Salmo 102: Varón de dolores

Psalm 102
Este Salmo nos hace pensar en las palabras de Isaías 53:3: “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto”. Para poder comprender a alguien en una forma profunda tenemos que haber experimentado los mismos dolores que él siente. Por ejemplo un padre que ha perdido un bebé puede entender a otro en la misma situación. Ciertamente nuestro Señor Jesucristo nunca ha pecado ni puede pecar y debemos reconocer que pasó por un sufrimiento que su pueblo jamás experimentará. Sufrió como justo en medio de los injustos; fue despreciado y odiado por sus enemigos sin causa alguna. Nuestra actitud al tratar este tema debe ser de profunda reverencia.
El gran deseo de alguien en medio de sus aflicciones es que otros le comprendan. Escuchemos las palabras del Señor en el Salmo 102:2: “No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; inclina a mí tu oído”. Aquí el Señor Jesucristo llama a su Padre y le pide ver su rostro. En medio de los problemas, Él nos ha dado a todos el ejemplo de fe; pues en este versículo vemos su angustia y dolor, pero su petición no es a los hombres sino a Dios: quiere una respuesta a su clamor, mas no hay en Él un espíritu de independencia.
Muchos en sus tribulaciones se han sentido dolidos en el corazón. Cuando Dios creó a Adán dijo que no era bueno que él esté solo; pues nos ha creado para que vivamos en compañerismo. El rechazo o menosprecio de los amigos hiere el alma y el ser apartado de todos nos causa mucha pena. El Señor experimentó esto a la perfección cuando clamó: “Mi corazón está herido... Por la voz de mi gemido mis huesos se han pegado a mi carne” (Salmo 102:4-54My heart is smitten, and withered like grass; so that I forget to eat my bread. 5By reason of the voice of my groaning my bones cleave to my skin. (Psalm 102:4‑5)). Su sufrimiento fue tan intenso que incluso sus huesos fueron afectados. Hay ocasiones cuando estamos muy preocupados por algo, a tal punto que dejamos a un lado las necesidades básicas de la vida. El Señor estaba tan ocupado que dijo: “me olvido de comer mi pan” (Salmo 102:44My heart is smitten, and withered like grass; so that I forget to eat my bread. (Psalm 102:4)). No hay un nivel de presión por parte de sus enemigos o rechazo de sus hermanos que Él no haya sufrido.
En los siguientes versículos vemos que Él se quedó solo. Si a nuestro alrededor hay alguien que nos ignora esto nos duele en el corazón; sin embargo es mucho peor tener en nuestra presencia a aquellos que nos odian. Él Señor dijo: “soy como el pájaro solitario sobre el tejado” (Salmo 102:77I watch, and am as a sparrow alone upon the house top. (Psalm 102:7)); este tipo de pájaro está acostumbrado a tener mucha compañía. Jesucristo dijo que Él se sentía solitario: no tuvo la comprensión ni el compañerismo de otros. Pero nosotros no podemos sentirnos tan solitarios como Él; pues en toda nuestra aflicción, Él está dispuesto a escuchar nuestra primera súplica.
Al final del Salmo descubrimos un gran secreto: La persona que vino al mundo para sufrir es el Creador. “Desde el principio tú fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permanecerás” (Salmo 102:25-2625Of old hast thou laid the foundation of the earth: and the heavens are the work of thy hands. 26They shall perish, but thou shalt endure: yea, all of them shall wax old like a garment; as a vesture shalt thou change them, and they shall be changed: (Psalm 102:25‑26)). Él ha vencido todo. Aun la tierra y los cielos tendrán fin, pero nuestro Dios sigue siendo el mismo. Él ha pasado por toda la aflicción necesaria para comprendernos y poder identificarse con nosotros de una manera perfecta. Y ahora está en el cielo escuchando cada petición de su pueblo cuando busca su ayuda. Aquí fue llamado Varón de Dolores pero ya está glorificado y sus sufrimientos son como una credencial que le acredita como alguien que puede comprender a los suyos. ¡Qué le glorifiquemos para siempre!