Capítulo 33

 
Los capítulos 33, 34 y 35 tienen los mismos temas generales: los juicios de Dios sobre los enemigos de Israel; Su trato disciplinario con su pueblo, llevándolos finalmente a mirar a Él; luego su bendición bajo Su mano. Observemos con breve detalle cómo se presentan estas cosas.
Primero, se pronuncia un ay contra algunas personas que traicioneramente pretenden despojar a la gente; y esto nos lleva en el versículo 2 a una conmovedora oración por la intervención del Señor, cuando Él sea exaltado, y la salvación y la estabilidad sucedan. Sin embargo, las desolaciones del versículo 8 precederán a esto, y cuando se haya creado un desierto, Jehová se levantará y será exaltado al juzgar al enemigo. Es posible que todo esto se haya cumplido poco después de los días de Isaías, pero el cumplimiento completo espera hasta el fin de la era, cuando se levantará un hombre de quien se pueda decir: “Ha quebrantado el pacto... no hace caso de nadie” (versículo 8). Habrá grandes poderes antagónicos en los últimos días.
Luego, en el versículo 13 en adelante, aprendemos cuál será el efecto de estos juicios sobre Israel mismo. Tendrán un efecto aventador, separando a los impíos de los justos. Se hallarán pecadores, aun en Sión, como resultado de su hipocresía, pero serán expuestos y temerán el juicio de fuego; mientras que los verdaderamente piadosos, que andan en justicia, morarán en las alturas en seguridad con las necesidades suplidas; y, además, “el Rey en su hermosura” estará ante sus ojos. El pueblo feroz habrá desaparecido y meditará sobre el terror que una vez dominó, cuando sus recursos tuvieron que ser contados y pesados.
El capítulo concluye con un llamado a ver a Sión y Jerusalén como una ciudad de paz inquebrantable, de estabilidad inquebrantable. Jehová será para ellos como un río ancho y plácido, que no será perturbado por las naves de guerra de los hombres, las cuales están todas dispersas, según el versículo 23. Los cojos se llevan la presa; los habitantes son salvos de sus iniquidades y de sus enfermedades, puesto que Jehová es Juez, Rey y Salvador. No hace falta añadir que todo esto no ha sucedido todavía.
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