "He perdido mucho; toda mi vida esta malgastada" empezó el niño, y su voz sonaba tan solemne, casi como si estuviera leyendo la Palabra de Dios. "Aunque quisiera, no puedo mejorar nada. Es demasiado tarde. ¡Es demasiado tarde! Las almas pasaron a la eternidad; puede ser que yo no trajera la salvación a ellas. Nunca pueden volver para que yo les pidiera perdón y les amara. Tan gloriosas son las palabras: <>. En este don santo tomo mi refugio, mi santo Dios y Salvador. Yo sé que Tú me has perdonado y aun has tornado sobre Ti mismo el castigo que yo merecía. Me agarro a Tu cruz; me caigo a Tus pies heridos, y te agradezco; ¡pues, tanto te agradezco; sí, alabare eternamente Tu santo nombre, oh Jesús!"—leyó Palko.
—Así creía el pastor Malina...—pero el niño se detuvo porque Bach quedó sentado con la cabeza inclinada para abajo, y lloraba recio.
—"Aunque quisiera, no podría hacer nada bueno. Es demasiado tarde. Las almas pasaron adelante para acusarme"—repitió el en su llanto—. Eso es lo que me está apretando al suelo a mí, y toda mi vida buena desde aquel tiempo no ayuda nada. . .
El niño descansó su cabeza de pelo rizado en las palmas de sus pequeñas manos.
¿Tío, no quiere decirme que le está preocupando tanto? ¿Puede ser el pecado de que usted quería ahogar a Esteban, como Pedrico me dijo? Pues Esteban no se ahogó. Yo, cuando algo me molesta, lo confieso y me siento más tranquilo de una vez.
El hombre miró al niño Acaricio sus bigotes.—Si yo tengo que decírselo a alguien como he deseado hacer por varios años, me convendrá mejor decírtelo a ti. El Señor Dios te dio a ti más sabiduría que a mí, un anciano, igual que Samuel el niño tenía más que el anciano sacerdote Eli.
Bach caminó con paso largo a su tronco cortado donde normalmente se sentaba. Palko se acostó a su lado en la grama. Apretó la Biblia contra sí, y colocó su mano en la cabeza de Fido quien se acurrucó cerca a su lado. Así esperó pacientemente.
-Puesto que Pedrico te contó de que clase de niño era yo, no tengo que volver a contártelo—empezó el hombre dentro de poco. Su apariencia total no cabía bien con esa mañana hermosa del domingo.
-Así que nosotros dos crecimos, y puedo decir con buena conciencia que Esteban y yo nos amábamos muchísimo. Nunca pude olvidar el hecho de que él no les dijo a nuestros padres cómo yo le desampare en su apuro. El me convenció que nuestros padres nos amaban a los dos. Todo estaba bien y hubiera podido quedarse así para siempre, si Mama no hubiera traído a nosotros su sobrina Eva después que murió su hermana, la madre de Eva. Ella era una muchacha pequeña y bonita. Desde el principio ella parecía tener miedo a ml, pero con Esteban de una vez era amable, hasta que una vez yo lo protegí de algunos perros furiosos. Desde aquel tiempo ella siempre se agarraba de mí. Así era mientras crecíamos juntos, y después que había mos crecido. TU no puedes entender más ahora, por tanto solo puedo decirte esto.
<" ¿Piensas entonces"—dijo Mama—, "que uno de los hijos tendrá que ir a América?"
<"Tú ves, mi esposa, que allí la gente logra algo más rápido que nosotros lo logramos aquí. Nosotros sufrimos valientemente y con todo apenas vivimos" suspiró Papa. Él era un hombre bueno pero ya desgastado por el trabajo duro.
< “¿Y cuál de ellos piensas que debe ir?" mama preguntó con un suspiro.
<"Eso vamos a dejar que ellos Lo decidan. Yo pienso así: Que uno se quede en casa y tome a Eva por su esposa, para que tú tengas una ayuda. Que el otro vaya a América para algunos años, y después que él haya ganado algo de dinero y si Dios le concede que regrese seguramente, entonces pueden vivir juntos. Yo no querría que después de nuestra muerte ellos estén separados. Es bueno para ellos estar juntos."
<"Vaya conmigo una parte del camino" dijo Esteban el siguiente día, después de despedirse de nuestros padres y de Eva. Así que liii. Tomamos la vereda por la cuesta hasta la cruz arriba, encima de la cuesta. Allí él se detuvo. Nos miramos el uno al otro.
<"Mamá me dijo que planes tenía papa para nosotros. Uno de nosotros tiene que ir a América" dijo él. "No puede ser tú. Y los vi a ti y a Eva no hace mucho tiempo en el prado. Papa quiere que uno de nosotros tome a Eva. Ya que ella te pertenece a ti, ¿qué más debo hacer yo aquí? Una vez antes en la niñez yo estaba en tu camino, de manera que ti trataste de deshacerte de mí en aquella tumba negra de agua. La segunda vez no me voy a quedar en tu camino. Sería difícil para mi madre separarse de mí. Tú tienes que reconocer eso, porque yo soy el Único que ella tiene. Así que quiero salir sin que ella tenga que despedirse de ml, pero quiero que sepas la verdad para que estés satisfecho y no tengas más rencor contra mí. Yo realmente estoy dejando todo para ti: los padres, la casa y Eva también. Ella no puede pertenecer a los dos. Eran difíciles para ml aquellos momentos allá en el prado. Si tú tuvieras que soportar lo que yo experimenté en esos momentos tú no lo podrías aguantar. Así que es bueno que ella te escogiera a ti. Para mí era como que me estuviera ahogando otra vez, únicamente el pantano en que me echaste esta vez era mucho más profundo que el otro. Mama dijo que yo parezco enfermo. Aquí nunca me sanare; and muy lejos, podre recuperarme más luego, Te doy la mano en despedida, y puedes darme la tuya sin nada de amargura. Vamos a separarnos como hermanos."
Bach lloró otra vez en voz alta, y Palko lloró juntamente con él.
-Tío, dígame todo, hasta el fin—rogó él después de un rato—. ¿Entonces que de su pobre mama? ¿Cómo le contó usted a ella lo que pasó?
-Yo no tuve que decírselo, mi hijo—dijo Filina mientras se tranquilizó—. Esteban se encargó de todo aquello. Mama tenía un pariente lejano quien llegó a nosotros el tercer día y nos trajo todo lo que Esteban debía de haber traído de la ciudad; también una carta de él, en la cual el rogó a nuestros padres que no se enojaran con el porque estaba saliendo de esa manera a América. En esa carta el otra vez no mencionó que yo era quien le hundí en las profundidades de tristeza. Era muy bella la carta. La cuidábamos bien como un recuerdo, y cuando mama estaba muriendo la pobre querida me pidió ponerla en su ataúd. Yo trataba de ser un buen hijo para ella como el hijo que ella perdió. Después que papa murió, mama me bendijo muchas veces por el buen cuidado que ella disfrutaba, pero eso no me trajo paz al corazón.
-Y su hijo, ¿dónde está él?
-A él también el buen Señor lo llevó. Cuando su madre murió no había ninguno que pudiera darle el cuidado necesario. Él se contagió un resfrío, y en tres días él también estuvo con Dios. Ahora yo te he dicho todo, mi hijo. Yo he confiado todo a ti, mi hijo. He confiado todo a ti, pero tú no entiendes.
-No piense que yo no entiendo, Tío. Yo sé que su corazón esta triste a causa de la injusticia que Esteban sufrió por su envidia. Yo sé que usted ha pecado gravemente. ¿Por qué no podría usted como el sacerdote Malina aferrarse a la cruz y a los pies de Cristo? Usted entiende que quiero decir, en el Espíritu, por la fe, y recibirá el don de Dios, la salvación. Allí más adelante esta esta cita: "Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy primero", y aquí otra vez está escrito: "Me parece que yo soy esa persona, el más pecaminoso entre los pecadores, pero yo creo, yo creo, oh Cordero de Dios, que Tú has muerto por mí también, y yo estoy echando mi corazón al pie de Tu cruz, para que Tu sangre lo pueda limpiar también".
—Yo miro que hay cosas muy buenas escritas allí, Palko—dijo Bach—. Deja este libro conmigo por algún tiempo para que yo pueda leerlo despacio cuando tenga tiempo, y veré Si el Hijo de Dios también quiere tener misericordia conmigo y perdonar mis pecados graves. Ahora sigue leyendo donde dejamos de leer la vez pasada.
—Ahora voy a traer también el himnario y tendremos un himno Esto será nuestra adoración del domingo.—Bach trajo el libro y tuvieron un tiempo hermoso adorando a Dios. Cristo les llegó a ellos por medio de Su Espíritu e hizo vivir la Palabra de Dios, al alma joven quien andaba con Dios continuamente coma Enoc, y también al que podía decir: "Yo anduve errante como oveja extraviada; busca a tu siervo" (Salmos 119:176).