Versículos Mal Empleados

 •  3 min. read  •  grade level: 15
Listen from:
A menudo es necesario desaprender conceptos errados antes que podamos aprender las cosas bien. En la actualidad se están enseñando muchos conceptos errados acerca de la autoestima, a veces incluso en un contexto escriturario. Antes que empecemos a tratar conceptos más positivos acerca de esta cuestión, es necesario mencionar dos versículos que han sido mal empleados, incluso por parte de creyentes, para dar unos conceptos erróneos acerca de la autoestima.
Efesios 5:28 dice: «Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.» Este versículo ha sido tomado por algunos como significando que uno no puede amar a su mujer (o a ninguna otra persona) de manera apropiada excepto si se ama a sí mismo. Pero no es este el sentido del versículo. Lo que se nos expone aquí es sencillamente la preciosa verdad de que cuando un hombre y una mujer están casados, Dios los contempla como una carne. Que un hombre ame a su mujer debería ser cosa tan natural como amarse a sí mismo. ¿Acaso Dios tiene necesidad de mandarnos que nos amemos a nosotros mismos? No, eso lo hacemos sin necesidad de que se nos impulse a ello. Todos de natural nos cuidamos bien a nosotros mismos, y Dios está sencillamente diciendo aquí que si amas a tu mujer, te amas a ti mismo, porque ambos sois una carne, y que si destruyes a tu mujer por cualquier medio — la crítica, la infidelidad o cualquier otra forma — , te estás destruyendo a ti mismo. Se debe decir de manera enfática: no tenemos aquí ninguna justificación escrituraria para el amor propio.
Luego tenemos Mateo 22:39: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo», pasaje que ha sido tomado como una justificación escrituraria para el amor propio. Una vez más, el amor a uno mismo se da por supuesto, y lo que la ley ordenaba al hombre era amar a su prójimo como a sí mismo. No hay mandamiento a amarse a uno mismo. Este pensamiento no se encuentra en la Palabra de Dios.
Luego, Filipenses 2:3 dice: «Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo.» He oído a algunos decir que está bien que uno se estime a sí mismo siempre que también estime a los demás como mejores que uno mismo. Si llevamos esto a su conclusión lógica, esta interpretación resultaría en los casos peores en una baja autoestima, porque en último término tendríamos que considerar que todos los demás son mejores en todas las formas que nosotros mismos. Una vez más, no me parece que éste sea el significado del versículo. El pensamiento es que todos nosotros, sean cuales fueren nuestras capacidades naturales, nuestros dones espirituales o nuestra fidelidad al Señor, podemos siempre contemplar a otro creyente y ver una cualidad, un don o un rasgo deseable de carácter que nosotros no poseemos. También podemos mirarnos a nosotros mismos y contemplar un pecado que nos acosa y que otros no tienen. Si estamos caminando con el Señor, veremos el bien en otros, y a la vez reconoceremos nuestras propias faltas. No tendremos problema alguno para estimar a otros como mejores que nosotros mismos, porque buscaremos lo mejor en los demás. Si pensamos en nosotros mismos, será más bien para juzgar nuestros fracasos que para hincharnos por lo que somos o por lo que hemos hecho. Este versículo, desde luego, no es la justificación escrituraria para la autoestima tal como este término está siendo actualmente interpretado. Deberíamos permanecer ocupados con Cristo y los demás, y no con nosotros mismos.