Capítulo 1

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"Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y Sóstenes el hermano" (v. 1). La voluntad del Dios bendito es el origen de toda nuestra bendición. Según el beneplácito de esa voluntad Dios escogió a Saulo de Tarso, el peor enemigo de Cristo y de sus redimidos, para que fuese hecho Apóstol a los gentiles (véase Hechos 7:58 a 8: 3; 9 :116; 22:1-22; 26:1-23). Pablo fue hecho Apóstol por llamamiento directo del Señor, y no tuvo necesidad de educarse en un seminario religioso para predicar a Cristo crucificado, única esperanza del pecador, sea judío o gentil; tampoco los pescadores Pedro y Juan, ni el cobrador de tributos Mateo, ni los demás apóstoles. A ellos les fue suministrada la verdad por el Espíritu Santo (véase Juan 14:26; 15: 26, 27; 16:13-15; 2ª Co. 1:21, 22; 1ª de Juan 2:20, 27). Pablo escribió a los gálatas: "Pablo, apóstol (no de los hombres ni por hombre, mas por Jesucristo, y por Dios el Padre, que Lo resucitó de los muertos)" (Gálatas 1:1), con lo que confirmó la fuente divina de su conocimiento y de lo revelado en sus escritos.
¿Quién era "Sóstenes el hermano"? Era de la misma Corinto, o sea un miembro de la iglesia cristiana en esa ciudad. Al escribir Pablo su primera carta tan seria y acertada a dicha iglesia, asoció consigo a Sóstenes para que todas las cosas escritas fuesen el testimonio corroborado de dos testigos, ("En la boca de dos o de tres testigos consistirá todo negocio" — Co. 13:1). Era muy apropiado que el segundo testigo fuese de la asamblea corintia y, providencialmente, Dios lo tuvo presente en Éfeso con Pablo cuando escribió a sus amados corintios (comp. 1ª Co. 16: 8).
"A la iglesia de Dios que está en Corinto, santificados en Cristo Jesús, llamados santos, y a todos los que invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo en cualquier lugar, Señor de ellos y nuestro" (v. 2). Fijémonos bien en estas palabras: "y a todos los que invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo en cualquier lugar [...] " Esta carta tan importante del Apóstol Pablo no fue intentada por el Espíritu Santo solamente para la instrucción espiritual de la iglesia de Dios en Corinto, sino para todos los que se llaman "cristianos" en cualquier lugar sobre la redondez de la tierra. Para confirmación amplia de este hecho, leamos lo que Pablo escribió más adelante : "de la manera que enseñó en todas partes en todas las iglesias" (1ª Co. 4:17) ; "y así enseño en todas las iglesias" (7:17) ; "si alguno parece ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios" (11:16) ; "si alguno a su parecer, es profeta, o espiritual, reconozca lo que os escribo, porque son mandamientos del Señor" (14:37). Debe, pues, quedar establecido que todo el que se llama cristiano reconozca que lo escrito por Pablo, Apóstol de Jesucristo, se dirige a él personalmente, no importa dónde viva en el mundo, tampoco en cuál época. La instrucción dada por Pablo estará en vigor "hasta que venga" el Señor (comp. 1ª Co. 11:26), ¿verdad?
Dios ve a Su pueblo de llamamiento celestial (véase Ef. 2:6 y Hebreos 3:1) como "santificados en Cristo Jesús," quiere decir, "apartados del mundo inconverso sumergido en maldad." Si Dios nos ve de esta manera tan bendita, ¿hemos de andar de manera mundana? ¡No! pues somos "llamados santos," es decir, "santos por llamamiento," (como Pablo fue Apóstol por llamamiento). ¿Qué sería ver a un ángel de Dios disfrutando de las "comodidades temporales de pecado" (Heb. 1: 25) en este mundo? ¿Qué de nosotros, los santos de Dios por llamamiento celestial, para quienes es la promesa de "una herencia incorruptible ... reservada en los cielos"? (1ª Pedro 1:4).
"A todos los que invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo en cualquier lugar, Señor de ellos y nuestro." Pablo agregó: "de ellos y nuestro." No todos los que invocan el nombre del Señor son salvados de sus pecados; algunos han hecho una profesión de fe, de labios, no de corazón; sin embargo, Cristo es "Señor de todos" (Hch. 10:36), no sólo de los que son Suyos en verdad, sino de todos. Dios Le ha "dado la potestad de toda carne" (Juan 17:2). "No todo el que Me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos; mas el que hiciere la voluntad de Mi Padre que está en los cielos. Muchos Me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu nombre, y en Tu nombre lanzamos demonios, y en Tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les protestaré: Nunca os conocí; apartaos de Mí, obradores de maldad" (Mt. 7:21-23).
"Gracia y paz de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo" (v. 3). De esta manera Pablo saludó a todas las iglesias, aun las que estaban (como la de Corinto) en malas condiciones espiritualmente. "Dios es amor." El Padre y el Hijo quieren mostrar la gracia e impartir la paz a todos los creyentes por dondequiera. "La gracia y la paz" forman el ambiente (por decirlo así) en el cual los cristianos verdaderos viven y se mueven. Y esto hace que el pecado sea aún más aborrecido, ¿verdad?
"Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os es dada en Cristo Jesús" (v. 4). Pablo expresó su gratitud a Dios por ellos, pero atribuyó todo lo bueno que había en y entre ellos a "la gracia de Dios" dada a ellos, y esa exclusivamente "en Cristo Jesús." Más adelante Pablo tuvo que preguntarles: "¿qué tienes que no hayas recibido?" (4:7).
"Que en todas las cosas sois enriquecidos en Él, en toda lengua y en toda ciencia; así como el testimonio de Cristo ha sido confirmado en vosotros; de tal manera que nada os falte en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis sin falta en el día de nuestro Señor Jesucristo" (vss. 5-8). Antes de censurar a los corintios por su carnalidad, jactancia, indiferencia, inmoralidad, pleitos, mal proceder en la asamblea, doctrina falsa, etc., el Apóstol empezó su epístola haciendo resaltar todo cuanto pudo reconocer como la bendición de Dios derramada sobre ellos, de igual manera como el Señor Jesús encomendó todo cuanto vio como santo en las iglesias de Asia (comp. Apocalipsis caps. 2 y 3) antes de reprenderlas por sus faltas. Había muchos dones espirituales entre los corintios, pero, como otro ha observado tiempo ha, "el don no es la piedad." Un hombre puede ser muy dotado, pero no ser piadoso.
Ante los corintios, entonces, el Apóstol puso, como meta, "la manifestación de nuestro Señor Jesucristo." No la confundamos con "la venida de nuestro Señor Jesucristo" (2ª Ts. 2:1 y Stg. 5:8). "La manifestación de nuestro Señor Jesucristo" será cuando Él viniere con todas sus huestes celestiales (incluso los ángeles y los redimidos anteriormente arrebatados del mundo al cielo en la venida del Señor por los Suyos) para someter a Sí todo el mundo. Las Escrituras que mencionan esa manifestación gloriosa o que son relacionadas a ella, son numerosas, entre ellas las siguientes: Mt. 19:28; 24:27-30; 26:64; Lc. 21:24-27; Hch. 1:11; 3:20, 21; Ro. 16:20 y Ap. 20:1-3; Col. 3:4; 14When Christ, who is our life, shall appear, then shall ye also appear with him in glory. (Colossians 3:4)ª Ts. 3:13; 2ª Ts. 1:7-10; 2:8; 1ª Ti. 6:14; Jud. 14, 15; Ap. 1:7; 3:3; 19:11-21. En el Antiguo Testamento, compárense Sal. 2:8-9; Sal. 72; Dn. 7:13-14, 2713I saw in the night visions, and, behold, one like the Son of man came with the clouds of heaven, and came to the Ancient of days, and they brought him near before him. 14And there was given him dominion, and glory, and a kingdom, that all people, nations, and languages, should serve him: his dominion is an everlasting dominion, which shall not pass away, and his kingdom that which shall not be destroyed. (Daniel 7:13‑14)
27And the kingdom and dominion, and the greatness of the kingdom under the whole heaven, shall be given to the people of the saints of the most High, whose kingdom is an everlasting kingdom, and all dominions shall serve and obey him. (Daniel 7:27)
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"La venida de nuestro Señor Jesucristo" será cuando Él viniere, Él solo, para recoger, o arrebatar, del mundo para el cielo a todos Sus redimidos; se cumplirá así la promesa que Él dio a Sus discípulos, cuando estuvo aquí : "en la casa de Mi Padre muchas moradas hay; de otra manera os lo hubiera dicho: voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si Me fuere, y os aparejare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a Mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis" (Juan 14:2-3). En ésta Su venida para recoger a los Suyos, el Señor no llegará hasta la tierra, mucho menos se quedará en el mundo; al contrario, arrebatará a los Suyos del mundo, tanto muertos como vivos, y los llevará a la casa del Padre (¿en la tierra? ¡no! sino) en los cielos. En cuanto a la manera de Su venida, al Apóstol Pablo por revelación fue dado a explicárnosla: "el mismo Señor con aclamación, con voz de arcángel (o voz arcangélica), y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero; luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos, juntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes a recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor" (1ª Ts. 4:16-17). Otras Escrituras que se refieren al mismo evento sin precedentes, o que son relacionadas a eso, son las siguientes: Ro. 8:23; 13:11; 1ª Co. 15:23; Ef. 1:14; Flp. 3:20, 21; 1ª Ts. 1:10; 2:19-20; 5:10; 5:23; 2ª Ts. 2:1; Heb. 10:3737For yet a little while, and he that shall come will come, and will not tarry. (Hebrews 10:37); Stg. 5:8; Ap. 2:25; 3:11; 22:20.
Se verá, al meditar sobre las Escrituras, que nuestra responsabilidad se relaciona con la "aparición del Señor." ¿No es un motivo poderoso para un testimonio sin tacha, que hemos de acompañar al mismo Señor en Su manifestación o aparición a todos? Se verá que nuestros privilegios o bendiciones se relacionan con la "venida del Señor" para los Suyos. No es una cuestión aquí del descargo de nuestra responsabilidad, sino del llamamiento soberano del Señor y el cumplimiento de Su promesa fiel: "vendré otra vez, y os tomaré a Mí mismo, para que donde Yo estoy, vosotros también estéis."
"El cual también os confirmará hasta el fin, sin falta en el día de nuestro Señor Jesucristo" (v. 8). Cuando tenemos tantas faltas, ¿cómo será posible eso? Sólo por la gracia soberana de Dios:
"Fiel es Dios, por el cual sois llamados a la participación de Su Hijo Jesucristo nuestro Señor" (v. 9). Es la fidelidad de Dios, no la nuestra, que llevará a cabo todos los propósitos sublimes de Dios. Somos llamados a la "comunión" (la palabra griega traducida "participación" se traduce "comunión" en 2ª Co. 6:14: "¿qué comunión la luz con las tinieblas?") de Su Hijo Jesucristo, y a nada menos. Concuerda con esto 1ª Ts. 2:12: "Y os protestábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a Su reino y gloria;" y 2ª Ts. 2:13, 14: "Mas nosotros debemos dar siempre gracias a Dios por vosotros, hermanos amados del Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salud, por la santificación del Espíritu y fe de la verdad, a lo cual os llamó por nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo."
Como introducción, antes de las exhortaciones y reprimendas que iba a dirigir a los corintios (e indirectamente a nosotros también en el Siglo XX), Pablo puso delante de los creyentes todo lo que la fidelidad de Dios, en Su gracia soberana, llevaría a cabo sin fallar en el grado más mínimo, cumpliendo con Sus propósitos eternos y llevando a la gloria—más tarde desplegando en la gloria con Cristo en Su aparición—a todos los escogidos, ya redimidos por la sangre preciosa de Cristo. ¡Aleluya! ¡que Dios Salvador es el nuestro!
"Os ruego pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros disensiones, antes seáis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer. Porque me ha sido declarado de vosotros, hermanos míos, por los que son de Cloé, que hay entre vosotros contiendas; quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo cierto soy de Pablo; pues yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo" (vss. 10-12).
El espíritu del sectarismo es una mala hierba del corazón religioso. He aquí en la iglesia primitiva de Corinto—fruto también de los trabajos evangélicos del Apóstol Pablo—brotaba ya esa mala hierba: "yo cierto soy de Pablo, yo de Apolos, yo de Cefas, y yo de Cristo." Ese espíritu partidarista ya producía "contiendas." ¡Qué cosa más triste, y tan deshonroso al "nombre de nuestro Señor Jesucristo," que los propios redimidos de Él se dejen llevar por un espíritu sectario! Se jactan del nombre de una secta más bien que gloriarse en el Señor. El cristiano carnal que dice: "Yo soy de tal y tal secta," no va a experimentar lo que es "el vituperio de Cristo," pero el cristiano que dice: "pertenezco al Señor Jesucristo, y a Él solamente, pues murió por mis pecados," sí tiene que participar del "vituperio de Cristo." El mundo religioso tolera las sectas de cualquier índole, y espera reunir a todas en una ("Babilonia la grande" es como Dios la llama); pero el mundo religioso no reconocerá el nombre de nuestro Señor Jesucristo como el único centro de reunión para el verdadero pueblo de Dios.
Tan malo es el espíritu de sectarismo que el Apóstol, inspirado de Dios, empezó su serie de reprimendas dirigidas a los corintios, no con el gravísimo caso de fornicación, tampoco el de la mala doctrina, sino con una exhortación fuerte en contra del sectarismo: "¿Está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros?" (v. 13). Con las primeras cinco palabras que el Señor le habló desde el cielo—"Saulo, ¿por qué Me persigues?" (Hch. 9:4), Pablo comprendió que Cristo en el cielo y Sus miembros, los creyentes aquí abajo en la tierra, eran una sola cosa. Más adelante en esta epístola a los corintios, esta preciosa verdad está expuesta muy claramente: "Porque de la manera que el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, empero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un cuerpo, así también Cristo. Porque por un Espíritu somos todos bautizados en un cuerpo, ora judíos o griegos, ora siervos o libres; y todos hemos bebido de un mismo Espíritu [...] Pues vosotros sois el cuerpo de Cristo, y miembros en parte [...] ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré pues los miembros de Cristo, y los haré miembros de una ramera? Lejos sea. ¿O no sabéis que el que se junta con una ramera, es hecho con ella un cuerpo? porque serán, dice, los dos en una carne. Empero el que se junta con el Señor, un espíritu es" (caps. 12:12, 13, 27; 6:15-17).
No, el Cristo no está dividido a los ojos de Dios, pero ¡ay! los cristianos carnales que han preferido para sí los nombres de sus célebres maestros, los nombres de sus sistemas de doctrina, los nombres de sus patrias terrenales, etc., etc., han dividido en la actualidad la profesión cristiana en el mundo, para deshonra del nombre de nuestro Señor Jesucristo. Sin embargo, "el fundamento de Dios está firme" (2ª Ti. 2:19) y—dice el Señor: "donde están dos o tres congregados en (o a) Mi nombre, allí estoy en medio de ellos" (Mateo 18:20) ; EL NOMBRE DEL SEÑOR JESUCRISTO permanece como el único centro de reunión reconocido por Dios. Para reconocer ese "nombre que es sobre todo nombre," hay que desconocer, en la práctica tanto como en la doctrina, todos los nombres inferiores e indignos a la luz de la Persona gloriosa de Cristo, nuestro gran Redentor. "¿Fue crucificado Pablo por vosotros?" ¿Fue crucificado Lutero por nosotros, o Calvino, o Wesley, o Menón, o Juan Bautista, o algún presbítero, o episcopal, o metodista, o el país de Inglaterra, o Chile, o el Perú, o el Canadá ...? ¿Qué quiere decir el Señor cuando dice: "tengo contra ti que has dejado tu primer amor"? (Ap. 2:4).
"¿O habéis sido bautizados en el nombre de Pablo? Doy gracias a Dios, que a ninguno de vosotros he bautizado, sino a Crispo, y a Gayo; para que ninguno diga que habéis sido bautizados en mi nombre. Y también la familia de Estéfanas; mas no sé si he bautizado algún otro. Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio" (vss. 13-17). En tiempo antiguo, los israelitas "todos fueron bautizados a Moisés en la nube y en el mar" (1ª Co. 10:2, V.M.), es decir: fueron identificados con Moisés, su líder. De ahí el significado del bautismo en agua: la persona bautizada en agua se identifica con la persona a la cual está bautizada. Cuando Pablo encontró ciertos discípulos en Éfeso y hubo averiguado que no habían recibido el Espíritu Santo, les preguntó: "¿En qué pues sois bautizados?" Y ellos respondieron: "En el bautismo de Juan" (Juan predicó el "bautismo de arrepentimiento" y condujo los judíos arrepentidos fuera del judaísmo). Entonces Pablo les dijo: "Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en el que había de venir después de él, es a saber, en Jesús el Cristo. Oído que hubieron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús" (Hch. 19:1-5). Por medio del bautismo cristiano, se identificaron con Cristo como su Señor.
Ahora bien, el Apóstol Pablo no quiso que ningún cristiano fuese identificado con Pablo cual líder de un partido o secta en la iglesia. Por eso bautizó muy pocos del "mucho pueblo" (Hch. 18:10) que habían creído el evangelio en Corinto. Parece que había presentido el peligro del sectarismo que ya se insinuaba como una plaga desbordante. Además, Pablo no fue comisionado por el Señor para que anduviese bautizando la gente, sino para predicar el evangelio de la gracia de Dios, por fe en el cual el creyente es añadido al cuerpo de Cristo como un miembro vivo, unido a Él por el Santo Espíritu. El bautismo en agua no va más allá que las relaciones exteriores, la posición tomada en este mundo por medio de la profesión de Cristo como Señor. Muy a menudo una persona bautizada no es genuina, no es nacida de Dios; sin embargo, había hecho una profesión de fe cuando se bautizó (como la hizo Simón el "mágico" — Hch. cap. 8). Pero el que cree de corazón el evangelio de Cristo es hecho miembro del cuerpo de Cristo; así como es ungido y sellado por el mismo Espíritu, y le es dado también la prenda del Espíritu en su corazón (véase 2ª Co. 1:22). Sin embargo, es muy precioso saber que por medio del bautismo en agua somos identificados con Cristo: "somos sepultados juntamente con Él a muerte por el bautismo; para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida" (Ro. 6:4); "sepultados juntamente con Él en el bautismo, en el cual también resucitasteis con Él, por la fe de la operación de Dios que Le levantó de los muertos" (Col. 2:1212Buried with him in baptism, wherein also ye are risen with him through the faith of the operation of God, who hath raised him from the dead. (Colossians 2:12)).
Prosiguiendo con nuestro estudio, oigamos cómo Pablo ejercía su ministerio:
"Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio: no en sabiduría de palabras, porque no sea hecha vana la cruz de Cristo. Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; mas a los que se salvan, es a saber, a nosotros, es potencia de Dios" (vss. 17, 18). Pablo fue muy bien educado en Jerusalén "a los pies de Gamaliel" (Hch. 22:3 y 5:34), pero en las cosas sagradas de Dios no quiso predicar sermones elocuentes preparados de antemano, llenos de palabras persuasivas de sabiduría humana, sino predicó "la palabra de la cruz" que ensalza a Cristo y la obra redentora que ha consumado, y coloca al hombre en el polvo, su debido lugar. Para los sabios de este mundo, la palabra de la cruz es "locura"; pero a los que la creen es la potencia de Dios. ¡Tiene poder!
"Hay poder, sí, sin igual poder
En Jesús quien murió;
Hay poder, sí, sin igual poder
En la sangre que Él vertió."
"Porque está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé la inteligencia de los entendidos. ¿Qué es del sabio? ¿qué del escriba? ¿qué del escudriñador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Porque por no haber el mundo conocido en la sabiduría de Dios a Dios por sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación" (vss. 19-21). La sabiduría humana y el orgullo van juntos. Dios aborrece el orgullo, y de lejos conoce a los orgullosos, pero ama al humilde y por medio de la locura de la predicación, es decir, el evangelio de que Cristo murió por los pecadores, lo salva mediante la fe sencilla que cree la palabra de Dios porque es eso: la palabra de Dios.
Cristo, "Señor de la gloria,” al pensar
En Ti^ entregado^a la "muerte de cruz,"
Damos por pérdida^el oro granjear,
Y nuestro^egoísmo^odiamos, Jesús.
"Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; mas nosotros predicamos a Cristo crucificado, a los judíos ciertamente tropezadero, y a los gentiles locura; empero a los llamados, así judíos como griegos, Cristo potencia de Dios y sabiduría de Dios" (vss. 22-24).
Los judíos incrédulos siempre Le pedían al Señor que les mostrara milagros y señales, pero Él, por fin, les replicó: "La generación mala y adulterina demanda señal; mas señal no le será dada, sino la señal de Jonás profeta" (Mt. 12:39). La señal de Jonás era la de un hombre tragado por un gran pez y al cabo de tres días echado vivo a tierra firme—señal de resurrección; y el Señor Jesús, por decirlo así, fue sorbido por la muerte, pero resucitó del sepulcro para la justificación del que cree en Él. Pero los príncipes de los sacerdotes judíos, avisados por los guardas de que el ángel había quitado la piedra del sepulcro vacío, inventaron una tremenda mentira y dieron mucho dinero a los soldados y les aconsejaron decir que los discípulos de Jesús vinieron de noche y Le hurtaron.
Para los sabios de este mundo "Cristo crucificado" es locura. El hombre intelectual hace de las pocas onzas de seso que Dios le dio, un dios que lo juzga todo y lo reduce al nivel de sus razonamientos humanos. Pero viene el día de juicio cuando Dios le dirá esto: "Estas cosas hiciste, y Yo he callado; pensabas que de cierto sería Yo como tú. Yo te argüiré, y pondrélas delante de tus ojos" (Sal. 50: 21).
Pero para "los llamados," es decir, los que Dios ha llamado por Su gracia soberana, Cristo es la potencia de Dios y la sabiduría de Dios.
"Porque lo loco de Dios es más sabio que los hombres; y lo flaco de Dios es más fuerte que los hombres." (v. 25). Hablando con reverencia, Dios no es loco, tampoco flaco. Pero Él obra de una manera que, para los hombres carnales e ininteligentes sin Dios, es sumamente irrazonable y despreciable. "Porque mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, no muchos poderosos, no muchos nobles; antes lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo flaco del mundo escogió Dios, para avergonzar lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es: para que ninguna carne se jacte en Su presencia." (vss. 26-29). Los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo, con la excepción de Pablo, eran hombres de categoría humilde o menospreciable: Pedro y Juan, pescadores, "eran hombres sin letras e ignorantes," de modo que los sacerdotes "se maravillaban; y les conocían que habían estado con Jesús" (Hch. 4:13). Los "publicanos", o cobradores de impuestos, eran personas menospreciadas, pero Jesús escogió a Mateo por Apóstol (Mateo 9:9).
Un día un ateo ofreció a una niña de 8 o 9 años de edad una moneda, con tal que ella le dijera dónde estaba Dios. La niña, una humilde creyente, le replicó: "Y yo le devolveré la moneda, si puede decirme dónde no está."
"Mas de Él sois vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, y justificación, y santificación, y redención: para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor" (vss. 30, 31). ¡Hecho maravilloso! Dios mismo nos ha puesto "en Cristo Jesús." Y a Cristo ha hecho por nosotros las cuatro cosas, empezando con la sabiduría (puesto que los griegos se jactaban de su sabiduría humana), la justificación, la santificación y la redención. Entonces, frente a esta obra admirable de Dios, toda jactancia está completamente excluida, y no podemos hacer otra cosa sino gloriamos en el Señor Jesucristo, quien es "el todo." (Col. 3:1111Where there is neither Greek nor Jew, circumcision nor uncircumcision, Barbarian, Scythian, bond nor free: but Christ is all, and in all. (Colossians 3:11)).