Reseña general de los eventos proféticos: Arreglado cronológicamente desde el Rapto hasta el Estado Eterno

Table of Contents

1. Reseña general de los eventos proféticos
2. La bendita esperanza
3. El rapto
4. Eventos futuros (en el cielo)
5. Eventos futuros (en la tierra)
6. La indignación
7. La aparición de Cristo
8. El milenio
9. El estado eterno
10. Apéndice A: Sumario de las batallas durante la indignación
11. Apéndice B: Evidencias de la cercania de la venida del Señor
12. Apéndice C: La iglesia no atravesará la gran tribulación

Reseña general de los eventos proféticos

El propósito de la profecía
El gran propósito de Dios es glorificar a Su Hijo, el Señor Jesucristo, en dos esferas: en el cielo y en la tierra. En el futuro, Dios pondrá sobre Su Hijo la responsabilidad de la administración de todas las cosas involucradas en estas dos esferas. Este es “el misterio de su voluntad” que Él se propuso en Sí mismo, antes de que el mundo fuese hecho (Ef. 1:8-10 JND). La profecía muestra cómo Dios llevará a cabo este gran propósito en lo que respecta a Su Hijo.
El objeto de la profecía
El objeto de la profecía bíblica no es la Iglesia, ni es Israel y las naciones gentiles de la tierra, aunque ambos serán bendecidos como resultado del cumplimiento de los propósitos divinos. El objeto de la profecía es el Señor Jesucristo. “El testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía” (Ap. 19:10). La profecía trata de la tierra porque es el lugar que Dios ha elegido para cumplir Su voluntad con respecto a Su Hijo. Consecuentemente, Israel y las naciones (cuya porción y destino es la tierra) están a la vista en la profecía, pero no son en sí mismos el objeto de la profecía.
La profecía no ha sido dada simplemente para satisfacer el intelecto humano en cuanto a los eventos futuros, sino para traer gloria, honor y alabanza a nuestro Señor Jesucristo. Cuando leemos las Escrituras proféticas, debemos buscar qué es lo que el Espíritu de Dios está mostrando acerca de Cristo y Su gloria, porque Él es el objeto de la profecía. Muchos cristianos toman la Palabra de Dios para ver qué es lo que Dios dice en ella acerca de su destino, y seguramente hay mucho que Dios tiene para decirnos sobre nuestro camino y nuestro andar; pero realmente deberíamos tomar la Palabra de Dios primeramente para ver lo que Dios tiene que decir acerca de Su amado Hijo, y lo que es propio de Él, porque Su gloria es la clave para entender toda la Escritura; y luego, ver su aplicación en nosotros (Lc. 24:25-27,44; Jn. 5:39; Hch. 17:2-3,11; 1 P. 1:11). Cuando Dios por el Espíritu escribió las Escrituras, tenía a Su Hijo delante de El; y si nosotros queremos entender lo que hay en Su Palabra, necesitamos tener a Su Hijo frente a nuestros corazones. Dios quiere darnos el estar en comunión con Él y con Su Hijo, mientras estudiamos las Escrituras proféticas. “Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo” (1 Jn. 1:3).
La interpretación de la profecía
Un principio importante en la interpretación de la Escritura, exige que cuando interpretamos un versículo o una serie de versículos en particular, esto debe ser hecho a la luz de toda la otra Escritura. Las Escrituras proféticas no son una excepción. No se llega a la interpretación de una profecía a través de un pasaje aislado que tiene su propio significado y solución. Tenemos que sopesar cuidadosamente cada versículo de la Escritura. “Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 P. 1:20-21). J. N. Darby decía: “Podría casi decir que ninguna profecía se explica a sí misma.”
Más aún, Dios usa muchas figuras y símbolos en las profecías para dar a entender Su opinión sobre un tema. Esto necesita cuidado o precaución de nuestra parte, para poder distinguir entre lo que es simbólico y lo que es literal. No obstante, cualquier figura que el Espíritu de Dios pueda usar para representar los caminos de Dios, el tema de la profecía nunca es una figura. Siempre es literal. El Espíritu de Dios también usa tipos para ilustrar los manejos de Dios en la profecía. Cuando un tipo sea usado en este libro, estará marcado con un asterisco (*). Así se ayudará al lector a distinguir entre lo que es profecía y lo que es la enseñanza de un tipo.
Además de esto, muchas profecías del Antiguo Testamento tienen dos aplicaciónes. Una aplicación cercana, que usualmente se cumplió en el tiempo de la vida del profeta o poco tiempo después; y una aplicación extendida, que alcanza hasta el fin de los tiempos. Es importante por lo tanto, la distinción entre qué parte del pasaje se refiere a aquella circunstancia que estaba cercana, y qué parte habla de la final y total liberación de Israel en el fin de los tiempos.
Los efectos prácticos de la profecía
Hay, tal vez, un triple efecto que la profecía tendrá sobre nosotros cuando es interpretada correctamente. Primeramente, “Hasta que el día esclarezca ... en vuestros corazones” (2 P. 1:19). Esto se refiere al brillo superior de la verdad cristiana en el Nuevo Testamento. El Apóstol Pedro pone esto en contraste con la “lámpara” que brilla en un lugar oscuro, lo cual se refiere a las Escrituras proféticas del Antiguo Testamento. Una guía más brillante nos ha sido dada ahora, en el concepto de la verdad del Nuevo Testamento. Esto no significa que vamos a descuidar las Escrituras del Antiguo Testamento. Pedro habla bastante en contra de esto, porque dice que haríamos bien en prestar atención a ellas. En la lectura de estas profecías del Antiguo Testamento, las verdades del Nuevo Testamento aparecen con un contraste más distintivo, tal como la clara luz del día excede la luz de una lámpara. Como resultado, se nos permite ver el gran contraste que hay entre las bendiciones de Israel, y las bendiciones celestiales y privilegios de la Iglesia. El efecto práctico de entender nuestras bendiciones cristianas, nos hará entender lo que es correctamente nuestro.
En segundo lugar, el aprendizaje de la profecía produce que el lucero de la mañana salga en nuestros corazones (2 P. 1:19). Esto se refiere a la venida de Cristo por Su esposa, la Iglesia, en el rapto. Cuando nos damos cuenta que antes de que todas estas cosas en la profecía se lleven a cabo, el Señor debe primero venir y llevarnos al hogar celestial, el hecho de Su venida por nosotros se vuelve aun más inminente.
En tercer lugar, leer la profecía nos da la posibilidad de ver el fin de este mundo. Cuando advertimos que todo esto quedará bajo el juicio de Dios, nos damos cuenta lo absolutamente inútil que es estar gastando nuestras energías en construir sobre algo que está condenado. El efecto práctico que causará en nosotros será estar más separados ahora del mundo. “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!” (2 P. 3:11-12).
El propósito de este libro
Este libro no es un intento de alinear los eventos corrientes de las noticias con las Escrituras proféticas, porque la profecía propiamente hablando no se está cumpliendo hoy. Antes bien, el propósito de este libro es proveer al lector de un conciso perfil de los eventos que pronto deberán suceder (Ap. 1:1).
El escritor no hace ningún reclamo de la originalidad de las verdades aquí compiladas. Es simplemente lo que hombres de Dios reunidos al nombre del Señor (Mt. 18:20), han disfrutado y enseñado en los últimos ciento cincuenta años. Aunque no podemos ser dogmáticos en la cronología exacta de cada simple evento, se a hecho un cuidadoso intento de seguir un orden secuenciado. Esto, en algunos lugares, ha sido difícil porque algunas cosas suceden al mismo tiempo.
Que el efecto de estos eventos proféticos nos conduzca más cerca de nuestro Señor Jesucristo, y nos lleve a esperar en gozosa expectación Su pronto retorno.

La bendita esperanza

El Señor Jesucristo dijo: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis." El también dijo: “Ciertamente vengo en breve.” La verdadera esperanza del cristiano es esperar la venida del Señor en cualquier momento. Hay muchas indicaciones que nos llevarán a concluir que Su venida está muy cerca. Vea el apéndice B para más discusiones sobre este punto. Los cristianos de todo el mundo están esperando la venida del Señor. Esta es “la esperanza bienaventurada” de los cristianos (Tit. 2:13). ¡El Señor podría venir hoy (Jn. 14:2-3; Ap. 22:20; He. 10:37)!

El rapto

Cuando el Señor Jesucristo venga, Él descenderá del cielo con Su grito (“voz de mando”), con “voz de arcángel” y con la “trompeta de Dios” (1 Ts. 4:15-18). Esto es lo que los cristianos llamamos el rapto.
•  La “voz de mando” es para despertar a los muertos en Cristo. Estos santos que duermen son una clase especial de creyentes, que han sido redimidos durante el período en el cual la Iglesia ha estado en la tierra. Aunque la muerte ha reclamado sus cuerpos, se hace referencia a ellos como estando en Cristo. Esta expresión “en Cristo,” indica que ellos son cristianos. El Apóstol Pablo la usa en sus escritos para indicar la posición individual de aceptación delante del Dios del cristianismo. Denota la posición completa delante de Dios en la nueva creación, y está inseparablemente relacionada con la habitación interior del Espíritu Santo. Estar en Cristo significa estar en el lugar de Cristo delante de Dios. Esta misma posición que ahora ocupa Cristo delante de Dios, es la posición del Cristiano. No se dice de los santos del Antiguo Testamento que están en Cristo, aunque sus almas y espíritus están seguros con Él en el cielo. A la venida del Señor, los “muertos en Cristo” se levantarán de sus tumbas para encontrarse con el Señor en el aire. Esta es la primera resurrección.
•  La “voz del arcángel” o la arcangélica voz parece ser la propia voz del Señor en el poder del arcángel. Su voz aquí aparentemente se refiere al levantamiento de los santos en el Antiguo Testamento, porque Él ha aparecido a menudo a Su gente en aquellos tiempos como el “Angel del Señor." El ahora los llama fuera de sus tumbas con la voz con la que ha sido conocido por muchos de ellos. Ellos se elevarán de sus tumbas al mismo tiempo que “los muertos en Cristo,” y también participarán de la primera resurrección (He. 11:40; 12:23, “hechos perfectos”).
•  La “trompeta de Dios” es lo que cerrará la presente dispensación. Todos los creyentes que están vivos sobre la tierra al momento de la venida del Señor (rapto), serán llevados arriba juntos en el aire con los santos del Nuevo y el Antiguo Testamento, quienes serán levantados de sus tumbas en ese momento.
La distinción entre el “rapto” y la “aparición de Cristo”
•  Es de suma importancia entender en la Escritura la distinción entre el rapto y la aparición de Cristo. Los dos eventos no deben ser confundidos. Aunque el Señor vendrá del cielo en ambas ocasiones, el rapto y la aparición son distintivamente diferentes. El rapto acontece cuando el Señor viene por Sus santos (Jn. 14:2-3); la aparición de Cristo acontece cuando Él viene con Sus santos, los cuales fueron tomados a la gloria en el rapto (Jud. 14; Zac. 14:5). El rapto podría suceder en cualquier momento, pero la aparición de Cristo no sucederá hasta unos siete años después del rapto. En el rapto el Señor viene secretamente, en un abrir y cerrar de ojos (1 Co. 15:52); en Su aparición vendrá públicamente y todo ojo le verá (Ap. 1:7). En el rapto Él viene a liberar a Su Iglesia (1 Ts. 1:10 JND); en Su aparición Él viene a liberar a Israel (Sal. 6:1-4). En el rapto Él viene a buscar a Su Iglesia en el aire porque ellos son Su pueblo celestial (1 Ts. 4:15-18); en Su aparición Él vuelve a la tierra (al Monte de los Olivos) por Israel, porque ellos son Su pueblo terrenal (Zac. 14:4-5). En el rapto el Señor reúne a Sus santos consigo (1 Ts. 4:15-18; 2 Ts. 2:1), pero en Su aparición Él envía a Sus ángeles para reunir a los elegidos de Israel (Mt. 24:30-31). En el rapto Él toma a los creyentes y los saca del mundo, y deja a los perversos atrás (Jn. 14:2-3); en Su aparición los perversos son sacados del mundo para juicio, y los creyentes (aquellos que han sido convertidos a través del evangelio del reino, que será predicado durante la tribulación) serán dejados para disfrutar bendiciones en la tierra (Mt. 13:41-43; 25:41). En el rapto Él viene a liberar a Sus santos (la Iglesia) de la ira venidera (1 Ts. 1:10); en Su aparición Él viene a liberar la ira (Ap. 19:15). En el rapto Él viene como el esposo para tomar a Su esposa la Iglesia (Mt. 25:6-10); en Su aparición Él viene como el Hijo del Hombre a juzgar a los que le rechazaron (Mt. 24:27-28). En el rapto Él viene como “el lucero de la mañana,” que sale justo antes del amanecer (Ap. 22:16); en Su aparición Él viene como el sol de justicia, que es el amanecer (Mal. 4:2). En el rapto Él viene sin ninguna señal, porque los cristianos caminan por fe y no por vista (2 Co. 5:7); en la aparición Su venida estará rodeada de avisos porque los judíos buscarán una señal (Lc. 21:11; 25:27; 1 Co. 1:22). En la Biblia nunca se hace referencia a la venida del Señor en el rapto, como a la de un “ladrón en la noche,” pero sí se refiere a Su aparición como la de un ladrón en la noche (1 Ts. 5:2; 2 P. 3:10; Mt. 24:43; Ap. 3:3; 16:15). Tenemos la venida del Señor a los Suyos (Su primera venida, Jn. 1:10-11; He. 10:7), Su venida por los Suyos (el rapto, Jn. 14:2-3; 1 Ts. 4:15-18), y Su venida con los Suyos (la aparición, Jud. 14).
•  Los cuerpos de los santos tomados arriba para encontrar al Señor en el rapto, experimentarán un tremendo cambio físico. Ellos no recibirán exactamente nuevos cuerpos sino más bien cuerpos cambiados (1 Co. 15:51-52; Fil. 3:21; Job 14:14). Sus cuerpos serán glorificados como el del Señor Jesucristo cuando se apareció a Sus discípulos en la resurrección (Ro. 8:17,28-30; Fil. 3:21; Lc. 24:39).
•  Los santos arrebatados en el rapto, también experimentarán un cambio moral permanente a semejanza de Cristo, y también un cambio físico en sus cuerpos. Este trabajo moral en los santos, el cual es efectuado por el trabajo silencioso del Espíritu de Dios, ya ha comenzado mientras ellos están aun en la tierra, pero se completará luego (Ro. 8:28-30; 2 Co. 3:18). Ellos serán como Cristo físicamente (Fil. 3:21) y moralmente (1 Jn. 3:2). Esta será una condición permanente que continuará para siempre.
•  La naturaleza pecaminosa y caída de los santos será erradicada. Nunca volverán a pecar de nuevo (He. 11:40; 12:23 — el término “hechos perfectos” se refiere a toda la persona: espíritu, alma y cuerpo; Nm. 24:20: “Amalec” es el tipo de la carne — la naturaleza pecaminosa y caída).
•  Los niños por debajo de la edad de ser considerados responsables por sus pecados, cuyos padres, o aún uno de ellos, sean redimidos, también subirán a encontrarse con el Señor en el aire (1 Co. 7:14, “santo”). Los incrédulos con sus hijos serán dejados para entrar en la tribulación. Estos niños que crecerán en la tribulación, tendrán la oportunidad de escuchar y creer el evangelio del reino que será predicado en aquellos días. Si alguno fuese muerto durante los siete años de tribulación, su alma estará segura con Cristo en el cielo (Mt. 18:10-11; 2 S. 12:23). Esto sería una gracia, porque si se los dejase crecer hasta la edad adulta, apartados del trabajo de la gracia de Dios, ellos serían como sus padres, incrédulos y rechazarían el evangelio, y consecuentemente vendrían a juicio (Gn. 19:15). Al contrario de las ideas de algunas personas, el mundo no será vaciado de niños en el rapto. C. H. Brown solía decir: “Dios no se robará la cría del incrédulo en el rapto." El dejará familias intactas.
•  El Espíritu de Dios será tomado fuera de esta tierra, con el poder con el cual trabaja en el presente (2 Ts. 2:6-7). Él habita en la Iglesia; éste es Su lugar de residencia (Ef. 2:22). El Señor prometió que Su Espíritu nunca dejaría a la Iglesia una vez que Él hubiera tomado morada en ella (Hch. 2:1-4; 1 Co. 12:13; Jn. 14:16). Cuando la Iglesia sea llamada a la gloria, el Espíritu también saldrá de este mundo para nunca más habitar en él otra vez. Esto no significa que el Espíritu dejará de trabajar sobre la tierra, pero de aquí en adelante trabajará en el mundo desde el cielo, tal como lo hizo antes de Pentecostés (en los tiempos del Antiguo Testamento). Continuará trabajando en una diversidad de acciones (Ap. 1:4) tales como vivificando almas, etc.
•  Desde este tiempo en adelante, el esposo (Cristo), la esposa (la Iglesia) y los amigos del esposo (los santos del Antiguo Testamento, etc.) estarán juntos para siempre (1 Ts. 4:17; He. 11:40).
¡Qué placer común tendremos
En la gloria allí!
Yo al estar en Su presencia,
Y Él al verme a mí.
•  La Iglesia no atravesará la tribulación. Será llevada a la gloria en el rapto. “Yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero” (Ap. 3:10). Vea el apéndice C para mayor discusión de este importante punto.
•  Todos los puntos arriba mencionados tendrán lugar “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos” (1 Co. 15:51-56).

Eventos futuros (en el cielo)

•  Cuando la venida del Señor suceda, todos aquellos que no hayan creído en Cristo como su Salvador, cuyos pecados no hayan sido lavados por el poder de la sangre de Cristo, serán dejados en la tierra para entrar en la tribulación (Mt. 25:10-12; Ap. 3:10).
•  El evangelio de la gracia de Dios (Hch. 20:24), que promete justificación a través de la fe en Cristo y el cielo como un hogar eterno para todos los que creen, no será predicado más. Aquellos que conscientemente hayan rechazado esta “gran salvación,” no tendrán otra oportunidad para ser salvados. Este es un hecho muy solemne (He. 2:3; Hch. 13:38-41).
•  El Señor llevará a Sus santos, quienes han sido tomados al cielo, dentro de “la casa del padre” (Jn. 14:2-3; He. 2:13).
•  Luego que el Señor haya llevado a los Suyos a la casa del Padre en las alturas, Él los sentará a Su mesa y vendrá adelante para servirles felicidad celestial y gozo indecible (Lc. 12:37).
El tribunal de Cristo
•  El tribunal de Cristo será puesto en el cielo, y el Señor se sentará como juez, y revisará la vida de cada creyente. El orden de la sesión será: revisión, recompensa, y regocijo. Hay dos clases de juicio en este mundo, y Cristo ejecutará ambos. Uno es un juicio de carácter penal, investido con autoridad para promulgar una sentencia de juicio sobre un ofensor culpable (por ejemplo, un juicio en las cortes terrenales). El creyente nunca se encontrará ante Cristo en un juicio de este carácter (Jn. 5:24; Ro. 8:1). El juicio de Cristo en relación al creyente no trata sobre sus pecados. Estos no están en cuestión en este juicio, ya que han sido perdonados una vez y para siempre a través de la fe en la obra terminada de Cristo en la cruz. Saber esto da al creyente una gran fortaleza mientras anticipa el día de Cristo (1 Jn. 4:17). El puede descansar en perfecta confianza en la segura Palabra de Dios, que le dice que “no vendrá a condenación” (Jn. 5:24; Ro. 8:1). La otra clase de juicio es aquel que realiza un árbitro que tiene conocimiento suficiente para decidir sobre los méritos de un objeto en cuestión (por ejemplo un juez en una muestra de arte). El juicio en este caso es para valuar la calidad y la hechura del artículo en exhibición. Es en este segundo carácter que se ve a Cristo como un juez en relación a los creyentes. Dios mantiene libros (registros). Cuando una persona se salva, Él cierra el debe en el libro mayor y abre la cuenta del haber. Desde ese momento en adelante todo lo que en la vida del creyente se haga por Jesucristo, será registrado para una futura recompensa. Cada creyente, luego de haber sido salvado, será recompensado por su fidelidad en su vida. El tribunal de Cristo es el momento cuando las recompensas serán entregadas.
Tres razones principales
para el tribunal de Cristo
•  Existen tal vez tres razones para el tribunal de Cristo. Primeramente, para magnificar la gracia de Dios en satisfacer las necesidades de los creyentes. Cuando el Señor revise sus vidas y traiga a la luz sus fallas y sus pecados, Él les mostrará cuán grande es la deuda que ellos tienen con Dios. En aquel día los santos conocerán la maldad final de su carne, y también conocerán cuán grandiosa ha sido Su gracia en sobrepujar todos los pecados. “Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia” (Ro. 5:20). Segundo, para revelar la perfecta sabiduría de Dios en todos los caminos que Él ha tomado con los Suyos. El Señor, por así decirlo, pondrá Su brazo alrededor del creyente y caminará a través de su vida paso por paso. Esto revelará la historia de Su paciente gracia, Su perfecta sabiduría, y el amor infinito que les ha seguido durante todas sus vidas. Todas aquellas preguntas difíciles que ellos tenían para hacer cuando les sucedieron ciertas cosas, serán contestadas en aquel momento. Allí el Señor les mostrará la razón por la cual fue necesario que atravesaran momentos difíciles y problemáticos, y al final ellos dirán, “Perfecto es Su camino” (Sal. 18:30). Tercero, para determinar las recompensas de los santos y el lugar que ellos consecuentemente ocuparán en el reino (Lc. 19:16-19).
•  Los hechos de los creyentes (2 Co. 5:10), obras de servicio para el Señor (1 Co. 3:9-15), motivos (1 Co. 4:4-5; Ro. 2:15-16), palabras (Mt. 12:36-37), y ejercicios personales (Ro. 14:1-12) — todo será revisado por el santo ojo del Señor Jesucristo. Cada cosa en su vida se manifestará en aquel día, tanto lo que esté antes y después de la conversión, porque la Biblia dice: “De acuerdo con lo que hayan hecho ya sea bueno o malo” (2 Co. 5:10).
Cuando me pare frente al trono,
Revestido en belleza, no por mí mismo,
Entonces Señor sabré totalmente
Cuánto es lo que te debo a Ti.
•  Todo lo que salga en el tribunal de Cristo será un asunto privado entre cada santo y Dios. Aparentemente no habrá una exposición pública delante de otros.
•  Aquellas cosas que los santos hayan hecho en sus vidas que no cuenten con la aprobación del Señor serán quemadas, y no recibirán recompensa por ellas (1 Co. 3:14-15).
Cuando me pare en el tribunal de Cristo,
Y Él me muestre Su plan para mí,
El plan de mi vida cómo debió haber sido,
Él ha tenido Su camino y veré
Cómo lo he bloqueado aquí
Y cómo lo he frenado allí
Y cómo no he rendido mi voluntad;
¿Habrá dolor en los ojos de mi Salvador,
Dolor a través del cual aún me amará?
El quiso hacerme rico, pero yo permanecí pobre,
Sustraído de todo, más no de Su gracia,
Mientras mi memoria corra como un animal perseguido
Por los senderos que no pueda desandar;
Señor, de los años que me quedan
Los pongo en Tus manos;
Tómame, quiébrame, y moldéame
En la forma que Tu has planeado.
•  Los resultados del tribunal de Cristo estimularán la eterna alabanza de los santos de Dios (Ap. 19:7).
Siete coronas
•  Todos recibiremos una recompensa. “Cada uno recibirá su alabanza de Dios” (1 Co. 4:5; Mt. 25:21-23). Hay al menos siete coronas que serán dadas como recompensa: la corona incorruptible (1 Co. 9:25), la corona del gozo (1 Ts. 2:19), la corona de justicia (2 Ti. 4:8), la corona de la vida (Stg. 1:12; Ap. 2:10), la corona de gloria (1 P. 5:4), la corona de oro (Ap. 4:4), y la corona de los vencedores (Ap. 3:11).
•  Todos los santos celestiales (bajo la figura de los veinticuatro ancianos) ocuparán su lugar en tronos alrededor del Señor en medio del cielo. Y mientras ellos miran al Señor en toda Su gloria creacional y redentora, arrojarán sus coronas a Sus pies, y aún ellos mismos se postrarán en adoración y reverencia (Ap. 4-5).
Las bodas del Cordero
•  Las bodas del Cordero (Cristo) tendrán lugar en el cielo. La esposa es la Iglesia. Los invitados a la cena de la boda serán los amigos del Esposo (Jn. 3:29), los santos del Antiguo Testamento (Ap. 19:6-10).

Eventos futuros (en la tierra)

•  Una vez que el Espíritu haya sido tomado en la venida del Señor (el rapto), la corrupción y la violencia crecerán en forma acelerada. En el presente, el Espíritu de Dios está sobre la tierra refrenando las pasiones del hombre, pero luego la moral será dejada de lado en un grado asombroso. La vida en la tierra moralmente se parecerá a los días de Noé y Lot (Lc. 17:26-29). “La iniquidad abundará” (2 Ts. 2:6-7; Mt. 24:12).
El resurgimiento del imperio romano
•  Luego de que la verdadera Iglesia haya sido llamada al cielo, el sistema católico romano aparentemente reunirá consigo muchos sectores del cristianismo (conocidos como sus hijos; Ap. 2:23) en un sistema religiosa corrupto llamado “la gran ramera — la misteriosa Babilonia.” Esta es la falsa iglesia (Ap. 17:1-2).
•  Así como en el pasado la Iglesia romana buscó influenciar el sistema gubernamental, entrará nuevamente en la arena política en una campaña para unir las naciones de Europa occidental, y tal vez alguna de América del Norte. Países tales como Italia, Inglaterra, Francia, España, y otros que han tenido la luz y los privilegios del cristianismo (el evangelio), siendo cristianos nominales solamente, serán involucrados en su coalición. El poder de Roma, el dinero y la influencia, ayudarán a unir a estas naciones en una confederación de diez países llamada “la Bestia” (Ap. 6:1-2; 1º sello).
•  La formación de esta confederación occidental de naciones constituye el resurgimiento del antiguo imperio romano predicho en las Escrituras. Se puede referir también como Babilonia o la Bestia (aspecto político; Ap. 13:3; Dn. 2:41-43; 7:7-8,19-27).
•  La falsa iglesia de Roma (el sistema religioso) controlará el revivido imperio (el sistema político) por un tiempo. Esto es a lo que se refiere como la mujer (“la gran ramera”) cabalgando la Bestia (Ap. 17:1-13).
•  La ciudad de Roma será la capital del reciente revivido imperio. Allí estará el trono imperial (Ap. 17:9-13).
•  Al mismo tiempo los judíos (las dos tribus Judá y Benjamín) retornarán en masa a la tierra de Israel desde todas las partes del mundo (Gn. 31:3*; Is. 18).
•  Una potencia marítima (probablemente el revivido imperio romano) asistirá a los judíos en su propósito de retornar a la tierra de Israel. Este poder marítimo efectuará el retorno nacional de los judíos (las dos tribus). Aproximadamente doce o trece millones de judíos retornarán desde todas las partes de la tierra por razones políticas, comerciales, religiosas y culturales. Unos tres o cuatro millones de judíos ya han retornado a su tierra, pero en aquel día el resto de los judíos lo harán (Is. 18; Sal. 73:10).
•  La masa de judíos retornará en incredulidad, sin tener una fe real en Dios. Ellos apostatarán de su conocimiento de Dios y de las Escrituras (Sal. 73:8-12; 1:4-6; Is. 17:10).
•  Un remanente temeroso de Dios de entre la masa de judíos que retornan, será distinguido y separado de los apóstatas. Ellos temerán a Dios y temblarán ante Su Palabra (Sal. 1:1-3; Is. 17:6-7; 66:2; Mal. 3:16-18).
•  La esperanza del remanente fiel será la venida de su largamente esperado Mesías para establecer el reino, de acuerdo a las Escrituras del Antiguo Testamento (Sal. 2).
•  Algunos de entre el remanente fiel llamados los “Maschini” (los sabios o los instruidos — ver nota al pie de Dn. 11:33 JND) instruirán a los otros en el camino del Señor. De esto resultará un testimonio para Dios alrededor de Jerusalén (Dn. 12:3,10).
•  El evangelio del reino será predicado. Este evangelio anuncia la venida del Rey y Mesías de Israel para establecer el reino prometido en el Antiguo Testamento. Los judíos serán principalmente quienes prediquen este evangelio al principio, pero más tarde, gentiles convertidos también lo predicarán. Para el tiempo en que termine la tribulación habrá sido predicado en todo el mundo. Aquellos que no hayan voluntaria e inteligentemente rechazado el evangelio de la gracia de Dios, predicado en la era cristiana, tendrán oportunidad de creer en este evangelio. Una gran multitud de judíos y gentiles lo creerán, y serán bendecidos sobre la tierra cuando Cristo establezca Su reino (Mt. 24:14; Sal. 96; Ap. 7).
La septuagésima semana de Daniel
•  La masa de judíos (los muchos; Dn. 9:27) entrarán en un pacto con el revivido imperio romano para proveerse, lo que ellos piensan que será, de protección contra las naciones árabes que los rodean y las presiones políticas de Oriente Medio. Ellos confiarán en el poderío militar de Roma (la Bestia) en vez de en el Señor (Dn. 9:27; Is. 28:14-19; Is. 8:9; 1 Ts. 5:3; Sal. 20:7).
•  El remanente fiel de los judíos será aconsejado (probablemente por voz de profeta entre ellos) de no tener nada que ver con este pacto, sino de santificar al Señor de los Ejércitos en sus corazones y apoyarse solo en El (Is. 8:11-13; Sal. 20:7).
•  La firma de “este pacto con la muerte” y “acuerdo con el infierno” entre los judíos y la Bestia Romana, principia “la semana” de profecía que de las setenta semanas de Daniel, aún resta que se cumpla (Is. 28:15). Esta semana se corresponde con un período de siete años (una semana de años).
•  Habrá luego un tiempo de tribulación por siete años que vendrá sobre todo el mundo (Ap. 3:10), pero especialmente sobre los judíos (Jer. 30:7). Durante este período, Dios tratará con la nación de Israel para traer a aquellos que son fieles de entre ellos (los que tienen fe), hacia las bendiciones del reino. El usará los dolores de la tribulación para producir arrepentimiento en aquellos judíos a los cuales preparará para recibir al Mesías (el Señor Jesucristo) cuando venga.
El comienzo de los dolores
•  Los primeros tres años y medio de esta semana profética son conocidos como el comienzo de los dolores (Mt. 24:8).
•  Los judíos que retornen a su hogar, traerán consigo toda la riqueza que han reunido a través de su éxito comercial. La tierra de Israel estará llena de oro, plata y tesoros (Gn. 31:17-18*; Is. 2:7-8; Sal. 73:3-12).
•  Los judíos apóstatas tendrán un templo en la tierra de Israel. Ofrecerán sacrificios, observarán las fiestas y el sabbath de una manera tradicional solamente (Mt. 24:15; 2 Ts. 2:4; Sal. 42:4; Dn. 9:27; 12:11; Is. 1:10-15; Sal. 1-41 — 1º libro de Salmos).
•  La masa de judíos apóstatas pasará a través de las acciones de adoración sin ningún pensamiento hacia Dios. “Él que sacrifique un cordero será como si cortara el cuello de un perro.” Sus acciones delante del Señor serán una abominación (Is. 1:10-15; 66:3-4).
Juicios providenciales
•  Los primeros tratos del Señor con la tierra en el período de tribulación, serán de carácter providencial (ejemplo, terremotos, hambruna, pestilencias, etc.). Estos tratos son llamados los juicios de los sellos (Ap. 6:1-17; Mt. 24:6-7).
•  No mucho después de que los judíos hayan retornado a su tierra, las condiciónes de Oriente Medio, Europa occidental y probablemente América (conocida como la tierra profética), se tornarán conflictivas. Los conflictos crecerán en cada aspecto de la vida. La violencia y el derramamiento de sangre abundarán; la paz civil desaparecerá de la tierra (Ap. 6:3-4; 2º sello).
•  Guerras y rumores de guerra abundarán (Mt. 24:6-7).
•  Mientras las cosas progresan durante los primeros tres y medio años de tribulación, la agricultura comenzará a fallar y una gran hambruna sobrevendrá. El llanto y el dolor se multiplicarán (Ap. 6:5-6; 3º sello; Mt. 24:7).
•  La clase rica alta (“el vino y el aceite”) no será afectada inicialmente por la escasez. Muchos de ellos serán judíos que han amasado grandes riquezas para sí mismos. Sin embargo, la clase trabajadora sufrirá severamente (Ap. 6:6).
•  Pestilencias (enfermedades) se derramarán sobre Europa occidental (la cuarta parte de la tierra). La muerte sobrevendrá por estas pestilencias (Ap. 6:7-8; 4º sello; Mt. 24:7).
•  Mientras la escena en la tierra continúa oscureciéndose, el sistema religioso corrupto de Roma, con su gobierno totalitario sobre las nuevas naciones unidas de Europa occidental, comenzará a martirizar a los testigos judíos que han estado predicando el evangelio del reino. Roma verá a estos testigos como revolucionarios que estarán tratando de socavar su control sobre el imperio, propagando doctrinas de otro gobierno o poder que pretende derrocarlo. (Como lo mencionamos anteriormente, el evangelio del reino que estos testigos predicarán, son las noticias de la venida del Mesías de Israel para subyugar todo dominio, poder y nación, y establecer Su trono de gobierno universal en Sión — Jerusalén, desde donde gobernará sobre el mundo.) Como resultado de la ira de Roma, muchos de estos testigos judíos serán muertos por causa de la Palabra de Dios y el testimonio que sostendrán (Ap. 6:9-11; 5º sello; Mt. 24:9; 1 R. 19:1-3*).
Satanás será arrojado a la tierra
•  En la mitad de la semana número setenta de Daniel habrá una guerra en los cielos: Él arcángel Miguel y sus ángeles vencerán a Satanás y sus ángeles, arrojándolos fuera del cielo, sobre la tierra (Ap. 12:7-12).
•  Los cielos se regocijarán cuando Satanás sea echado fuera. Estarán limpios de la presencia del mal. Desde este momento en adelante la esfera de operación de Satanás estará restringida a la tierra (Ap. 12:12; comp. Job 15:15; Ef. 2:2; 6:12).
•  Al estar fuera del cielo, Satanás concentrará su energía en un intento de llevar al mundo tras sí mismo y alejarlo de Dios. El primero, causará una gran convulsión en la parte occidental de la tierra. Entrará en la arena política, causando un levantamiento político general. Habrá un colapso de todo el orden de la autoridad civil y gubernamental de occidente. El gobierno bajo el liderazgo de la gran ramera (la falsa iglesia) se volverá caótico. Esto resultará en desorden y anarquía (Ap. 6:12-17; 6º sello).
•  Esto producirá terror en los habitantes de la tierra mientras vean cómo se quiebra el sistema establecido; por ejemplo, los gobiernos, las oficinas de gobierno, los negocios, las organizaciones, etc. Habrá “angustia en las naciones con perplejidad,” y el corazón de los hombres desfallecerá con temor mientras sienten los rugidos del juicio por venir (Ap. 6:15-17; Lc. 21:25-26).
La mitad de la semana
•  La mitad de la semana setenta de Daniel marca un tiempo muy significativo en el esquema de los eventos proféticos. Es desde este punto que muchos de los cálculos proféticos están basados. La última mitad de la semana se refiere a 1260 días o 42 meses o tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo (Dn. 7:25; Ap. 11:3; 12:6,14; 13:5). Las extensiones adicionales a este período también son calculadas desde la mitad de la semana (Dn. 12:11-12).
El cuerno pequeño
•  Al necesitar agentes para cumplir con sus fines, Satanás traerá a un hombre para ponerlo frente al confuso estado de cosas que ha creado en occidente. Este hombre es “el cuerno pequeño” (Dn. 7:8,20,24-25). El también es llamado “la Bestia” (la persona; Ap. 13:1-8; 17:10-18; 19:20), y el “Rey de Babilonia” (Is. 14:4*). Este hombre probablemente será un gentil ya que esta Bestia sale del mar (Ap. 13:1; 17:15 — el estado inquieto de los pueblos gentiles), y estará por encima de los diez cuernos que son las naciones gentiles de Europa occidental (Dn. 7:8,20,24-25).
•  Satanás dotará a este hombre (“el cuerno pequeño”) con un extraordinario poder. Estará totalmente dedicado a cumplir el mandato de Satanás (Ap. 13:4).
•  “El cuerno pequeño,” con la ayuda del poder de Satanás, tomará rápidamente el gobierno del revivido imperio romano, el cual habrá caído en un estado de anarquía. El, como un dictador, será su nuevo líder; y parece que ganará control sobre el imperio a través de la intimidación. Luego de subyugar tres de los diez cuernos (las diez naciones), las otras se someterán a él entregándole su poder (Dn. 7:8,20,24-25; Ap. 17:13,17).
•  Satanás también controlará a los otros líderes subalternos (“estrellas”) del imperio (Ap. 12:4).
•  Al mismo tiempo, la Bestia (la confederación) con el cuerno pequeño al frente, derrocará y destruirá a la ramera (la falsa iglesia), el sistema religioso que ha estado controlando el imperio por los primeros tres años y medio. A esto se refiere el libro de Apocalipsis cuando anuncia, “Ha caído Babilonia.” La Babilonia política destruirá el liderazgo religioso del imperio (Ap. 14:8; 17:16).
•  Habiendo destruido el sistema religioso, el imperio tomará una nueva y diferente forma, estando satánicamente controlado por el cuerno pequeño. La Bestia continuará en esta forma por 42 meses (o los últimos tres años y medio de la tribulación; Ap. 13:2-8).
•  Todo el mundo se maravillará de la Bestia (la confederación de las diez naciones) en su nueva forma (Ap. 13:3; 17:8).
El anticristo
•  Por este tiempo, otro hombre se levantará en el pueblo de Israel, también ayudado por Satanás (2 Ts. 2:9). El será un israelita, tal vez de la tribu de Dan (Dn. 11:37; Gn. 49:16-17; nótese que la tribu de Dan es también omitida en Ap. 7). Trabajará conjuntamente con la primera Bestia, el cuerno pequeño, y será como su primer ministro: “este hombre es el anticristo” (1 Jn. 2:18), también conocido como “el Rey” (Dn. 11:36; Is. 8:21; 30:33; 57:9), “el hombre de pecado” (2 Ts. 2:3), “el hijo de perdición” (2 Ts. 2:3), “el inicuo o el hombre sin ley” (2 Ts. 2:8 JND), “la estrella que cayó” (Ap. 9:1), “la segunda Bestia” (Ap. 13:11-18), “el falso profeta” (Ap. 16:13; 19:20; 20:10), “el pastor insensato e idólatra” (Zac. 11:15-17; Sal. 14:1; Sal. 53:1), “el sangriento y engañoso hombre” (Sal. 5:6), “el profano e inicuo príncipe de Israel” (Ez. 21:25) y “el príncipe de Tiro” (Ez. 28:2). El Salmo 10 presenta una descripción moral de este hombre.
•  El hombre de pecado (anticristo) se presentará ante los judíos como su Mesías, y ellos como nación lo recibirán sin ninguna credencial, y le harán su rey. El reinará sobre los judíos en la tierra de Israel (Jn. 5:43; Dn. 11:36-39; 2 S. 15:2-6,11*).
•  El anticristo establecerá su trono de gobierno en Jerusalén, y promoverá a sus partisanos y devotos a posiciones de poder en la tierra de Israel. Jerusalén será completamente rendida a la impiedad (Is. 1:21-23; Dn. 11:39; Is. 28:14; 1 S. 22:7-8*).
•  La descripción moral de los judíos apóstatas que seguirán al anticristo, puede ser vista en las siguientes escrituras: Sal. 14; Sal. 35-36; Sal. 73:3-12; Is. 58-59.
El pacto roto
•  La Bestia, con la ayuda de anticristo, romperá entonces el pacto que el imperio ha hecho con los judíos. Abolirán todas las actividades religiosas en su dominio (la parte occidental de la tierra incluida la tierra de Israel), causando que la falsa adoración en el judaísmo y cristianismo corrupto termine. Harán esto para dar lugar a su plan de forzar a que en todo su reino se adore a la Bestia y su imagen (Dn. 9:27; Ap. 17:16; Sal. 55:20).
La abominación de la desolación
•  Una imagen idólatra de la Bestia será puesta en el templo de Jerusalén por el anticristo. Esta es “la abominación de la desolación.” Emitirá entonces un mandamiento a través del imperio para que todos adoren la imagen. Los judíos en Israel y toda Europa occidental serán forzados a la idolatría. Esto podría incluir América también. Los que estarán bajo esta observancia forzosa son los habitantes de la tierra del cristianismo apóstata. Estos habitantes de la tierra (mencionados diez veces en el libro de Apocalipsis — cap. 3:10; 6:10; 8:13; 11:10; 13:8,12,14; 14:6; 17:2,8) son una clase especial de personas que han escuchado el evangelio de la gracia de Dios, predicado en esta presente era cristiana, y lo han rechazado (Dn. 3:1-7*; 9:27; 12:11; Mt. 24:15; Ap. 13:12-15; 2 R. 16:10-18*).
•  Dios también enviará un gran engaño para engañar a los habitantes de toda la tierra, ya que ellos han rechazado el llamado de Dios a través del evangelio; por lo tanto les será dado creer en las artimañas del anticristo. A través de señales y milagros mentirosos, él engañará a la masa apóstata de personas culpables (los habitantes de la tierra) del cristianismo e Israel. Ellos creerán su mentira y adorarán a la Bestia y su imagen, sellando así su perdición (Ap. 13:11-15; 2 Ts. 2:9-12).
•  Además de esto, el anticristo intentará que todos en occidente y en Israel reciban la marca de la Bestia, ya sea en su frente o en su mano derecha. Sin esta marca la gente no podrá comprar o vender cosas (Ap. 13:16-18).
•  El remanente fiel de los judíos y algunos gentiles que hayan creído en el evangelio del reino, rechazarán, por motivos de conciencia, adorar la imagen de la Bestia y recibir su marca. Esto llevará al aborrecimiento más agrio de la Bestia y el anticristo, los que desatarán contra aquellos que han rechazado su sistema de control, la más terrible persecución que el mundo haya conocido. Ellos harán la guerra contra los santos en la tierra profética y vencerán a muchos de ellos y las llevarán al martirio (Ap. 12:6; 13:17; 13:7,13; Dn. 3:1-25*; 7:21; Mt. 10:16-23; 24:21-22; Mr. 13:19; Mi. 7:2).
La gran tribulación
•  Esta terrible persecución causada por la Bestia y el anticristo precipita la gran tribulación, la cual continuará por 1260 días (18 días más corta que los últimos 3½ años— 3½ años son 1278 días). También es llamado el “tiempo de angustia” (Mt. 24:21-22; Jer. 30:7; Dn. 12:1; Ap. 12:6; Stg. 5:17; Ap. 8; 11:18; 7º sello).
•  La Bestia con el anticristo tomarán entonces total control de la tierra de Israel. La mantendrán por los últimos 3½ años dentro de su imperio. Todo en la tierra estará bajo su dominio (Ap. 11:2; Lc. 21:24; Ex. 3-12*).
•  Como todo el conocimiento de Dios será abolido en el reino de la Bestia y del anticristo, habrá hambre por la Palabra de Dios. La gente buscará la Palabra del Señor y no la encontrará (Am. 8:11-12).
•  La persecución durante la gran tribulación será tan severa, que las personas dudarán de decir sus pensamientos a sus esposos o miembros de sus familias, por miedo de ser entregadas a las autoridades. No se confiará ni en un amigo muy íntimo (Jer. 9:4-5; Mi. 7:2,5-6; Mt. 10:21-23).
•  A causa de la impiedad que la idolatría que el anticristo traerá sobre la ciudad de Jerusalén y de la persecución que crecerá, el remanente fiel será forzado a escapar a las montañas, a las cuevas y a las guaridas de la tierra, por su seguridad. Serán perseguidos más allá de toda medida (Is. 66:5; Sal. 42-72 — 2º libro de Salmos; Mt. 24:16-21; 1 S. 19-27*; 2 S. 15:13-17,29*; Jer. 36:26*; Ap. 12:6; 14:15).
•  Algunos judíos del remanente fiel escaparan a las montañas de Judea para refugiarse (Mt. 24:16).
•  Algunos de este remanente escaparán hacia el este, hacia la tierra de Moab (hoy Jordania; Is. 16:3-4; 1 S. 22:34; Sal. 44:11; Sal. 61:2).
•  Otros irán hacia el norte, hacia el monte Hermón ubicado en el Líbano (Sal. 42:6).
•  Otros del remanente irán hacia varias ciudades de Israel predicando el evangelio del reino (Mt. 10:23).
•  Aunque la mayor parte del remanente escapará, algunos aparentemente se quedarán en Jerusalén. Dios los usará para mantener allí un testimonio adecuado de Sí mismo (representado por los “dos testigos”) ante la misma idolatría. Ellos serán milagrosamente protegidos por Dios durante todo el tiempo de su testimonio (1260 días; Ap. 11:3-13).
•  Aunque muchos del remanente fiel de los judíos serán divinamente protegidos, algunos de ellos sufrirán el martirio (Sal. 12; Jn. 16:2; Ap. 3:7; Dn. 7:21; Is. 57:1-2; Mi. 7:2).
•  Aparentemente no lloverá en la tierra de Israel durante la gran tribulación (los últimos 3½ años; Ap. 11:6; 1 R. 17:1*; Stg. 5:17; Dt. 11:16-17).
El colapso de la economía occidental
•  A medida que progrese la gran tribulación, se terminará la prosperidad que el mundo occidental ha conocido. Los ricos que no fueron afectados por la escasez durante los primeros 3½ años, experimentarán ahora las condiciónes de hambre, que se habrán esparcido a través del mundo occidental (Ap. 8:7; 1ª trompeta).
•  Por este tiempo, un gran poder político en el occidente (una “gran montaña” en la Biblia es emblemático de un poder gubernamental establecido durante mucho tiempo; Jer. 51:25; etc.) abandonará su profesado conocimiento de Dios. Este, tal vez, podrían ser U.S.A. o algún otro gobierno líder de occidente. Como resultado de esto, muchos serán llevados a la apostasía (Ap. 8:8; 2ª trompeta).
•  También en este tiempo toda la economía del mundo occidental colapsará. El comercio será destruido (Ap. 8:9; “las naves fueron destruidas”).
•  Luego una gran personalidad (una gran estrella llamada ajenjo) en una alta posición de influencia, caerá llevando las masas del occidente a la apostasía. La apostasía es el abandono del conocimiento de Dios profesado. No se sabe quién será esta persona (Ap. 8:10-11; 3ª trompeta).
•  Luego de esto, muchos otros líderes influyentes del occidente caerán, llevando todas las personas restantes a la apostasía y a la adoración de la Bestia. Como resultado de esto, una oscuridad moral y espiritual inundará todo el mundo (Ap. 8:12; 4ª trompeta).
•  El anticristo (“la estrella que cae”), el falso Mesías de los judíos, se presentará en todo su carácter satánico. El liberará un engaño satánico entenebrecedor que vendrá del abismo, sobre los judíos inicuos apóstatas que lo han elegido para su propia confusión. Su misión en este tiempo, será llevar totalmente a la apostasía a cualquier remanente de los judíos en la tierra. El tormento de una conciencia culpable (la picadura de un escorpión) será la aflicción de todos aquellos a quienes engañe (Ap. 9:1-12; 5ª trompeta).
•  El anticristo se exaltará y se magnificará a sí mismo por encima de todo lo que sea de Dios. Se sentará en el templo mostrándose como si fuera Dios, haciéndose un objeto de adoración (Dn. 11:36; 2 Ts. 2:3-4).
•  La abierta idolatría, la adoración de la Bestia (Dn. 6:7; Ap. 13:4) y del anticristo (2 Ts. 2:3-4), serán practicadas. Las una vez iluminadas tierras de la cristiandad e Israel, se entregarán a la adoración demoníaca. El estado final de los judíos enrolados en esta adoración idólatra, será siete veces peor que cuando ellos abrazaron la idolatría en los tiempos de los reyes del Antiguo Testamento (Mt. 12:43-45; Dn. 6:7*).
•  Falsos cristos y falsos profetas se levantarán en la tierra de Israel, mostrando señales y maravillas que desviarán a algunos (Mt. 24:23-26).
Las siete plagas finales
•  En este tiempo Dios derramará sobre la tierra las siete plagas finales (copas o tazones). Estos juicios tienen un alcance mayor que los juicios de las trompetas (Ap. 8-9), que están confinados al mundo occidental. Los juicios de las copas serán más particularmente sobre los paganos de las naciones distantes, pero no exclusivamente sobre ellos. Parece que estas postreras plagas endurecerán a los hombres que han rechazado a Dios, y los preparará para ser agentes obedientes del reclutamiento de Satanás en el holocausto por venir (Ap. 15-16; Sal. 79:6,12).
•  Cualquier seguidor individual de la Bestia en las naciones distantes más allá de la tierra occidental, que haya recibido voluntariamente su marca y adorado su imagen, será profundamente afectado por una dolorosa llaga. Esta será la terrible aflicción de una conciencia culpable. La miseria y el temor que desgasta la mente, será el resultado de este castigo (Ap. 16:2; 1ª copa).
•  Aquellos en las naciones distantes que no hayan creído en el evangelio del reino (Mt. 24:14), apostatarán de la luz que hayan tenido de Dios. Tal vez este será un intento de escapar de los tormentos de sus conciencias culpables (Ap. 16:3; 2ª copa).
•  El gozo natural y el bienestar de la vida serán quitados de aquellos que están en las naciones distantes. Esta será la retribución de Dios por perseguir a Sus santos que han ido por el mundo predicando el evangelio del reino (Mt. 24:14). Les será hecho tomar de la amargura de su propia apostasía. La vida en estas regiones estará signada por la miseria y la frustración (Ap. 16:4-7; 3ª copa).
•  Una gran autoridad de gobierno (bajo el signo del sol) en las naciones distantes, se transformará en la causa de una espantosa opresión sobre los hombres. Este, tal vez, es el trabajo de algunas tácticas gubernamentales en la mano Gog (Rusia), estrechando su puño sobre sus súbditos. Los hombres se endurecerán aun más como resultado de esto (Ap. 16:8-9; 4ª copa).
•  La oscuridad moral y espiritual se esparcirá sobre los súbditos del reino de la Bestia. Esto probablemente se refiere a un horrible sentimiento del abandono de Dios que vendrá sobre ellos. También se endurecerán totalmente contra Dios (Ap. 16:10-11; 5ª copa).
•  Con los hombres y las mujeres de las naciones distantes (4ª copa) y del mundo occidental (5ª copa) totalmente endurecidos contra Dios, el escenario estará preparado para que los hombres sean usados como instrumento de Satanás en la guerra por venir donde él los dirigirá en una batalla contra su propio Hacedor (Ap. 16:13-14; 19:19).
•  Aunque las masas en occidente y en las naciones distantes se endurecerán a sí mismas contra Dios, habrá una gran multitud de personas que se volverán a Dios y creerán en el evangelio del reino (Ap. 7:9-17). Este evangelio será predicado como una última llamada a Israel (Sal. 95) y a las naciones gentiles (Sal. 96), antes de que el Señor aparezca desde el cielo para el juicio (Sal. 97).
•  A medida que la tribulación se dirija hacia su final, los dos testigos, que mantendrán un testimonio de Dios en Jerusalén en el medio de la apostasía, serán muertos por la Bestia. Sus cuerpos yacerán en las calles de la ciudad de Jerusalén por 3½ días. Esto es literal (Ap. 11:7). Pero “el triunfo de los malos es corto” (Job 20:5). Los dos testigos, luego de yacer en las calles de Jerusalén por 3½ días, serán resucitados y llamados arriba al cielo. Como resultado de esto, un temor muy grande caerá sobre todos (Ap. 11:11-12).
•  En este tiempo tomará lugar el cumplimiento de la primera resurrección. Todos aquellos que hayan creído en el evangelio del reino predicado durante los siete años de tribulación, y hayan muerto por el martirio, serán levantados para unirse con los santos celestiales. Habrá dos clases de santos martirizados que se levantarán: aquellos que hayan sido muertos bajo el reino de la falsa iglesia (la gran ramera) en los primeros 3½ años (Ap. 6:9-11), y aquellos muertos bajo el reinado de la Bestia y el anticristo en los últimos 3½ años (Ap. 15:24). Ambos compartirán las bendiciones celestiales, y más, vivirán y reinaran con Cristo sobre la tierra cuando Él establezca Su reino sobre ella (Ap. 14:13; 20:4-5).

La indignación

•  “La indignación” es un término usado por los profetas para describir un período corto de tiempo, de alrededor de 75 días (2½ meses), al final de los siete años de tribulación (Ro. 9:28; Dn. 12:5-13, desde el día 1260 hasta el día 1335). Durante este tiempo, el Señor ventilará Su indignación contra Israel por Su controversia con él a causa de haberse alejado de Él (Is. 10:5,25; 26:20; Dn. 8:19; 11:36; etc.). Para cumplir con Su indignación contra Israel, empleará como instrumento a las naciones gentiles y Asirias que rodean a Israel, y que profesan un profundo odio hacia éste (Sal. 83:4-5). Luego de que las naciones hayan sido usadas por el Señor para llevara a cabo Su trabajo de humillar a Israel, Él tendrá indignación sobre estas naciones, y las juzgará (Is. 30:27-33; 34:2; 66:14; Jer. 10:10; Nah. 1:6; Hab. 3:12; Sof. 3:8).
•  A medida que la presión política aumenta en Medio Oriente, aumentará el odio contra los judíos (especialmente las naciones árabes; Sal. 74:8; 83:25). Estas naciones manifestarán su odio en un ataque total sobre ellos. Este será el principio de la indignación (Is. 10:25; 26:20; Dn. 8:19; 11:36; etc.).
•  Ya que varias naciones pelearán por la supremacía mundial y la supervivencia, se formarán coaliciones. Esto se hará porque la fortaleza generalmente está en números. Existen seis diferentes grupos de ejércitos que estarán involucrados en las batallas de la indignación. Ellos son:
1.   El Rey del Sur y su confederación (Dn. 11:40; Ez. 30:1-8*). Esta confederación comprenderá a Egipto (el Rey del Sur) y las naciones aliadas del noreste de África (Etiopía, Libia, tal vez Sudán y otras).
2.   El Rey del Norte y su confederación árabe (Dn. 11:40; Sal. 83:3-8). Estará formada por Turquía, que es la nación que podría producir el líder de esta confederación. Habrá también naciones árabes del norte y este de Israel (Siria, Irak, el Líbano, Jordania, Arabia y otros) involucradas en esta confederación. Serán pueblos musulmanes.
3.   La confederación occidental — el revivido imperio romano llamado la Bestia (Dn. 2:40-45; 7:7-27; Ap. 13:1-3). Esta confederación estará formada por diez naciones de Europa occidental (Italia, Inglaterra, Francia, España y otras, y tal vez aún algunas de América del Norte). Estos países son nominalmente cristianos; es decir cristianos de nombre solamente. Han abrazado exteriormente el cristianismo y han sido partícipes, en cierta forma, de su luz y sus privilegios; pero no tienen fe en el Señor Jesucristo. Se puede referir a este grupo de naciones como la Babilonia política.
4.   El Rey de reyes y Su ejército celestial (Ap. 19:11-16). Este es el ejército del Señor Jesucristo, el Rey de reyes. Estará compuesto por todos los santos glorificados que hayan sido tomados en el rapto, y por todos aquellos que hayan tomado parte en la primera resurrección, tanto del Nuevo como del Antiguo Testamento.
5.   Gog y su confederación (Ez. 38:17). Esta confederación comprenderá a Rusia y a muchas otras naciones del lejano norte y este de Israel (tal vez Alemania y otras naciones de Europa Oriental). Serán mayormente pueblos ateos.
6.   Los ejércitos de Israel (Jer. 51:19-23; Sal. 108:10-13; Mi. 4:13; Zac. 12:6; 14:14). Este ejército comprenderá a todos los hombres redimidos de las doce tribus de Israel.
Armagedón
•  La guerra de Armagedón es una serie de batallas que serán peleadas durante la indignación.
•  Cerca del final del período de la tribulación, el Rey del Norte (llamado “un rey de fiero semblante”) se levantará entre las naciones musulmanas del norte y este de Israel. El será un experto en ciencias ocultas y otros artificios satánicos. Su origen será probablemente turco o tal vez Sirio (Dn. 8:23-24). Él unirá muchas naciones árabes con un singular propósito: destruir a Israel (Sal. 83:18). El tendrá un enorme ejército de doscientos millones de personas (Ap. 9:16).
La invasión del Rey del Sur
•  Las batallas comenzarán cuando el Rey del Sur, Egipto y sus ejércitos aliados, invadan territorio israelí desde el sur (Dn. 11:40; Jer. 46:3-9*).
El ataque del Rey del Norte — el primer ataque de los Asirios (la consumación)
•  El secado del río Eufrates señalará al enorme número reunido por el Rey del Norte, a invadir la tierra de Israel desde el norte. Vendrán como un torbellino (también se refiere a esto como el primer ataque de los Asirios). Esta poderosa invasión desolará duramente la tierra de Israel. Comparativamente hablando, antes de la invasión la tierra lucirá como el jardín del Edén, pero luego de que los ejércitos la atraviesen, lucirá como un paraje desolado. Este desbordante azote será levantado por Dios para destruir a la masa de judíos incrédulos, que habrán recibido al anticristo y adorado la imagen de la Bestia (Dn. 11:40-41; Jl. 2:1-11; Is. 5:26-30; 7:17-20; 8:7-8; 10:5-7; 17:9-12; 18:5-6; 28:15; 18:19; Ap. 9:13-21 — 6ª trompeta; 16:12 — 6ª copa; Jn. 10:12* — el lobo viene y atrapa las ovejas; Sal. 80:8-16 — “el puerco montés” que sale de los bosques y destroza a los viñedos).
•  Esta devastadora invasión es conocida también como la consumación, que es un término técnico para referirse a la consumación de los juicios ejecutados por el Rey del Norte, a medida que va pasando y arrasando a través de muchos países situados en y alrededor de la tierra prometida de Israel, mientras va camino de Egipto (Is. 10:22-23; nota al pie cap. 28:22 JND; Dn. 9:27).
•  El Rey del Norte también tendrá una armada, la cual entrará en este conflicto (Dn. 11:40).
•  El falso Mesías de los judíos (el anticristo) escapará en el momento de mayor calamidad. Siendo aliado de la Bestia (el cuerno pequeño), probablemente correrá a Roma por protección, ya que luego es visto con la Bestia cuando el Señor retorna en juicio (Ap. 19:19-20; Zac. 11:17; Is. 22:19; Jn. 10:13*; Jer. 39:4*).
•  Los judíos que hayan puesto su confianza en el falso Mesías, se enojarán y lo maldecirán por abandonarlos en tal peligro (Is. 8:20-21).
•  Dos tercios de los judíos que se reunieron y se volvieron a la tierra de Israel, serán asesinados (Zac. 13:8). Aproximadamente 12 millones de judíos serán masacrados en un período de pocos días. Hoy hay casi 17 millones de judíos que están creciendo casi un 1% por año, lo cual significa que para el final de la tribulación habrá aproximadamente 18 millones de vuelta en su tierra. Si el Señor no viene por el momento, el número podría ser aún mayor teniendo en cuenta el crecimiento poblacional.
•  El remanente fiel de los judíos que escapará por su vida a las montañas, será providencialmente preservado de los ejércitos destructores (Sof. 2:3; Mt. 24:16-21; Sal. 83:3; Jer. 36:26*; 39:10-12*).
•  Esta invasión devastadora del Rey del Norte llevará a su final la gran tribulación en la tierra de Israel, en el día 1260 (medido desde la mitad de la semana). Este tiempo será 18 días más corto que el período final de 3½ años (1278 días). Por amor de los elegidos estos días serán acortados (Ap. 12:6; Mt. 24:22).
•  El Rey del Norte saqueará el oro y la plata, y los tesoros que los judíos han reunido a través de sus labores comerciales cuando fueron dispersados por la tierra (Is. 2:7-8; 10:6,13-14; Sal. 73:7,12; Ab. 11; Sof. 1:13,18).
La destrucción de Jerusalén
•  A medida que los ejércitos aliados del Rey del Norte se aproximen a Jerusalén, el terror golpeará la ciudad. Los judíos mirarán con horror hacia las afueras de la ciudad, cuando observen los vastos ejércitos que los rodearán por todos lados (Is. 22:1-14). Los ejércitos de “Elam” (hoy Irán), “Kir” (tal vez Moab; Is. 15:1; Jordania o quizá Media, lo cual es el norte de Irán), y “Edom” (tal vez parte de Arabia), los confederados del Rey del Norte, son quienes ejecutarán este juicio. El Rey del Norte probablemente estará ocupado en expulsar de la tierra al Rey del Sur (Is. 22:6; Ab. 11-14; Sal. 137:7).
•  Estos ejércitos aliados bajo el Rey del Norte (sus confederados) procederán a tomar Jerusalén. Ellos pondrán en montones a sus habitantes, y derramarán sangre como agua alrededor de la ciudad. Las mujeres serán violadas y los muertos yacerán en las calles (Sal. 79:1-3; Is. 64:10; Mi. 3:12; Sof. 1:10-18; Zac. 14:1-2; Ab. 11-14).
•  La mitad de la ciudad de Jerusalén será tomada cautiva (Zac. 14:2).
•  El templo que tendrán los judíos será destruido (Sal. 74:1-8; Is. 63:18; 64:11).
•  El remanente fiel de los judíos, confundido y desesperado mientras ve a su país siendo desolado por el invasor del Norte, clamará a Dios por ayuda (Jl. 2:12-17; Sal. 73-89 — 3º libro de Salmos; Zac. 13:9; Is. 63:15-64:12).
•  Habrá un caos general mientras este ejército atraviesa la tierra de Israel. Mientras Jerusalén y la tierra de Israel estarán siendo totalmente desoladas, los ejércitos confederados bajo el Rey del Norte traicionarán a algunos de sus confederados. Entrarán en algunos países vecinos de Israel en un intento de derrotarlos y saquearlos. La consumación será sobre toda la tierra (Is. 10:22-23; 28:22; Sal. 75:3). Aquellos países situados en el territorio prometido a Israel, que hayan estado confederados con el Rey del Norte, vendrán a juicio en aquel momento (Dn. 11:41; Is. 10:7; 14:29-23:17 — “las cargas”; Jer. 46-49*; Ez. 25-30*; Am. 12:8; 2 R. 24:7*; Jer. 25:9-11*; Ab. 7).
•  Edom (tal vez parte de Arabia), que ayudará en la destrucción del Jerusalén, será engañado en ese momento por su propia confederación y sufrirá pérdida. Serán saqueados y robados, y quedarán disminuidos en número (Ab. 1-9).
•  La confederación también se volverá sobre Moab (Is. 15-16; Jer. 48; Ez. 25:8-11; Am. 2:13 — tal vez parte de Jordania), Amón (Jer. 49:1-6; Ez. 25:17; Am. 1:13-15 — parte de Jordania también), los filisteos (Is. 14:28-32; 20:1; Jer. 47; Ez. 25:15-17; Am. 1:6-10 — tal vez la franja de Gaza), Damasco (Is. 17; Ab. 1-14; Is. 21:11-12; Jer. 49:7-22; Ez. 25:12-14; Am. 1:11-12; Jer. 49:23-27; Am. 1:3-5, sur de Siria), Tiro y Sidón (Is. 23; Ez. 26-28; Am. 1:9-11 — el Líbano), y otros países en el área. Los habitantes de estos países escaparán por sus vidas mientras sus tierras son saqueadas.
•  Aunque atacados, un remanente de Edom, Moab y Amón escapará. Dios permitirá esto para que más tarde Israel pueda darles un golpe final (Dn. 11:41 — “el jefe” escapará; Jer. 48:6,9,12; 49:5,8,11).
•  El Rey del Norte continuará su conquista hacia el noreste de África, destruyendo al Rey del Sur, Egipto, y a sus aliados, Libia, Etiopía y otros (Dn. 11:42-43; Is. 19-20; Jer. 46:13-26; Ez. 29:1-12; 30:1-26).
•  Los egipcios escaparán por sus vidas en todas direcciones, y serán diseminados por las naciones vecinas. Su tierra les será dada a un cruel señor y fiero rey — el Rey del Norte (Ez. 29:12; 30:23,26; Is. 19:4; Jer. 46:5-6,15,21).
•  Luego de que el Rey del Norte haya destruido y desperdigado a los egipcios y a sus ejércitos, se apoderará de los tesoros de esta tierra (Dn. 11:43; Jer. 29:19).
La confederación occidental (la Bestia) llega a la tierra de Israel
•  La Bestia y sus ejércitos escucharán de la invasión del Rey del Norte, y vendrán entonces desde el oeste para defender la tierra de Israel. En un esfuerzo por detener los avances de los ejércitos del Rey del Norte, usarán su gigantesca flota (Ap. 16:13-14; Nm. 24:24; “las naves de Chittim” — Chittim es Chipre).

La aparición de Cristo

•  Cuando los ejércitos de la Bestia (la confederación occidental) entren a la tierra de Israel, el Señor vendrá del cielo para juzgar (como “un ladrón en la noche”). Él destruirá a sus ejércitos con el resplandor de Su venida. Esta es la aparición de Cristo (2 Ts. 2:8; Ap. 11:15-18 — 7ª trompeta; Ap. 16:15-21 — la Babilonia política es juzgada — 7ª copa; Ap. 19:11-19; 2 Ts. 1:7-10; Jud. 14-15; Col. 3:4; Tit. 2:13; 2 Ti. 4:1,8; 1 Jn. 2:28; 3:2; 1 Ti. 6:14; Is. 13-14:23; 66:5; Mal. 3:2; 1 P. 1:7; 5:4; Ap. 14:9-12; Jer. 50-51; Dn. 2:34-35,44-45; la piedra cortada no con manos — Cristo — destrozará los diez dedos de los pies de la imagen — el revivido imperio romano).
•  Ningún hombre conoce ni el día ni la hora de la venida del Señor (la aparición; Mt. 24:36-41).
•  Los santos celestiales que fueron previamente tomados arriba con Cristo en el rapto, vendrán con Él. Se hace referencia a ellos como el ejército del cielo (1 Ts. 3:13; 4:14; 2 Ts. 1:7; Zac. 14:5; Ap. 1:7; 19:14; 17:14).
•  El Señor arrojará vivos dentro del lago de fuego al líder romano (la Bestia — el cuerno pequeño) y al falso Mesías de los judíos (el anticristo; Ap. 19:20-21).
El día del Señor
•  La aparición de Cristo para juzgar a la confederación occidental, es el comienzo de “el día del Señor”; el cual constituye el tiempo en que el Señor públicamente afirmará Su poder y autoridad universal sobre los cielos y la tierra. El Señor comenzará a sojuzgar y expulsar a todo poder adverso en el universo. El día del Señor se extenderá a través de todo el milenio (2 P. 3:8-10; 2 Ts. 2:2; Is. 2:10-22; Jl. 1:15; 1 Ts. 5:2; Jer. 46:10; Sof. 2:2-3; Mal. 4:5).
La siega
•  Con la aparición de Cristo también comienza la “siega,” que es un juicio discriminativo hecho por los ángeles, quienes limpiarán la tierra profética occidental de todos los ofensores. Los ofensores serán tomados de la tierra y arrojados vivos en el lago de fuego. Aquellos que no hayan rechazado la predicación del evangelio del reino, serán dejados en la tierra para disfrutar las bendiciones terrenales del reino. Así como un granjero en los tiempos de la siega separa el trigo de la cizaña, el Señor separará lo bueno de lo malo. En este tiempo, “uno será tomado y el otro dejado” (Ap. 14:14-16; Mt. 13:37-42; 24:40-41; Is. 24:1; Dn. 2:35; Jer. 51:1-2).
•  Luego de que los ángeles hayan ido a través de la tierra profética separando a los malos de entre los justos, la población en occidente decrecerá grandemente. La gente en estas tierras, que una vez estuvieron iluminadas, serán escasas como el oro (Is. 13:12; 14:23; 24:6; Jer. 50:3,39; 51:2).
•  Los “tiempos de los gentiles,” el período de la supremacía gentil sobre Israel, terminará. Esto cierra la semana número setenta de Daniel, que es de 1278 días desde la mitad de la semana (Lc. 21:24; Dn. 2:34-35,44-45; 7:9-14,22-27).
La destrucción de los ejércitos del Rey del Norte
•  Mientras el Rey del Norte esté en Egipto, él será perturbado por las noticias que escuchará sobre la venida de los ejércitos de la Bestia. Entonces retornará con sus ejércitos desde Egipto hacia Israel, para batallar (Dn. 11:44-45).
•  El Señor saldrá a defender a Jerusalén del retorno de los ejércitos del Rey del Norte (Is. 31:4-9; Zac. 9:8; 12:8; 14:3).
•  El Rey del Norte se encontrará con el Señor, y se dispondrá contra Él en batalla (Dn. 8:25).
•  El poder de la voz del Señor vencerá al Rey del Norte y a sus ejércitos (Is. 14:25; 17:13-14; 30:30-32; Dn. 11:45; Jl. 2:20; Zac. 14:3).
•  Cuando el Rey del Norte caiga en la tierra de Israel, Gog (Rusia), quien le había ayudado con pertrechos (Dn. 8:24), no vendrá en su ayuda (Dn. 11:45 — “nadie lo ayudará”).
•  El Señor arrojará al Rey del Norte vivo en el lago de fuego (“Tofet”), donde la Bestia y el falso profeta (anticristo) ya se encontrarán (Is. 30:33).
•  Hay una extensión mayor de la semana número setenta de Daniel, que mide 1290 días desde la mitad de la semana. Estos son doce días más a partir del fin de la semana. Este período puede ser usado por el Señor para remover fuera de la tierra al ejército del norte (Dn. 12:11; Jl. 2:20; Is. 17:13-14).
La restauración de Israel
•  La venida del Señor (la aparición) no será solo para la destrucción de las potencias gentiles, sino también para la liberación del remanente judío fiel, y para la restauración de las diez tribus perdidas de Israel (Lc. 18:1-8; Sal. 90-106 — 4º libro de Salmos).
•  La restauración de Israel se producirá en dos fases. Primeramente, los judíos (las dos tribus: Judá y Benjamín) que hayan pasado la gran tribulación en la tierra de Israel, serán restaurados al Señor; y luego, las diez tribus perdidas (Dt. 28:25; 32:26) retornarán y serán restauradas (Dn. 12:1-2; Ez. 37:15-17; Jer. 33:7; 2 S. 2:1-4*; 2 S. 5:1-3*; 2 S. 19:9-15*; en cada referencia, Judá — los judíos — se menciona primero).
•  Aunque los que habiten en occidente verán a Cristo en todo el resplandor de Su gloria (2 Ts. 1:7-9; 2:8), evidentemente los judíos no le verán inmediatamente. Mientras el Señor estará juzgando la confederación occidental y al Rey del Norte, aparentemente estará oculto de la vista de Su pueblo. Su aparición, desde la perspectiva occidental, se refiere como en una nube,” sugiriendo un ocultamente parcial de Sí mismo con respecto a los judíos. Esto aparentemente tiene por objeto reservar el momento cuando Él se revelará a ellos a solas (Lc. 21:27; Is. 8:17; Sal. 88:14). Cuando Su venida (aparición) está en referencia a la restauración de los judíos, se lo menciona como apareciendo sobre una nube.” Esto implica una total manifestación pública (Zac. 14:4; Hch. 1:9-11; Mt. 24:27,30; 26:64; Job 19:25).
•  El Señor será visto sobre el Monte de los Olivos. Cuando Sus pies toquen el Monte, este se partirá en dos formando un gran valle que correrá desde el este al oeste (Zac. 14:4).
•  En este momento, el Señor se revelará a Sí mismo a los judíos en una reposada e íntima manifestación. Esta manifestación privada será entre el Señor y los judíos; las dos tribus, Judá y Benjamín, a solas (Zac. 14:4; Hch. 1:9-11; Zac. 12:10-14; Gn. 45:1-5*).
•  Aquellos que vean a Cristo actuarán como mensajeros para el resto del remanente de los judíos. Irán a las montañas, donde muchos se habrán escondido llevando las noticias del retorno del Señor a Jerusalén. El remanente saldrá de sus escondites y vendrá al valle que el pie del Señor abrirá (Is. 52:7; Zac. 14:5).
•  El remanente judío mirará a aquel a quien traspasaron y llorarán de arrepentimiento. Ellos aceptarán su culpa nacional a causa de la sangre de Aquel que crucificaron, y serán consecuentemente restaurados en este momento (Sal. 51:14; Hch. 2:23; Gn. 44:14-34*; Is. 53; 2 S. 19:15*; “Gilgal” es el lugar del juicio propio; Zac. 12:10-14; Jn. 20:24-28*).
•  El remanente de Judá y Benjamín llorará por sus hermanos, las tribus perdidas de Israel. El Señor los consolará con la promesa de que las diez tribus serán restauradas (Jer. 31:15-17; Cnt. 8:8).
•  El Señor reunirá a las diez tribus de Israel nuevamente en su tierra (Dt. 30:1-5; Is. 10:20-22; 11:11-13; 26:19; 27:12-13; 35:10; 49:8-26; 66:19-20; Jer. 30-33; 46:27-28; Ez. 20:34; 34:11-16; 36:16-38; 37:1-28; Dn. 12:2; Os. 6:1-3; 14:1-9; Mi. 4:6-7; 5:3; Zac. 8:7-8; Am. 9:14-15; Sal. 68:22; Sal. 107-150 — 5º libro de Salmos, particularmente Sal. 120-134, ejemplo, Sal. 122:4; Gn. 46:1-29*; Lv. 23:24-25*; “la fiesta de las trompetas”).
•  El Señor utilizará a Sus ángeles para reunir a Sus escogidos de las tribus de Israel. Una gran compañía de Israelitas vendrá desde todas partes de la tierra, de tan lejos como la China (“Sinim,” Is. 49:12) y partes de Rusia (“Mesec,” Sal. 120:5; Mt. 24:31; Jer. 31:8; 15:4; Dt. 28:25; Ez. 36:24).
•  Aparentemente habrá unos pocos judíos que, por alguna razón, no retornarán a su tierra cuando la masa de judíos regrese al principio de la tribulación. Este pequeño remanente vendrá primero y será restaurado al Señor (Zac. 12:7; 2 S. 19:17*; Gn. 44:18-34*).
•  Algunos de éstos, del remanente restaurado de los judíos, serán usados como mensajeros o instructores para las tribus dispersas de Israel (Is. 6:8-13; Gn. 45:9-13*; 46:28*; Jn. 1:43-49*; Dn. 12:3).
•  Las tribus perdidas de Israel volverán llorando, quebrantadas de espíritu, luego de un largo exilio de casi 2800 años (Jer. 31:6-9; Sal. 84:5-8).
•  Las tribus de Israel irán también alabando al Señor mientras regresan (Sal. 138).
•  La “lengua” del mar rojo (los brazos este y oeste del mar que forman la península de Sinaí), las siete fuentes del Nilo y el río de Egipto (una pequeña fuente ubicada a 120 kilómetros al este de Suez), serán secados. Esto abrirá un pasaje claro y fácil para el retorno de las tribus (Is. 11:15-16; 19:5-10; 27:12-13).
•  Las necesidades de las tribus que retornen serán satisfechas por muchas naciones gentiles, que se humillarán frente al poder y la gloria del Señor manifestado en la tierra (Sal. 18:44-45; 66:3 JND). Las tribus de Israel vendrán sobre caballos, mulas, camellos, carros y en barcos (Is. 11:12; 14:1-2; 49:9-23; 60:8-9).
•  El retorno de las diez tribus será bastante rápido (Is. 60:8-9; 66:8).
•  Mientras los ángeles reúnan a los elegidos de Israel (Mt. 24:31), vendrá mezclada entre ellos una multitud. El Señor llevará a estas tribus a los lugares desolados de los bordes de la tierra, para purgarlos. Los rebeldes (los que no tengan fe) serán extirpados de entre aquellos que tengan fe, y éstos serán llevados a la tierra para reunir con sus hermanos los judíos (Ez. 11:9-10; 20:35-38; Os. 2:14-15; Am. 9:9-10; Sof. 3:10-12; Jer. 31:17; Sal. 135:14-18).
•  Cuando las tribus que retornen vean al Señor, preguntarán, “¿Qué son esas heridas en tus manos?" El Señor responderá, “Son las que me hicieron en casa de mis amigos” (los judíos). Ellos no estaban en la tierra en el momento de la crucifixión de Cristo como sí lo estaban los judíos, y en consecuencia la culpa de la crucifixión de Cristo no estará sobre sus conciencias. Sin embargo, aceptarán su propia culpa de estar bajo la maldición de quebrantar la ley de Jehová, y serán restaurados por el Señor en aquel tiempo (Zac. 13:6; Lv. 23:26-32, “el día de expiación”; Lv. 26:40-42; Os. 5:15).
•  La nación de Israel (las doce tribus) será, por así decirlo, “nacida de una vez” (Is. 60:22; 66:8).
•  El Señor hará un nuevo pacto con Israel (el remanente de las doce tribus) que durará para siempre (Jer. 31:31-34; He. 8:8-12; Mt. 26:28).
•  Las doce tribus de Israel recibirán un “nuevo corazón,” lo cual se refiere a que nacerán de nuevo, y consecuentemente serán obedientes a la ley de Dios (Ez. 36:25-27).
•  Toda en enemistad será removida entre las tribus de Israel. Habitarán pacíficamente juntas. Las diez tribus (llamadas Efraín) no envidiarán a los judíos (Judá), y los judíos no irritarán más a las diez tribus (Is. 11:13; Ez. 37:15-28; 38:11; Sal. 133:1-3; Os. 11:1).
•  La boca de Israel se llenará con risa y su lengua se volverá para cantar, mientras se regocijan juntos (Sal. 126).
•  Las tribus de Israel que retornen llenarán la tierra al punto tal, que no habrá espacio suficiente para ellos. Serán como la arena del mar en número, y le pedirán al Señor más tierras (Is. 9:3 JND, nota al pie; 49:19-20; 54:1-3; Ez. 36:37-38; Zac. 10:10; Os. 1:10; Sal. 115:14).
La invasión de Gog — el segundo ataque
de los Asirios
•  Mientras la indignación continúa, Gog (Rusia) y sus enormes hordas (la gran Asiria en su última forma), viendo a las doce tribus de Israel descansar en su tierra, vendrán desde las tierras del norte en un intento por derrotar el reino del Señor Jesucristo en Israel. Esto es mencionado como el segundo ataque de los Asirios (Ez. 38-39; Is. 10:28-32; 29:13; 33:1; Is. 36-37*; 2 Cr. 32*; Sal. 46:3; Sal. 86:14; Sal. 140:1-4,9; Mi. 4:11-12; 5:5).
•  El Señor utilizará esta ocasión para causar que ejércitos de muchas naciones de la tierra vengan con ellos. Gog (Rusia) liderará el ataque final (Is. 34:12; Jl. 3:12,9-15; Sof. 3:8; Mi. 4:11-12; Ez. 38:46).
•  Las noticias de que las hordas lideradas por Gog (Rusia) se aproximan, llegarán a oídos del recientemente reunido Israel, y pedirán ayuda al Señor para salvarse (Is. 10:28-32; 29:4; 37:1-4*; Sal. 86:14-17; Sal. 140-143).
•  Las innumerables filas del ejército enemigo al aproximarse parecerán una nube (Ez. 38:16).
•  El Señor, ahora en Sión (Jerusalén), no permitirá que la ciudad sea tomada de nuevo (Sal. 46:4-6; Nah. 1:1-15; Sof. 3:15).
•  El Señor animará a Israel a confiar en Él como su refugio (Is. 10:24-27; 26:20-21; 37:33-35; Sof. 3:8; Mi. 5:5; Sal. 46:1-3,5; Sal. 140:7; Sal. 143:9; Nahum 1:7).
•  El Señor causará sorpresivamente un terremoto masivo para interrumpir el plan de batalla de los ejércitos invasores. El temor y la confusión se derramarán entre sus filas. El pandemónium comenzará entre los enemigos, y en su pánico los ejércitos comenzarán a atacarse unos a otros (Ez. 38:18-21; Zac. 14:12-13; Is. 29:6).
•  Al mismo tiempo el Señor causará otras catástrofes naturales para acompañar el terremoto, tales como pestilencias, granizos, lluvias torrenciales y fuego (Ez. 38:22; Is. 29:6).
La vendimia (o el lagar)
•  El Señor entonces rugirá desde Jerusalén para hollar el lagar de la ira de Dios. Este es el juicio del lagar o de la vendimia. Gog (Rusia), que dirigirá el ataque, caerá en las montañas de Israel (Ap. 14:17-20; Is. 26:21; Ez. 38:13-23; 39:1-5; Is. 10:33-34; 27:1; 33:10-12; 37:36; 63:1-6; Jl. 3:16).
•  Cinco sextos de los ejércitos de Gog (Rusia) serán destruidos (Ez. 39:2).
•  El Señor, en fiera indignación, hollará la ola de naciones que sigan a Gog mientras marchan a través de la tierra, desde Jerusalén hasta la tierra de Edom, donde los ejércitos bajo el mando de Gog se reunirán. Esto será aproximadamente unas 320 kilómetros (Ab. 3-12; Ap. 14:20; Jl. 3:12).
•  Edom (probablemente una parte de Arabia) será el lugar donde el Señor aplastará las naciones que sigan a Gog. Él aplastará a los paganos en Su ira y los pisoteará en Su furia. La matanza de los ejércitos será tan grande que la sangre subirá hasta el freno de los caballos. Este será el día de la venganza del Señor (Is. 34:1-10; 63:1-6; 66:15-18; Jl. 3:12-16; Ab. 15-16; Ap. 14:20; Mi. 4:11-12).
•  El hedor de sus cadáveres subirá desde la tierra, y las aves de los cielos comerán su carne (Is. 34:3; Ez. 39:4).
•  El Señor también enviará un fuego devorador y un gran torbellino hacia la tierra de Rusia, y a muchas partes distantes de la tierra. Consumirá a muchos incrédulos en estas partes. “Los muertos de Jehová yacerán en aquel día desde un extremo de la tierra al otro” (Ez. 39:6-7; Sof. 3:8; Jer. 25:32-33; 30:23; Is. 66:16).
•  Los gentiles que sean eximidos de los juicios desoladores del Señor, volverán a sus tierras a las partes lejanas de la tierra para declarar las noticias de la gloria del Señor. Las naciones oirán y temerán, y ayudarán a todo Israelita remanente a volver a su tierra (Is. 11:11-12; 66:19-20).
•  Los juicios del Señor en Edom, sobre las naciones que siguieron a Rusia en la batalla, serán tan severos que la misma tierra de Edom quedará en perpetua desolación. Permanecerá árida y desolada de generación en generación, y servirá como un recordatorio para todos aquellos que puedan pensar en revelarse durante el milenio (Is. 34:5-15; Jl. 3:19; Mal. 1:3).
•  El Señor retornará a Israel desde Edom, habiendo hollado Él solo el lagar (Is. 63:1-6).
Los ejércitos de Israel
•  Habiendo retornado, el Señor guiará a los ejércitos del Israel restaurado a combatir y a subyugar a todos los enemigos que aún estén situados en lo que es su territorio por derecho; tal como en los días en que Josué guió a los hijos de Israel en la conquista. La batalla se extenderá más allá de la tierra de Asiria (Mi. 5:5-6). En este momento Israel tomará posesión de toda la extensión de su herencia prometida, desde el río Eufrates hasta el río de Egipto (Gn. 15:15-18; Ex. 23:31; Jos. 1:4; Sal. 47:3; Sal. 108:7-13; Sal. 144:1; Is. 11:14; Jer. 51:20-23; Ez. 25:14; Ab. 17-21; Mi. 4:13; 5:5-6,8; Ez. 39:10; Zac. 10:3-5; 12:6; 14:14; Nm. 24:17-19; 2 S. 8:1-13*; Est. 9:1-19*; Sal. 118:10-12; Sal. 18:34-48; Mal. 4:3).
•  Edom recibirá su golpe final de parte de los ejércitos de Israel. No quedará ninguna persona. Será removido totalmente como nación de la faz de la tierra (Ez. 25:14; Ab. 18; Is. 11:14; Nm. 24:18-19).
•  Los filisteos también recibirán su golpe final de los ejércitos de la tierra. Ellos tampoco permanecerán como nación sobre la tierra (Is. 11:14; Sof. 2:5; Am. 1:8; 2 S. 8:1*).
•  Moab y Amón serán subyugados y puestos bajo tributo por Israel. A un remanente de ellos le será permitido permanecer sobre la tierra durante el reino milenial de Cristo (Is. 16:14; Jer. 48:47; 49:6; 2 S. 8:2*).
Satanás atado
•  Satanás y sus ángeles serán atados y confinados en el abismo insondable por mil años (Ap. 20:1-3; Is. 24:21-22, “muchos días”).
•  El Señor hará cesar toda guerra y violencia. De aquí en más, no se le permitirá a ningún opresor molestar a Israel de nuevo (Nah. 1:15; Jl. 3:17; Sal. 46:9; Sal. 147:14; Is. 60:18; Zac. 9:10; Is. 2:4; Mi. 4:3; 1 R. 5:4*).
El juicio de sesiones
•  El Señor establecerá entonces “su gran trono de gloria” en la tierra de Israel, y todas las naciones remanentes de la tierra serán convocadas delante de El. Serán juzgadas de acuerdo a cómo han tratado a los mensajeros del evangelio del reino, que fueron a predicar a todas las naciones (Mt. 24:14). El Señor las separará como el pastor divide las ovejas de las cabras. Las naciones que sean halladas justas, entrarán en la bendición sobre la tierra con Israel. Las que sean halladas injustas, serán enviadas al castigo eterno. Este es el juicio de las sesiones del Señor (Mt. 25:31-46).
•  Habrán expirado hasta ahora 1335 días desde la mitad de la semana. Cada adversario y malhechor será derrotado (Dn. 12:12; 1 R. 5:4*).

El milenio

•  Habiendo establecido Su reino en poder, el Señor retornará al cielo desde donde regirá sobre el mundo entero (Sal. 7:7; 47:5; Ap. 7:15 JND).
•  El Señor se sentará en Su trono en los cielos como Sacerdote y Rey, como el verdadero Melquisedec. El reinará en paz por mil años. Esto es el milenio (Zac. 6:13; Sal. 103:19; Sal. 110:4; 47:7-8; Ap. 20:4; Sal. 22:28; Zac. 14:9; Ap. 22:3; Lv. 23:33-44* — “la fiesta de los tabernáculos”).
Las dos esferas del reino
•  El reino tendrá dos esferas: la celestial, llamada el reino del Padre, y la terrenal, llamada el reino del Hijo del Hombre (Mt. 13:41-43; 26:29; Dn. 7:13-14). El reino del Padre consistirá en todos los santos del Antiguo Testamento, la Iglesia (la esposa de Cristo), y la porción martirizada de los judíos y los gentiles de la tribulación. Estos son los santos celestiales (en resumen, todos aquellos que hayan sido raptados o hayan tomado parte en la primera resurrección). El reino del Hijo del Hombre sobre la tierra consistirá en la porción perdonada del remanente de los judíos, que serán preservados durante la tribulación, las tribus de Israel reunidas, y los pueblos gentiles de la tierra (Ap. 7; Gn. 22:17; Dn. 7:22 JND).
•  La ciudad celestial — Jerusalén
•  La Jerusalén celestial, que es la Iglesia, la esposa del Cristo, será vista en los cielos. La descripción de la ciudad es simbólica (Ap. 21:9-14,18-21).
•  La ciudad celestial tendrá “un muro grande y alto” de “jaspe” (diamante), lo cual significa que estará caracterizada por la separación y la exclusión (Ap. 21:12,18). Todo aquello que sea inadecuado para la gloria de Dios (el diamante), no será admitido en ese lugar santo. La ciudad será absolutamente segura de cualquier asalto del enemigo.
•  La ciudad celestial tendrá doce puertas de perla (Ap. 21:12-13,21). Una puerta en la Escritura es un lugar de juicio (Gn. 19:1,9; Dt. 25:1,7; Jos. 20:4; Rt. 4:1,10-11; Pr. 31:23). El número doce representa administración (Mt. 19:28; 26:53; Ap. 12:1). Esto indica que el gobierno y la administración del mundo por venir (el milenio), estará bajo la Iglesia glorificada. Esta asistirá al Señor en el gobierno del mundo (Lc. 19:16-19; Mt. 24:47; He. 2:5-8). La perla indica que la Iglesia será mostrada como el objeto de gran precio para el corazón de Cristo (Mt. 13:45-46). El mundo aprenderá en esos días que Cristo amó a la Iglesia y se entregó a Sí misma por ella.
•  Los nombres de las doce tribus de Israel estarán inscriptos en las puertas (Ap. 21:12). Esto no significa que Israel será parte de la Iglesia (como algunos piensan), sino que Israel estará bajo la administración de la Jerusalén celestial. El gobierno del mundo se llevará a cabo a través de Israel. Los doce apóstoles tendrán un lugar especial en esto (Mt. 19:28).
•  La ciudad celestial será de oro puro transparente como el cristal (Ap. 21:18). Esto indica que estará totalmente de Dios (a lo cual el oro puro se refiere). Que sea pura significa que todas las impurezas de los santos serán quitadas; que sea transparente significa que todo allí será una representación de santidad fija.
•  Los cimientos de los muros de la ciudad serán de diferentes piedras preciosas (Ap. 21:19-20). Habrá variedad de piedras en la ciudad, pero todas serán preciosas. Esto habla de distintos individuos que tendrán su propia, distintiva y reflejada gloria.
•  Las medidas de la ciudad celestial serán cúbicas, siendo de 2206 kilómetros cada lado. Esto indica que el gobierno será universal (Ap. 21:15-17). Esto ha de ser tomado literalmente; la dimensión total de la ciudad será aproximadamente de 10.7 billones de kilómetros cúbicas.
•  No habrá templo en la ciudad celestial porque el Dios todopoderoso y el Cordero serán el templo de ella (Ap. 21:22).
•  Habrá una plaza de oro puro en la ciudad (Ap. 21:21). Una plaza nos habla de comunión y hermandad. Este es el medio por el cual los hombres van y vienen de un lado a otro. En la ciudad celestial habrá sola una plaza. La hermandad y la comunión serán divinas (oro puro). Las cuestiones mundanales no serán tema de discusión allí.
•  En la ciudad celestial habrá un río de agua de vida (Ap. 22:1). Esto habla de la abundancia de bendiciones fluyendo para todos.
•  En el medio de la plaza estará el árbol de la vida (Ap. 22:2). Esto indica que Cristo será el alimento de vida para la ciudad. Él sostendrá a cada uno con todo lo que sea necesario para el gozo y la felicidad perfectos. Las hojas del árbol serán para la sanidad de las naciones. Esto significa que la bendición no estará confinada a la ciudad celestial, sino que también las naciones recibirán bendición de Cristo. Las naciones que hayan estado en guerra y en violencia por miles de años, serán sanadas en aquel día. Cristo traerá paz a la atribulada tierra.
•  No habrá noche en la ciudad celestial. No habrá necesidad de luz creada (el sol), luz prestada (la luna) o luz artificial (una lámpara), porque la increada gloria de Dios será la luz allí. La ciudad resplandecerá de gloria divina (Ap. 21:23-24; 22:5).
•  Los santos celestiales reinarán sobre la tierra (Ap. 5:10 JND; He. 12:22; Dn. 7:22).
•  Los santos celestiales serán moralmente como el Señor. Sus naturalezas pecaminosas y caídas desaparecerán (1 Jn. 3:2).
•  Los santos celestiales serán también como el Señor físicamente (Fil. 3:21). Sus cuerpos serán glorificados como el Suyo. El Señor estará en “el rocío de su juventud,” y los santos serán hechos como Él. Ellos serán restaurados a la flor de la vida (Sal. 110:3). Los santos ancianos, cuyas facultades mentales y físicas estén fallando, serán renovados en fortaleza y vitalidad en sus cuerpos glorificados. Nunca verán corrupción o muerte otra vez (1 Co. 15:42-57; 2 Co. 5:1-4).
•  Al ser glorificados, los santos aumentarán grandemente sus capacidades. Serán capaces de visitar la tierra desde el cielo, e irán de un lado a otro de la tierra en un momento (Lc. 24:30-35). Ellos también tendrán la capacidad de atravesar objetos físicos tales como paredes, etc. (Lc. 24:36-43; Jn. 20:19-29). No tendrán, sin embargo, omnisciencia, omnipotencia u omnipresencia, atributos que pertenecen a la deidad solamente.
•  El Señor será visible, visto y adorado por los que estén en la ciudad celestial (Ap. 22:4).
•  La Jerusalén celestial será visible sobre la Jerusalén terrenal (Is. 4:5-6; Ap. 21:9-22:5).
El día de Cristo
•  El Señor mostrará Su esposa al mundo. Ella tendrá un lugar de privilegio junto a El en Su reinado sobre la tierra. Será glorificado por Sus santos celestiales mientras el mundo observa. Este es el día de Cristo (2 Ts. 1:10; Ap. 21:11, “brillante”; Fil. 1:6,10; 2:16; 1 Co. 1:8; 3:13; 5:5; 2 Co. 1:14; Jn. 8:56).
•  El Señor, habiendo tomado Su herencia (toda cosa creada) por poder (Mr. 9:1), la compartirá con la Iglesia, Su esposa (Ef. 1:11-23; Ro. 8:17; Sal. 2:8; 1 Co. 3:21-23).
•  Las recompensas recibidas por los cristianos en el tribunal de Cristo, se manifestarán delante de todo el mundo en el día de Cristo. Habrá distintos grados de gloria dada a ellos, en relación al servicio que hayan hecho para el Señor cuando vivieron en la tierra (Mt. 25:19-23; 1 P. 1:7).
La Jerusalén terrenal
•  Un área de la tierra de Israel de aproximadamente 80 kilómetros de diámetro, desde Geba en la frontera norte (Jos. 21:17) hasta Rimón en la frontera sur (Jos. 15:32), será nivelada como una gran planicie elevada. Este será el lugar de la Jerusalén terrenal y del templo milenial (Sal. 68:29; Sal. 122; Zac. 14:10-11). Será “alzada” en las montañas de Judea, y harán de Jerusalén una ciudad extremadamente prominente en la tierra. La amplia llanura proveerá también el espacio necesario para que las naciones visiten Jerusalén durante la fiesta de los tabernáculos. Toda el área será llamada “el monte de la casa de Jehová” o la “santa oblación al Señor” (Is. 2:2-3; Mi. 4:1-2; Ez. 40:2).
•  Luego de su destrucción durante la indignación, la Jerusalén terrenal será reconstruida y nuevamente habitada (Is. 61:4; Jer. 30:18; 31:38-40; Am. 9:14).
•  Las medidas de la ciudad de Jerusalén, que será construida en esta elevada planicie, serán de 4500 x 4500 cañas grandes. Esto es un cuadrado de 3 x 3 kilómetros (Ez. 48:15-19).
•  Jerusalén tendrá doce puertas (tres en cada lado de la ciudad) como la Jerusalén celestial. Estas puertas nunca se volverán a cerrar (Is. 26:2; 60:11; Ez. 48:30-35; Zac. 14:11).
•  Jerusalén será la capital del mundo, el centro metropolitano de la tierra (Is. 2:2; 62:6-7; Sal. 48; Ez. 5:5; Jer. 3:17; Sal. 87:1-3).
•  Cada habitante de la ciudad de Jerusalén será justo (Is. 52:1; 60:21).
•  Los niños jugarán en las calles de Jerusalén con toda seguridad (Zac. 8:3-8).
Cambios políticos
•  El Señor Jesucristo reinará como “Rey del Reyes” sobre toda cosa creada (Zac. 14:9; Ap. 19:16; Sal. 24:7-10; Sal. 47:7; 2:6-8; 8:19; Jn. 1:3).
•  El Señor establecerá un gobierno universal sobre la tierra, donde la justicia reinará (Ap. 11:15; Sal. 72:1-7; Is. 9:6-7; 11:4; 16:5; 32:16-18; 61:11).
•  La administración de todas las cosas en el cielo y en la tierra, será encabezada por Cristo (Ef. 1:10).
•  El dominio del reino de Cristo sobre la tierra se extenderá de mar a mar (Sal. 72:8; Zac. 9:10; Sal. 2:8).
•  La longitud de Su reino no tendrá fin (2 S. 7:12-16; Dn. 2:44; 7:14,44; Lc. 1:32-33; Sal. 145:13).
•  La justicia reinará a través de todo el reino (Is. 9:7; 11:4; 16:5; 32:15-20; 61:11; Sal. 72:1-7; 45:6; Hch. 17:31; Sal. 98:9).
•  La Iglesia (la esposa de Cristo) tendrá un lugar en la administración de la tierra. En la medida en que los creyentes hayan aprendido administración y justicia en la tierra, le será concedido el privilegio de compartir la administración del “mundo venidero” (el milenio). Ellos reinarán desde su lugar en la ciudad celestial (Ap. 20:4; 1 Co. 6:2; Lc. 16:9-12; 19:11-19; Mt. 24:45-47; 25:14-23).
•  Se le dará a los doce apóstoles el privilegio de asistir en la administración de Israel (Mt. 19:28; Ap. 21:14).
•  Los cielos y la tierra serán reconciliados con Dios. Habrá armonía y comunión entre ellos (Os. 2:21-23; Jn. 1:51; Gn. 28:12-15*).
•  Mientras los santos celestiales reinen sobre la tierra desde la Jerusalén celestial (He. 12:22; Ap. 5:10 JND; Ro. 8:18-19), Israel reinará en la tierra. Jerusalén será el asiento de las operaciones gubernamentales del Señor en la tierra (Sal. 45:9-16; 2:6; 110:2; Is. 2:1-4; Sal. 149:5-9).
•  Israel será establecido como cabeza de todas las naciones en la tierra, de acuerdo al propósito original de Dios para él (Dt. 26:18-19; 28:13; Is. 2:1-5; 60:14; Hch. 1:6-7; Dn. 3:29-30; 7:27; Sal. 18:43; 47:3).
•  Como cabeza de las naciones, toda la tierra será tributaria de Israel. El “mamará” de la abundancia de los gentiles, y será la nación más rica más allá de toda comparación (Is. 60:5-6,9-11,16-17; 61:4-6; 2 Cr. 32:23*; Sal. 72:10; 1 R. 4:20-21*; 10:14-15; Mt. 17:27* — un pez del mar le dio a Pedro una moneda; Zac. 14:14).
•  Los gentiles servirán a Israel. Alimentarán sus ganados, sembrarán sus campos, cuidarán sus viñas mientras Israel se encargará del ministerio del Señor (Is. 14:2; 61:5-6).
•  Las naciones que no sirvan a Israel serán cortadas (Is. 60:12).
•  Jueces serán puestos en la tierra de Israel para asegurar justicia y mantener los derechos de Cristo en la tierra (Is. 1:26; 60:17; Mi. 5:6-8; Ez. 45:9; Sal. 149:6-9).
•  En aquel día será un honor y un privilegio ser judío. Los judíos serán famosos en la tierra. “Los pondré como objeto de alabanza y de renombre en todos los países donde han sido avergonzadas” (Sof. 3:18-20; Is. 61:9; Zac. 8:20-23).
•  Las muchas nacionalidades de personas que han vivido en las naciones occidentales volverán a sus tierras nativas. Los países no tendrán más nacionalidades mezcladas (Is. 13:14; Jer. 50:16).
•  Luego de que las guerras de juicio finalicen a medida que el milenio se acerque, habran más mujeres en la tierra (al menos en la tierra de Israel) que hombres (Is. 4:1).
•  Las personas en las naciones occidentales serán escasas como el oro. Esto será por causa de las muertes resultantes de las catástrofes, enfermedades y guerras, pero aún más por los ángeles de Dios que pasarán por estas tierras, y tomarán vivos a los malos y los echaran al lago de fuego (la siega). El número de personas decrecerá aún más porque muchos de los que queden luego de que los ángeles hayan pasado, retornarán a sus tierras natales (Is. 13:12; 14:23; 24:6; Jer. 50:3,39; 51:2; Ap. 6:3-8; Mt. 13:41-42; 24:36-41).
•  Las grandes ciudades de Europa y América quedarán virtualmente deshabitadas durante el milenio, luego de que los angeles hayan pasado para la siega cortando los malos de entre los justos. Las bestias del campo vagarán entre las casas y edificios de las ciudades desoladas (Is. 13:19-22; Jer. 50:3,39-40; 51:26,29,43).
•  Los diversos idiomas de las naciones continuarán en el milenio (Zac. 8:23; Is. 19:18; 66:18).
•  En el milenio, Egipto y Asiria serán naciones líderes junto a Israel (Is. 19:24-25).
•  Se construirán autopistas intercontinentales que llevarán a la tierra de Israel. Serán usadas primeramente por cualquier Israelita que quiera retornar a la tierra, y también por las naciones para subir a Jerusalén. Habrá una autopista desde el norte de África a través de Israel hasta Asia (desde Egipto a Asiria), y un autopista desde China (Sinim) a través del desierto (el cual en ese entonces estará florecido; Is. 35:1) hasta la tierra de Israel (Is. 11:16; 19:23; 35:8; 49:11-12; Sal. 84:5 JND).
•  La tierra de Israel será limpiada de los muertos que hayan caído en las horribles batallas. Una gran fosa llamada “Hamongog,” será construida para el entierro de las hordas rusas, y los ejércitos de las naciones que las siguieron en la batalla. Estará ubicada en un enorme valle en el lado este del Mar Muerto (Ez. 39:11).
•  Tomará siete meses enterrar a los muertos, y siete años quemar las armas (Ez. 39:9-10).
•  Toda la tierra de Israel será reconstruida luego de su desolación (Is. 61:4; Ez. 36:10,33-35; Jer. 30:18; Am. 9:14).
•  La total extensión de la heredad de Israel será desde el río de Egipto hasta el río Eufrates. El área incrementada de su tierra será de aproximadamente de 768 mil kilómetros cuadradas. El área oeste del Río Jordán hasta el Mar Mediterráneo, será dividida en bandas paralelas a través del país, de acuerdo a las doce tribus de Israel (Ez. 47:13-48:35). Esta tierra tendrá propósitos residenciales, y el área que se extiende hacia el este, hasta el Eufrates, será para tierra de pastura (Sal. 47:4; Gn. 15:15-18; Ex. 23:31; Jos. 1:4; Is. 26:15 JND, nota al pie; Is. 54:1-3; Mi. 7:11).
Cambios religiosos
•  El Señor se casará con Israel en sentido figurado. “Sucederá en aquel día, dice Jehová, que me llamarás: ‘Marido mío’” (Is. 54:4-5; 62:4-5; Jn. 2:1-11; Sal. 45; Cnt. 3:6-5:1, 3º cántico; Os. 2:16-20).
•  En aquel día Israel será llamado por el nombre del Señor: “Jehová Tsidkenu." El nombre del Señor será su nombre (Jer. 23:6, nota marginal; Jer. 33:16, nota marginal).
•  El Señor se regocijará sobre Israel con cánticos. Descansará en Su amor (Sof. 3:17).
•  El orden judaico retornará sobre la tierra. El sábado será observado otra vez, y no el primer día de la semana como en los días de la gracia, la era cristiana (Is. 66:23; Mt. 24:20; Ez. 44:24; 45:17).
•  La ley de Jehová será observada nuevamente con sus estatutos y juicios (Ez. 36:27; 37:24; 44:24).
•  En el área de la gran llanura elevada se ofrecerá una “oblación” u ofrenda de Israel al Señor, la cual será una porción santa de la tierra, que medirá 25,000 x 25,000 cañas grandes (Ez. 40:5; 41:8), o lo que es lo mismo: de 13.5 x 13.5 kilómetros (182 kilómetros cuadrados). La oblación tendrá un área para los sacerdotes y sus familias, los levitas y sus familias, y para la ciudad de Jerusalén (Ez. 45:1-6; 48:8-20; Zac. 14:10).
•  Un nuevo templo (santuario) será construido y situado en la oblación, unos pocos kilómetros al norte de Jerusalén. Será “casa de oración para toda las gentes” (Ez. 40-42:20; 45:1-5; 48:8; Is. 56:7; Ap. 7:15; Sal. 68:29).
•  Existirá un área alrededor del complejo del templo que medirá 500 x 500 cañas (una caña son 3.2 metros; Ez. 40:5), lo cual es alrededor de 2.7 kilómetros cuadrados. Esto supone suficiente espacio para 575 campos de fútbol (Ez. 42:15,20; 45:2).
•  El complejo del templo dentro del área de 500 x 500 cañas (una caña 6 codos y 1 Palmo) será de 500 x 500 codos (un codo es 54 centímetros); suficiente espacio para casi 16 campos de fútbol (Ez. 40-42).
•  El templo no será construido con oro y plata como el primer templo construido por Salomón (1 R. 5-8). El oro y la plata no se mencionan en los planos del templo milenial. Tal vez será blanco, lo cual ejemplificaría la pureza y la justicia que caracterizará en aquel día (Ez. 40-48).
•  Israel y los gentiles trabajarán juntos en la construcción del templo (Is. 60:10; Zac. 6:15; 1 R. 5:1-10*).
•  Habrá solo tres puertas en el complejo del templo (el patio exterior). No habrá puerta oeste. Además, solo habrá tres puertas en el patio interior donde estará el “altar” (Ez. 40).
•  Hay una marcada ausencia del velo en el templo milenial. En vez de velo habrá dos puertas en la entrada (Ez. 41:24). Esto significa un mayor grado de acceso que el que Israel conoció en el Antiguo Testamento, cuando tenían velada la entrada a la presencia del Señor (Ex. 26:31); pero a la vez importa un acceso menor que el total e irrestricto acceso que los cristianos gozamos ahora por el Espíritu a través del velo roto (Mt. 27:51; He. 10:19-22).
•  No habrá un arca del Señor en el templo porque la gloria de la presencia de Dios estará allí (Ez. 48:35). Ninguna representación de Él será necesaria (Jer. 3:16).
•  La Shekinah de la gloria de Dios (la presencia visible de la gloria del Señor) retornará al templo y será vista de nuevo (Ez. 43:1-6; Is. 4:5-6).
•  No habrá sumos sacerdotes terrenales de entre los descendientes de Aarón oficiando en el templo, porque la presencia del Señor, el gran sumo sacerdote, estará allí (Zac. 6:13; He. 4:14; 5:5-6; 7:17-24; Ez. 48:35).
•  La tierra brillará con la gloria del Señor (Ez. 43:2; Nm. 14:21; Hab. 2:14; Sal. 72:19).
•  El milenio será un largo día sin noche. La luz de la gloria del Señor brillará tan intensamente, que en las horas nocturnas no habrá oscuridad total. También la luz de la luna brillará aparentemente como el sol (Zac. 14:6-7; Is. 4:5-6; 30:26; 60:19-20; Gn. 2:1-2; Ap. 21:23-24; Ex. 13:21*).
•  Israel alabará al Señor (Sal. 99; Sal. 145; Sal. 146-150, los grandes salmos de aleluya; Is. 12).
•  En la tierra, la ayuda de instrumentos musicales será usada en la adoración al Señor (Sal. 68:25; 149-150).
•  Se ofrecerán nuevamente sacrificios levíticos. Estos serán conmemorativos. Serán un recordatorio de la obra finalizada de Cristo (Ez. 44-46; Is. 56:7; Jer. 33:18; Zac. 14:16-21; Mal. 3:3-4).
•  Habrá un sacrificio matutino perpetuo como en los días antiguos (Nm. 28:34), pero no habrá sacrifico vespertino porque no habrá más noche (Ez. 46:13-15; Zac. 14:6-7).
•  Solo se mantendrán tres de las siete fiestas anuales de Jehová (Levítico 23): “la pascua,” “la fiesta de panes sin levadura” y “la fiesta de los tabernáculos.” “La fiesta de los primeros frutos” y “la fiesta del Pentecostés” (fiestas celebradas en el primer día de la semana) no serán mantenidas. Estas fiestas se refieren típicamente a la era cristiana, la cual no está conectada con las bendiciones terrenales de Israel. “La fiesta de las trompetas” y “el día de expiación” no serán observados tampoco. Esto debido a que una vez que Israel sea restaurado a su tierra (de lo cual habla la fiesta de las trompetas), y su pecado de dejar al Señor sea juzgado y confesado (a lo cual se refiere el día de la expiación), el Señor nunca más mencionará la cuestión de su infidelidad. Todo será perdonado y no lo recordará nunca más (Ez. 45:18-25; Zac. 14:16).
•  Israel convocará a la tierra para adorar al Señor (Sal. 34:3; Sal. 86:9; Sal. 96; Sal. 100; Sal. 117; Sal. 148).
•  Se establecerá la adoración universal al Señor Jesucristo (Sal. 66:4; Sal. 145-150; Sal. 86:9).
•  Muchas naciones se unirán a sí mismas con el Señor (Zac. 2:11; Sal. 47:9 JND; Is. 56:6).
•  La adoración del Señor Jesucristo será también mensual y semanal. Será de sábado (el séptimo día de la semana) a sábado; no desde el día del Señor (el primer día de la semana) hasta el día del Señor, como en la era cristiana (Is. 66:23).
•  Habrá una constante alabanza día y noche en el templo, en la tierra, por parte de los judíos y los gentiles que adorarán juntos (Ap. 7:15; Is. 56:6-8; Sal. 134:1).
•  Todas las naciones vendrán a Jerusalén anualmente para adorar y alabar al Señor. Toda carne adorará al Señor (Zac. 8:20-23; 14:16; Sal. 22:27; Is. 2:18; 66:23).
•  Las naciones que no vinieran a Jerusalén para adorar y guardar la fiesta de los tabernáculos, traerán sobre sí mismas juicios gubernamentales de parte del Señor. Sus tierras experimentarán plagas y sequías (Zac. 14:17-19).
•  Toda la idolatría de la tierra será abolida, al igual que toda falsa religión. Los idólatras se avergonzarán de sus creencias que han sido incapaces de ayudarles. El judaísmos será la única religión sobre la tierra (Is. 1:28-31; 2:18; Ez. 37:23; Os. 14:8; Mi. 5:12-14; Zac. 13:2-6; 14:9).
•  En todas las naciones se ofrecerá incienso al nombre del Señor como un recordatorio (Mal. 1:11).
•  Se construirá en Egipto un altar y un pilar para el Señor (Is. 19:19).
•  Jerusalén será el centro de enseñanza de la Palabra de Dios. Todas las naciones subirán a ella para recibir instrucción (Is. 2:2-3).
•  Los sacerdotes enseñarán a Israel el conocimiento de Dios. Israel a su vez enseñará a las naciones, y como resultado la tierra estará llena del conocimiento de Dios (Ez. 44:23; Sal. 145:11-12; Mal. 2:7; Is. 2:3; 11:19; 61:6; Hab. 2:14; Jer. 31:33-34).
•  El poder del Espíritu Santo será derramado sobre Israel con señales y milagros, e Israel usará este poder para ser una bendición para el mundo. No habrá más prejuicios hacia los gentiles (Gn. 47:7; Jl. 2:28-30; Mi. 5:6-8).
Cambios morales
•  Como resultado del aprendizaje de los caminos de Dios, y del caminar por ellos por parte de las naciones (Is. 2:2-3; Zac. 8:22-23), habrá un vasto cambio moral en la tierra. Cesarán la corrupción, violencia, inmoralidad, mentiras, robos, maledicencias cesarán. Habrá una estricta observancia de la rectitud, la honestidad y el limpio vivir.
•  La santidad caracterizará cada aspecto de la vida de Israel. “Santidad al Señor” estará escrito en las campanillas de los caballos (representa la vida pública), en las ollas de la casa del Señor (representa la vida religiosa), y en las ollas de Jerusalén y Judea (representa la vida privada; Zac. 14:20-21).
•  En el milenio no serán necesarias las llaves y los cerrojos (Zac. 5:3-4; 14:11).
•  Si el mal se manifestase por sí mismo durante el reino de Cristo (el milenio), será juzgado abiertamente cuando aparezca. Aquellos que pequen, pecarán sin un tentador porque Satanás estará atado en estos tiempos. Un rollo volador de juicio (simbólico) saldrá desde el Señor sobre la faz de toda la tierra, y caerá sobre todo aquel que ha hecho mal. Esta limpieza de la tierra quitando todos los pecadores, tendrá lugar cada mañana durante los mil años de reinado de Cristo (Sal. 101:3-8 JND; Sof. 3:5, margen; Zac. 5:1-4; Sal. 34:12-16; 1 R. 2:36-46*).
•  Habrá paz mundial. Cesarán las luchas raciales (Sal. 46:9; 72:6-8; Is. 2:4; Mi. 4:3; Os. 2:18; 1 R. 5:4*; Is. 60:18; Sal. 147:14).
La revocación de la maldición
•  La creación misma será liberada de sus ataduras y su maldición. La tierra cantará (figuradamente) como si disfrutara su jubileo (Ro. 8:19-22; Is. 35:1-2; Sal. 65:13; Zac. 14:11 JND; Ap. 22:3).
•  Los ciegos, sordos, mudos y cojos, serán sanados (Is. 35:5-6; Sal. 146:8).
•  No habrá más enfermedad o peste de ninguna especie. Consecuentemente, no habrá más necesidad de doctores, dentistas, etc. (Is. 33:24; Sal. 103:3).
•  La longevidad antediluviana será restaurada en la época milenial. Retirada la maldición, la muerte quedará postergada. Aquellos que entren al milenio en la tierra, vivirán a través de sus mil años de duración si no pecan. Aquellos que mueran, será por sus propios pecados y a causa del juicio de Dios (Zac. 5:1-4; Sal. 101:8; Sof. 3:5; etc.). Los que tengan cien años de edad no serán vistos como viejos, sino que se los considerará como un niño (Mt. 25:46 se refiere a “la vida eterna” sobre la tierra; Sal. 128:6; Sal. 133:3, “vida para siempre jamás”; Dn. 12:2, “vida eterna” sobre la tierra; Is. 65:20; Sal. 92:14; Zac. 8:4).
•  No habrá más lágrimas para los habitantes de la tierra. La gente será feliz (Ap. 7:17; Is. 25:8; 30:19; 35:10; 65:19,22-23; Sal. 144:15).
•  La gente en la tierra disfrutará de grandes familias (Sal. 107:41; Sal. 128; Sal. 144:12; Is. 60:22; 65:23; Zac. 8:5).
Cambios en el reino animal
•  Conectado con el hecho de que la maldición será levantada de la tierra, Dios producirá que los instintos salvajes y asesinos de los animales de la creación inferior, sean cambiados. El lobo y el cordero vivirán juntos. Los niños jugarán con leones y serpientes, y no serán lastimados. El hombre podrá dormir en los bosques y no será dañado (Is. 11:6-9; 35:9; 65:25; Ez. 34:25).
•  La dieta de los animales carnívoros será cambiada. “El león comerá paja como el buey” (Is. 65:25).
•  El hombre aparentemente retornará a una dieta vegetariana, como en los tiempos previos al diluvio (Gn. 1:29). Sin embargo, comerán pescado (Ez. 47:9-10), pero probablemente no comerán carne.
•  No habrá más cacerías (Os. 2:18).
Cambios en la agricultura
•  Como resultado del levantamiento de la maldición habrá un tremendo incremento de la fertilidad. La agricultura florecerá. La tierra producirá cosechas en una forma nunca vista antes (al menos desde la caída del hombre — Gn. 3) (Sal. 65:9-13; Sal. 67:6; 144:13-14; Is. 27:6; 35:1-2,7; Jl. 2:21-27; 3:18; Am. 9:13-15; Mi. 4:4; Zac. 3:10).
•  Habrá un río nuevo de aguas curativas fluyendo desde debajo del templo hacia el centro de Jerusalén. Se dividirá en dos brazos: uno hacia el este, que desembocará en el Mar Muerto, y otro hacia el oeste, que desembocará en el Mar Mediterráneo. Fluirá por el valle que el Señor ha hecho sobre el Monte de los Olivos. Este río tendrá propiedades curativas, y enriquecerá y fertilizará la tierra (Ez. 47:1-9; Zac. 14:4,8; Sal. 65:9-10; Jl. 3:18).
•  No habrá ni espinos ni ortigas ni cardos, salvo en la tierra de Edom. Esto contribuirá grandemente a la fertilidad (Is. 34:13; 55:12-13).
•  El desierto florecerá como una rosa (Is. 35:1-2,7).
•  Los lugares más inverosímiles de la tierra, tales como los picos de las montañas, producirán abundante cosechas (Sal. 72:16).
•  Los campos y praderas estarán cubiertos de rebaños, y los valles de granos (Sal. 65:13; 144:13-14).
•  Las armas serán transformadas en herramientas de trabajo para el campo (Is. 2:4; Mi. 4:3).
•  Las cosechas serán tan grandes, que no dará tiempo suficiente para levantarlas de los campos antes de que llegue el tiempo de la siembra. “El que ara alcanzará al que siega, y el que pisa las uvas al que lleva la semilla” (Am. 9:13).
•  Los granjeros disfrutarán de sorprendentes resultados con sus rebaños. Una vaca joven (generalmente incapaz de producir grandes cantidades de leche) producirá tanta cantidad, que los granjeros podrán producir mantequilla con el excedente (Is. 7:21-22).
•  La tierra de Israel será tan fértil que será como el jardín del Edén (Ez. 36:35).
•  La enorme cantidad de vacas y ovejas del pueblo de Israel llenará la tierra de tal manera, que poblarán las calles de las ciudades (Sal. 65:10-13; Sal. 144:13-14; Is. 30:23-24).
•  A lo largo de las orillas del nuevo río, que fluirá desde el templo, crecerán toda clase de arboles frutales. Serán tan productivos que fructificarán todos los meses, y no anualmente como hoy (Ez. 47:12 JND; Dt. 33:14).
•  Las aguas del Mar Muerto serán sanadas y se llenará de una multitud de peces. Los pescadores poblarán sus orillas (Ez. 47:9-10).
•  Algunos lugares cenagosos y desolados en el Mar Muerto no serán curados (Ez. 47:11).
•  Hierbas medicinales hechas con las hojas de los árboles que se alinearán a las orillas del Mar Muerto, serán usadas para sanidad. Esto tal vez será para sanar machucones, cortaduras, etc. que la gente pueda sufrir (Ez. 47:12).
•  Como resultado de tal abundancia, no habrá más pobreza. Se acabarán los hombres pobres en la tierra. Se harán provisiones para los necesitados, las viudas y los huérfanos (Sal. 132:15; Is. 41:17; 65:21-23; Sal. 146:7).
•  La tierra de Edom, sin embargo, permanecerá en perpetua desolación de generación en generación a través del milenio. Zarzas y espinos crecerán en esta tierra desolada. Esto será un constante recordatorio para las naciones de las consecuencias de odiar al Señor y a Su pueblo Israel (Is. 34:9-15; Jer. 49:13; 17:18; Jl. 3:19; Mal. 1:3).
•  Las cuatro estaciones (primavera, verano, otoño e invierno) permanecerán tal cual en la tierra (Sal. 104:19; 147:15-18; Zac. 14:8; Gn. 8:22).
•  El sol aparentemente brillará con una intensidad siete veces mayor. Esto, tal vez, ayudará al crecimiento de los cultivos (Is. 30:26).
Cambios económicos
•  Se producirán también cambios en las condiciónes comerciales y económicas de la tierra, como resultado de la remoción de la maldición. El sistema comercial que hoy conocemos colapsará en la gran tribulación (Ap. 8:9), y no será levantado otra vez; aunque se establecerán algunas operaciones comerciales que serán usadas para la promoción del servicio del Señor (Is. 23:17-18).
Cambios topográficos
•  Habrán grandes cambios topográficos en la tierra (Is. 41:15-20).
•  Fluirán nuevos ríos en la tierra (Is. 30:25; 35:6-7; 41:18).
•  El río Eufrates, el río Nilo, y el río de Egipto, serán secados y no se usarán más (Is. 11:15; 19:5-8; 27:12; Ap. 16:12).
•  La “lengua” del Mar Rojo (probablemente la confluencia izquierda del mar cruzada por Israel en el tiempo de su éxodo desde Egipto) será secada (Is. 11:15).
•  Algunas montañas y valles serán nivelados como resultado de las sacudidas que el Señor dará a la tierra con terremotos, volcanes y otras catástrofes naturales (Sal. 97:1-5; Mi. 1:2-4; Is. 2:21; 40:4; Ez. 38:20).
La última rebelión
•  A pesar de que la gloria, el poder y la majestad del Señor se manifestarán a través de toda la tierra, muchos solo darán una obediencia fingida al Señor (Dt. 33:29 JND; Sal. 18:44; Sal. 66:3; 81:15, lectura marginal; 2 S. 19:18-23*).
•  Cuando el reinado de Cristo (el milenio) vaya llegando al final, Satanás será liberado del abismo insondable para probar a los habitantes de la tierra (no a los del cielo) por un corto período. Él engañará solamente a aquellos que han fingido obediencia en el reino, y los reunirá a todos juntos en una rebelión contra la amada Jerusalén (Ap. 20:7-9).
•  Cuando los rebeldes guiados por Satanás vengan contra Jerusalén, el Señor hará llover fuego del cielo y los destruirá (Ap. 20:9-10).
Satanás arrojado en el lago de fuego
•  Satanás será arrojado en el lago de fuego para siempre (Ap. 20:9-10; Mt. 25:41).
•  Los ángeles de Satanás también serán arrojados en el lago de fuego (Is. 24:22, “después de muchos días [el reinado de Cristo, el milenio] serán castigados”).
•  Los santos celestiales asistirán al Señor en el juicio de los ángeles (1 Co. 6:3).
Los cielos y la tierra disueltos
•  En este tiempo el Señor hará que los cielos y la tierra se disuelvan con gran calor (Job 14:12; Sal. 102:26; He. 1:12; 2 P. 3:10-12; Ap. 20:11; 21:1).
La segunda resurrección
•  La “segunda resurrección” tendrá lugar entonces. Es llamada también “la resurrección de condenación” o “la resurrección de los injustos” (Jn. 5:29; Hch. 24:15). Todos los que hayan muerto en sus pecados y sin fe a través de todo el lapso de tiempo entre Caín y el final del milenio, serán levantados y puestos delante del Señor, que estará sentado en el gran trono blanco, para ser juzgados. Este es el juicio de los muertos (malos) (Job 14:12; Hch. 10:42; 2 Ti. 4:1; 1 P. 4:5; Ap. 20:11-15).
El fin del tiempo
•  Los tiempos finalizan (1 Co. 15:24).
•  El Señor entonces entregará el reino (del Hijo del Hombre) al Dios el Padre, para que Él pueda dedicarse completamente a su esposa. Aunque Él entregará Su reino, no entregará su humanidad. El Señor permanecerá como hombre por toda la eternidad; y como hombre, el Hijo se sujetará al Padre para siempre (1 Co. 15:24-28; Ex. 21:6*).

El estado eterno

•  El Señor creará un cielo nuevo y una tierra nueva en donde morará la justicia. (En la era cristiana, mientras el Señor estaba ausente, la justicia sufría; en el milenio la justicia reinará; pero en el estado eterno, la justicia morará.) Será un estado permanente de cosas entre Dios y el hombre. El cielo y la tierra habitarán en una íntima armonía. Los nuevos cielos que serán hechos no son el cielo de los cielos, la morada de Dios. El cielo de cielos no sufrirá ningún cambio porque es, ha sido y será siempre perfecto (2 P. 3:12-13; Ap. 21:1-8; Lv. 23:36,39 — “el octavo día”).
•  Los santos justos del milenio terrenal serán trasladados aparentemente, desde la tierra milenial hasta la nueva tierra sin ver la muerte.
•  Desaparecerán todas las distinciones de tiempo, distinciones nacionales, geográficas y limitaciones como las del presente. Habrá un nuevo orden en la vida del hombre sobre la tierra. No habrá más género femenino ni masculino. Ningún enemigo o maldad invadirá jamás la escena de gloria. Este es el estado eterno. También es llamado “el día de Dios,” “la edad de las edades” y “el día de la eternidad” (Ap. 21:1-8; 2 P. 3:12 JND; 1 Co. 15:28; Ef. 3:21 JND; 2 P. 3:18 JND).
•  No habrá más muerte, ni más llanto, ni clamor, ni dolor (1 Co. 15:26; Ap. 21:4).
•  La nueva Jerusalén descenderá del cielo. Será la ciudad de los santos (Ap. 21:2-3).
•  Dios será todo en todos (1 Co. 15:28).
•  Al final habrá más personas en el cielo y en la tierra redimidos por Dios y gozando de Su favor, que en el lago de fuego bajo juicio. “Para que en todas las cosas Él [Cristo] tenga la preeminencia.” Comparar Proverbios 27:20 con Lucas 14:23; Colosenses 1:18.

Apéndice A: Sumario de las batallas durante la indignación

La “indignación” es un término usado por los profetas para describir un corto período de tiempo, de alrededor de setenta y cinco días (2½ meses), al final de los siete años de tribulación (Ro. 9:28; Dn. 12:5-13, desde el día 1260 hasta 1335). Durante este tiempo el Señor derramará Su indignación contra Israel a causa de Su controversia con él, por su pecado de idolatría y su alejamiento (Is. 10:5,25; 26:20; Dn. 8:19; 11:36; etc.). Para cumplir Su indignación contra Israel, Él empleará como instrumento a los Asirios, y a las naciones gentiles vecinas que tienen un odio profundo por Israel (Sal. 83:4-5). Luego de que las naciones sean usadas por el Señor para cumplir su tarea de humillar Israel, Él se “indignará” contra ellas en juicio (Is. 30:27-33; 34:2; 66:14; Jer. 10:10; Nah. 1:6; Hab. 3:12; Sof. 3:8).
¿Cómo sabemos que éste será el ordende los eventos?
La pregunta podría ser mejor hecha así: “¿Cómo podemos saber que las batallas durante la indignación ocurrirán en el orden dado en la primera parte del libro?” Aquí es donde creemos que es muy importante hacer una reseña de los profetas, los mayores y menores. Muchos estudiantes de profecías consideran principalmente los libros de Apocalipsis y Daniel en sus estudios, y consecuentemente pierden mucho. Ningún libro nos da el futuro profético en forma completa. Por lo tanto, cuando estudiamos profecía, es necesario tener a todos los profetas delante nuestro, y así podremos obtener un cuadro completo. Algunos profetas enfocan ciertos aspectos de la profecía. No es la intención de cada profeta cubrir el esquema completo de las cosas; pero ya sea que cubra una gran parte o una pequeña parte del cuadro profético, el orden en el plan general se mantiene a través de todos los profetas.
Ahora damos unas pocas reseñas de varios lugares en la Escritura, que confirman el orden dado en el siguiente sumario de siete puntos. El espacio no nos permite mirar todas las reseñas en la Escritura, pero confiamos que las que han sido dadas probarán en forma conclusiva que el orden es consistente con toda la Escritura.
Sumario de siete puntos de las batallas durante la indignación
1. Los ejércitos del Rey del Sur (Egipto y sus aliados) invadirán las tierras de Israel desde el sur (Dn. 11:40).
2. Los ejércitos del Rey del Norte junto con la confederación árabe, barrerán la tierra de Israel desde el norte dejándola desolada. Otros países situados alrededor de la tierra de Israel, serán afectados por este azote devastador. A medida que estos ejércitos se vayan abriendo camino hacia Egipto, marcharán derrotándolas también (Dn. 11:40-43).
3. Los ejércitos de la Bestia (confederación occidental) al escuchar de la invasión del Rey del Norte, vendrán desde el oeste a defender la tierra de Israel (Nm. 24:24; Ap. 16:13-14; 19:19).
4. Cuando la Bestia y sus ejércitos entren a la tierra de Israel, aparecerá el Señor con Sus ejércitos del cielo (los santos glorificados) para destruir a la confederación occidental. En ese momento la Bestia y el anticristo serán arrojados al lago de fuego (Ap. 16:15-21; 19:11-21).
5. Los ejércitos del Rey del Norte retornarán desde Egipto hacia la tierra de Israel, y serán destruidos por el Señor (Dn. 11:44-45; Jl. 2:20).
La restauración de Israel
Luego de que el Rey del Norte sea destruido y antes de que Rusia (Gog) baje desde el lejano norte, se producirá la restauración de Israel. Esta restauración tendrá lugar en dos fases (Ez. 37).
A. El Señor se manifestará a Sí mismo en el Monte de los Olivos a los judíos (las dos tribus), quienes llorarán de arrepentimiento, y serán restaurados (Zac. 12:9-14; 14:4-5).
B. El reunirá a las diez tribus perdidas de Israel desde los confines de la tierra, las cuales también serán restauradas (Mt. 24:30-31).
No hemos colocado la restauración de Israel como un punto en este sumario, porque no es una batalla.
6. Cuando las doce tribus de Israel estén habitando seguras en su tierra, los ejércitos de Gog (Rusia) y muchas otras naciones con ellos, vendrán desde las parte más lejanas del norte en un intento por destruir Israel. El Señor rugirá desde Sión, y destruirá a las hordas rusas y a los ejércitos que las siguen (Ez. 38-39).
7. Luego de destruir a los ejércitos rusos (Gog), el Señor guiará a los ejércitos del recientemente reunido Israel, en una victoriosa conquista para tomar toda la herencia prometida por Dios a Abraham (Is. 11:14; Mi. 4:13; Jer. 51:20-23).
“La indignación” termina propiamente con el Señor destruyendo los ejércitos guiados por Rusia (los Asirios en su forma final).
1. Daniel 11-12
Daniel 11 ofrece una detallada relación de las batallas entre los dos reyes, el del norte (Siria) y el del sur (Egipto). Los versículos 1-35 se han cumplido en la historia anterior a Cristo, por varios reyes del norte y del sur, pero desde el versículo 36 hasta el final del libro de Daniel, se detalla lo que aún falta por cumplir en un día futuro no muy lejano. El período de la Iglesia, de aproximadamente 2000 años, se sitúa entre los versículos 35 y 36 del capítulo 11. No se menciona a la Iglesia porque ésta no es tenida en cuenta en la profecía. La Iglesia es un misterio escondido en el corazón de Dios en épocas pasadas (Ef. 3:27; Col. 1:26-27; Ro. 16:25).
Los versículos 36-39 dan una breve descripción de los hechos del falso Mesías de los judíos (el anticristo) en la gran tribulación. Él promoverá la maldad y la idolatría, y llevará a muchos a la apostasía. Él continuará su curso de maldad hasta la indignación (vs. 36). Cuando la indignación comienza (vs. 40), el Rey del Sur (Egipto y sus aliados; vs. 43) invadirá la tierra de Israel desde el sur. Este es el punto uno en el sumario.
El Rey del Norte (podemos ver en varios lugares que estará acompañado de una confederación de naciones árabes) barrerá entonces a Israel desde el norte, desolándolo (vs. 40-41), y al mismo tiempo lo hará también con muchas naciones circundantes. Él continuará su conquista hasta Egipto, y derrotará también a sus ejércitos. Este es el punto dos en el sumario.
Mientras saquea Egipto, el Rey del Norte escuchará noticias provenientes del norte (vs. 44). Esta es una velada referencia a la Bestia y a sus ejércitos (la confederación occidental) entrando a la tierra de Israel (la cual está geográficamente al norte, vista desde Egipto, donde este rey estará). Entonces hará un intento por defenderla. Este es el punto tres del sumario.
Al mismo tiempo el Rey del Norte también escuchará noticias desde el este (vs. 44), lo cual se refiere probablemente a la aparición de Cristo con los ejércitos celestiales. La venida de Cristo será aparentemente desde el este (Mt. 24:27). La primera cosa que Cristo hace en Su aparición es destruir a la confederación occidental. Este es el punto cuatro del sumario.
Luego de escuchar estas noticias, el Rey del Norte retornará desde Egipto a la tierra de Israel, y será destruido por el Señor (vs. 44-45). Este es el punto cinco del sumario.
Luego de que el Señor haya terminado con la confederación occidental y con el Rey del Norte, el pueblo judío será liberado y restaurado (Dn. 12:1). En este momento el Señor efectuará también una resurrección nacional (no literal), y se producirá el retorno de las tribus de Israel que han sido esparcidas a través de la tierra (Dn. 12:2-3). Habrá dos clases de personas entre ellos, los verdaderos y los falsos. Los rebeldes (los falsos que no tengan fe) serán expulsados de entre ellos hasta las fronteras de la tierra (Ez. 20:34-38). Los verdaderos (aquellos que tengan fe) irán hacia la tierra y, más tarde, disfrutarán de las bendiciones del reino de Cristo en la tierra — el milenio. Esto responde al intervalo que en el sumario aparece entre los puntos cinco y seis.
Los puntos seis y siete del sumario no se incluyen en esta reseña de Daniel, porque el asunto de Daniel es el curso de “los tiempos de los gentiles,” los cuales se cerrarán con la aparición del Señor (Lc. 21:24-28). Gog viene desde el norte luego de que el Señor ha retornado y establecido Su reino en Israel, como otras reseñas lo mostrarán.
2. Apocalipsis 16:12-21
Estos versículos muestran que cuando la sexta copa sea derramada, una confederación del este comenzará sus avanzas hacia la tierra de Israel (vs. 12). Esta es la misma confederación que se menciona en Daniel 11:40-45, bajo el nombre del Rey del Norte. Cuando en la Biblia se mencionan a estos ejércitos en oposición al Rey del Sur, se los llama los ejércitos del Rey del Norte; pero cuando se los menciona en oposición a los poderes occidentales (la Bestia), se los llama los reyes del este. En el libro de Apocalipsis son llamados los reyes del este debido a que Apocalipsis desarrolla la profecía desde un punto de vista occidental. En el Antiguo Testamento son mirados como los ejércitos del Rey del Norte (también llamados los Asirios), debido a que el Antiguo Testamento desarrolla la profecía desde el punto de vista de Israel, donde los Asirios eran su gran enemigo. Esto responde a los movimientos de los ejércitos dados en el punto dos del sumario.
A medida que vengan estos reyes confederados del este (y del norte) de Israel, los ejércitos occidentales, bajo el liderazgo de la Bestia, se reunirán juntando sus fuerzas y entrando a la tierra (vs. 13-14). Este es el punto tres del sumario.
Cuando los ejércitos occidentales entren a la tierra de Israel, el Señor vendrá del cielo como un ladrón (vs. 15). El juzgará a la confederación occidental bajo la figura de la Babilonia política (7ª copa; vs. 17-21). Es importante distinguir entre la Babilonia religiosa y la Babilonia política. El juicio que aquí se refiere no es el juicio de la Babilonia religiosa (la gran ramera). El juicio de la Babilonia religiosa se lleva a cabo alrededor de la mitad de la semana, cuando el lado político de Babilonia, la Bestia, se vuelva contra el poder religioso (la mujer) y lo destruya (Ap. 17:16). Apocalipsis 16:17-21 Se refiere al juicio final de Babilonia en su orden político, bajo el liderazgo del cuerno pequeño de Daniel 7. Cada vez que Babilonia es descripta como la ramera en el libro de Apocalipsis, se refiere a su lado religioso; pero cuando es descripta como ciudad, se trata de su aspecto civil o político (es de notar que en Apocalipsis 14:8 la frase “aquella gran ciudad,” no debería estar en el texto; ver traducción JND, porque ese versículo se refiere a la Babilonia religiosa). Este es el punto cuatro del sumario.
Esta reseña cubre los puntos dos al cuatro, pero nótese que se mantiene el orden aunque no se mencionan todas las batallas del sumario. El libro Apocalipsis, estando en el Nuevo Testamento, da la profecía desde un punto de vista occidental, por lo tanto detiene la secuencia de las batallas cuando las potencias occidentales son destruidas. Aunque Apocalipsis 16:14 indica que más batallas serán peleadas (ejércitos del mundo entero vendrán a la tierra de Israel), no se describen porque éste no es el tema de Apocalipsis.
3. Números 24:20-25
En esta parábola de Balaam aprendemos qué es lo que va a suceder en los últimos días de Israel (vs. 14). Asiria (los Asirios, tipo del Rey del Norte y sus ejércitos) invadirá la tierra y la dejará en desgracia. Israel será desolado en este tiempo por este destructor del norte, pero los efectos de las incursiones de este invasor no se mencionan en esta profecía. Esto es debido a que la parábola de Balaam no contempla a Israel en su pecado, por lo tanto no los ve bajo el castigo de Jehová. En este sentido, los Asirios eran particularmente usados como la vara de Jehová (Is. 10:5-6).
Amalec (vs. 20) también será afectado por Asiria cuando ésta pase a través de la tierra. Los ancestros de Amalec pueden ser rastreados hasta Génesis 14:7, y sus descendientes se funden más tarde con la descendencia de Esaú (Gn. 36:12-16), quien a su vez se ha fusionado con Ismael (Gn. 28:9). Ellos son los progenitores de las naciones árabes de hoy. Su juicio comenzará en el momento de la consumación de toda la tierra por el Rey del Norte (Asiria).
Luego de juzgar a Amalec, Asiria consumirá a los Ceneos. Los Ceneos eran una rama de los Madianitas que se asentó en el extremo sur de la tierra de Judá y en las tierras desérticas, pero aparentemente su origen es Egipto. Si esto es para ser entendido como Egipto, como algunos eruditos creen, podemos acreditar que los ejércitos destructores de Asiria continuarán abriéndose camino hacia Egipto, hasta devastarlo. Esto responde al punto dos del sumario.
Cuando Asiria arrase la tierra de Canaán de norte a sur, las naves de Quitim vendrán desde el oeste para afligir a Asiria. Quitim no se refiere solamente a la Isla de Chipre, sino a todas las potencias marítimas mediterráneas occidentales, y particularmente a Roma (Jer. 2:10; Ez. 27:6; Dn. 11:30). Esto responde a los ejércitos del revivido imperio romano — la confederación occidental — viniendo desde el oeste para intentar detener al Rey del Norte en su conquista. Este es el punto tres del sumario.
“El perecerá para siempre” (vs. 24) se refiere a la Bestia, el gran líder del oeste, que encontrará su fin por los juicios del Señor sobre él. Sabemos por otras escrituras que esto sucederá cuando Cristo aparezca, aunque no se menciona aquí (Ap. 19:11-20). No se refiere a Asiria, como algunos han pensado, porque nunca se dice de Asiria que perecerá para siempre, o que será removida de la tierra como nación; pero sí se dice de los filisteos (Sof. 2:5), Edomitas (Ab. 10,18), Amalecitas (Nm. 24:20), y Babilonia (Is. 13:20; Jer. 50:3; 51:29; 43,62). El juicio de Babilonia es figura del juicio de las potencias occidentales. Asiria en realidad será restaurada, y le será dado un lugar de prominencia en el milenio (Is. 19:24). Este es entonces el punto cuatro del sumario.
Aunque solo unos pocos puntos del sumario (dos al cuatro) son vistos en esta profecía, la parábola de Balaam es valiosa porque muestra que las potencias occidentales entran en el conflicto luego de que el Rey del Norte ha pasado a través de la tierra dirigiéndose hacia Egipto. Nuevamente vemos que el orden es el mismo.
4. Las incursiones de Nabucodonosor y los Caldeos en los tiempos de Sedequías
El estado de las cosas entre los judíos antes de la caída de Jerusalén, en el tiempo de los reyes de Israel, es análogo con las condiciónes que prevalecerán entre los judíos que serán reunidos nuevamente en su tierra durante la tribulación. Esto es una anticipación de los eventos futuros, pero la condición postrera evidentemente será la peor (Mt. 12:43-45).
Los judíos bajo el reinado del malvado Rey Sedequías (Ez. 21:25), habían olvidado al Señor y rechazado las advertencias del profeta Jeremías (Jer. 37:2). La tierra estaba llena de maldad, violencia (Ez. 22), e idolatría (Ez. 8). Fue también un tiempo cuando prevalecieron el hambre y la pestilencia (Jer. 14:1-22). Los judíos se encontrarán en condiciónes similares en la gran tribulación. La masa de judíos apóstatas reunidos en la tierra, también tendrá un malvado rey (el anticristo, el falso Mesías; Dn. 11:36-39), y se entregará a toda clase de maldad, violencia (Sal. 10-11), e idolatría (Ap. 13:14-15). Existirá también un remanente fiel de los judíos que será perseguido a causa de la predicación de la Palabra de Dios (Ap. 14:1), del cual Jeremías y Baruc son un tipo.
Dios trajo juicio sobre Su pueblo culpable de la antigüedad, levantando a Nabucodonosor y a su ejército Caldeo, que es un tipo del Rey del Norte en la profecía. Nabucodonosor tenía una gran coalición de muchas naciones que le ayudaban (Jer. 34:1; 2 R. 24:1-2; Ab. 11-14; Hab. 2:5), las que son un tipo de la confederación árabe que ayudará al Rey del Norte (Sal. 83:5-8). Nabucodonosor vino desde el norte (Jer. 1:13-15; 4:6-7; 6:19,22; 10:22; 13:19-20; 25:9-11; 46:20) y desoló toda la tierra (Jer. 25:9-11). Él destruyó la ciudad de Jerusalén y el templo (Jer. 52). Cuando los ejércitos Caldeos estaban destruyendo Jerusalén, Sedequías el perverso rey Judío, escapó (Jer. 52:7-11). Es lo que justamente hará el falso Mesías, el anticristo (Zac. 11:17; Jn. 10:12-13). Luego de que Nabucodonosor destruyó Jerusalén, engañó a algunos de sus confederados cuyos países estaban situados alrededor de Israel, y los saqueó (2 R. 24:7; Ab. 7; Jer. 25:9). Los ejércitos confederados bajo el Rey del Norte harán lo mismo.
Nabucodonosor continúa luego su conquista hacia el sur hasta Egipto, derrotando a sus ejércitos (Jer. 46:13-26). Esta es una fuerte figura del futuro profético, cuando el Rey del Norte recorrerá la tierra de Israel hacia Egipto (Dn. 11:40-45). Esto responde al punto dos del sumario.
Luego de que Nabucodonosor haya completado su conquista a través de Israel y hasta Egipto, Dios juzgó a Babilonia (aproximadamente 32 años después de la caída de Egipto). El juicio de Babilonia habla típicamente del juicio sobre las potencias occidentales, el revivido imperio romano bajo el liderazgo de la Bestia (algunas veces mencionado como la Babilonia política; Ap. 16:17-21). Dios levantó a Ciro, Rey de Persia, para ejecutar Su juicio sobre Babilonia (Is. 45). Él es llamado “el ungido del Señor,” y obviamente es un tipo de Cristo. Esto es también una anticipación de eventos futuros, porque luego de que el Rey del Norte pase a través de la tierra de Israel hacia Egipto, la confederación occidental (Babilonia política) vendrá desde el oeste y será juzgada personalmente por el Señor en Su venida del cielo (Ap. 16:17-21). Estos son los puntos tres y cuatro del sumario.
Luego de que Ciro conquistó Babilonia (con la ayuda de Darío de Media; Dn. 5:30-31), liberó a los judíos y dio ordenes para la reconstrucción de Jerusalén (Is. 45:13; Esd. 1:1-4). Esto es un tipo de la liberación que el remanente judío fiel recibirá con la aparición de Cristo. Históricamente Babilonia a tenido a los judíos en cautividad, y lo hará otra vez cuando la Bestia y el anticristo tomen control de la tierra de Israel en la última mitad de la semana. Con la caída del revivido imperio romano (las potencias occidentales) y sus líderes, la Bestia y el anticristo, la tierra de los judíos (el remanente) será libre.
Es interesante ver que en Daniel 9, los setenta años de cautividad (vs. 1-2) están conectados con las setenta semanas de la profecía. Daniel oró por la liberación de los judíos luego de que los setenta años habían expirado, pero Dios le reveló que la final y total liberación de los judíos no sería sino hasta que setenta semanas de años (490 años) hayan pasado. De esto aprendemos que la antigua liberación de los judíos de Babilonia, es una pequeña anticipación de la liberación venidera que el remanente judío fiel obtendrá de la Babilonia política del libro de Apocalipsis, lo cual tendrá lugar al final de las setenta semanas de Daniel (Dn. 9:24-27). La profecía de Jeremías sobre la liberación histórica de los judíos de Babilonia (Jer. 50:4-8), va más allá de la inmediata aplicación (como lo hacen la mayoría de las profecías del Antiguo Testamento) pues contempla la aplicación extendida de la profecía, la cual se completará en los últimos días de Israel. El profeta incluye en su profecía el retorno de las diez tribus, lo cual no sucedió en aquellos días, pero sucederá en el futuro (Jer. 50:17-20). Esto respondería al intervalo que en el sumario aparece entre los puntos cinco y seis.
Entender el antecedente histórico de los tiempos en los que vivieron los profetas del período Babilónico no solo nos da una anticipación de los eventos futuros sino también la clave para entender muchas de sus profecías, como mostrarán las siguiente reseñas.
5. Jeremías 26-33
En el capítulo 26 Jeremías predice la destrucción del templo y de la ciudad de Jerusalén por los ejércitos confederados (Jer. 34:1; 2 R. 24:2) bajo Nabucodonosor (vs. 1-9). Como ya lo hemos visto en la profecía, Nabucodonosor y sus ejércitos son un tipo del Rey del Norte y su confederación árabe. Jeremías (que es un tipo del remanente fiel de los judíos) consecuentemente sufre persecución por parte del pueblo (que es un tipo de los judíos apóstatas del futuro) debido a sus impopulares profecías. Sin embargo, Jeremías es providencialmente preservado de los propósitos del pueblo de asesinarlo (vs. 8-16; Jer. 36:26). De la misma manera el remanente judío sufrirá persecución, pero será milagrosamente preservado por Dios (Ap. 12:13-17).
En el capítulo 27 Jeremías envía un mensaje a las naciones vecinas de Israel para advertirles que los ejércitos invasores de Nabucodonosor no se detendrían en Judá y Jerusalén, sino que también pondrían sus tierras bajo yugo.
En el capítulo 28 Jeremías encuentra mayor oposición de los seguidores del malvado Rey Sedequías, quien es un tipo del anticristo y del falso Mesías. Los capítulos 26-28 entonces hacen referencia al segundo punto del sumario.
En el capítulo 29 Jeremías envía un mensaje a los judíos cautivos en Babilonia. (Los Babilonios habían venido previamente a Jerusalén y habían tomado cautivo algunos de ellos.) Él anuncia que Babilonia (tipo de las potencias occidentales bajo la Bestia) será juzgada y los judíos liberados. Su mensaje para ellos fue que se sometieran a la voluntad de Dios, que permitió que ellos estuvieran cautivos, y que esperaran que se completaran los setenta años: momento en el cual Babilonia sería juzgada. El remanente judío fiel en la gran tribulación recibirá un aliento similar, y esperará diariamente por la destrucción de la Bestia y el anticristo, lo que sucederá al final de la semana setenta de Daniel (Dn. 9:24-27; Ap. 16:17-21; 19:19-20). Al igual que los cautivos que largo tiempo atrás tuvieron que esperar que se cumplieran los setenta años, el remanente judío fiel debe esperar hasta que se complete la semana setenta de Daniel. El capítulo 29 entonces nos proyecta sobre el tercer y el cuarto punto del sumario, especialmente sobre la destrucción de los poderes occidentales bajo la Bestia.
Los capítulos 30-33 contienen las promesas de restauración de Israel. En el capítulo 30, el Señor promete reunir a las tribus dispersas de Israel y reconstruir la ciudad de Jerusalén. En el capítulo 31, se muestran los dos medios a través de los cuales el Señor restaurará a Israel: “gracia” (vs. 2) y “amor” (vs. 3). Nótese que no es por la ley, porque la ley no puede restaurar a nadie, pero la gracia y el amor sí. Es a causa del efecto de estos dos elementos trabajando en el corazón de las tribus dispersas, que ellos vuelven a sus tierras en arrepentimiento (vs. 4-21) y habitan allí bajo las condiciónes del “nuevo pacto” (vs. 22-40). En el capítulo 32 Jeremías lleva a cabo la compra de las tierras de su tío (vs. 1-35), lo que ilustra la garantía del Señor de que la tierra de Israel sería rehabitada por su pueblo. Las tribus que volverán y comprarán campos por dinero y habitarán en ellos (vs. 36-44). Luego, en el capítulo 33, se predice la reconstrucción de la ciudad de Jerusalén, con el Señor tomando Su lugar entre Su pueblo para bendición (vs. 1-16). Los capítulos 30-33 claramente responden al intervalo entre los puntos cinco y seis del sumario.
Esta serie de profecías de Jeremías concluyen en el capítulo 33. Aunque no todos los puntos del sumario son dados aquí, podemos ver en los que sí se dan, que el orden de los eventos en la “indignación” es maravillosamente consistente.
6. Jeremías 46-51
Los capítulos 34-45 dan detalles acerca de la caída de Jerusalén, y del juicio sobre los judíos por medio de Nabucodonosor y los Caldeos. Como ya hemos visto, esta es una figura de la futura destrucción de Jerusalén por los ejércitos confederados del Rey del Norte. Pero en los capítulos 46-51 Dios anuncia que si Él iba a juzgar a Su pueblo (los judíos), juzgaría también a los gentiles. Los capítulos 46-51 hacen una lista de diez naciones gentiles que serían también juzgadas en aquel tiempo: Egipto, Filistea, Moab, Amón, Edom, Damasco (capital de Siria), Cedar, Hazor, Elam y Babilonia.
Aunque estos juicios fueran completos en el día de Nabucodonosor, han sido registrados en la Biblia como una figura de lo que el Rey del Norte hará en el día venidero, cuando la profecía se cumpla. El orden de los juicios como suceden en este capítulo es una anticipación del orden de los juicios que sucederán en el futuro. Una mirada cuidadosa a estas profecías, mostrará que cuando el Espíritu de Dios las escribió tenía en mente el fin de los tiempos. Algunos de los hechos mencionados no sucedieron en la historia, y aun esperan su cumplimiento. Esto es verdad para muchas de las profecías del Antiguo Testamento, y nos sirve para entender que el Espíritu tenía en mente más que solo la inmediata aplicación a Nabucodonosor.
El capítulo 46 es una profecía de la famosa batalla de la historia que le dio a Nabucodonosor la indisputada supremacía sobre el mundo civilizado. Esto da comienzo al “tiempo de los gentiles” (Lc. 21:24). Egipto y sus aliados fueron a través de la tierra de Israel a encontrar a Nabucodonosor y a sus ejércitos, que venían desde el norte. En los versículos 3-12 tenemos la reunión de los ejércitos egipcios y el orden de marcha a través de la tierra de Israel. Esto es una anticipación del punto uno del sumario.
Nabucodonosor derrotó a los ejércitos de Faraón y prosiguió hacia el sur a través de la tierra de Israel, dirigiéndose hacia Egipto tomando también su tierra (vs. 13-26). Luego en los capítulos 47-49 vemos que varias naciones vecinas de Israel cayeron bajo juicio, cuando el ejército de Nabucodonosor pasó por ellas. Las vemos escapando en todas direcciones para salir del camino de los ejércitos que venían saqueando y robando. Esta es una anticipación del punto dos del sumario.
Luego en los capítulos 50-51 Tenemos el juicio a la ciudad de Babilonia. Esto no se refiere a Nabucodonosor y su ejército conquistador, sino que es una referencia al Rey Belsasar en la tierra de Babilonia, que setenta años más tarde es removido en tiempo y circunstancia. El juicio de Babilonia (la ciudad), como lo hemos mostrado, es un tipo del juicio de las potencias occidentales bajo el liderazgo de la Bestia y el anticristo. Ciro, el Rey de Persia, ya ejecutó el juicio (Is. 44:28-47:15; Darío de Media lo ayudó, Dn. 5:30-31). Ciro es un tipo del Señor Jesucristo, quien vendrá desde el cielo con Sus ejércitos al final de la tribulación, para destruir a los ejércitos occidentales que vienen desde el oeste.
El capítulo 51:1-2 describe un viento destructor y “aventadores” que aventarán y vaciarán la tierra de Babilonia, lo cual es una figura del juicio selectivo que en la siega los ángeles efectuarán sobre la tierra profética, cuando “uno sea tomado y el otro sea dejado” (Mt. 13:39-43; 24:40-41). Luego que este juicio sea ejecutado, la gente en Babilonia (occidente) será reducida en número. Estos capítulos son entonces una anticipación de los puntos tres y cuatro del sumario.
Luego de que Ciro juzgó Babilonia, liberó a los judíos que estaban cautivos allí, y un remanente de ellos retornó a la tierra de Israel (Is. 45:13; Esd. 1:14). Esto es predicho en Jeremías 50:4-20. La profecía en realidad va más allá del retorno de los judíos, y contempla también el retorno de las diez tribus. Esto respondería a la restauración de Israel situada en el intervalo del sumario, antes de la venida de Gog (Rusia) en el punto seis.
Aunque la profecía de Jeremías no va más allá del juicio de Gog (Rusia), sí cubre los cuatro primeros puntos del sumario y la restauración de Israel. Podemos ver aquí que el orden de estos eventos es el mismo.
7. Ezequiel 24-48
Ezequiel da, tal vez, una de las más completas reseñas proféticas, en la que cubre casi todos los puntos del sumario.
Los primeros veintitrés capítulos contienen los testimonios de Dios contra los judíos en general, por su pecado e idolatría. Los capítulos 22-23 muestran su triste condición delante de Dios como corruptos, ya sean los profetas, los sacerdotes, el rey, los príncipes y el pueblo. Como consecuencia, en el capítulo 24 Dios trajo el juicio sobre Judá y Jerusalén por medio de los ejércitos de Nabucodonosor, quien bajó desde el norte y destruyó la ciudad, y quemó el templo.
Los capítulos 25-28 dan cuenta de sus ejércitos diseminados en los países vecinos de Israel, y el saqueo producido en ellos. Amón, Moab, Edom, Filistea, Tiro y Sidón, compartieron el mismo juicio mientras Nabucodonosor recorría la tierra de norte a sur.
Luego los capítulos 29-30 muestran que él procedió hacia Egipto, destruyéndolo; y a sus aliados también. Repitamos que si bien estas batallas fueron históricamente cumplidas en los tiempos de Nabucodonosor, han sido registradas en la Biblia debido a su significancia profética. Podemos ver aquí que detrás de las históricas conquistas de Nabucodonosor, tenemos una verdad profética que se cumplirá en un día futuro.
Son entonces los capítulos 24-30 otro anticipo de lo que serán las incursiones del Rey del Norte de acuerdo al punto dos del sumario.
El capítulo 31 muestra que el juicio de los Asirios no es completo al menos en su primer ataque. Esto respondería al punto cinco del sumario, porque el Asirio es otro tipo profético del futuro invasor del norte.
El capítulo 32 es una lamentación de todos los que han caído y caerán en batalla. El juicio es una obra extraña de Dios (Is. 28:17). Él no toma placer en esto, sino que lamenta lo que tiene que ser hecho.
Los capítulos 33-37 dan la restauración de Israel y su restablecimiento en la tierra. Un remanente de los judíos en Israel guardará las advertencias de Dios (cap. 33:1-20), y será perdonado. Esto es ilustrado con una persona escapando de Jerusalén cuando esta fue destruida (cap. 33:21-29). Los pastores de Israel (los falsos líderes del malvado gobierno del anticristo en la tierra) serán removidos y reemplazados por el verdadero pastor de Israel, Jesucristo (cap. 34). En el capítulo 35, con Israel en el camino de ser restaurado, se advierte a su viejo enemigo Edom del juicio venidero. El capítulo 36 contiene la promesa del Señor de restaurar la tierra luego de su desolación (vs. 1-20), y de restaurar a su pueblo en ella (vs. 21-38). Las diez tribus son vistas luego en el capítulo 37, siendo revividas, retornando a su propia tierra, y uniéndose a las dos tribus (los judíos) bajo el reinado de Cristo. Los capítulos 33-37 entonces responden a la restauración de Israel en el intervalo entre la destrucción del Rey del Norte y la de Rusia (Gog).
Los capítulos 38-39 muestra el ataque de Gog (Rusia) sobre las recientemente reunidas tribus de Israel. Este es el punto seis del sumario.
El capítulo 39:9-10 hace referencia a Israel despojando a sus enemigos. Este es el punto siete en el sumario.
En los capítulos 40-48 comienza el reinado de Cristo sobre la tierra (el milenio), la construcción del templo, y la división de la tierra de Israel para que las doce tribus habiten en ella.
El juicio de Babilonia (figurativamente el juicio a las potencias occidentales) no es mencionado en Ezequiel. Esto es conspicuo por su ausencia. Esto es debido a que Ezequiel estuvo cautivo en Babilonia, y no correspondía a él, que debía someterse a la cautividad (Jer. 29), hablar en contra de las autoridades gobernantes. Así que Ezequiel hace silencio en lo que respecta al juicio de Babilonia. Daniel, de la misma forma, en Babilonia tampoco habló de su juicio (sino de una forma velada) hasta la misma noche que Babilonia fue juzgada (Dn. 5).
8. Abdías
La profecía de Abdías enfoca exclusivamente el juicio de Edom. Muchos de los puntos del sumario no se ven en este libro porque no tienen que ver con el juicio a Edom, del cual se ocupa Abdías. Los pocos puntos que son cubiertos nos muestran cómo y cuándo se hará este juicio. Este pequeño libro indica que el juicio se desarrollará en tres etapas, finalizando con el pueblo de Edom siendo totalmente aniquilado de sobre la faz de la tierra.
Los versículos 1-14 han sido históricamente cumplidos en los tiempos de Nabucodonosor. El reunió una gran coalición de ejércitos de muchas naciones, entre los cuales estaba Edom (Jer. 34:1; 2 R. 24:2). Luego de que el rey pasó a través de la tierra de Israel y tomó Jerusalén (vs. 11-12), traicionó a Edom y a algunos de sus otros aliados (vs. 7), entrando en sus países y despojándolos. Los primeros nueve versículos dan cuenta de su traición.
El versículo 1 es un llamado a través de las filas de esta enorme confederación bajo Nabucodonosor, para volverse sobre la tierra de Edom, la cual está junto a Israel. El versículo 2 da el resultado: Edom es diezmado en número. Los versículos 3-4 nos dan la razón: su orgullo. Los versículos 5-9 muestran quiénes ejecutarán el juicio: sus propios aliados. Luego en los versículos 10-14 es expuesta la culpa de Edom: ellos ayudaron a la destrucción de los judíos y de Jerusalén; cuando deberían haber sido de ayuda para Israel su “hermano.”
Aunque esto sucedió en el tiempo de Nabucodonosor, tiene significancia profética y apunta al tiempo cuando el Rey del Norte invadirá la tierra de Israel en su camino hacia Egipto (Dn. 11:40-43). La confederación árabe bajo el Rey del Norte practicará la misma clase de traición en el futuro. Edom recibirá su primer golpe en aquel tiempo. Todo esto sucede en el tiempo del punto dos del sumario.
La profecía de Abdías salta sobre los siguientes puntos de sumario porque no están relacionados con Edom. Los versículos 15-16 hablan del tiempo en que Edom recibirá su segundo golpe. Se refieren al momento en que las naciones paganas que siguen a Rusia, se juntarán en Edom mientras se preparan para entrar a la tierra de Israel. A medida que las hordas comienzan a avanzar hacia la tierra, el Señor rugirá desde Sión (Él habrá retornado y estará en Sión en ese momento), y hollará el lagar de su ira (la vendimia) sobre ellos. Él saldrá hasta la tierra de Edom (Is. 34:1-8; 63:1-6). El juicio del Señor sobre las naciones paganas reunidas será tan terrible, que la tierra de Edom será devastada. Muchos en ella caerán en aquel tiempo. Esto sucede en el punto seis del sumario.
Luego de que el Señor pisotee el lagar en Edom, guiará a los ejércitos del reunido Israel en una poderosa conquista (Is. 11:14; Jer. 51:20-23; Mi. 4:13; 5:58; Sal. 108:7; 118:1-12). En aquel tiempo se le dará a Israel la oportunidad de extinguir cualquier remanente de los Edomitas, hasta que el último sea cortado de la tierra (vs. 17-21). Este será su tercer y definitivo golpe. Esto sucede cuando se cumple el punto siete del sumario.
9. Sofonías 1-3
En el capítulo 1 de Sofonías se anuncia la desolación de la tierra de Israel y del pueblo que se había involucrado en la idolatría (vs. 1-9). El instrumento de destrucción es nuevamente el ejército de Nabucodonosor, quien bajará desde el norte. Sofonías predice gráficamente cómo los ejércitos entrarán en Jerusalén. Primero, ellos irrumpirán a través de “la puerta del pescado.” Luego, entrarían en el segundo sector de la ciudad (Mactes). Finalmente, cada rincón de la ciudad será registrado (vs. 10-12). Los bienes de la ciudad serán tomados como presa, y toda la tierra será devorada (vs. 13-18).
En el segundo capítulo el pueblo es llamado al arrepentimiento, y se le dice que busque a Jehová que quizá pueda salvarlo en aquel día (vs. 1-3). Sofonías procede a hablar de la destrucción que vendría sobre las naciones vecinas en aquel tiempo, a través del destructor del norte (vs. 4-11). Luego habla de los Etíopes (los aliados de Egipto) siendo derrotados por los ejércitos del norte, que entrarán a sus tierras (vs. 12).
Nuevamente sentimos la necesidad de mencionar que aunque esto sucede en los días de Nabucodonosor, se registra en la Biblia debido a la significación típica que tiene, porque esto es lo que el Rey del Norte hará en el día venidero cuando se cumpla la profecía. Una mirada cuidadosa a estas profecías de Sofonías muestran que cuando el Espíritu de Dios las escribió, tenía realmente a la vista el fin de los tiempos. Algunos de los hechos mencionados no se cumplieron en la historia y aún esperan por cumplirse. Esto es verdad para muchas de las profecías del Antiguo Testamento, lo que nos lleva a darnos cuenta que el Espíritu tenía más en mente que la sola y la inmediata aplicación a Nabucodonosor. Los capítulos 1-2:12 responden entonces al segundo punto del sumario.
Sofonías salta entonces por encima la destrucción de las potencias occidentales — Babilonia (que no es el tema de su profecía) — y continúa hablando del juicio a los Asirios (Sof. 2:13-15). Aunque no quisiéramos ser dogmáticos acerca de esto, ésta parece ser una referencia al Rey del Norte (el primer ataque de los Asirios en la profecía) cayendo bajo juicio por la mano del Señor. Las incursiones Asirias a través de la tierra de Israel en una fecha históricamente más temprana que Nabucodonosor, son también una figura del Rey del Norte en la profecía. Si esto es así, entonces responde el punto cinco del sumario.
En el capítulo 3 la ciudad de Jerusalén es descripta como profanada y con necesidad de una limpieza (vs. 1-4). Esto es lo que el Señor hará cuando Él es visto tomando Su legítimo lugar en la ciudad (vs. 5-7). Esto sucederá en el tiempo que Israel sea restaurado en la tierra. Antes de que las bendiciones del reino de Cristo sean descriptas por el profeta en la última parte del capítulo, se menciona una final reunión de naciones para la batalla (vs. 8). Este grupo de naciones solo podría ser aquel grupo bajo Gog (Rusia), porque es la única confederación de naciones mencionada en la Biblia que se reúne para la batalla luego de que el Señor ha restaurado a Israel y se encuentra habitando en Jerusalén. Esto responde al punto seis del sumario.
Luego de que estas naciones son destruidas por el Señor, se describen las bendiciones mileniales del reino. El Señor, el Rey de Israel, es visto en el medio de Su pueblo terrenal, Israel (vs. 9-17). Cualquier remanente de las diez tribus de Israel que aún no haya vuelto a su tierra, lo hará en este tiempo (vs. 18-20).
10. 2º Crónicas 28-32
La historia de las incursiones Asirias en tiempos de Acaz y Ezequías nos da otra típica figura de los eventos futuros.
Acaz reinaba como rey en Jerusalén en un momento de la historia de Israel, en que se encontraban en un estado muy bajo (2 R. 16:1-4). El es un tipo del anticristo, el rey testarudo (Dn. 11:36-39), quien reinará sobre los judíos apóstatas en la gran tribulación. Acaz fue culpable de sacar el altar de Jehová y colocar un dios extraño en su lugar (2 R. 16:10-18). Su acto de sacar el altar de Jehová y sus utensilios (2 Cr. 28:24; 29:19), es típico de lo que la Bestia y el anticristo harán en medio de la semana setenta de Daniel, haciendo que cesen los sacrificios y la adoración de los judíos (Dn. 9:27; 12:11). La colocación de un nuevo y extraño altar en el templo es un tipo del levantamiento de “la abominación de la desolación” — la imagen idólatra de la Bestia (Dn. 12:11; Mt. 24:15; Ap. 13:14-15).
Cerca de aquel tiempo, los Asirios comienzan sus incursiones desde el norte hacia la tierra de Israel. Habiendo ya conquistado el reino de Siria (2 R. 16:9) y algunos de los pueblos del norte de Israel (2 R. 15:27-29), los Asirios estaban amenazando en tomar el resto de la tierra. El rey de Israel en lugar de volverse al Señor por ayuda, llama al rey de Egipto, quien entra a la tierra con sus ejércitos (2 R. 17:14; Is. 7:18-19). Proféticamente esto podría responder al punto uno del sumario.
Esto encendió la ira del rey de Asiria, quien descendió desde el norte y conquistó “toda la tierra” (2 R. 17:5-6). Dios permitió que Israel cayera bajo juicio en aquel tiempo, a causa de su pecado de idolatría (2 R. 17:7-23). Luego de conquistar la tierra de Israel, los Asirios procedieron a tomar Asdod, ciudad capital de Filistea (Is. 20:1). Luego continuaron su conquista hasta Egipto, derrotando a los Egipcios y a sus aliados (Is. 20:4-6). Esto respondería al punto dos del sumario.
Entonces muere el perverso Rey Acaz (tipo del anticristo), y es reemplazado en el trono de Jerusalén por el buen Rey Ezequías. Este es un tipo de Cristo (2 Cr. 29:1-2). Ezequías, apareciendo en este momento, es una figura de la venida de Cristo (la aparición). En este tiempo el anticristo será removido en juicio (Ap. 19:11-20; 2 Ts. 2:8). Esto sucede en el punto cuatro del sumario.
Cuando Ezequías llega al trono en Jerusalén, él reúne a Judá (los judíos) para ofrecer juntos ofrenda por su pecado (2 Cr. 29:21-24), lo cual fue un reconocimiento de que ellos habían pecado (comparar Zac. 12:10-14; Sal. 51). Más tarde, ellos ofrecieron ofrendas encendidas y sacrificios de acción de gracias (2 Cr. 29:27-36). Luego Ezequías procuró la reunificación de toda Israel bajo Jehová. El envió mensajeros para llamar a todas las tribus de Israel a venir a Jerusalén para celebrar la pascua. Algunas de las tribus se humillaron a sí mismas y se unieron a la celebración (2 Cr. 30). En ésta, se hizo expiación por todo Israel. Luego limpiaron la tierra de idolatría y, bajo el mandato de Ezequías, establecieron el orden de la verdad divina (2 Cr. 31). Esto habla típicamente del intervalo entre los puntos cinco y seis, cuando los judíos (las dos tribus) y las diez tribus de Israel serán restauradas al Señor.
Luego de que el orden divino fue establecido en la tierra bajo Ezequías, los Asirios vinieron nuevamente desde el norte para derrocar su reino. Esta vez estaban bajo el liderazgo de Senaquerib. A medida que su ejército se acercaba a Jerusalén, salió el ángel del Señor y los destrozó (2 Cr. 32:21; 2 R. 19:35). Senaquerib y los Asirios son un bien conocido tipo que aparece en la profecía, referido a la invasión final dirigida por Gog (Rusia), que será derrotado por el Señor. Este es el punto seis del sumario.
Luego de que los ejércitos de Senaquerib fueron derrotados, Dios engrandeció a Ezequías a la vista de las naciones, y así muchos le trajeron presentes (2 Cr. 32:22-23). En la misma manera, luego de que todas las guerras hayan terminado, la gloria de Cristo se difundirá a través de las naciones de todo el mundo en el milenio (Is. 66:19; Hab. 2:14; Mal. 1:11; Sal. 68:29; Sal. 72:10,19).
11. Isaías 7-9:7
Esta es solo una de las muchas reseñas del libro de Isaías que confirman el orden de las batallas dado en el sumario.
Las circunstancias en las cuales Isaías fue llamado a profetizar, se relacionan con la baja condición espiritual de Israel en los días del Rey Acaz. Como ya lo hemos mostrado, el Rey Acaz es un tipo del anticristo, del falso Mesías y el testarudo rey de los judíos en el futuro. Acaz había abandonado al Señor y se había vuelto a la idolatría (puso un altar idólatra en el templo; 2 R. 16:10-18; 2 Cr. 29:19). Esto es un anticipo del anticristo colocando una imagen idólatra de la Bestia en el templo (Dn. 9:27; 12:11; Mt. 24:15; Ap. 13:14-15).
El Rey Acaz se entera que dos de sus enemigos, que previamente habían estado actuando en forma independiente, habían unido fuerzas con un plan para destruir la casa de David, el linaje real en Jerusalén (Is. 7:1-2). Aunque estos enemigos hicieron gran daño al reino de Acaz, no tuvieron éxito en vencer a Acaz en aquel momento (2 Cr. 28:6; Is. 7:1). Además de esto, enemigos de otras naciones cercanas estaban presionando a Acaz (2 Cr. 28:17-18). Dios permitió esto debido a que Acaz y el pueblo habían abandonado al Señor (2 Cr. 28:6). Estos eventos son una figura de las presiones que aumentarán sobre los judíos, cuando ellos estén una vez más en su tierra durante la tribulación. Habrá “guerras y rumores de guerras;” “se levantarán nación contra nación y reino contra reino” (Mt. 24:6-7; comparar también Sal. 83:1-4).
Isaías fue enviado con su hijo Sear-Jasub hacia Acaz con un mensaje de Dios. Isaías es un tipo del remanente judío fiel que testificará a la nación apóstata en la tribulación. El mensaje de Isaías para el rey fue que se valiera de la protección del Señor, que no tuviera miedo sino que se volviera al Señor y confiara en Él. También él dijo que los designios de sus enemigos (“cabos de tizón que humean”) no prosperarían ni tendrían éxito, porque el Señor aplastaría a estos enemigos si él solo se volviese al Señor y creyese (Is. 7:3-9).
El Señor también alentó a Acaz para que le pudiera una señal si él no confiaba en su Palabra traída por el profeta Isaías, por lo tanto el Señor se probaría a sí mismo con Acaz. Sin embargo, Acaz piadosamente rechazó pedir una señal del Señor, clamando que él no quería tentar al Señor o fatigarlo (Is. 7:10-13). La falta de fe del Rey Acaz es una figura de la apostasía y la ausencia del temor de Dios que caracterizará al anticristo. Este no temerá “al Dios de sus padres” (Dn. 11:37; Sal. 10:4). Porque Acaz no confió en el Señor no le pidió una señal, de todas maneras el Señor mismo daría una señal: Emanuel sería dado al pueblo, nacido de una virgen (Is. 7:14). Esto fue cumplido en el nacimiento de Cristo (Mt. 1:21-23).
Antes de que Sear-Jasub (el hijo de Isaías) llegase a la edad de ser responsable (conociendo el bien y el mal), la tierra de Israel iba a ser desolada. El Señor iba a traer sobre la tierra al rey de Asiria. Esto sucedió porque Acaz rehusó la ayuda del Señor y contrató a los ejércitos de Asiria para que le ayudasen (2 R. 16:7-9); pero lo que él no notó es que los Asirios también tenían planes para la tierra de Israel. Ellos estuvieron bastante dispuestos a venir y destruir a los enemigos de Acaz, pero no iban a detenerse allí. ¡Iban a tomar el reino de Acaz también! De este modo Acaz, llamando a los Asirios, trajo en realidad el juicio de Dios sobre sí mismo y el pueblo de la tierra (Is. 7:15-16).
El capítulo continúa para mostrar que el Señor estaría detrás de la invasión. Él traería estos ejércitos invasores hacia la tierra porque Su pueblo le había dejado, y necesitaba ser humillado y llevado al arrepentimiento. El Señor “silbaría” no solo para que viniesen los Asirios sino también los Egipcios. La “mosca que está en el final de los ríos de Egipto” simboliza los ejércitos del rey de Egipto. La “abeja de la tierra de Asiria” simboliza a los ejércitos de Asiria. Pero nótese el orden, primero se silba a la mosca, y luego a la abeja (Is. 7:17-18). Este es precisamente el orden de los puntos uno y dos del sumario. Aunque estos eventos ocurren en parte en la historia, hay detalles mencionados en la última parte del capítulo que no han sido cumplidos, lo que muestra que aún habrá una futura aplicación de estas profecías que esperan cumplimiento.
El daño de la invasión Asiria es comparado a un peluquero. Ellos “afeitarán” la tierra de todo lo que haya en ella. El pueblo y la vegetación serían cortados. Luego de la devastación, allí solamente crecerán “espinos y cardos” (Is. 7:19-20,23-25).
En medio de estas solemnes advertencias de juicio venidero, Isaías también habla de la misericordia que Dios tendría hacia el remanente de Su pueblo, luego de la terrible invasión que habrá producido los resultados deseados en ellos. En Su ira, Él se acuerda de la misericordia (Hab. 3:2). Hay un brillante futuro que espera al remanente de Israel. La profecía de Isaías mira el día milenial cuando la tierra de Israel será bendecida por Dios, produciendo la agricultura resultado sorprendente (Is. 7:21-22).
El capítulo 8 muestra más detalles de la invasión Asiria, advirtiendo al pueblo de la certeza y la cercanía del juicio venidero, Dios le dice a Isaías que llame a su hijo Maher-salal-hasbaz, que significa “apresúrese al despojo.” Esto es para ilustrar lo que los Asirios harían luego. Isaías profetiza que antes que su hijo aprendiese las palabras más simples, los Asirios ya habrían tomado el reino de Siria y el reino del norte de Israel (Is. 8:1-4).
Isaías profetiza nuevamente porque este juicio iba a venir. El pueblo había rechazado la protección del Señor — “las aguas de Siloé” (paz); entonces iba a darles “las aguas del río” Eufrates — símbolo de los ejércitos de Asiria. Esta invasión fue comparada a un peluquero en el capítulo 7, pero ahora es comparada con un poderoso flujo de agua creciendo desde el Eufrates e inundando la tierra de Israel. Comparar Isaías 17:12-13; 28:15,18; Daniel 11:40. Las “alas” o bandas del gran ejército Asirio iban a llenar la extensión de la tierra. Esta invasión comparada con una inundación alcanzaría “aún hasta el cuello,” casi ahogando a la población. Solo un remanente del pueblo sobreviviría la devastación (Is. 8:5-8).
Isaías advierte a las naciones que se han aliado con Asiria que serán “rotas en pedazos.” La fe del remanente judío es descripta aquí. Es tal su fe que aún a pesar de que la tierra será devastada, están convencidos de que Dios juzgará a sus enemigos. No hablan del cómo y el cuándo; sólo hablan del juicio que caerá sobre sus enemigos. Su fe los lleva a decir con toda seguridad: “Porque Dios está con nosotros.” Esto es lo que “Emanuel” significa (Mt. 1:23). Aunque Emanuel no se había manifestado a sí mismo aún (Is. 8:17), su fe y esperanza están firmemente establecidas en Él (Is. 8:9-19; Sal. 80:17).
El remanente fiel (representado por el profeta Isaías en persona) recibe de Dios la palabra de que no tengan nada que ver con la conspiración, sino que santifiquen en sus corazones “al Señor de los ejércitos” y confíen solo en Él (Is. 8:11-14; Sal. 20:7). Muchos de los judíos apóstatas van a tropezar y serán engañados por el anticristo, pero el remanente fiel es animado a fortalecer el testimonio entre aquellos que son fieles, y es animado a esperar en el Señor (Is. 8:15-18).
También serán aconsejados (probablemente por los profetas entre ellos) a no recibir ni al anticristo ni a sus corruptos partisanos, ni a sus engaños idólatras, sino a probar todas las cosas por “la ley y el testimonio” — la santa Palabra de Dios (Is. 8:19-20).
El último par de versículos del capítulo nos muestra el terrible final de aquellos judíos apóstatas que han recibido y confiado en el anticristo. Cuando los Asirios (el Rey del Norte) comiencen a desolar la tierra, el anticristo se irá y los dejará en angustia (Zac. 11:17; Is. 22:19; Jn. 10:13). Aquellos pobres judíos apóstatas que hayan pensado que su falso Mesías y su “rey” podría milagrosamente liberarlos de sus problemas, descubrirán que han sido engañados por “el pastor inútil” (Zac. 11:17). Desesperados, maldecirán al rey y a Dios. En una nebulosa de oscuridad espiritual ellos buscarán confusamente en los cielos y en la tierra, pero nadie los ayudará. Dos tercios de los judíos de la tierra serán masacrados en aquel tiempo, por los ejércitos invasores de Asiria (Zac. 13:8). ¡Qué final más angustiante (Is. 8:21-22)!
Los capítulos 7:17-8:22 nos dan detalles acerca de la invasión del punto dos del sumario.
Mientras los judíos apóstatas se acercan a su final envueltos en la oscuridad espiritual a la que el anticristo les ha traído (Is. 8:22), el remanente fiel de los judíos recibirá liberación. “La oscuridad no es para la que está en angustia” (Is. 9:1 WK). El remanente fiel que ha estado en angustia por la terrible persecución llevada a cabo por el anticristo y la Bestia, recibirá liberación. Justo después de que el “azote violento” (el primer ataque de los Asirios; Is. 7:17-25; 8:7-8) haya recorrido la tierra hasta Egipto, el remanente, que habrá tenido que caminar a través de la oscuridad espiritual en la gran tribulación, verá una “gran luz.” Esta es una referencia a la aparición de Cristo (2 Ts. 2:8). En aquel tiempo el Señor aparecerá repentinamente, no en Jerusalén sino en el lado norte de la tierra de Israel, tal como en los días del ministerio terrenal de Cristo. Será Galilea y no Jerusalén la que tendrá el honor de recibir a Cristo primero (Is. 9:1 WK). El Señor permitirá que el sector norte de la tierra (en realidad toda la tierra) sea “degradada” por el Asirio (el primer ataque), quien invadirá y asolará la tierra (Is. 7:17-25; 8:7-8). Pero más tarde, el norte de la tierra será honrado primero con la gloriosa presencia del Señor en Su venida (Su aparición). Esta es la misma área conocida como Megido — Armagedón. Armagedón hace especial referencia a los juicios del Señor sobre las potencias occidentales que están bajo el gobierno de la Bestia (Ap. 16:15-21; 19:19-20; Is. 9:1-2). Esta “luz” en el confín norte de la tierra de Israel, alude a este juicio, aunque no se menciona específicamente aquí. Esto sucederá en el tiempo del punto cuatro del sumario.
Algunos de los resultados del retorno del Señor son dados en el siguiente par de versículos: Él no solo liberará al remanente de judíos, sino que multiplicará también a la nación de Israel e incrementará su gozo. “Le aumentaste la gente y acrecentaste la alegría” (Is. 9:3). Esta es una referencia a la reunión y restauración de Israel por parte del Señor. Esto responde al intervalo entre los puntos cinco y seis del sumario.
Los siguientes versículos hablan de guerra otra vez. Hablan del Señor quebrantando al “opresor.” Esto parece ser una referencia al Asirio en su forma final bajo el gobierno de Gog. El Señor no solo restaurará a Israel (Is. 9:2-3), sino que también removerá para siempre “el yugo” y “la carga” de su opresor. La forma en que el Señor hará esto será “como en los días de Madián,” lo cual es a menudo una expresión usada para referirse al juicio del Señor sobre Sus enemigos (Is. 9:4-5; 10:26-27; Sal. 83:9). Estos eventos responden al punto seis del sumario.
Siguiendo este juicio, Cristo es visto tendiendo su legítimo lugar en la tierra como rey sobre todo (Zac. 14:9). El establecerá su reino milenial y “el principado estará sobre su hombro." El Señor traerá paz y justicia en la tierra en aquellos días (Is. 9:6-7).
12. Isaías 9:8-12:6
Debemos tener en mente que la división de la Biblia en capítulos y versículos no es algo divinamente inspirado. Se han puesto para una fácil referencia, y son de ayuda, pero desafortunadamente en esta ocasión han sido ubicados incorrectamente. El capítulo 9 debería haber comenzado en realidad en el versículo 8, porque los primeros siete versículos pertenecen al tema desarrollado en los capítulos 7-8.
Esta profecía comienza entonces en el versículo 8, con el anuncio del disgusto de Dios con Su pueblo descarriado. Aunque Isaías estaba predicando esto al pueblo de su tiempo, tiene aplicación a la condición moral de los judíos en la tierra de Israel en sus últimos días, bajo el anticristo (Dn. 11:36-37). La triste condición del pueblo y su falta de rectitud trae como consecuencia que Jehová baje Su mano sobre ellos, en varios castigos. Isaías alega con el pueblo de su tiempo, advirtiéndoles que si no vuelven de sus caminos, el Señor traería sobre ellos a sus enemigos como un castigo más severo. De una manera similar, en la gran tribulación el remanente fiel predicará y alegará para que sus hermanos apóstatas se vuelvan de su perversidad. Ellos les advertirán del juicio venidero. Describiendo la largura de la misericordia del Señor, Isaías dice cuatro veces: “La mano del Señor aún está extendida.” Comparar Job 33:14 con Proverbios 1:24-27 (Is. 9:8-10:4).
El profeta anuncia al pueblo el juicio que vendría sobre ellos por haber desestimado la mano de Dios en los castigos, y haber desoída la voz de Dios a través de las profecías, y por haber rechazado el llamado a arrepentirse. Dios usaría a los Asirios como Su “vara." Él enviaría al ejército Asirio contra ellos como instrumento de destrucción, a causa de sus perversidades e hipocresía. Este ejército sería inmisericorde “para que los pisotee como el lodo en los caminos” (Is. 10:5-6). Las naciones vecinas de Israel serían también presa de las invasiones Asirias (Is. 10:7). Esta terrible invasión ocurrió en la historia de Israel con Senaquerib al frente de los Asirios, pero será cumplida en un grado mucho más grande cuando el Asirio (el Rey del Norte y su confederación árabe) entre de nuevo a la tierra de Israel, desolándola.
El profeta describe luego las orgullosas reflexiones de los Asirios en sus corazones, y lo hace en forma poética. Las conquistas de los Asirios son reiteradas en el orden de su cumplimiento. Carquemis, Hamat, Damasco, Samaria, y finalmente Jerusalén, son mencionados en el itinerario Asirio. El Espíritu de Dios intenta que notemos que el progreso de las invasiones Asirias fue de norte a sur. Todo esto acertadamente predice el futuro día de la invasión de la tierra de Israel por el Rey del Norte y su confederación árabe (Is. 10:8-11).
Luego de que el Señor haya usado al Asirio para cumplir Su obra de juzgar a Su pueblo apóstata (los judíos incrédulos que hayan retornado a la tierra en la primera parte de la tribulación), entonces Él juzgará al Asirio por el orgullo de su corazón, por arrogarse a sí mismo las victoriosas conquistas de la tierra, y por la ostentación de los tesoros que han reunido sacándoselos a los judíos. Estas riquezas son las que los judíos están ahora ganando a través de sus éxitos comerciales mientras están en la dispersión, pero luego las traerán a la tierra (Is. 2:7; 17:14; Sal. 73:7-12). Los Asirios se jactarán de la facilidad con que han reunido estas riquezas para sí mismos, y lo compararán con el hecho de recoger huevos de un nido abandonado (Is. 10:12-14).
Isaías 10:5-14 hace referencia entonces al primer ataque de los Asirios en la profecía (el Rey del Norte), aunque mucho de esto ya tuvo su inmediato cumplimiento en los Asirios de la historia. Proféticamente responde al punto dos del sumario.
El Señor responde a la soberbia Asiria preguntando quién es mayor, el instrumento que hace la destrucción o el que usa el instrumento. Él habla figuradamente de los Asirios como cuatro clases de instrumentos en Su mano (un hacha, una sierra, un báculo y una vara). Cada uno de estos no tiene poder en sí mismo, y nada puede hacer a menos que alguien los use (Is. 10:15).
El profeta continúa diciéndoles como sería el juicio. El Señor mismo, “la luz de Israel,” intervendría personalmente sobre los designios Asirios como una llama de fuego (símbolo de juicio) para consumirlos. La repentina destrucción del ejército Asirio es comparado con un masivo incendio forestal que se difunde rápidamente y derriba miles de árboles. Los árboles en la Escritura son comparados con los hombres (Am. 2:9; Mr. 8:24; Lc. 3:9; 6:43-45; Sal. 1:3; 92:12-14; Is. 2:11-14; 65:22; Dn. 4:20-22), por lo tanto un bosque es figurativo de una gran multitud o de un ejército de hombres. Los anchos (árboles grandes) son una referencia a los guerreros Asirios más robustos. Ellos caerán como hombres enfermos (Is. 10:1619).
Este juicio del Señor sobre los Asirios, tendrá lugar en la profecía justo después que el Señor aparezca en Su segunda venida. Aprendemos también aquí que el Señor juzgará primero a las potencias occidentales — la Bestia. Isaías no habla de las potencias occidentales porque no es el tema aquí. El Asirio (el Rey del Norte) procederá hacia Egipto continuando su conquista allí. Cuando esté en Egipto, escuchará las nuevas de que el Señor ha aparecido en la tierra de Israel, y volverá para ser juzgado por el Señor en persona (Dn. 8:25; 11:42-45). Sin embargo, los detalles concernientes a las hazañas Asirias en Egipto tampoco se desarrollan aquí, debido a que el tema de la profecía de Isaías es el castigo del Señor sobre Su propio pueblo, por haberse apartado de El. El hecho del juicio de los Asirios está enunciado simplemente sin ninguna referencia a cómo sucederá. Todo Isaías indica que será luego de que el Asirio haya hecho la obra del Señor: desolar la tierra de Israel. Este sería el punto cinco del sumario.
Luego de que el Señor juzgue al Asirio, emprenderá la restauración de Su pueblo. El remanente fiel de entre los judíos, que escapó a las montañas para salvarse de la persecución causada por el anticristo (Mt. 24:15-22), será liberado en aquel momento. Más aún, el Señor efectuará la restauración del “remanente de Israel” (las diez tribus). El producirá el retorno de ellos a su tierra, enviando a sus ángeles a reunir a sus elegidos desde los cuatro puntos de la tierra (Mt. 24:31). Vemos también, por otra parte, que una multitud mezclada vendrá a la tierra con ellos; y aquellos que no sean almas genuinas serán seleccionados y sacados a los limites de la tierra (Ez. 11:9-10; 20:35-38; Am. 9:9-10; Sof. 3:11-12). No sólo volverán a la tierra de Israel desde todas partes del mundo, sino que se volverán al “Dios poderoso.” Esto habla de que su restauración no será sencillamente una cuestión externa, sino que habrá también un trabajo interno de arrepentimiento en sus corazones y conciencias, por el cual serán restaurados con el Señor. Por lo tanto ellos “reposarán [confiarán o descansarán] sobre el Señor, el Santo de Israel, en verdad” (Is. 10:20-21). Este es el intervalo de los puntos cinco y seis del sumario.
Luego el Señor consolará a Su pueblo en vista de todo lo que habrá sucedido. Él dice que aunque una “consumación” de la tierra ha sido determinada como justo juicio de Dios, sobrevivirá un remanente y será restaurado con el Señor. La “consumación” es un término técnico usado para definir el juicio ejecutado por el Asirio, a medida que barre la tierra de Israel hacia Egipto — Isaías 28:22 JND, nota al pie (Is. 10:22-23).
Luego de que el remanente de las doce tribus de Israel sea restaurado y esté habitando la tierra bajo la protección del Señor (Is. 27:2-5; 32:17-18; Ez. 38:11), serán afligidos con las noticias de que el Asirio está regresando nuevamente. La confederación de naciones que compondrá el Asirio en su forma final, es Gog y sus aliados (Ez. 38:1-7,17). El Señor consolará a Su pueblo restaurado prometiéndole que aunque el Asirio haya afectado profundamente a la nación con su “báculo” (una referencia a su primer ataque; Is. 10:5-6), y ahora este nuevamente levantando su “vara” contra ellos, esta vez no tendrán éxito (Nah. 1:9-13; Sal. 46:4-7; Zac. 9:8). El Señor promete que la “indignación” terminará, porque Él juzgará personalmente al Asirio en forma total y final (Nah. 1:9). Él recuerda a Su pueblo lo que Él ha hecho largo tiempo atrás, en la matanza de los Madianitas y en la destrucción de Faraón y su ejército (Jue. 7; Ex. 14). En cada caso el Señor entró en juicio contra sus enemigos, y los suyos simplemente tuvieron que estar firmes y ver la salvación del Señor (Ex. 14:13; Jue. 7:21). El Señor promete que esto sería así nuevamente. El yugo de los Asirios sería sacado de sus cuellos y destruido por causa de la “Unción,” lo cual es referencia al Señor reinando entre Su recientemente restaurado pueblo (Is. 10:24-27).
El profeta luego describe el avance del Asirio (el segundo ataque). Esto fue cumplido en el tiempo de Senaquerib, pero es dado por el Espíritu como una predicción del ataque final del Asirio bajo Gog. Isaías vívidamente retrata a los ejércitos Asirios acercándose a Jerusalén, pasando pueblo por pueblo, en un lenguaje que intenta crear suspenso: “Ajat” está a 16 kilómetros al norte de Jerusalén, “Migron” a 15 kilómetros al norte, “Micmas” a 14½ kilómetros, “El Pasaje” (El Vado) a 11 Kilómetros, “Geba” a 10 kilómetros, “Ramá” a 8 kilómetros, “Gabaa” a 5½ kilómetros, “Galim” y “Anatot” a 5 kilómetros, “Madmena” y “Gebim” a 3 kilómetros, y “Nob” a 1½ kilómetros al norte de Jerusalén. Cuando el Asirio está por levantar su mano contra “la hija de Sión, al collado de Jerusalén,” para tomarla, el Señor, que estará habitando allí en aquel momento (Sal. 46:5; Zac. 9:8), rugirá desde la amada ciudad y destruirá al Asirio (Jl. 3:16).
La destrucción final de los Asirios se da bajo la figura de un bosque siendo cortado (Is. 10:33-34). Con esto termina “la indignación.” Que los Asirios en su forma final estén realmente tan cerca de Jerusalén, no es el punto de descripción de Isaías. Él está simplemente indicando que habrá otro atemorizante ataque de los Asirios sobre Israel, luego de que sea restaurado por el Señor. Este ataque no prosperará (Ez. 38:15-17). Esto responde al punto seis del sumario.
Luego de que los Asirios han sido juzgados por el Señor, el Espíritu de Dios enfoca nuestra atención en el capítulo 11, sobre las bendiciones que Él traerá sobre la tierra cuando haya derrotado a todos los enemigos. Aunque el juicio que se lleva a cabo en el capítulo previo podría ser rastreado hasta su parcial cumplimiento en los días de Ezequías (2 R. 19:32-35), no hay rey que, en la historia de Israel, se haya levantado luego de aquel juicio, que se aproxime a los términos de la predicción que nos da el capítulo 11. Esto muestra que el Espíritu tenía en mente mucho más que a Senaquerib cuando hablaba de las invasiones de los Asirios.
El capítulo 11 se refiere nada más que al reinado del Señor Jesucristo, el verdadero Rey de Israel (Jn. 1:49). La figura de un árbol se usa aquí nuevamente, pero ahora es Cristo en un claro contraste con los soberbios árboles de los Asirios. Él es “renuevo” (el nazareno) que crecerá de las raíces (linaje familiar) de Isaí; renuevo que será fructífero y traerá bendición sobre Israel y la tierra. Él es el más grande de los hijos de David — el Señor Jesucristo (Ap. 5:5; 22:16). Varias cualidades del Señor Jesús se enumeran aquí, mostrando que Él es totalmente competente para reinar como Rey de Dios. Toda la gloria terrenal estará centrada en Él, y juzgará al mundo en justicia por mil años (Sal. 9:8; 96:13; 98:9; Hch. 17:31; Is. 11:15).
No solo la justicia reinará en el reino de Cristo (Is. 32:1), sino que también traerá liberación de “las ataduras de corrupción,” por las que la creación que ahora gime y está con dolores de parto a causa de la entrada del pecado (Ro. 5:12; 8:22). El lobo habitando con un cordero y el leopardo junto al niño, nos indican que los instintos salvajes y asesinos de los animales serán cambiados (Is. 65:25). El león comiendo hierba como un buey, muestra que la dieta de los animales carnívoros cambiará. Enfermedades y dolencias serán quitadas (Is. 33:24; Sal. 103:3). El cojo, el ciego, el sordo y el mudo, serán sanados (Is. 35:5-6; Sal. 146:8). Más aún, la seguridad y la paz llenarán la tierra. En aquel día la tierra entera se llenará con “el conocimiento del Señor” (Is. 11:6-9).
Los siguientes versículos muestran cómo la tierra estará llena del conocimiento del Señor. En la era cristiana, la forma en que Dios difunde el mensaje de Cristo y Su obra en la cruz, es a través de Sus siervos que van por todo el mundo predicando el evangelio (Mr. 16:15; Lc. 24:47). En el día del reino milenial de Cristo, el mundo aprenderá el conocimiento de Dios viniendo a Jerusalén (Is. 2:2-3), debido a que Su reino no será exclusivamente para Israel, sino que las naciones gentiles tendrán parte en él (Is. 56:7; 60:1-4). Israel, como “los sacerdotes de Jehová,” enseñará los caminos del Señor a los habitantes de la tierra (Is. 61:6; Sal. 34:11-18). Conforme al reino de Cristo se esté estableciendo en la tierra, habrá aparentemente unos pocos israelitas que no habrán vuelto a su tierra. Por alguna razón ellos no regresaron antes, cuando el Señor reunió al “remanente de Israel” (Is. 10:12-13). El Señor “pondrá su mano de nuevo,” una segunda vez, para recoger al remanente de Su pueblo (Is. 27:12-13). Todos los que hayan quedado atrás serán reunidos en este momento (Is. 11:10-13).
El profundo trabajo moral de restauración que el Señor hará en corazones y conciencias, será evidenciado en el comportamiento de las diez tribus (Efraín) y las dos tribus (Judá, los judíos). Habrá unidad y armonía entre ellos (Jer. 3:18; Ez. 37:16-17,22; Os. 1:11; Sal. 133:1). La raíz de envidia que ha existido desde los días de Roboam y Jeroboam, desaparecerá. (Comparar Isaías 9:21.) Luego de esto, el Señor guiará a los ejércitos de la restaurada Israel para tomar posesión de toda la heredad prometida desde el río de Egipto hasta el río Eufrates (Gn. 15:15-18; Sal. 108:7-13; Sal. 144:1; Ez. 25:14; Mi. 4:13; 5:5-8; Jer. 51:20-23). En aquel tiempo, cualquier enemigo remanente será derrotado y puesto bajo tributo (Sal. 144:1; Mi. 4:13; 5:5-8; Jer. 51:20-23). Edom y los Filisteos serán aniquilados de la faz de la tierra (Ez. 25:14; Ab. 18; Nm. 24:18-19; Sof. 2:5; Am. 1:8). Sin embargo, un remanente de Moab y Amón permanecerá bajo tributo en la heredad de Israel (Jer. 48:47; 49:6; 2 S. 8:2). Este es el punto siete del sumario (Is. 11:13-14).
El capítulo 12 da una adecuada conclusión de la liberación de Israel de todos sus enemigos. Este capítulo retrata su alabanza al Señor en el día del milenio. Ellos libremente justificarán los tratos del Señor para con ellos, cuando los afligió en Su ira (una referencia a los castigos del Señor que culminaron con el uso de los Asirios como Su vara; Is. 9:8; 10:5). Esta es una señal de la realidad de su arrepentimiento y de su restauración. En aquel día cantarán del Señor que es su fortaleza, su canción y su salvación. En todo el tiempo que ellos estuvieron tras los ídolos y pecado, no se registra que haya habido gozo o felicidad. Pero ahora que han sido restaurados por el Señor, los profetas hablan de su gozo. “Con regocijo sacaréis agua de los manantiales de la salvación." El gozo de Israel en el Señor fluirá hasta las naciones gentiles de la tierra (“los pueblos,” JND). Ellos animarán a toda la tierra a unirse con ellos en una canción de alabanza al Señor. Esto es otra indicación de la realidad de la restauración de Israel. Ellos no tendrán más prejuicios hacia las naciones. (Ver Juan 4:9.) Teniendo al santo de Israel en medio de ellos, llenando y satisfaciendo sus corazones, no envidiaran más a las naciones (Is. 12:1-6).
13. Isaías 13-27
Los capítulos 13-14:27 son una introducción a esta serie de capítulos. Muestran en una forma general que el juicio caerá primero sobre Babilonia (las potencias occidentales — la Bestia), antes de que caiga sobre Asiria (el Rey del Norte con sus aliados árabes, y más tarde Gog — Rusia). Este es el reverso de la historia y prueba nuevamente que estos eventos tienen aplicación en un futuro día.
Es de notar que cuando Babilonia sea juzgada, habrá dos personas particularmente identificadas como especialmente culpables, y por lo tanto sujetos del juicio de Dios. Ellos son los líderes responsables de las potencias occidentales: “el Rey de Babilonia” (Is. 14:4-11), quien es tipo del líder político de la confederación de diez naciones, y “Lucifer” (Is. 14:12-20), quien es aparentemente un tipo del anticristo. (Compare Apocalipsis 13:1-18; 19:20.)
Luego de dar esta amplia introducción, Isaías hace una lista de las varias naciones que serán tomadas cuando los Asirios bajen desde el norte. La reseña en estos capítulos comienza con Isaías 14:28. Estas profecías han tenido su cumplimiento parcial en las conquistas de TiglatPileser, Salmanasar y Sargón, los reyes Asirios, pero apuntan a los últimos días cuando el futuro Asirio (el Rey del Norte; Dn. 11:40-43) desolará la tierra. El lado histórico de estas escrituras sirven como sostén de los eventos venideros de la profecía. Filistea (Is. 14:28-32), Moab (Is. 15-16), Damasco, la capital de Siria (Is. 17), y la tierra de Israel (Is. 18), son vistas cayendo bajo el juicio a través de los Asirios.
Es importante entender que estas proposiciones proféticas (y muchas otras) no solamente dan el punto principal en las secuencias de eventos, sino que también cubren otros detalles conectados con el tema, a menudo apuntando hacia el fin, cuando el reino milenial de Cristo sea establecido. El capítulo 18 no solo presenta el ataque de los Asirios, que es el punto principal (vs. 4-6), sino también cómo es que los judíos serán devueltos a su tierra (vs. 1-3).
Luego de que la tierra de Israel es desolada (Is. 18:5-6), la conquista de los Asirios sigue hasta Egipto (Is. 19), donde los egipcios y sus aliados, los etíopes (Is. 20), son también juzgados. Estos capítulos 14:28-20:6 nos dan, entonces, una sorprendente predicción del punto dos del sumario.
Luego, Babilonia es juzgada (Is. 21). Esto es típico del juicio de las potencias occidentales lideradas por la Bestia. Ciro (Is. 45), el rey Persa, fue especialmente levantado por Dios para ejecutar su juicio sobre Babilonia. Es un tipo de Cristo, quien personalmente juzgará a los ejércitos de la Bestia en Su venida (Ap. 19:19-21). Estos son los puntos tres y cuatro del sumario.
Algunos otros eventos también acontecerán cuando el Señor venga de los cielos en Su aparición. Los siguientes capítulos desarrollan estos detalles por la vía de los tipos y los símbolos. Primero Sebna, quien mantenía una posición en el gobierno de la casa de David, es removido de su oficio y echado a rodar como una bola en tierra extensa (Is. 22:15-19). Esto tipifica cuando el anticristo es quitado, el falso Mesías de los judíos, quien será arrojado al lago de fuego en la venida del Señor (Ap. 19:20). Luego Eliaquim reemplaza a Sebna, y el gobierno de la casa de David es encomendado en su mano. Esto es una figura de Cristo tomando su legítimo lugar sobre el trono de David como verdadero Mesías y Rey de Israel (Is. 22:20-25). El capítulo 22 es otro ejemplo de cómo la profecía va más allá del punto principal en consideración. Este capítulo muestra al anticristo siendo dejado de lado y a Cristo llegando, pero también recapitula el saqueo de Jerusalén (Is. 22:1-14), por el cual entendemos cómo y cuando esto sucederá. El anticristo será sacado en el tiempo del ataque del Rey del Norte (Zac. 11:17).
Tiro, que representa el mundo comercial, luego será también juzgada. Entendemos que esto significa que el sistema comercial será juzgado (Is. 23). El último par de versículos del capítulo 23 apuntan hacia el reino milenial de Cristo. Muestran que Tiro (la actividad comercial) estará en ejercicio de nuevo. El propósito de esto será entonces solamente para soporte del servicio del Señor.
También aprendemos que la tierra (profética) será vaciada de personas perversas, en el tiempo de la venida del Señor (Su aparición) para juzgar a las potencias occidentales (Is. 24). Este trabajo es hecho por los ángeles (Mt. 13:38-42; 24:39-41). Esta profecía también avanza sobre el juicio de los ángeles caídos. Estos serán puestos en el abismo y encerrados allí por “muchos días,” durante el milenio, luego de lo cual serán liberados solo para ser arrojados en el lago de fuego (Is. 24:21-22). Luego de que Dios haya limpiado la escena completa, Cristo reinará en Jerusalén (Is. 24:23). Estos eventos tendrán lugar en el tiempo del punto cuatro del sumario.
En Isaías 25 el remanente fiel, que será liberado y restaurado en este momento por el Señor, elevará sus corazones en alabanza a Dios por Su intervención a su favor. Ellos han esperado pacientemente por el Señor, y ahora que han obtenido su liberación, se regocijan en la salvación del Señor. El remanente celebrará su liberación en una canción de alabanza (Is. 26). Las diez tribus de Israel serán también levantadas del polvo de la tierra, para unirse al reavivamiento nacional (Is. 26:19; Dn. 12:1-2; Ez. 37). Isaías 25-26 responde al intervalo entre los puntos cinco y seis del sumario. Mientras “la indignación” continúa, el Señor dirá a la recientemente revivida nación de Israel (las doce tribus), que tome refugio por un poco de tiempo hasta que las naciones hostiles de la tierra que han quedado, sean vencidas (Is. 26:20-21).
En Isaías 27, luego de que el Señor haya restaurado a Israel, Él juzgará a Leviatán, la serpiente antigua. Esta Bestia aterradora es símbolo del poder de Satanás en manos Asirias — el segundo ataque bajo Gog (Rusia). Sin embargo, Israel, la viña de Jehová, será preservada por Su divino cuidado cuando los Asirios vengan a la tierra por segunda vez (Is. 27:1-5). Este es el punto seis del sumario.
Luego de esto, Israel es puesto en un lugar de prominencia en la tierra. A medida que el milenio se desarrolle, ellos serán una bendición para todo el mundo (Is. 27:6 JND).
14. Isaías 28-35
Los capítulos 28-29 forman una introducción a esta serie de declaraciones proféticas que contienen seis ayes. Estos capítulos claramente establecen los dos ataques de los Asirios. El capítulo que sigue a la introducción agrega más detalles al maravilloso orden de estos eventos proféticos.
El capítulo 28 muestra las invasiones del ejército Asirio (el primer ataque) barriendo la tierra de Israel desde el norte hasta el sur, bajo la figura de una violenta tormenta de granizo y una poderosa inundación. Efraín (un nombre usado por los profetas para referirse al reino del norte de Israel, del cual Samaria era la capital) fue el primero en sentir el efecto de la invasión Asiria (Is. 28:1-13). Esto tuvo su inmediato cumplimiento en los días de TiglatPileser (2 R. 15:27-29), Salmanasar (2 R. 17:3-6) y Sargón (Is. 20). Esto predice las futuras invasiones del Rey del Norte.
Isaías continúa advirtiendo a los gobernantes en Jerusalén que el “azote desbordante” (el ataque Asirio) también pasaría a través de Judá y Jerusalén, y que no habría lugar para esconderse de ellos. Ellos pasaron a través de Judá en su camino a Egipto, pero no tomaron Jerusalén. Esto muestra una vez más, que la profecía de Isaías va más allá de la aplicación histórica. Habrá un día en el futuro cuando los Asirios (el Rey del Norte) tomarán Jerusalén (Is. 28:14-22). Este es el punto dos del sumario.
Luego, en la última parte del capítulo 28, Isaías toma una parábola para mostrar que después del paso de los Asirios a través de la tierra, Israel será restaurado por el Señor. Israel es visto como la parcela de tierra de Jehová, y Él se encarga de ella como el dueño de la tierra. El labrador (los Asirios) es empleado para rasgar la tierra (Israel), rompiendo sus “terrones” (los judíos apóstatas). Esto es seguido por la siembra de nuevas semillas en la tierra. El traer nuevas semillas y plantarlas en la tierra, es figura de las tribus dispersas siendo traídas de vuelta a la tierra y plantadas allí (Am. 9:15; Jer. 24:6; 32:41). Esto resultará en cosecha de frutos para Dios (Is. 28:23-29). Esta restauración de Israel a su tierra se lleva a cabo entre los dos ataques de los Asirios.
Luego de que el remanente de Israel haya sido restaurado a su tierra y al Señor, el capítulo 29 muestra que habrá otro ataque de los Asirios (el segundo ataque — Gog). En esta ocasión el ataque no será exitoso: “Ariel” (Jerusalén) será rodeada por los enemigos, pero el Señor los juzgará. En “un instante” la “multitud de extraños” reunidas contra Jerusalén, será destruida. Israel será liberado del ataque de los ejércitos enemigos, tan rápidamente como un sueño pasa cuando despertamos (Is. 29:1-8). Aunque la inmediata aplicación de esta profecía es el juicio a los ejércitos de Senaquerib (2 R. 19:31-35), apunta hacia la futura liberación de Israel del ataque de Gog. Este es el punto seis del sumario.
En la mitad del capítulo 29, el profeta repite la condición moral del pueblo que ha sido llamado para las invasiones Asirias (Is. 29:9-16). Luego, en la última parte del capítulo, vemos el milenio comenzando con todas las cosas siendo puestas a favor de Israel. Los soberbios Asirios serán abatidos, y ellos (Israel), que han sido humillados, serán exaltados. La insensibilidad de Israel dará lugar al entendimiento espiritual y seriedad en las cosas de Dios (Is. 29:17-24).
Habiendo establecido claramente los dos grandes movimientos de los Asirios en la introducción (Is. 28-29), el profeta Isaías regresa ahora para dar numerosos detalles que rodean aquellas circunstancias.
El capítulo 30 establece la condición incrédula de los judíos apóstatas en la tierra, en los días de Isaías, buscando la protección de los Asirios, quienes estaban amenazando invadir la tierra. En su incredulidad y rechazo de confiar en el Señor, ellos se vuelven hacia Egipto para pedir socorro (2 R. 18:21-24). Isaías les advierte entonces que la ayuda de Egipto sería en vano (Is. 30:7). Confiar en la ayuda del hombre es visto por el Señor como una rebelión. Y consecuentemente Dios iba a permitir que el poder de Egipto fuera roto como un “vaso de barro,” y sus hombres dispersados por los Asirios. Los judíos también serían dejados como “un árbol desprovisto de ramas sobre la cima de la montaña,” luego de que los Asirios pasaran a través de la tierra (Is. 30:1-17). Esta es otra anticipación de eventos venideros. Egipto subirá a la tierra de Israel (pero en un día futuro, y no será para la protección de Israel), y el Rey del Norte (el primer ataque de los Asirios) bajará y los destruirá a ellos y a la tierra de Israel. Este es los puntos uno y dos de sumario.
Luego se les da aliento y fortaleza a aquellos que han esperado en el Señor (el remanente judío fiel). El Señor promete que ellos verán liberación, habitarán en Sión pacíficamente, y disfrutarán las bendiciones del reino milenial (Is. 30:18-26). El también promete que el ejército Asirio que los ha azotado con vara (Is. 10:5-6; 30:31), será vencido por la voz del Señor; y el Rey del Norte, el líder personal de la confederación Asiria, tendrá su final en “Tofet” — el lago de fuego (Is. 30:27-33). Esto sucederá en el punto cinco del sumario. Se hace una referencia al paso del “Rey de Israel” (anticristo), que también es puesto en “Tofet.” Esto sucederá en el punto cuatro del sumario, aunque la venida del Señor (Su aparición) no es mencionada.
En el capítulo 31, Isaías se explaya en la futilidad de confiar en los ejércitos de carne (Egipto). Él compara la fortaleza de Egipto con el poder divino del Señor para proteger Sión. Profetiza que el Señor defenderá la ciudad desde este momento en adelante, como el león ruge sobre su presa y el ave guarda su nido (Is. 31:1-5).
Él aboga para que el pueblo se vuelva al Señor en sinceridad de corazón y deseche a todos sus ídolos. Él les asegura entonces que el Señor trataría con los Asirios (una referencia a ataques posteriores; Is. 31:6-9). Los judíos que queden en la tierra escucharan las exhortaciones y se volverán al Señor, y serán restaurados en ese momento. Esto se lleva a cabo en el momento del intervalo entre los puntos cinco y seis del sumario.
Como consecuencia del arrepentimiento y la restauración de los judíos, el Señor tomará su lugar en Jerusalén como rey. “He aquí que un rey reinará según la justicia” (Is. 32:1). Israel también tendrá refugio bajo Su gran protección (Is. 32:2). Ellos también habrán juzgado su perversidad y, como resultado, tendrán sus ojos abiertos y su corazón dispuesto a entender las verdades divinas (Is. 32:314). Habrá también un tremendo cambio en los caminos de Israel, ya que habitarán en “lugares de descanso” de su tierra prometida (Is. 32:15-20; Ez. 38:11). Esto responde al intervalo entre los puntos cinco y seis del sumario.
Luego en los capítulos 33-34 se ve a los Asirios nuevamente, pero esta vez en proporciones aún más atemorizantes. Este es Gog (Rusia) que asumirá el rol de los Asirios en su forma final. Estos ejércitos bajarán desde el norte a invadir la tierra de Israel, luego de que las doce tribus estén habitando allí a salvo, bajo la protección de Jehová. Esto podría referirse al segundo ataque de los Asirios.
En este punto, proféticamente, Rusia, la gran Asiria, había previamente “saqueado” la tierra de Israel usando al Rey del Norte y a su confederación árabe (el primer ataque), quienes eran sus satélites (Dn. 8:24). Pero ellos (Rusia) no fueron saqueados cuando el Señor intervino en beneficio del remanente judío y juzgó al Rey del Norte, porque no vinieron a la tierra de Israel (Rusia) con el Rey del Norte cuando éste la invadió. Rusia tratará traicioneramente con el Rey del Norte. Ellos no vendrán en su ayuda cuando el Rey del Norte esté en problemas (Dn. 11:45, “no tendrá quien le ayude”); aunque el Rey del Norte estaba confiado de su alianza con Rusia, y no las traicionó (Is. 33:1).
Mientras las noticias de ejércitos aproximándose llegan a las recién restauradas tribus de Israel, estas caerán de rodillas ante el Señor. Ellos clamarán seriamente por liberación (Is. 33:2). En respuesta a la petición de Su pueblo, el Señor, fiel a Su promesa de defender Jerusalén (Is. 30:4-5,8), repentinamente pondrá al enemigo en fuga (Is. 33:3-9). Él los consumirá con “fuego,” un símbolo del juicio (Is. 33:10-14). Con los ejércitos Asirios (Gog) destruidos, la última parte del capítulo apunta hacia el tiempo en que Israel estará una vez más asentado, disfrutando de quietud en su tierra bajo el Señor, su “Juez,” “Legislador” y “Rey” (Is. 33:15-24).
El capítulo 34 da detalles de la destrucción de los aliados de los Asirios (Gog). Luego de destruir a Gog en las montañas de Israel (Ez. 39:1-5), la indignación del Señor se extenderá hasta la tierra de Edom, donde los ejércitos de las naciones aliadas a Gog se estarán reuniendo (Is. 34:1-8; 63:1-6). Tan severo será el juicio del Señor sobre estos ejércitos aliados, que la misma tierra de Edom permanecerá como un desierto perpetuo (Is. 34:9-15). Los capítulos 33 y 34 son el punto seis del sumario.
El capítulo 35 cierra esta serie de capítulos con una figura del milenio, el cual seguirá a estos juicios. Se ve a la creación liberada de las ataduras de corrupción (Ro. 8:22), y a los redimidos del Señor subiendo a Sión con canciones de eterna alabanza (Is. 35:1-10).
15. Joel 1-3
El capítulo 1 da cuenta de la invasión de las langostas que sucedió en los días de Joel y dejó una gran hambre. Él usó la visita de una inmensa manga de langostas como una ilustración del terrible juicio desolador que el Señor traería sobre la tierra de Israel en un día venidero, usando los ejércitos de Asiria (el primer ataque; Dn. 11:40-43).
En el capítulo 2:1-11 Joel ve en visiones a aquellos ejércitos que vienen desde el norte y devastan la tierra. Dos tercios del pueblo (los judíos) en la tierra serán destruidos en este momento (Zac. 13:8). Este es el punto dos del sumario.
Luego la profecía salta sobre los puntos tres y cuatro porque el enemigo en Joel (como en la mayoría de los profetas del período Asirio) no es la potencia occidental (Babilonia).
Como resultado de la terrible invasión desde el norte, los judíos que permanezcan en la tierra (aproximadamente un tercio; Zac. 13:8-9) serán completamente humillados. Ellos clamarán desesperadamente al Señor por ayuda (Jl. 2:12-17). En respuesta al clamor del remanente, el Señor vendrá en su ayuda y removerá al ejército del norte (Jl. 2:18-20; compare Dn. 11:45). Este es el punto cinco del sumario.
Cuando el Señor haya limpiado al ejército del norte de la tierra, Él consolará al remanente judío y restaurará a Israel (Jl. 2:21-26). El tomará Su lugar entre Su pueblo y los bendecirá (Jl. 2:27-32). Esto responde al intervalo entre los puntos cinco y seis del sumario.
En el capítulo 3, Joel muestra que luego de que Israel haya sido restaurado, muchas otras naciones se reunirán para la guerra (vs. 2). Esto solo podría ser una referencia al ataque final de los Asirios bajo Gog, ya que es el único ataque que se lleva a cabo en la profecía luego de que el Señor ha vuelto y ha restaurado a Israel. Estos ejércitos (multitudes) vendrán a la tierra de Israel y serán juzgados por el Señor (Jl. 3:1-17). El Señor “rugirá desde Sión”; ésta es una expresión usada cuando el Señor ha regresado del cielo y está habitando en Jerusalén (Jl. 2:27), y destruirá totalmente a las naciones que se han unido para la guerra (Jl. 3:9-16). Esto sucede en el punto seis del sumario.
El tercer capítulo cierra con una figura del milenio. En aquel día la bendición del Señor estará sobre la tierra y Su divina presencia será conocida en Jerusalén (Jl. 3:18-21).
16. Miqueas 1-7
Miqueas comienza su profecía anunciando que el Señor (Adonai) está por venir con juicio sobre Israel. El Señor ejecutaría Su juicio sobre ellos a través de los Asirios, quienes eran el instrumento de Su voluntad. El primer capítulo da una animada descripción de las actuales invasiones de aquel gran enemigo que el Señor usaría. Miqueas habla del Señor como si Este fuese el líder personal de los ejércitos invasores (Mi. 1:3; Is. 10:5-6; Jl. 2:11, “Su ejército”). Aunque estos eventos fueron cumplidos por los Asirios en la historia, primero por Salmanasar, luego por Sargón y finalmente por Senaquerib, son una anticipación de una futura invasión de la tierra de Israel al final de la semana setenta de Daniel.
Samaria, la capital del imperio del norte de Israel, fue desolada primero a medida que los Asirios bajaban desde el norte (Mi. 1:1-7). Luego los Asirios procederían hacia el sur de Judea y vendrían a Jerusalén (Mi. 1:8-9). Otras ciudades a lo largo del camino en la tierra de Israel, serían devastadas también por la invasión (Mi. 1:10-16).
Los capítulos 2-3 hablan de las causas morales del juicio de Dios sobre Su pueblo a través de los Asirios. El pueblo estaba envuelto en prácticas perversas (Mi. 2:1-6), y habían rechazado la Palabra de Dios (Mi. 2:7-11). En la última parte del capítulo 2, Miqueas muestra que aún a pesar de que el pueblo había abandonado al Señor, Su propósito de bendecir Israel aún iba a ser cumplido. Pero sería solo sobre el remanente (Mi. 2:12). Antes de que el Señor hiciera esto, el remanente de los judíos tendría que estar en el estado moral correcto, el cual el Señor produciría en ellos por las invasiones de los Asirios, que desolarían y arrasarían las tierra. Como resultado ellos serían totalmente humillados y se arrepentirían (Mi. 2:13).
El capítulo 3 expone un mal aun mucho más serio. ¡Los líderes de la nación y los profetas eran corruptos (Mi. 3:1-7)! Dios no toleraría esto por mucho tiempo más, y por lo tanto, haría que Sión (Jerusalén) fuese “arada como un campo” a través de la desolación producida por el ejército de Asiria. Sin embargo, en la historia, los Asirios nunca capturaron Jerusalén, y mucho menos la araron como un campo. Esto muestra que el Espíritu tenía en mente en realidad un día futuro cuando movió a Miqueas a escribir estas cosas, concernientes a las invasiones Asirias. Los capítulos 13 tienen entonces su aplicación profética en lo que ocurrirá en el punto dos en el sumario.
Luego en el capítulo 4, Miqueas ve a Israel restaurado y bendecido por Dios en los últimos días. Esta es otra prueba de que las profecías intentaban retratar mucho más que solo la inmediata circunstancia de las invasiones Asirias en la historia; ya que lo que tenemos en este capítulo, ciertamente no se ha cumplido en ningún momento de la historia luego de que los Asirios pasaron a través de la tierra en aquellos días. Esto se refiere solo a un tiempo futuro, que aún espera cumplimiento.
Miqueas ve Jerusalén reconstruida y siendo el centro de la adoración y enseñanza del conocimiento de Dios en la tierra (Mi. 4:1-5). El también hablará a las tribus de Israel que fueron dispersadas, siendo reunidas de vuelta a su tierra (Mi. 4:6-10). Esto responde al intervalo de los puntos cinco y seis del sumario.
Miqueas nos dice que cuando Israel se encuentre en la tierra bajo la bendición del Señor, habrá otra confederación de naciones que se reunirá contra ellos. Esto se puede referir proféticamente al segundo ataque de los Asirios (Gog — Rusia). Miqueas revela que el Señor hará que ellos vengan en aquel tiempo, así Él los juzgará, y por lo tanto pondrá fin a todas las guerras en la tierra (Mi. 4:11-12). Este es el punto seis del sumario.
El Señor no solamente destruirá esta inmensa confederación de ejércitos, sino que alentará al restaurado Israel a pelear y dominar las naciones que seguirán en esta confederación (Mi. 4:13). Este es el punto seis del sumario.
El capítulo 5 se explica en el asedio de Asiria considerado en el capítulo 4. El primer versículo muestra a las tropas de Asiria (Gog y sus confederados) reuniéndose contra ellos.
El versículo 2 es un paréntesis que muestra la primera venida de Cristo y el rechazo de Su pueblo. Esto se hace así para mostrar que el mismo Señor Jesucristo que fue rechazado largo tiempo atrás, será el que los liberará aquel día venidero. El versículo 3 muestra el consecuente abandono de los judíos de los caminos del Señor luego de rechazar a Cristo (Ro. 11:16-27). El versículo pasa sobre el período presente, en el que Dios trabaja entre los gentiles durante los últimos 2000 años (Hch. 15:14), y mira hacia los futuros tratos del Señor con Israel, cuando Él los tomará para restaurarlos y bendecirlos tanto a ellos como a su tierra.
Los versículos 4-5 muestran que el Señor estará con ellos como su gran protector cuando los Asirios vengan a la tierra de Israel (el segundo ataque).
Los ejércitos de Israel saldrán en una victoriosa campaña militar sobre sus enemigos, luego de que el Señor haya destruido los Asirios; su poderío militar en aquel momento es comparado a un león devorando su presa (Mi. 5:5b-9). Estos eventos nuevamente responden a los puntos seis y siete del sumario.
La última parte del capítulo muestra que toda la idolatría y la confianza en el hombre serán removidas de Israel, y ellos confiarán plenamente en el Señor en aquel día (Mi. 5:10-15).
Los capítulos 6-7 forman un apéndice describiendo un aspecto moral de la restauración de Israel. Esta sección contiene los ejercicios que el remanente atravesará en el camino de su restauración. El capítulo 6:1-16 muestra que a través de todos los problemas que enfrentarán en aquel día, ellos oirán la voz del Señor hablándoles. El capítulo 7:1-10 registra las oraciones de arrepentimiento del remanente. El capítulo 7:11-20 muestra la graciosa respuesta del Señor a su humilde confesión. El promete restauración y bendición, olvidando sus iniquidades y arrojando sus pecados en las profundidades del mar.
17. Salmos 79-87
El Salmo 79 muestra los efectos de las incursiones de los ejércitos del Rey del Norte en un día venidero, expresadas a través del clamor del remanente judío fiel. Estos ejércitos atravesarán la tierra, destruyendo Jerusalén y el templo (Dn. 11:40-42). El remanente fiel clamará a Dios cuando vean la tierra de su heredad desolada por los invasores del norte; y rogarán a Dios que rápidamente quite el juicio que está sobre ellos. Esto se refiere al tiempo que se cumplirá en el punto dos del sumario.
El Salmo 80 muestra que mientras el remanente espera la intervención de Dios, ellos proferirán una oración de tres partes para la restauración de la nación (vs. 3,7,19). Ellos hablan del Dios de Israel bajo la conocida figura de la viña, recordándole los maravillosos cuidados que ha tenido por ellos en el pasado (vs. 1-11). Confundidos y angustiados, preguntarán al Señor por qué Él permite que Su herencia sea pisoteada por el jabalí (una referencia a los ejércitos gentiles impíos bajo el Rey del Norte) y quemada con fuego (vs. 12-16). Ellos rogarán que la mano de Dios esté sobre el Varón de Su Diestra (Su Mesías), sabiendo que su única esperanza de restauración es el Señor (vs. 17-19).
El en Salmo 81 el remanente fiel anticipa la restauración nacional de Israel. Ellos clamarán para que la trompeta sea tocada en la luna nueva (la fiesta de las trompetas; Lv. 23:23-25), que simboliza la reunión nacional de Israel y su restauración (vs. 1-5). El Señor, buscando profundizar Su obra en sus corazones, les habla. Les recuerda que cuando ellos como nación clamaron a Él en el pasado, fueron liberados, pero más tarde se rebelaron (vs. 6-16). No fueron sinceros; pues los ejercicios de corazón para que retornaren al Señor no fueron suficientemente profundos. En esto el Señor prueba la realidad de su deseo de venir a Él. El Señor entonces testifica que si ellos hubieran probado su propia condición, escuchando Su Palabra y andando en sus caminos, Él seguramente les hubiera salvado de sus enemigos.
El Salmo 82 indica que la presencia de Dios se ha vuelto conocida en Israel. Esto es teniendo en cuenta que el Señor ha retornado a la tierra (Su aparición) en respuesta al clamor del remanente en los salmos precedentes. Él es visto juzgando a aquellos que han estado en autoridad en la tierra de Israel, por ejemplo el anticristo y sus oficiales gubernamentales (Dn. 11:39). Ya que el juicio debe comenzar en la casa de Dios (1 P. 4:17), aquellos que han tenido un lugar de responsabilidad son juzgados primero (vs. 7). Algunos de estos líderes aparentemente escaparán de los ejércitos del Rey del Norte cuando éste invada la tierra. El anticristo y algunos de sus oficiales bajo su mando, huirán en el momento del ataque (Zac. 11:17; Is. 22:19; Jn. 10:13; Jer. 39:4). Sin embargo no escaparán al juicio del Señor.
El Señor en Su ministerio terrenal aplicó este salmo al tiempo de Su primera venida (Jn. 10:34), pero en aquel momento no habló del juicio asociado con el salmo, porque Él había venido en gracia. Pero cuando Él venga en Su segunda venida (Su aparición), los eventos en este salmo serán cumplidos. Él ejecutará juicio en Israel comenzando con los líderes (apóstatas responsables). Este salmo describe entonces, el juicio que el Señor ejecutará el día que Él venga a liberar al remanente judío fiel. Esto sucede en el momento del punto cuatro del sumario.
Es de notar que la Bestia (la confederación occidental) no es mencionada aquí siendo juzgada, aunque ya lo estará en este tiempo. Esto es debido a que las naciones occidentales no son en realidad el tema de los Salmos; Daniel y Apocalipsis tienen más para decir acerca del occidente. J. N. Darby dice, “Me parece que al menos en el resultado, el anticristo ya habrá sido sacado de en medio para el tiempo en que se cumpla el Salmo 83. Este salmo sucede luego de la destrucción de la Bestia.”
Luego de esto, el remanente fiel clama para que el juicio de Dios se extienda a todas las naciones de la tierra (vs. 8).
El Salmo 83 muestra, aunque el Señor no es visto en la tierra, que Su juicio no se detendrá en los responsables de Israel, sino que se extenderá ahora a las naciones gentiles bajo los Asirios (como fue requerido por el remanente en el Salmo 82:8). El juicio que Él ejecuta sobre ellos se debe al profundo odio profesado al pueblo terrenal de Dios, los judíos (vs. 1-8). Este juicio tiene correlato con dos victorias significativas en la historia de Israel (Barac y Gedeón; Jue. 4-8), cuando Dios intervino por ellos en las llanuras de Megido (Armagedón). Aquellas victorias son una anticipación de este juicio (vs. 9-17). Esto responde al punto cinco del sumario.
Como resultado de la destrucción de estas naciones bajo Asiria, el nombre del Señor “Jehová” será conocido en toda la tierra (vs. 18). Jehová es el nombre del pacto de relación que Dios tiene con Israel, y esto implica que Él ha restablecido Su relación con ellos; o, al menos, con el remanente fiel.
El encabezamiento del Salmo 84 confirma que el remanente ha sido liberado. Este se refiere a los hijos de Coré. Coré y su compañía son un tipo de los judíos apóstatas que el día venidero se apartarán de Dios. Cuando Dios juzgó a Coré, graciosamente perdonó a sus “hijos.” Ellos son una figura del remanente (Nm. 16:1-35; 26:10-11).
El salmo continúa la descripción de los Israelitas fieles realizando un viaje hacia su tierra. ¿Quiénes podrían ser estos sino las diez tribus perdidas de Israel, quienes, como sabemos, volverán a su tierra luego del retorno del Señor (Mt. 24:29-31)? Continúa luego con los deseos de que Dios resurja en sus corazones. Como verdaderos Israelitas, ellos anhelarán su apropiado lugar terrenal en “los atrios del Señor.” Ellos envidiarán al gorrión y a la golondrina que han encontrado un lugar en la casa de Jehová y desearán también estar allí (vs. 1-4).
Ellos, anhelando a Dios y Su morada, comenzarán un viaje hacia la tierra prometida (vs. 5-8). El versículo 5 podría mejor ser interpretado así: “Bendito es el hombre ... cuyo corazón está en los caminos de Sión” (JND). Comparar con Isaías 11:15-16; 19:23; 35:8-10; 49:9-12. Su senda hacia la tierra de Israel los lleva a través del “valle de Baca” (que significa llanto), lo cual indica que habrá un trabajo de arrepentimiento en sus corazones mientras retornan (Sal. 84:6; Jer. 31:9,18-21). Ellos irán de “compañía en compañía” (vs. 7, nota marginal). Esto se refiere que los peregrinos Israelitas irán creciendo más y más en número, a medida que encuentren otro grupo de sus hermanos en el camino, hasta que sean una enorme multitud en camino a Sión.
El salmo cierra con el deseo de ellos de ver al Mesías (el Ungido), a quien han reconocido como “Sol y Escudo” (vs. 9-12).
En el Salmo 85 las tribus son traídas de vuelta desde los cuatro puntos cardinales, y situadas en la tierra prometida (Mt. 24:31). En este momento toda la nación entrará “en el día de expiación.” Sus pecados serán perdonados y la ira de Dios se apartará de ellos (vs. 1-3).
Este salmo muestra que habrá una mayor restauración en sus almas luego de que ellos hayan sido maravillosamente liberados y traídos de vuelta a su tierra, antes de que ellos estén en total libertad para disfrutar las bendiciones del reino. Esto es como “la fiesta de las trompetas” y “el día de expiación,” el cual le sigue (Lv. 23:23-32). La fiesta de las trompetas habla de Israel siendo restaurado a su tierra (Sal. 84), pero el día de la expiación habla de Israel siendo restaurado al Señor (Sal. 85). Los dos eventos van unidos.
En cumplimiento de la figura de “la vaca alazana” (Nm. 19), las tribus que vuelven vendrán en el “tercer día” (Nm. 19:12) en su viaje de vuelta a la tierra (Jer. 31:9,18-21; Sal. 84:6). Pero cuando ellos alcancen la tierra y vean al Señor, ellos llegarán al “séptimo día,” el cual será el cumplimiento de “el día de expiación” (Nm. 19:19-20; Is. 53; Sal. 85; Zac. 13:6; Lv. 23:26-32).
Este Salmo 85 muestra el ejercicio de alma que conducirá a los Israelitas a su total restauración en “el día de expiación.” Su continuo pedido para que el Señor aparte Su ira de ellos, muestra que al principio no estarán seguros de que Su gracia esté completamente con ellos. Esto muestra que aún no estarán en paz en sus almas (vs. 4-7).
El Señor, conociendo sus corazones y viendo su verdadero arrepentimiento, comenzará a poner de lado sus temores y dudas. Él señalará nuevamente la cruz — hacia el trabajo que Él cumplió allí para hacer expiación por ellos. Él los instruirá en el verdadero significado de la cruz, donde la misericordia y la verdad se encontraron, y la justicia y la paz se besaron (vs. 8-10). Israel (todas las tribus) responderán con una profunda confianza cuando se den cuenta de la gracia y la bondad del Señor. Como resultado, su confianza en el Señor será firmemente establecida (vs. 12-13).
Desde el Salmo 83:18 a 85:13 se responde el intervalo entre los puntos cinco y seis del sumario.
El Salmo 86 muestra que aunque el remanente de Israel (las diez tribus) haya retornado a la tierra (Sal. 84) y haya sido restaurado por el Señor (Sal. 85), será sacudido una vez más. Esto será teniendo en cuenta la cantidad de enemigos que rodean su tierra. Esto es la “conspiración de hombres violentos” — los Asirios (el segundo ataque bajo Gog; vs. 14). Esto llevará al pueblo a llamar al Señor para que les salve (vs. 1-7).
Ellos ahora, al ser restaurados, expresan confianza en el Señor de que Él se levantará con poder y abatirá a los enemigos que se han reunido contra ellos. El reconocimiento de Su poder se indica por el uso del nombre “Señor” (Adonai), lo cual se refiere al ejercicio de todos los poderes del Señor en Su señorío en la tierra. Previamente ellos habían usado el nombre “SEÑOR” (Jehová; vs. 8-10).
Ellos recuerdan la maravillosa liberación que Él ha hecho, destruyendo sus enemigos anteriores, y confían en que ahora Él hará lo mismo con “la conspiración de hombres violentos” que se han levantado contra ellos (vs. 13-17). El carácter de estas hordas impías es manifestado en el hecho de que no han puesto al Señor delante de ellos (vs. 14).
Israel expresa una perfecta confianza en que el Señor los salvará de esta enorme confederación (vs. 15-17). Esto responde al punto seis del sumario.
En el Salmo 87, todos los enemigos de la tierra son vistos siendo derrotados, y a Sión (Jerusalén) siendo establecida como la ciudad de Dios. Los eruditos dicen que la ocasión histórica en que se escribió este salmo fue luego de la liberación de Jerusalén, cuando los ejércitos de Senaquerib, el Rey de Asiria, fueron destruidos (2 Cr. 32:21-23). Si esto es correcto, la ubicación de este salmo es muy significativa, ya que Senaquerib es un tipo bien conocido de Gog (el segundo ataque de los Asirios). Cuando este salmo comienza, se asume que los ejércitos de Gog han sido juzgados y la gloria del reino de Sión está ahora siendo desplegada (vs. 1-3).
El remanente de Israel (las diez tribus particularmente) aprende acerca de varias de las naciones que fueron juzgadas en su tierra, antes de su retorno (“Rahab” — Egipto; Is. 51:9; Sal. 89:10; “Babilonia” — las potencias occidentales). Ellos no estaban en la tierra cuando estas naciones fueron juzgadas, y aprenderán de esto luego de que haya sucedido (vs. 4).
Mientras el milenio comienza, la fama del pueblo de Jehová se difundirá por todo el mundo (Is. 61:9; Sof. 3:3-19). Ellos serán conocidos entre todos los hombres, como aquellos que son hijos de Dios y están conectados por gracia con Sión (vs. 4). El Señor guardará también un registro de cada uno de entre las naciones que haya nacido de nuevo. Esto es indicado por el versículo que dice “los pueblos” en plural. En la Biblia, cuando dice “los pueblos,” en plural, se refiere a las naciones, y cuando está en singular, “el pueblo,” se refiere a Israel (vs. 6).
El comienzo del milenio es visto aquí por el uso del nombre del Señor como “el Altísimo,” el cual es el nombre con el que el Señor públicamente regirá la tierra (vs. 5). Los versículos finales indican que todo el gozo terrenal de aquellos días tendrá su centro y fuente en Sión, donde está el Señor (vs. 7; Ez. 48:35).
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En este apéndice hemos mirado más de 100 capítulos de la Biblia, y no ha habido ninguna desviación de los eventos en el sumario dado al principio de este apéndice. Por lo tanto, hemos suministrado abundante evidencia escritural sobre el orden de estos eventos futuros.
Existen más reseñas de los profetas y los salmos que podrían ser incluidas, y confirmarían el orden de las batallas en la “Indignación,” sin embargo creemos que las ya citadas son suficientes.
Animamos al lector a que continúe el estudio de estos eventos en la Escritura.

Apéndice B: Evidencias de la cercania de la venida del Señor

Antes de que el Señor Jesucristo volviese al cielo, Él prometió que volvería otra vez para tomar a los que habían creído en Él y llevarlos a la casa de Su Padre. Él dijo: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Jn. 14:2-3). Este es el rapto. Sin embargo, el Señor Jesús no nos dijo cuándo Él volvería de nuevo. El dijo, “Ciertamente, vengo en breve” (Ap. 22:20), y esto ha sido un gran consuelo para Su Iglesia.
Una de las razones por las cuales no dio una fecha específica de Su venida, fue para que la esperanza de la misma esté siempre delante de Su pueblo. Si Él hubiese dicho que iba a venir en el siglo 20, por ejemplo, esto habría causado que los cristianos de los primeros tiempos, durante sus vidas hubiesen decaído en la espera de la venida del Señor. Esto en efecto causaría que el creyente se arraigase en la tierra.
El Apóstol Pablo expresa la actitud de expectación que cada cristiano debería tener en relación con la venida del Señor. Él dijo, “Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire” (1 Ts. 4:17; 1 Co. 15:51; Fil. 3:20-21). Al decir “nosotros," El se incluye a sí mismo en el número que espera la venida del Señor en cualquier momento. Aun a pesar de que se le había dado conocer que él pasaría por la muerte (igual que a Pedro; 2 Ti. 4:6; 2 P. 1:14), él trabajó en su ministerio para fijar como propia la esperanza de la venida del Señor en la mente de los santos.
Aunque no intentamos fijar una fecha de la venida del Señor, sí estamos prontos para discernir los tiempos. El Señor dijo: “¿No pueden discernir las señales de los tiempos?” (Mt. 16:3). Satanás está haciendo todo lo posible para que el creyente pierda de vista la venida del Señor. Él usa la influencia del mundo para hacer que el cristiano se vuelva indiferente y descuidado acerca de esta preciosa esperanza (Lc. 12:45). Él también usa enseñanzas erróneas de la Biblia. Hay algunos maestros de la Biblia que no creen que el Señor pueda venir en cualquier momento. Ellos creen que algunos eventos de la profecía deben ser cumplidos antes de que Él vuelva otra vez. No obstante, la Biblia no enseña que haya de cumplirse algún evento profético antes de que el Señor pueda venir. Hablamos ahora de la profecía que está conectada con los tratos del Señor con la tierra.
Existen ciertas e inconfundibles indicaciones que deberían elevar nuestros corazones hacia el cielo, en fresca expectación de la cercana venida del Señor. Las siguientes páginas muestran algunas de estas.
La condición laodiceana de la Iglesia
En Apocalipsis 2-3 se nos da una historia profética del estado moral de la Iglesia profesante, desde los días de los Apóstoles hasta los últimos días de la Iglesia, justo antes de la venida del Señor para llevar a Su pueblo al hogar de gloria. El séptimo y último estado es el de Laodicea, en el cual la Iglesia profesante es retratada en una condición despreciable de indiferencia hacia Cristo (Ap. 3:14-22). El Apóstol Pablo también describe la condición del testimonio cristiano de los últimos días como estando en el mismo estado ruin, en el cual la maldad moral y doctrinal abundarían (2 Ti. 3:1-9; 4:3-4). Esta descripción, acertadamente muestra el presente estado de cosas en la Iglesia profesante de hoy. Lo siguiente que sucede en el libro de Apocalipsis, luego de que se describe el estado final de la Iglesia, es la venida del Señor para llevar a Su pueblo al cielo (Ap. 4:1*). Podemos concluir entonces que la venida del Señor debe estar muy cerca.
No ver más, tus pocos escogidos
En egoístas contiendas divididos,
Sino bebiendo en paz la gracia
Que da unidad a sus corazones;
Señor, apura el día del claro brillo,
Aquella expectativa que brilla sin fallar,
Donde Dios brillará en luz divina
En gloria que nunca acabará.
El clamor de media noche ha pasado
En este pasaje de la Biblia se nos muestra un cuadro del período completo de la Iglesia, desde sus primeros días hasta la venida del Señor. Muestra que luego de que la Iglesia, como la esposa, recibió la noticia de la venida del Señor, se estableció en la tierra y se quedó dormida (Mt. 25:1-6). La esperanza de la venida del Señor por los Suyos estaba virtualmente perdida como toda la profesión cristiana. “Cabeceando y dormida” con respecto a esta esperanza maravillosa. Entonces se escucha un clamor en la noche: “He aquí, el esposo viene” (Mt. 25:6). Aquellos que duermen se levantan de su sueño con el conocimiento de que el esposo venía. Poco después de este despertar, el esposo llega y aquellos que estaban listos entran con Él a las bodas (Mt. 25:17-20). En medio de la oscuridad que ha penetrado en el cristianismo por más de 1500 años, Dios despierta a los cristianos al conocimiento consciente de que el Señor estaba por venir. Este reavivamiento tiene lugar en el siglo XIX. Con más de 150 años pasados desde este evento, la Iglesia aún está en la tierra, lo cual nos lleva a darnos cuenta de cuán cerca está la venida del Señor.
Oh día de maravillosa promesa;
El esposo y la esposa
Vistos en gloria por siempre
Y para siempre satisfechos.
El renacimiento de la independencia nacional judía y las condiciónes políticas en medio oriente
En Mateo 24:32-34, en Marcos 13:28-30 y en Lucas 21:29-32, el Señor Jesucristo enseñó que cuando “la higuera,” un símbolo de la nación Israelita, floreciera de nuevo y diera hojas, Su venida estaría cerca. En 1948, luego de muchos siglos sin un país, Israel comenzó a retomar tierras otra vez. Declararon su independencia como nación. Con las hojas de la profesión solamente y no con frutos reales hacia Dios, los judíos están listos para recibir al falso Mesías, el anticristo, del cual habla la profecía. El Señor continúa diciendo, “Y todos los árboles” (Lc. 21:29). Esto se refiere a otras varias naciones. Egipto y Libia han tomado prominencia en años recientes. Las naciones árabes están también ocupadas haciendo acuerdos con Rusia para suplirse de armamentos. Estas naciones sabemos que estarán eventualmente aliadas con Rusia (Dn. 8:24). Las naciones en Europa occidental se están alineando también en un acuerdo común (la comunidad económica Europea). Esto podría muy bien ser la anticipación del reino de las diez naciones de la Bestia (Dn. 7:7; etc.). Todos estos eventos son anticipaciones y no el mismo cumplimiento de estas escrituras, pero estos eventos serán cumplidos en el período de la tribulación, luego de que la Iglesia haya sido llevada a la gloria. Esto podría demostrarnos que “el fin de todas las cosas se acerca” (1 P. 4:7).
La noche ha pasado, y el día está a la mano;
No hay señal que buscar; la estrella está en el cielo;
Regocíjense entonces, ¡oh santos! es el mandamiento del Señor;
Regocíjense; la venida del Señor está cercana.
El aumento del conocimiento
y el rápido paso de la vida
Le fue dicho a Daniel que el fin de los días estaría marcado por el rápido paso de la vida y el aumento del conocimiento en general (Dn. 12:4). Aun en una mirada rápida de la historia del hombre, se verá que nunca ha habido días como los del presente, en lo que hace al conocimiento en cada campo de emprendimiento; ya sea medicina, tecnología, ciencia, deportes, etc. Esta es una señal muy firme de que los tiempos en que vivimos confirman nuevamente que “el tiempo es corto” (1 Co. 7:29).
No está lejos la hora
Cuando Cristo reclame lo Suyo;
Pronto escucharemos la voz de poder;
El Señor mismo vendrá.
La aplicación figurada de los “dos dias”
“Para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día” (2 P. 3:8; Sal. 90:4). Esta indicación, siendo figurativa, sugiere dos mil años como algo aproximado. Para ver este punto más claramente, es necesario entender algo de las formas dispensacionales de Dios con Israel. Teniendo en cuenta el fracaso de Israel bajo la ley y su rechazo del Mesías, ellos han sido puestos de lado por Dios por un tiempo. Mientras tanto, Dios ha estado enviando el evangelio de Su gracia al mundo gentil, para sacar de entre ellos un pueblo para Sí (Hch. 15:14; Ro. 11:11-27). Luego del presente período de los tratos de Dios entre los gentiles, Él entrará nuevamente en relaciones con Israel para traerle a la bendición, de acuerdo a las incondiciónales promesas hechas a Abraham, Isaac y Jacob. Hay muchas referencias en la Biblia donde aparecen los “dos días,” sugiriendo que este presente período de gracia, cuando Israel es dejado de lado, podría ser de aproximadamente 2000 años. Aunque no nos atrevemos a fijar una fecha de cuándo el Señor vendrá, podemos ver, en forma general, que la Iglesia ha estado sobre la tierra cerca de 2000 años. Además de esto, nuestro calendario muestra que 2012 años han pasado desde el nacimiento de Cristo, pero es de público conocimiento que el calendario contiene una desviación de cuatro o cinco años. En realidad, Cristo nació en el año 5 antes de Cristo. (Ver Traducción JND, pág. xxiii, en el prefacio.) Entonces, en realidad han pasado 2011 ó 2012 años desde el nacimiento de Cristo. No decimos que el Señor vendrá en un determinado año, pero es alentador para nosotros que la venida del Señor debe estar cerca. ¡Tal vez hoy!
Algunas referencias de los “dos días” en la Biblia
1. Oseas 6:1-3. Se habla aquí del arrepentimiento de Israel. Dice “luego de dos días [el presente período de gracia de aproximadamente 2000 años] Él nos revivirá, en el tercer día [el reino milenial de Cristo], Él nos levantará y viviremos delante de Él.”
2. Lucas 10:30-35. En estos versículos el hombre caído al costado del camino, atacado por los ladrones, es una figura de la horrible condición en la que el hombre ha caído por las operaciones de Satanás. El hombre yace en el foso del pecado medio muerto delante de Dios, físicamente vivo pero espiritualmente muerto. El sacerdote y el levita, quienes no quisieron ayudar al hombre, nos enseñan que la religión no puede salvar al hombre en esta condición. El Samaritano, quien aparece en escena para rescatar al hombre, es una figura del Señor Jesucristo, el Salvador rechazado. Él rescata al hombre y lo lleva hasta una posada, no de vuelta a Jerusalén, lo cual nos habla del antiguo orden del judaísmo; la posada es una figura de la Iglesia. En la posada él recibió comida, ayuda y compañerismo para satisfacer todas sus necesidades. Antes de dejar al hombre al cuidado del mesonero (el Espíritu Santo), el Samaritano paga dos denarios por la estadía del hombre, prometiendo que volvería a buscarle; esto sugiere que el tiempo que él estaría ausente serían dos días. En aquellos tiempos un denario era el salario de un día de trabajo (Mt. 20:2).
3. Juan 1:29-2:11. En Juan 1:29,43 tenemos dos días (en el versículo 29 y 35 se habla del mismo día; el versículo 35 dice “Otra vez,” conectándose con el versículo 29). Los detalles encontrados en estos dos días responden a ciertas características que marcan el período de la Iglesia. Se hace referencia a Cristo siendo conocido como el Cordero de Dios y el Hijo de Dios, el Espíritu Santo descendiendo y el bautismo. También se hace referencia al lugar de habitación de Cristo (la Iglesia) y al evangelio siendo predicado. En el “tercer día” (Jn. 2:1-11) hay un matrimonio, lo que predice la reunión de Israel con el Señor en el día venidero. “En aquel día, dijo el Señor me llamarán, esposo” (Os. 2:16, lectura marginal; Is. 62:4-5). En aquel día, el Señor dará nuevo vino a todo aquel que estuviese en las bodas. Esto habla del gozo que el Señor traerá sobre la tierra en el día milenial.
4. Juan 4:1-54. Este capítulo abre con el rechazo del Señor Jesús, por parte de los judíos responsables en Judea (vs. 1-3). Esto es una anticipación del rechazo formal de la nación y consecuentemente Su crucifixión (Hch. 2:23; 3:13-15). Al ser rechazado, el Señor les deja y va a los Samaritanos, que son un pueblo de extracción gentil, y se revela así mismo a una pobre mujer pecadora y a su pueblo (vs. 4-42). Esto es una figura del evangelio entrando a las naciones gentiles, luego de que la nación de Israel formalmente lo rechazara. Dios ha visitado a los gentiles y está tomando de entre ellos un pueblo para Su nombre (Hch. 15:14; Ro. 11:16-20). Es notorio que el Señor Jesucristo eligió aquel momento para revelar a esta mujer la verdad acerca de la terminación del antiguo orden judaico de adoración, y la introducción de la verdadera adoración cristiana en Espíritu y en verdad (Jn. 4:23-24). Es también de notar que Él no hizo milagros en Samaria. Él usó solamente Su Palabra para cumplir Su labor allí. Este ha sido el modo en que Dios ha llevado el testimonio cristiano entre los gentiles. La presente era no ha estado marcada por señales y prodigios, pero sí por el poder de Su sola Palabra avanzando y convirtiendo almas. El Señor permaneció dos días entre los Samaritanos, hablándoles acerca del amor de Dios. Luego de estos dos días, Él regresó a Su propio pueblo, los judíos en Galilea (vs. 43-54). Su trabajo en Galilea es una figura del tiempo en el futuro cercano, cuando Él retomará Sus tratos con el remanente de Israel. El hombre noble que viene a Él, sugiere que los líderes que hayan causado que Israel rechazara a Cristo, se arrepentirán primero (Jl. 2:12-17). El Señor entonces resucitó al hijo del noble, lo cual es una figura de la resurrección nacional de Israel (Ez. 37:1-28; Dn. 12:1-2).
5. Juan 10:39-11:46. Aquí, el Señor Jesús es rechazado nuevamente por los judíos que tratan de apedrearlo. Él escapó de sus manos hacia un lugar más allá del Jordán, fuera de la tierra de Israel. En aquel lugar mucha gente creyó en Él y fue bendecida. Esto es nuevamente una figura del Señor que deja de lado Sus tratos con Israel por un tiempo, debido a su incredulidad y rechazo, y vuelve hacia los gentiles. De nuevo se nos dice que Él permaneció en aquel lugar dos días (Jn. 11:6). En el capítulo 11 Lázaro ha muerto, y esto refleja la condición nacional de Israel delante de Dios (Ez. 37:1-2). María y Marta, en su lamento, son una figura del remanente judío fiel que en aquel día venidero pedirá el retorno del Señor (Sal. 6:3-4). Luego de dos días el Señor fue a Lázaro y lo resucitó, lo que es una figura de Israel siendo levantado en aquel día venidero (Ez. 37:1-28; Dn. 12:1-3). Cuando el Señor llegó a donde estaba Lázaro, llevaba muerto “cuatro días” (Jn. 11:17,39). Esto, tal vez, señala la condición moral de Israel delante de Dios. La historia nacional del pueblo de Israel puede ser trazada desde Abraham, quien vivió 2000 años antes de Cristo. Hasta la venida de Cristo para levantar a Israel, esto es aproximadamente unos 4000 años o “cuatro días.” Luego de que Lázaro fue levantado, el Señor fue a Jerusalén y los gentiles vinieron a Él (Jn. 12:12-22). En aquel momento las multitudes gritaban, “¡Hosanna, Bendito el que viene en el Nombre del Señor, el Rey de Israel!” “He aquí tu Rey viene, montado sobre un pollino de asna.” Esto es una figura del milenio, cuando Israel y las naciones gentiles reconocerán a Cristo como Rey de Israel.
6. Hechos 20:7-12. En este pasaje tenemos una figura de la Iglesia de Dios en su orden propio como era en los días del cristianismo. Ellos estaban en “el aposento alto” (Lc. 22:12; Jn. 13-17), “reunidos juntos” (Mt. 18:20), “partiendo el pan” (1 Co. 11:23-26) en “el primer día de la semana.” Hay aquí una sugerencia a los dos días: “El primer día de la semana” y “el mañana.” La feliz escena fue interrumpida por la caída y la posterior resurrección de Eutico. Esto nos recuerda como la Iglesia se ha deslizado y ha caído en el mundo desde la posición separada que una vez tuvo, y cómo luego por gracia recuperará su posición. Vemos también que la reunión no se interrumpe hasta el “alba” del día siguiente. Esto nos habla de la venida del Señor (el rapto) para cerrar esta dispensación.
7. Exodo 19:10-11. Aquí el Señor estaba escondido de la vista de Israel en los dos días previos a Su venida para realizar un pacto con Su pueblo en el “tercer día.” Los dos días nuevamente responden a esta nueva dispensación, durante la cual el Señor ha permanecido oculto de Israel y del mundo, quien lo han rechazado. “El tercer día” señala el tiempo de la manifestación pública del Señor en Su segunda venida o aparición (Ap. 1:7; Tit. 2:13). Aunque Israel ha fallado en guardar la ley que le fue dada, en aquel día, en el día de la aparición del Señor, Este hará un pacto duradero eterno con ellos, y ellos guardarán su ley (He. 8:10; 10:16-17; Ez. 36:25-27; 37:26; Ro. 11:25-27).
8. Josué 10:12-15. En el capítulo nueve, Israel falló en su responsabilidad y consecuentemente son traídos los Gabaonitas, quienes eran gentiles. Como resultado de este fracaso, Josué fue llamado a salvar a los Gabaonitas (Jos. 10:6). Esto nos habla de la oportunidad que se le ha dado al mundo gentil de ser salvos por gracia en vista del fracaso de Israel (Ro. 11:11-20; Hch. 15:14). Luego de luchar durante todo el día, Josué se da cuenta de que no tendría tiempo suficiente para completar la victoria, y entonces llama al sol a que no descienda sino que se quede sobre Gabaón por otro día más. Aquí tenemos dos días; esta es una encantadora figura de la largura de la gracia, donde el brillo de la gracia de Dios se ha detenido sobre este mundo “hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles” (Ro. 11:25). No hay “día como éste”; y seguramente no ha habido día como éste presente, cuando las almas en todo el mundo se salvan. Luego del largo día en Gabaón, Israel regresó a Gilgal (vs. 15), el lugar del juicio de si mismo. Luego de que el día de gracia haya terminado, Israel será traído para juicio y arrepentimiento delante del Señor, y luego puesto en las bendiciones del reino (Sal. 51; Zac. 12:9-14).
9. 2º Samuel 1:1-2. En 1º Samuel, David fue rechazado por sus hermanos y se va a la tierra de Siclag, que es un lugar fuera de la tierra de Israel (1 S. 27:4-6). David estuvo allí durante dos días antes de moverse hasta Hebrón, para tomar el trono públicamente en el “tercer día.” David y la forma en que fue rechazado, es una figura de Cristo rechazado por Su pueblo y por el mundo en este tiempo presente. El tercer día responde al tiempo en el que el Señor vendrá en poder y gloria para tomar Su trono en Israel y reinar como legítimo rey sobre todas las cosas (Zac. 14:9; Is. 32:1).
10. 2º Reyes 19:35-20:11. En este pasaje vemos que luego que Senaquerib y un ejército Asirio fueran derrotados por el Señor, Ezequías, quien estaba enfermo hasta la muerte, fue restaurado en salud nuevamente en el tercer día, luego de haber orado a Dios. Senaquerib y los Asirios son un bien conocido tipo de las hordas rusas (Ez. 38-39), quienes van a venir sobre Israel en sus últimos días. Ezequías es una figura de la condición espiritual de Israel delante de Dios, casi a punto de morir. Ezequías estuvo en esta condición por dos días hasta que él imploró al Señor y fue levantado en el tercer día. Así también sucederá con Israel cuando, en su desesperación, implore al Señor al final de la gran tribulación (Jl. 2:15-17). Entonces serán levantados como nación y sus enemigos serán destruidos.
11. Jonás 1-3. En el capítulo 1, Dios comunica Su propósito a Jonás haciéndolo testigo responsable sobre los Ninivitas (gentiles). Se le ha dado a la nación de Israel un privilegio similar, ya que se le ha confiado la Palabra de Dios (Ro. 3:2). Por lo tanto, ha sido puesta en un lugar de responsabilidad para sostener el testimonio del verdadero conocimiento de la Palabra de Dios delante del mundo (Ro. 2:18-20; Is. 43:10). Tal como Jonás se rebeló y huyó de la presencia de Dios, Israel se ha revelado también contra el Señor y ha fallado en todas formas en rendir un apropiado testimonio de Jehová al mundo (Ro. 2:23-24). Así como Jonás fue arrojado a la mar, Israel ha sido puesto de lado por Dios por un tiempo, y está en el presente disperso en el mar de las naciones (Mt. 21:21; Ap. 17:15; Lv. 26:33; Sal. 44:11). Luego de que Jonás fue arrojado al mar, los marineros gentiles se volvieron a Dios. Esta es otra figura de la salvación que viene a los gentiles por el rechazo de Israel (Ro. 11:11; Hch. 28:25-28). La aflicción por la cual Jonás pasó en el capítulo 2, es una figura de las pruebas y las angustias que los judíos han tenido durante los largos años de su dispersión. Es interesante notar que aunque Jonás había sido tragado por el gran pez, aun así no clamó al Señor hasta el tercer día. La Biblia dice que Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches, luego oró (Jon. 1:17-2:1). Y cuando Jonás finalmente clamó a Dios, Este respondió su oración y aquel fue liberado (Jon. 2:2-10). Jonás aparece en público nuevamente, y estaba deseoso de ser usado como el instrumento de bendición de los Ninivitas (gentiles; Jon. 3:1-10). Esta es una figura de la restauración de Israel, el que será usado por Dios para la bendición del mundo (Is. 60:1-5; Is. 62:1-3).
12. Levítico 23. Se ven aquí dos días en diferente manera, pero antes de que podamos comprender los dos días primero es necesario entender el perfil dispensacional del capítulo. Existen siete fiestas anuales en el capítulo, las que nos dan una figura de los eventos desde la cruz de Cristo hasta el reino de Cristo por venir. Estas son: “la pascua,” la muerte de Cristo (1 Co. 5:7); “la fiesta de los panes sin levadura,” comunión práctica con los santos en santidad (1 Co. 5:8); “la fiesta de las primicias” (de los primeros frutos), Cristo resucitado y ascendido a la gloria (1 Co. 15:23); “la fiesta de Pentecostés,” la Iglesia constituida en un solo cuerpo por el descenso y habitación del Espíritu Santo (Hch. 2:1); “la fiesta de las trompetas,” Israel reunido de entre las naciones (Mt. 24:31); “el día de expiación,” el arrepentimiento de Israel (Zac. 12:9-14; Sal. 51); y “la fiesta de los tabernáculos,” la bendición milenial de la tierra en el reino de Cristo (Sal. 72). Las primeras cuatro fiestas han sido cumplidas; las últimas tres aún esperan cumplimiento. Todas las fiestas excepto las dos del medio, eran celebradas en días específicos del calendario judío y respondían al orden judío de cosas teniendo en cuenta el tiempo y las sazones (Gá. 4:9-10). Pero no había días del calendario mencionados para la fiesta de los primeros frutos y para la fiesta de Pentecostés, las que responden la presente dispensación. Eran simplemente para ser guardadas en el primer día de la semana. Estos dos primeros días se destacan del restos de las fiestas y marcan este presente período de aproximadamente 2000 años.
13. Mateo 15:1-39. En la primera parte del capítulo el Señor expone la condición de los judíos al tiempo de Su primera venida, corrompidos y alejados de Dios. Luego de pronunciar Su juicio sobre ellos, partió hacia Tiro y Sidón, que son ciudades gentiles de Siria. (Ver Hechos 21:3.) Esta fue una acción simbólica para mostrar que los tratos del Señor con Israel serían pospuestos por un tiempo, para que Dios visitara a los gentiles con el evangelio de Su gracia en este día presente (Hch. 15:14). Una mujer gentil fue bendecida allí sobre el principio de la fe, lo que es una muestra del material con el cual la Iglesia estaría compuesto. Luego de haber tratado con la mujer, el Señor retornó a la nación judía, ubicándose en un monte de Galilea, donde ministró bendición para todos, como una figura de Su reino milenial. Todos fueron sanados (vs. 29-31) de acuerdo a Isaías 35:5-6, y satisfechos con pan (vs. 32-39) de acuerdo al Salmo 132:15. Nuevamente aquí la bendición fue derramada al tercer día (vs. 32).
14. Mateo 17:1-9. El acontecimiento de la transfiguración del Señor en el monte, es una anticipación de Su gloria en el reino milenial. Esto toma lugar “luego de seis días,” indicando figurativamente que el reino de Cristo sería establecido luego de seis mil años de la historia del hombre en la tierra. Aproximadamente, Cristo vino al mundo luego de 4000 años o 4 días (ver Traducción JND, pág. 30 en el prefacio), dejando 2 días o 2000 años para este presente día de gracia.
15. Ester 1-10. Cuando Dios removió el trono de Su gobierno en la tierra de Israel, Él lo puso en manos de los gentiles. Este período de autoridad gentil es llamado “los tiempos de los gentiles” (Lc. 21:24). Los distintos monarcas gentiles que gobernaron en aquel tiempo, fueron directamente una extensión de la autoridad de Dios en la tierra. En el libro de Ester, el Rey Asuero gobernó en ese lugar de autoridad sobre el mundo conocido de aquel tiempo, desde la India a Etiopía. Él es un tipo de Dios, quien gobierna este mundo detrás de la escena (Dn. 4:17).
El primer capítulo de Ester nos dice que el Rey Asuero realizó una gran fiesta “para todos ... desde el mayor hasta el menor” (Est. 1:1-5). Esta es una figura de la gran fiesta que Dios ha hecho para toda la humanidad con el evangelio de Su gracia (comparar Lucas 14:16). El propósito de la fiesta de Asuero fue mostrar “las riquezas de su glorioso reino” y “el honor de su excelente majestad." El evangelio también habla de la gloria de Dios y de “las riquezas de su gracia y su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (Ef. 2:7-8). Tal como la fiesta de Asuero se llevó a cabo por muchos días, Dios, en Su paciente amor y misericordia, ha extendido también la invitación a Su fiesta por muchos días — cerca de 2000 años. Los invitados a la fiesta fueron llamados “nobles y príncipes”; así mismo, aquellos que aceptan la invitación de Dios son llamados “reyes y sacerdotes” (Ap. 1:6).
En la fiesta, el rey proveía de reclinatorios de oro y de plata a los invitados (Est. 1:6-8). La plata y el oro en la Biblia son símbolo de redención y justicia divina. Estas cosas dan al creyente un lugar para descansar en la salvación (un reclinatorio; Mt. 11:28). Consecuentemente, el creyente tiene paz en la presencia de Dios. Había también en la fiesta coloridos pabellones suspendidos desde el techo por anillos de plata. Estos pabellones son un tipo de las bendiciones celestiales de los cristianos, de las que pueden gozar a través de la redención (Ef. 1:3). Más aún, el rey proveyó a los invitados con vino real en abundancia; lo que nos habla del gozo que Dios da a quienes reciben y creen el evangelio de Su gracia (Jue. 9:13; Sal. 104:15).
La reina gentil Vasti, quien tenía un lugar de privilegio en el reino, estando asociada públicamente con el rey, fue también invitada a la fiesta. Ella podía contribuir a la gloria del rey, mostrando su belleza al pueblo, pero cuando fue llamada rehusó venir porque su corazón se había llenado de soberbia y rebelión (Est. 1:9-12; comparar con Ap. 18:7). La reina disfrutaba el lugar que tenía junto al rey, pero no lo usó para esta fiesta. Vasti es un tipo de cristianismo profesante, el cual se ha identificado con Dios exteriormente delante del mundo. La cristiandad apóstata ha tenido la gran oportunidad de recibir la salvación y la bendición que es ofrecida en el evangelio, pero al igual que Vasti, no las ha usado.
En el día final de la fiesta (Est. 1:5,10) la rebelión de Vasti llegó hasta el límite, y a causa de su desobediencia y su fracaso en mostrarse a sí misma de una manera que glorificase al rey, fue desprovista de su lugar de reina (Est. 1:13-22). Esto es una anticipación de lo que sucederá con la cristiandad profesante y apóstata al final del día de gracia. La rebelión y la desobediencia de la cristiandad se han elevado a un punto tal, que Dios ya no la puede tolerar. Cuando el Señor venga (el rapto), Él no solo tomará a los creyentes verdaderos al cielo, sino que públicamente repudiará a la cristiandad profesante y apóstata. Él los “vomitará” de Su boca (Ap. 3:16). La cristiandad, al igual que Vasti, será “cortada” y dejada de lado en los tratos con Dios (Ro. 11:17-22). Así como Vasti experimentó la ira del rey (Est. 2:1), así también el cristianismo apóstata será juzgado; y esto teniendo en cuenta su fracaso de honrar a Dios en la tierra. Luego de ser despojada de su condición de reina, Vasti no tuvo oportunidad de volver a ocupar el lugar de privilegio que una vez ocupó, y la cristiandad tampoco será restaurada a su presente lugar de privilegio.
En el capítulo 2 vemos que alguien debía reemplazar a la reina Vasti. En este proceso de búsqueda, Ester entra en el cuadro (Est. 2:1-7). Ella es un tipo del remanente judío fiel. Romanos 11 nos indica que cuando la cristiandad gentil sea repudiada y sea dejada de lado por su infidelidad, Dios entrará nuevamente en tratos con Israel y lo bendecirá. Siendo huérfana, Ester no tenía apoyo en este mundo. Esto describe el carácter de destituido del remanente judío en la tribulación venidera. Ellos dependerán totalmente de Dios. Aunque ella era huérfana, Ester fue tomada y cuidada por Mardoqueo, su primo. Él es un tipo de Cristo, quien providencialmente ha cuidado del remanente judío y lo continuará haciendo en el tiempo de los siete años de tribulación.
Antes de que Ester pudiera ser traída delante del rey, tuvo que pasar por un período de purificación (Est. 2:8-14). Esto habla de los resultados de los ejercicios por los cuales el remanente judío tendrá que pasar durante la gran tribulación. Durante aquel tiempo serán purificados y preparados para su Rey (Dn. 12:10; Mal. 3:2-4; Zac. 13:9). Durante el período de su purificación, Mardoqueo mostró gran interés por el bienestar de Ester (Est. 2:11). Aunque él no podía comunicarse abiertamente con ella, porque su período de purificación no estaba aun completo, él pasaba cada día por el lugar donde ella estaba, para saber como le iba. En la misma forma, durante la gran tribulación, Cristo no se comunicará con el remanente judío pero observará sus progresos con gran interés y, por así decirlo, desde cierta distancia (Is. 8:17; 18:4; 54:8; Cnt. 5:6; Gn. 42:7,23-24; 43:30). El hará esto hasta que el trabajo de arrepentimiento y purificación esté completo; momento en el cual se revelará a sí mismo a ellos.
El incidente al final del segundo capítulo, donde vemos a Mardoqueo cuidando el bienestar del rey (cuando Bigtán y Teres, dos eunucos del rey, intentaron una insurrección) ilustra cómo Cristo cuida de la gloria de Dios y trabaja para este fin detrás de la escena (Est. 2:21-23).
En el capítulo 3 vemos al Rey Asuero promocionando a Amán el Agagueo en el reino, y dándole un lugar sobre todos los príncipes. Amán, “el enemigo de los judíos,” es un tipo del anticristo; y su promoción en el reino anticipa el tiempo cuando Dios permitirá que el anticristo se levante hasta un lugar de preeminencia en la tierra, particularmente en la tierra de Israel. Amán usó su lugar de poder para su propia exaltación y requirió que todos debían postrarse ante él en señal de reverencia. El anticristo (el hombre de pecado) hará lo mismo, demandando que se lo adore en forma divina (2 Ts. 2:3-4).
Sin embargo, Mardoqueo rehusó postrarse ante Amán (Est. 3:2), al igual que el remanente judío fiel rehusará adorar al anticristo. Esto despertó el odio de Amán, y él procuró destruir a los judíos de todo el reino (Est. 3:5-15). Esto es una figura de la terrible persecución que el anticristo causará durante la gran tribulación, en un intento por destruir a los judíos temerosos de Dios. Amán tenía diez hijos que aparentemente le ayudaban en su causa (Est. 5:11,14; 9:7-10), y tal vez sean un tipo de la confederación de las diez naciones de Europa occidental llamada “la Bestia,” que ayudará al anticristo en su gran persecución contra el remanente fiel. El rey le dio a Amán el anillo de su mano, autorizando su malvado plan (Est. 3:10), lo que nos habla de Dios permitiendo que el anticristo persiga al remanente fiel por un tiempo. Dios permite esto para probar la fidelidad de Su pueblo y profundizar Su obra en ellos.
En vista de los malvados designios de Amán, la vida de los judíos estaba en gran peligro. En cada provincia en la cual era publicado el decreto del rey, los judíos se encontraban en gran lloro y lamentación (Est. 4:1-3). Esto es una figura del lamento y el profundo ejercicio de alma por el que el remanente judío tendrá que pasar en la gran tribulación. Mardoqueo también “se vistió de silicio y cenizas, y salió hasta en medio de la ciudad y lloró con grande y amargo clamor.” Esto ilustra los sentimientos del Señor Jesucristo. Él sentirá profundamente lo que todo el remanente tendrá que pasar en esos tiempos de angustia. El libro de Salmos particularmente ilustra los sufrimientos de Cristo (simpatéticamente) con el remanente.
Luego de conocer la terrible angustia por la cual pasaba su pueblo, se le pide a Ester que vaya “ante el Rey, y suplique delante de él” (Est. 4:4-9). Pero esto era algo que ella nunca había hecho antes, y tenía temor de hacerlo ya que ninguna persona podía entrar a la presencia del rey sin ser llamado, y ello bajo pena de muerte. Esto nos habla del hecho de que ninguna persona puede acercarse a Dios en sus propios términos y condiciónes. Sin embargo, la ley contemplaba que si el rey extendía su “cetro de oro” a la persona, lo cual nos pinta la gracia divina, esta viviría y no moriría. La gracia ha capacitado al hombre para acercarse a Dios (Est. 4:10-11).
Mardoqueo, hablando con Ester a la distancia a través de Hatac, la presionó para que se aproximase al rey, aunque esto significara su vida, porque esta era la única forma de liberar a su pueblo (Est. 4:12-14). Luego de mucho ayuno y oración, Ester resolvió ver al rey (Est. 4:15-17); de igual manera, el remanente, luego de mucho ejercicio de alma, se aproximará a Dios.
Cuando Ester se aproximó al rey después de no haber estado en su presencia por un largo tiempo, obtuvo favor ante sus ojos y el rey le extendió su cetro de oro (Est. 5:1-2). De la misma forma, el remanente quebrantado y afligido se aproximará a Dios en oración y súplica, y obtendrá gracia en el tiempo de su gran prueba. Es de notar que fue en el tercer día que Ester se aproximó al rey. El número tres habla de resurrección en la Biblia (Jon. 1:17; 2:10; Mt. 12:40; He. 11:19). Esto apunta a la resurrección nacional de Israel (Dn. 12:1-2), cuando Dios volverá por el remanente judío trayendo liberación para ellos y para toda la nación de Israel. (Comparar Oseas 6:2.)
Al venir a la presencia del rey, Ester no le descubrió inmediatamente las profundidades de su corazón, sino que lo invitó a un banquete preparado para el rey y para Amán; momento en el cual ella pensaba hacer su petición conocida, pero cuando llegó el momento, ella no se expresó delante del rey sino hasta el día siguiente (Est. 5:3-14). Esto ilustra cómo el remanente al principio carecerá de confianza para abrir su corazón con Dios, pero luego, debido a la experiencia, lo hará. (Comparar Salmos 25, 32, 38, 41 y 51 — los salmos penitenciales. Nótese la progresión del ejercicio de alma.)
En la misma noche que Amán estaba planeando matar a Mardoqueo, el rey no pudo dormir. En forma similar, “el que guarda Israel, no se adormecerá ni dormirá” (Sal. 121:4). Esto acontecerá especialmente durante el tiempo cuando el anticristo esté intentando borrar el nombre de Cristo de la tierra. La noche pasa con una extraña serie de eventos para los judíos. El rey decide que es tiempo de exaltar públicamente a Mardoqueo, y mostrarlo con su manto real y su corona real delante de todo el pueblo. Cuando llega el día, Mardoqueo es llevado a través de las calles de la ciudad con gloria, dignidad y honor para que todos lo vean (Est. 6:1-11). Esto es una figura de la aparición de Cristo (la segunda venida), cuando Él volverá a la tierra con poder y gloria. Entonces “todo ojo le verá” (Ap. 1:7).
Cuando Ester vio que la divina providencia estaba trabajando para bendición y bien de los judíos, y que el rey había exaltado a Mardoqueo frente al pueblo, vino inmediatamente a la presencia del rey en el banquete, y descubrió su corazón. De la misma forma, el remanente judío fiel, cuando vea a Cristo exaltado en gloria, descubrirá de una vez su corazón (Zac. 12:10-14). Ester acusó a Amán de su perversidad y pidió al rey la destrucción de éste. El rey respondió a su pedido, y Amán fue colgado en su propia horca (Est. 7:1-10). Esto es una figura del tiempo cuando Dios responderá al clamor del remanente judío, y juzgará al anticristo. “El triunfo de los malos es corto” (Job 20:5). “Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio” (Is. 54:17).
¡Cuan preciso es el orden en estas figuras! Mardoqueo es exaltado y mostrado delante del pueblo en ropas reales (Est. 6), y luego Amán es colgado (Est. 7). Este es el mismo orden que tenemos en la profecía. Inmediatamente de que Cristo aparezca en gloria, el anticristo (con la Bestia) será arrojado en el lago de fuego (Ap. 19:11-20).
Luego de la muerte de Amán, Ester hace saber al Rey Asuero su relación con Mardoqueo. De la misma forma, luego de que Cristo haya vuelto y el anticristo sea juzgado, el remanente judío confesará su relación con el Señor. “Jehová Dios nuestro, otros señores fuera de ti se han enseñoreado de nosotros; pero en ti solamente nos acordaremos de tu nombre” (Is. 26:13; Jn. 20:28). Luego de estas cosas, la casa de Amán (sus bienes) es dada a Ester, y a su vez ella se la da a Mardoqueo (Est. 8:1-2). Esto es una figura de los judíos que en aquel día darán al Señor Jesucristo el legítimo lugar que le pertenece. “Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder” (Sal. 110:3).
“El Rey tomó también su anillo, el que había sacado Amán, y se lo dio a Mardoqueo.” Esto nos habla de Dios dando a Cristo el lugar de gobierno en la tierra; lugar que el anticristo falsamente había ocupado. (Comparar Isaías 22:15-25.)
En respuesta al pedido de Ester, Mardoqueo, a través de la autoridad del rey, liberará a los judíos del terrible edicto que pesaba sobre ellos. Escribe cartas autorizando su liberación y las publica en cada provincia. ¡Los judíos fueron libres (Est. 8:3-14)! Esto es una figura de la liberación que Cristo efectuará en favor del remanente judío.
Luego de estas cosas, “Mardoqueo salió de la presencia del Rey con vestido real de azul y blanco, y con una gran corona de oro, y un manto de lino y púrpura” (Est. 8:15; 9:3-4; 10:3). Esto es un tipo de Jesucristo en la gloria oficial de Su reino. Los judíos, consecuentemente, tenían “alegría y gozo y honor.” Y esto, por supuesto, se refiere al gozo del remanente en el día de su liberación (Is. 25-26).
“El temor de Mardoqueo” y de los judíos vino sobre todos, y “muchos del pueblo de la tierra se volvieron judíos” (Est. 8:17; 9:3). En el milenio venidero (el reino de Cristo en mil años), “muchas naciones se unirán al Señor” (Zac. 2:11; 8:23). “El corazón dispuesto de los pueblos [gentiles] se ha reunido, y se ha juntado con el pueblo del Dios de Abraham” (Sal. 47:9 JND, nota al pie).
Por si esto no fuera suficiente, “el decreto y el mandamiento del Rey” fue que los judíos gobernaran sobre sus enemigos (gentiles; Est. 9:1-4). Esto es una figura de Israel siendo puesto en el lugar de preeminencia sobre todas las naciones, lo cual es el propósito original de Dios para con ellos (Dt. 28:13; Sal. 18:43).
Los judíos también “asolaron a sus enemigos a filo de espada” (Est. 9:5-19). En aquel día venidero, Israel ejercerá juicio sobre las naciones que rodean su tierra (Sal. 47:3; Sal. 118:10-12; Is. 11:14; Jer. 51:20-23; Mi. 4:13; 5:5-6,8; Zac. 12:6; Mal. 4:3).
Luego de esto, Mardoqueo instituyó una fiesta, llamada “Purin,” donde los judíos descansaban en todas las provincias del reino (Est. 9:20-32). Ellos se hacían regalos unos a otros, y tenían gran alegría, ayuno y gozo. Esto nos habla del descanso y la paz milenial que habrá en aquel día.
El Rey Asuero luego impuso “un tributo sobre la tierra y sobre las islas del mar” (Est. 10:1). En aquel día venidero, cuando todas las naciones estén bajo Israel, serán puestas bajo tributo Israel. Absorberá “la riqueza de los gentiles” (Is. 60:5-6,16; 61:6; Sal. 72:10).
Luego de estas cosas, el rey hizo una “declaración de la grandeza de Mardoqueo” (Est. 10:2). Esto se refiere al momento cuando la gloria de Cristo será conocida por toda la tierra. “El será grandioso” (Lc. 1:32; Nm. 14:21; Ez. 43:2).
De aquí en más, Mardoqueo estuvo junto al rey y su ocupación fue “procurar la riqueza de su pueblo y hablar paz para todo su linaje” (Est. 10:3). En el mundo por venir, Cristo tendrá el lugar más alto en el reino, y dedicará Sus energías a la bendición de Su pueblo terrenal, y habrá paz en el mundo.
16. Josué 3-4. Esta es, tal vez, otra indicación de los 2000 años sugeridos por la entrada de Israel en la tierra de Canaán en el tiempo de Josué (Jos. 3-4). Es interesante el orden en el cual ellos entraron a la tierra. Primero, “el arca de Dios” (un tipo de Cristo) entró al río Jordán (una figura de la muerte). Esto nos habla de Cristo entrando en la muerte. Luego de que el arca había recorrido una distancia de 2000 codos, Israel comenzó a entrar en la tierra (Jos. 3:3-4). Si los 2000 codos se pueden aplicar a este período de gracia, podemos ver que Israel será devuelto a su tierra para ser bendecido, unos 2000 años después de la muerte de Cristo.
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Estas alentadoras indicaciones deberían llevarnos a la feliz expectación, de que la venida del Señor para buscarnos será en cualquier momento. “Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará.” “Amén; sí, ven, Señor Jesús” (He. 10:37; Ap. 22:20).
El mundo dice, “¿Dónde está la promesa de su advenimiento?” (2 P. 3:4).
La cristiandad dice, “Mi Señor tarda en venir” (Lc. 12:45).
El creyente que está observando y esperando dice, “Sí, ven, Señor Jesús” (Ap. 22:20).
Él y yo en aquella brillante gloria
Compartiremos un profundo gozo:
Él mío, por estar para siempre con El;
El Suyo, porque allí yo estaré.

Apéndice C: La iglesia no atravesará la gran tribulación

Damos ahora los siguientes puntos de la Biblia que confirman la verdad de que la Iglesia no atravesará la gran tribulación.
1. Nunca se habla de la tribulación en conexión con la Iglesia.
Existen ocho pasajes principales de la Biblia que directamente hablan de la tribulación: Mateo 24:3-29; Marcos 13:4-24; Apocalipsis 3:10; 7:14-17; Deuteronomio 4:30-31; Jeremías 14:8; 30:4-7; y Daniel 12:1.
En Mateo 24 y Marcos 13, el Señor está hablando con Sus discípulos judíos, que representan a los judíos creyentes, el remanente fiel que estaría en la tribulación. Esto es sostenido por los comentarios que el Señor les hace. Él les dice lo que ellos deberían hacer cuando el templo y el lugar santo fuesen profanados por la abominación de la desolación (vs. 15). Él habla acerca de la tierra de Judea (vs. 16), acerca del día sábado (vs. 20), acerca de las tribus de Israel siendo reunidas nuevamente (vs. 30-31), y de la higuera, una bien conocida figura de Israel (v. 32). Él también habló de “la venida del Hijo de Hombre,” el cual es un título usado en la Biblia para referirse a los tratos del Señor con Israel y las naciones gentiles de la tierra. Cuando Él venga por la Iglesia, se habla del rapto, y se refiere a Él como el Señor o el Novio. Todos estos hechos indican que el Señor no se estaba refiriendo a los cristianos. Los cristianos no tenemos nada que ver con un templo físico y un lugar santo, ni tampoco con el día sábado, etc. Esto se aplica obviamente a los judíos.
Apocalipsis 3:10 habla acerca de la tribulación que viene sobre el mundo, pero no sobre la Iglesia.
Apocalipsis 7:14 habla de la tribulación en conexión con las naciones gentiles (Ap. 7:9).
En Deuteronomio 4:30-31, se habla de la tribulación en conexión con Israel (Dt. 4:1).
En Jeremías 30:4-7, la tribulación es llamada “las angustias de Jacob. Esto también nos habla de que estos hechos conciernen a Israel y a Judá.
En Daniel 12:1, dos veces dice que “el tiempo de angustia” (la tribulación) será sobre “los hijos de tu pueblo." El pueblo de Daniel era el pueblo judío.
Estas referencias muestran que la tribulación tiene que ver con Israel y con las naciones gentiles de la tierra, y en ningún pasaje se nombra a la Iglesia. ¿Cómo puede entonces la gente decir que la Iglesia tiene que ver con la tribulación, cuando esto no es mencionado ni una sola vez en la Biblia? Este hecho por sí mismo debería ser suficiente para convencer cualquier mente dispuesta, de que la Iglesia no atravesará la gran tribulación.
A medida que avanzamos, se vuelve muy evidente que la mayoría de las dificultades que la gente tiene sobre este tema proviene de no distinguir entre la Iglesia e Israel. Esto ha sido un problema de larga data entre los cristianos, y puede ser rastreado en sus orígenes hasta los primeros siglos de la historia de la Iglesia, donde los maestros judaizantes enseñaron que la Iglesia e Israel estaban mezcladas. Teoría conocida hoy como el amilenialismo o teología del pacto. Este sistema de enseñanza no ve a la verdadera naturaleza, llamado, carácter y esperanza de la Iglesia como pertenecientes al cielo. En vez de eso, todo es visto como un hecho terrenal, lo cual es la porción de Israel. Hay algunas traducciones de la Biblia, tal como la NVI, que no han ayudado en esta materia. Por ejemplo, Efesios 3:6 es traducido: “A través del evangelio los gentiles son llamados junto con Israel.” Sin ninguna autoridad de los manuscritos griegos, los traductores han agregado “con Israel.” Esto es así porque algunos de los que trabajaron en la traducción sostienen esta enseñanza errónea, y han permitido que su doctrina se mezcle en el texto. Sin embargo, no es con Israel que los creyentes de entre los gentiles son llamados en el día de gracia, sino con Cristo y con todos los redimidos que están en Cristo (Ro. 8:17).
Sobre el fundamento de Su obra concluida en la cruz, en Su resurrección y ascensión a la gloria, Dios ha establecido todo un nuevo orden de cosas conocido como la Iglesia, que comienza en Pentecostés (Hch. 2:1-4,47; 5:11; 11:15, “comienzo”). La palabra “Iglesia,” del griego eklesia, significa “llamado afuera,” y correctamente describe lo que Dios está haciendo en el presente: sacando a los creyentes y apartándolos de entre los judíos y los gentiles. Por la virtud del Espíritu Santo que desciende al mundo y toma residencia en aquella compañía de creyentes en el día de Pentecostés, los creyentes son unidos a Cristo, la Cabeza (a través del Espíritu Santo); y por lo tanto se conforma un hecho nuevo y celestial (1 Co. 12:13; Hch. 15:14; Ef. 1:13). Esto es visto claramente en la conversión de Saulo de Tarso. Cuando él fue salvo, la Biblia nos dice que fue tomado de entre el pueblo, Israel, y de entre las naciones, los gentiles, y puesto en una posición totalmente nueva delante de Dios como miembro del cuerpo de Cristo. El luego fue enviado a predicar el evangelio entre las naciones, para que todos aquellos que creyeran en Cristo pudiesen ser puestos en esta nueva posición de privilegio (Hch. 26:17-18).
Esto muestra que la Iglesia es algo distintivamente diferente de Israel. Cuando se lee la Biblia, es importante no confundir las bendiciones, privilegios, esperanzas, y destinos distintivos de cada uno de ellos.
2. La Iglesia no es el tema de la profecía.
La profecía propiamente dicha no tiene nada que ver con la Iglesia, sino con Cristo y sus tratos con Israel y las naciones gentiles que pasarán durante la tribulación al milenio. Las setenta semanas de Daniel (Dn. 9:24-27) claramente muestran que los eventos concernientes a Israel y la profecía se han detenido en las semanas sesenta y nueve, cuando los judíos “quitara la vida” a su Mesías con la muerte. Quedan aún siete años (la semana número setenta) para que se cumpla la profecía con respecto a Israel; lo que no acontecerá hasta que Dios retome nuevamente Sus tratos con Israel en un día futuro. Estamos en un período durante el cual Dios está llamando de entre los judíos y los gentiles, un pueblo para Sí mismo (Hch. 15:14). La profecía con respecto a la tribulación no tiene que ver con este tiempo. Se mal entienden las Escrituras proféticas cuando los estudiantes de la Biblia tratan de hacer un correlato entre los eventos que suceden hoy, en el período de la Iglesia, con los eventos que aparecen en la profecía, suponiendo que están siendo cumplidos ahora.
3. La reseña del libro de Apocalipsis muestra que la Iglesia no estará en la tierra durante la tribulación.
Por una simple lectura del libro de Apocalipsis, aprendemos varios puntos que claramente muestran que la Iglesia no estará en la tierra cuando los juicios de la tribulación sean derramados. Existen tres divisiones generales en el libro dadas en el capítulo 1:19. “Las cosas que has visto,” se refiere a lo que el Apóstol Juan vio en el capítulo 1; “las que son,” se refiere a los capítulos 2-3, los cuales contienen el mensaje del Señor a las siete Iglesias, lo que constituye la historia moral de la Iglesia en la tierra desde el tiempo de los apóstoles hasta sus últimos días; y luego “las que sucederán después de estas,” se refiere a las que suceden en los capítulos 4-22, donde se describe la tribulación. Esta tercera división es llamada “las cosas que sucederán después” (Ap. 4:1) porque trata de las cosas que sucederán luego del período de la Iglesia reseñado en los capítulos 2-3. Es instructivo ver que luego de los capítulos 2-3, una puerta es abierta en el cielo y Juan es llamado arriba (Ap. 4:1). Esta es una pequeña figura de la Iglesia siendo llamada al cielo, luego de que su período en la tierra terminase con la venida del Señor (el rapto). Desde el capítulo 4 hasta el final del libro no se ve más a la Iglesia sobre la tierra. Cuando los juicios de la tribulación son derramados entre los capítulos 6-19, ni una sola vez se menciona a la Iglesia.
También, aquellos que serán martirizados por su fe durante la tribulación, muestran por el carácter de sus oraciones que tampoco son cristianos (Ap. 6:9-10). Primeramente, por la forma en la que ellos llaman a Dios, “Juez Soberano,” claramente muestran que ellos no son cristianos. Los cristianos llaman a Dios como Padre (Ef. 1:2; Col. 1:2). En segundo lugar, ellos claman por venganza hacía los habitantes de la tierra que los han perseguido. Esto es correcto y propio para un judío (salmos imprecatorios), pero seguramente no es la actitud de un cristiano. Los cristianos bendicen a quienes los maldicen y oran por aquellos que los calumnian (Lc. 6:27-28), pero no invocan juicio sobre sus perseguidores (Ro. 12:19-21).
En el capítulo 7, se nos dicen quiénes saldrán al fin de la tribulación: los elegidos de Israel (vs. 1-8) y una gran multitud de gentiles (vs. 9-17), pero no se hace mención de la Iglesia. La Iglesia no sale de la tribulación porque no entró a la tribulación; la Iglesia es llevada al cielo antes de que la gran tribulación comience (Ap. 4:1).
Nótese también que mientras la Iglesia es vista sobre la tierra en los capítulos 2-3, se utiliza en varias oportunidades la expresión “el que tiene oídos oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias,” pero luego de que la Iglesia es tomada (Ap. 4:1), cuando la tribulación se desarrolla, la expresión es alterada y dice: “El que tiene oído oiga” (Ap. 13:9). La frase “lo que el Espíritu dice a la Iglesia” es a propósito sacada. La razón obvia para esto es que la Iglesia ya ha sido llamada, y el Espíritu no se dirige más a la Iglesia porque la Iglesia no está más sobre la tierra.
Luego en el capítulo 19:11-21, hacia el fin de la tribulación, vemos a la Iglesia con todos los ejércitos de los santos celestiales viniendo del cielo con el Señor. ¿Si no fueron tomados antes, cómo es que ellos subieron al cielo para poder descender con el Señor en Su venida (aparición)? Esto muestra que la Iglesia ha sido tomada al cielo antes, y la única referencia a algo como esto se encuentra en el capítulo 4:1; y esto, como hemos visto ya, es antes de que la tribulación comience.
Además, si todos los santos creyentes son tomados con el Señor al final de la tribulación, como algunos creen, entonces ¿quién será dejado para poblar la tierra milenial? Con los malos enviados al castigo eterno, la tierra estaría vacía de gente. Por esto conocemos que los santos tomados para estar con el Señor en el aire no volverán a vivir en la tierra. Ellos reinarán sobre la tierra en los lugares altos (Ap. 5:10 JND; Dn. 7:22,27; 2 Co. 5:1).
4. La liberación de la Iglesia es diferente de la liberación de Israel.
En Apocalipsis 3:10 se promete a la Iglesia que será salvada “de” la hora de la prueba. El siguiente versículo 11 muestra cómo: “He aquí yo vengo pronto.” Esto se refiere a la venida del Señor (el rapto). Tal promesa no es hecha a Israel. Israel, por otro lado, será salvado “en” el tiempo de la prueba (Jer. 14:8). Dios en Su gracia preservará un remanente fiel de entre ellos durante la tribulación.
5. Se ha prometido a la Iglesia
liberación de la ira venidera.
Se le ha dicho a la Iglesia que “espere de los cielos a Su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera” (1 Ts. 1:9-10).
Existe una “ira” que vendrá sobre este mundo. Este es el juicio que caerá en la tribulación. Esta ira es mencionada diez veces en el libro de Apocalipsis, en los capítulos 6:16-17; 11:18; 14:10,19; 15:1,7; 16:1,19; y 19:15. Nótese que todas estas referencias son hechas después del capítulo 4:1, luego de que la Iglesia es tomada al cielo. Esto demuestra que la Iglesia no estará cuando los juicios de la tribulación sean derramados sobre la tierra. El Señor Jesús librará a la Iglesia de ellos antes de que la ira caiga sobre el mundo. (Comparar también Romanos 5:9.)
6. Dios no ha puesto la Iglesia para la ira.
1ª Tesalonicenses 5:9-10 dice: “Dios no nos ha puesto para la ira [los juicios venideros] sino para obtener salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo.”
El aspecto de la salvación en este versículo no es el de la salvación del alma que los cristianos ya tienen. Existe, sin embargo, otro aspecto de salvación en la Biblia que es un hecho futuro. Por ejemplo, la Palabra de Dios dice, “Porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día” (Ro. 13:11-12; ver también Ro. 5:9; 8:23-25; Ef. 4:30; He. 9:28; 1 P. 1:5). Este aspecto de la salvación es la salvación de nuestro cuerpo, cuando el Señor venga y nos saque de este mundo. Nosotros “esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas” (Fil. 3:20-21; 1 Co. 15:51-56).
El versículo de 1ª Tesalonicenses nos dice que la Iglesia ha sido puesta para obtener esta salvación, y no la ira que está por venir sobre el mundo.
7. La voz de mando sucede antes de la proclamación de paz y seguridad.
El Apóstol Pablo en su Epístola a los Tesalonicenses, claramente pone el momento del rapto antes de que sucedan los tiempos de la tribulación (1 Ts. 4:15-18), donde la paz y la seguridad serán prometidas por la Bestia, el revivido imperio romano (1 Ts. 5:1-3).
Más aún, una mirada detallada sobre el pasaje mostrará que aquellos que serán arrebatados en el rapto, son llamados como una clase diferente de personas respecto de aquellos a los que se promete paz y seguridad durante la tribulación. Esto se indica por el cambio de la primera persona del plural, a la tercera persona del plural. Se refiere a “nosotros” cuando habla de los que serán arrebatados en el rapto, y utiliza el “ellos” cuando se refiere a aquellos a quienes les será prometida paz y seguridad. Por lo tanto, tenemos dos clases de personas: los arrebatados — la Iglesia (1 Ts. 4:15-18) — y aquellos que deberán pasar los tiempos de tribulación.
Pablo, siendo cristiano, se pone a sí mismo entre aquellos que podrían estar en la tierra cuando el Señor venga a buscar a su Iglesia (el rapto), diciendo: “Nosotros los que hayamos quedado.” Pero es interesante notar que él no se refiere a sí mismo entre aquellos que estarían en la tierra durante el tiempo cuando la paz y la seguridad sean prometidas por la Bestia. Esto es porque él procuraba fijar la esperanza de la venida del Señor frente a los santos, como un hecho inminente.
8. El rapto es antes de la apostasía.
En 2ª Tesalonicenses 2:1-5, el Apóstol Pablo pone de nuevo la venida del Señor Jesucristo y nuestra reunión con Él (el rapto), como un hecho que sucede antes del levantamiento del anticristo y la gran apostasía de la gran tribulación. El orden es simple. Primero está el rapto de la Iglesia (vs. 1), y luego la apostasía de la cristiandad (vs. 3-4) frente al hombre de pecado (anticristo).
Los creyentes de Tesalónica estaban pasando por un momento de persecución por causa de su fe en Cristo (1 Ts. 1:4-5). Habían venido falsos maestros (vs. 2) enseñando que el “día del Señor,” y el juicio conectado con él, estaba cercano. Esta enseñanza los angustiaba, porque ellos pensaban que tendrían que pasar por los horrores de la tribulación. El Apóstol Pablo escribe su segunda epístola para exponer esta enseñanza malvada. Él les enseñó que el día del Señor no podría venir sobre ellos, porque dos cosas deberían suceder primero: la revelación del “hombre de pecado” (el anticristo) y la gran apostasía frente a él.
Algunas personas tienen la idea que “el día del Señor” es el rapto. No hay escritura para esto. El día del Señor es un día de juicio que comienza con la aparición de Cristo al final de la gran tribulación. Es el momento cuando el Señor públicamente intervendrá sobre los caminos del hombre, afirmando Su poder y dominio universal sobre el cielo y la tierra. El día del Señor continuará durante los mil años que dure el reino de Cristo, tiempo en el cual, sobre el fin del día del Señor, los cielos y la tierra serán disueltos (2 P. 3:8-10).
9. El Espíritu de Dios debe irse primero.
2ª Tesalonicenses 2:6-12 muestra el mismo orden desde otra perspectiva. Dice así: “Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; solo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo.” Estos versículos muestran que el curso de la maldad en este mundo está hoy siendo frenado de llegar a su culminación, por la presencia y el poder del Espíritu Santo en la tierra. Solo cuando el Espíritu sea quitado de la tierra en el rapto, y solo en ese momento, se manifestará aquel inicuo (anticristo) y arrastrará a muchos. Nuevamente aquí el orden es simple. Primero está el arrebatamiento del Espíritu en el rapto (vs. 7); luego el levantamiento del anticristo durante la tribulación.
Algunos pueden preguntarse: ¿Cómo sabemos cuándo el Espíritu será tomado y sacado del medio? Creemos que es evidente por los siguientes tres pasajes de la Escritura, que es en el momento del rapto (Jn. 14:16-17). El Señor le prometió a Sus discípulos, la noche que fue traicionado, que cuando el Espíritu de Dios viniera a fijar Su residencia en la Iglesia (Hch. 2), sería para siempre. Cuando la Iglesia es llevada fuera del mundo en el rapto, el Espíritu de Dios también irá, porque el Señor ha dicho que el Espíritu nunca los dejaría. Eso también es visto en el libro de Apocalipsis. En los tres primeros capítulos, cuando la Iglesia es vista sobre la tierra, el Espíritu es visto una y otra vez hablando a la Iglesia. Pero luego del capítulo 4:1-2, cuando la Iglesia es arrebatada del mundo al cielo, no se menciona más al Espíritu hasta el capítulo 14:13 y 22:17, y se refiere a un tiempo posterior a la tribulación. También podemos comparar los capítulos 2:7,11,17,29 y 3:6,13,22 con el capítulo 13:9. Nótese la marcada ausencia de la mención del Espíritu. También esto es visto típicamente en Génesis 24 donde una esposa (la Iglesia) es buscada para Isaac (un tipo de Cristo) por el siervo (un tipo del Espíritu Santo). Una vez que la esposa fue asegurada por el siervo, él la llevó todo el camino hasta la casa de Isaac, quien estaba esperando por ella. Así como el siervo se fue a casa con la novia, también el Espíritu Santo irá a casa al cielo con la Iglesia cuando el Señor venga. Esto no significa que el Espíritu de Dios deje de trabajar sobre la tierra. Él continuará haciendo su trabajo sobre la tierra desde el cielo, como lo hizo en el tiempo del Antiguo Testamento, vivificando almas, etc. Estos versículos muestran que cuando la Iglesia es arrebatada de este mundo en el rapto, el Espíritu no residirá más en la tierra.
10. La venida de Cristo por Sus santos sucede antes del fin de los tiempos.
1ª Corintios 15:23-24 dice: “Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en Su venida. Luego el fin.” Téngase en cuenta el orden. Cristo es levantado primero, seguido por aquellos que sean de Cristo en Su venida (lo que ocurre en el rapto; 1 Ts. 4:15-18), luego viene “el fin." El fin toma lugar luego de que el Señor viene por los Suyos. Este es un término usado para referirse a todas las cosas que sucederán sobre el fin de los tiempos, y esto por supuesto incluye la tribulación (Mt. 13:39; 24:3-14; Dn. 11:40; 12:4,8,9,13). ¿Qué podría ser más claro? Él pueblo del Señor es llevado al cielo antes de que el fin venga con todo su juicio.
11. No hay instrucciones para los cristianos en relación a la tribulación.
En Mateo 24:16-26 y en las otras referencias a la tribulación, aquellos a quienes se les dice que estarán en ella son claramente judíos y no cristianos. Si los cristianos están para pasar por la tribulación, ¿por qué no se les da instrucciones sobre cómo prepararse y comportarse en ella? La respuesta obvia es que no habrá ningún cristiano en la tribulación.
Es verdad que miles se volverán a Dios en fe durante aquel tiempo de tribulación (Ap. 7:9-17), pero ellos no son cristianos. Ellos nacerán de nuevo y serán parte de la familia de Dios, pero un cristiano es uno que ha sido separado de entre los judíos y los gentiles por el evangelio, para pasar la eternidad con Cristo en el cielo. Aquellos que se conviertan a Dios en la tribulación y salgan de ella luego de que los siete años terminen, compartirán las bendiciones de Cristo en la tierra. La porción de los cristianos es celestial; la porción de los no cristianos es terrenal.
12. El hecho de que el evangelio de la gracia de Dios no será predicado en la tribulación, muestra que el rapto ya habrá tenido lugar.
El carácter del “evangelio de la gracia de Dios” (Hch. 20:24), predicado en este presente tiempo, y el carácter del “evangelio del reino” (Mt. 4:23), que será predicado en la tribulación, es enteramente distinto. Existen dos evangelios distintos predicados para dos propósitos distintos: el evangelio de la gracia de Dios que llama a la gente para el cielo; y el evangelio del reino que llama a la gente para bendición en la tierra. El evangelio que se predica hoy sostiene una esperanza, llamado y destino celestial para aquellos que crean (Col. 1:5; 1 P. 1:4; Fil. 3:20; 2 Co. 5:1-2; He. 3:1). El evangelio del reino, que será predicado en la tribulación, sostiene una bendición terrenal bajo el reino de Cristo en el milenio (Mt. 24:14; Sal. 96). Este evangelio anuncia la buena nueva de que el reino prometido en el Antiguo Testamento (2 S. 7:16; Dn. 2:44-45; 7:9-27) está a punto de ser establecido, y aquellos que reciban al Rey en fe tendrán parte en sus bendiciones. Este evangelio fue primero predicado por Juan el Bautista en el tiempo de la primera venida del Señor (Mt. 3:1-2). El Señor y Sus discípulos también lo predicaron (Mt. 4:23; 10:7). Su predicación era para llamar a la nación al arrepentimiento, para que así estuviesen en condición de recibir al Rey; y habiéndolo recibido, Él (el Rey) habría establecido el reino prometido por los profetas del Antiguo Testamento. Pero tristemente, Israel rechazó a su Rey, y por lo tanto desperdició la oportunidad de tener el reino afirmado en todo su poder y gloria. Cuando Israel rechazó al Rey, no se predicó más el evangelio del reino porque el reino no fue ofrecido más al pueblo. Dios en Su lugar ha enviado el evangelio de Su gracia al mundo gentil, para sacar de entre ellos el pueblo de Su nombre (Hch. 13:44-48; 15:14; Ro. 11:11). Este evangelio está siendo predicado aún hoy todavía.
El evangelio del reino será predicado nuevamente por el remanente judío fiel, luego de que la Iglesia haya sido arrebatada al cielo. En ese momento Dios retomará Sus tratos con Israel donde los dejó, casi 2000 años atrás. Israel será salvado en aquel día, esto es un remanente de entre ellos (Ro. 9:6-8; 11:26-27); y el reino será establecido en poder (Ap. 11:15).
El punto que necesitamos ver en esto, es que no hay mención del evangelio de la gracia durante la tribulación. Esto es debido a que este evangelio, llama a los creyentes ser parte de la Iglesia, y la Iglesia no estará en la tribulación. El rapto, que es la forma en que los creyentes de este evangelio serán trasladados hasta su morada celestial con Cristo, ya habrá tenido lugar. De aquí que este evangelio (de la gracia) no será más predicado.
Dios seguramente no mandará dos evangelios diferentes al mismo tiempo. Esto produciría confusión. Se confundirían el llamado celestial con el llamado terrenal, y también sus respectivas esperanzas y destinos. Si realmente entendemos que el evangelio de la gracia está siendo predicado hoy, nos daríamos cuenta que es imposible tener a la Iglesia y al remanente judío fiel en el período de la tribulación al mismo tiempo. La Biblia nos dice que existen al presente tres grandes distinciones entre los hombres en la tierra: están los judíos, los gentiles, y la Iglesia de Dios (1 Co. 10:32). También nos dice que aquellos que creen en el evangelio de la gracia de Dios son llamados de entre los gentiles y los judíos, y puestos todos juntos en un nuevo y celestial orden: “la Iglesia de Dios.” La cruz de Cristo ha terminado con la distinción entre judíos y gentiles para los creyentes de este evangelio (Gá. 3:28). Aquellos que creen en este evangelio, no forman más parte de ninguno de los dos grupos en los que previamente estaban, sino que ahora son parte definitiva de la Iglesia. Ahora, si la Iglesia va a estar en la tierra durante la gran tribulación, ¿cómo habría de existir un remanente de judíos creyentes? Si cada vez que un judío cree en el evangelio se convierte en parte de la Iglesia (lo cual ya hemos acordado), ¿cómo entonces podría formarse un remanente de judíos creyentes como la Biblia nos dice que habrá? Esto muestra que no puede estar la Iglesia y el remanente judío creyente sobre la tierra al mismo tiempo.
Los tipos en la Biblia confirman que la Iglesia no pasará por la gran tribulación
Existen también muchos tipos en el Antiguo Testamento que enseñan la verdad que la Iglesia será arrebatada de este mundo antes de que comience el período de la gran tribulación. Enseñar otra cosa sería desperdiciar estas hermosas figuras. Agregamos ahora algunos de estos tipos o figuras para confirmar esta verdad.
13. Enoc y Noé (Génesis 5:21-9:17)
Enoc es un tipo muy conocido de la Iglesia. El caminó en comunión con Dios y advirtió al mundo del juicio venidero (Jud. 14-15). Enoc fue distinguido de entre los patriarcas por no ver la muerte. En vez de esto fue trasladado en vida al cielo. Él es figura de la Iglesia, la que un día será arrebatada a los cielos a la venida del Señor. Enoc fue trasladado al cielo antes de que el juicio del diluvio viniese sobre la tierra. El juicio no procedió hasta que él fue tomado de la tierra. El diluvio es una figura del juicio que vendrá sobre el mundo en la tribulación (2 P. 3:3-10; Lc. 17:26-27). Noé y su familia, quienes pasaron a través del diluvio en el arca, son una figura del remanente judío que será preservado por Dios en la tribulación.
14. Abraham y Lot (Génesis 18-19)
Abraham, habitando en las montañas y disfrutando de la comunión con el Señor, es una figura del creyente cuidadoso de las cosas celestiales, viviendo en comunión con Dios. Lot, absorbido por las cosas de Sodoma, es una figura del creyente cuidadoso de las cosas terrenales, viviendo por los intereses de este mundo. Dios estaba a punto de derramar Su juicio sobre Sodoma, pero no haría nada hasta que Lot fuese sacado del lugar. El ángel le dijo a Lot, “Date prisa, escápate allá; porque nada podré hacer hasta que hayas llegado allí” (Gn. 19:22). El juicio vendrá sobre este mundo. Esto sucederá en la tribulación, y Dios no permitirá que comience hasta que Él haya sacado a todo verdadero creyente del mundo, tal como lo hizo con Lot, un verdadero creyente según 2ª Pedro 2:7-8, al cual sacó de Sodoma antes de que ésta fuese juzgada.
15. Lea y Raquel (Génesis 28-30)
Jacob enviado afuera por su padre, es una figura de Dios el Padre enviando a Su Hijo, el Señor Jesucristo, al mundo (1 Jn. 4:14). Jacob salió de la casa de su padre por dos razones: en razón del pecado (Gn. 27; He. 9:26), y también para buscar una esposa para él mismo (Gn. 28:15; Ef. 5:25). Cuando Jacob llegó a un país lejano, vio a Raquel en el campo (que es un tipo de Israel) y deseó tenerla por esposa. Enamorado de ella, Jacob accedió a obtenerla a través de su propio y personal trabajo. Esto prefigura el trabajo y la tarea que Cristo cumpliría sobre la cruz, para que pudiese tener Su corazón satisfecho al tener una esposa. Cuando llegó el tiempo para que Jacob recibiese a Raquel, Labán traicioneramente lo engañó, ya que Jacob no recibió a Raquel sino que le fue dada Lea en su lugar. Lea es un tipo de la Iglesia. Dios permitió que esto sucediera a Jacob para que nosotros pudiésemos tener esta maravillosa figura de Sus tratos con Israel y la Iglesia. Esto nos muestra las formas dispensacionales de Dios: Cuando Israel no fue traído como esposa, en su lugar Dios le dio la Iglesia a Su Hijo para que el pudiese tener una esposa. Más tarde, Jacob recibió a Raquel. Esto señala el tiempo cuando Dios haya terminado Su trabajo entre los gentiles (Hch. 15:14) llamando a la Iglesia. En aquel momento Dios comenzará a trabajar de nuevo con Israel para traerlo a Su Hijo. Así él puede entonces tener a Israel como Su esposa terrenal (Os. 2:6-17; Is. 62:4-5).
De esta manera Jacob tuvo dos esposas. Lea (figura de la Iglesia) fue recibida primero, aun cuando él hizo todos sus esfuerzos por Raquel (figura de Israel). Mientras el vientre de Lea era abierto y era fructífero criando hijos, el vientre de Raquel fue cerrado (Gn. 29:31). Esto responde al día presente. Mientras la Iglesia ha estado produciendo frutos para Dios, Israel no lo ha hecho de la misma manera (Is. 54:1; Os. 3:4; Mt. 21:19-21).
El punto que tenemos que ver aquí es que Lea tuvo siete hijos (número que significa completamiento) antes de que Raquel comenzara a tener labores de parto (Gn. 30:22; 35:16). Las labores de parto de Raquel son una figura de las pruebas futuras de Israel en la tribulación (Is. 66:7-8; Jer. 30:6-7; Mi. 4:9-10; 5:3; 1 Ts. 5:3). Lea había terminado de tener hijos antes de que las labores de Raquel comenzaran. Nos maravillamos de la exactitud de estas figuras (Sal. 119:161). La Iglesia también habrá terminado su curso y su historia de producción de frutos en este mundo, antes de que Israel (los judíos en realidad) pasen su tiempo de labores de parto en la tribulación.
16. José y Asenat (Génesis 37-50)
José (o Zafnat-Panea, que significa salvador del mundo, Traducción JND, pie de página en Gn. 41:45) es otro tipo bien conocido del Señor Jesucristo, quien fue rechazado por sus hermanos, que son un tipo de la nación judía (Gn. 37), y llevado entre los gentiles (Gn. 39-41). Luego de que él fue llevado a Egipto, entre los gentiles, hubo un período de bendición sobre aquella tierra seguido por un período de hambre. El tiempo de bendición responde a la presente dispensación de la gracia. El tiempo de hambre responde a la tribulación venidera que vendrá sobre este mundo. Es interesante notar que mientras José era un extraño para sus hermanos (tipo de los judíos), recibió una esposa gentil (Gn. 41:45). Él la recibió en el tiempo de plenitud, antes de la hambruna. Ella es un tipo de la Iglesia, ya que fue traída hasta la casa de José para compartir su lugar real en el trono de Egipto, antes de que el tiempo de hambre comenzara. Así también la Iglesia será traída al hogar de gloria antes de que el tiempo de la tribulación venga. Durante el tiempo de escasez, José trabajó para restaurar a sus hermanos (Gn. 42:45). Cristo también hará esto con Israel para restaurar a los judíos consigo mismo. Primero, los diez hermanos de José, que son un tipo del remanente judío, quienes son culpables de rechazarle, serán restaurados (Gn. 45:1-15); luego toda la familia fue traída y reunida con José (tipo de las tribus perdidas de Israel; Gn. 46). Este es el mismo orden que se da en la profecía.
17. Moisés y Séfora (Éxodo 1-12)
Moisés es otro tipo o figura del Señor Jesucristo. El fue puesto por Dios para liberar a los hijos de Israel, quienes estaban en aquel momento bajo el tiránico yugo de Faraón en Egipto (Ex. 3:10; Hch. 7:35). Faraón, el Rey de Egipto, es un tipo de Satanás, el dios y príncipe de este mundo. Moisés suspiraba por su pueblo y anhelaba que fuese liberado. Cuando vino a ellos, él asesinó a uno de sus opresores de Egipto, mostrando su destreza para vencer a sus enemigos y liberarlos de su cepo. Pero sus esfuerzos fueron mal interpretados por sus hermanos, quienes dijeron, ¿Quién te hizo príncipe y juez sobre nosotros? (Hch. 7:35; Ex. 2:14). Consecuentemente ellos le rechazaron. Mucho de esto es lo que sucedió al Señor Jesucristo cuando vino a liberar a Su pueblo (los judíos) del poder y pecado de Satán. Él también fue rechazado por aquellos que decían, “No queremos que este reine sobre nosotros” (Lc. 19:14; Jn. 1:11).
Al ser rechazado por su pueblo, Moisés huye hacia la tierra de Madián (Ex. 2:11-4:19). En el tiempo de su alejamiento de sus hermanos, él recibió una esposa gentil, Séfora (Ex. 2:21). Ella es otra figura de la Iglesia, la cual es traída desde el mundo gentil por el evangelio. Séfora le dio a Moisés un hijo, que fue llamado Gersón, lo que significa “un extraño aquí.” Esto habla del carácter que la Iglesia debería tener en este mundo como peregrina y extranjera (1 P. 2:11).
El punto que necesitamos ver en esto, es que Moisés recibe a su esposa gentil antes de que los juicios (las diez plagas) comience a caer sobre Egipto. Así, Cristo tendrá a Su esposa, la Iglesia, consigo en gloria, antes de que los juicios de la tribulación comiencen a caer sobre este mundo.
Luego de muchos años, Dios envía de vuelta a Moisés a los hijos de Israel, quienes estaban siendo oprimidos aún por los gentiles. Esto es una figura del tiempo de los gentiles (Lc. 21:24; Ex. 3:10; 4:19). Moisés retornó a la tierra de Egipto y comenzó a mostrarse a sus hermanos, quienes le habían rechazado. Esto es una figura del Señor reasumiendo Sus tratos con la nación de Israel, luego de que haya tomado consigo mismo a la Iglesia a la gloria. Cuando Moisés retornó a sus hermanos, Dios comenzó a derramar sus juicios sobre la tierra de Egipto en forma de las diez plagas (Ex. 7-12:36). Dios milagrosamente preservó a Israel en medio de estos juicios, lo que vino a ser una señal de confirmación para ellos, de que Dios estaba trabajando en su beneficio (Sal. 78:43; Sal. 105:27; Ex. 7:3,8,22-23). Esto habla de cómo Dios preservará al remanente de Israel durante la tribulación. Pero, ¿dónde estaba Séfora mientras los juicios caían sobre Egipto? Ella no estaba en la tierra de Egipto. Moisés la había enviado de vuelta a la tierra de Madián, antes de que los juicios de Dios comenzaran (Ex. 18:1-2). Ella no es mencionada ni una sola vez durante las plagas. Ella no aparece en escena, sino hasta después de que los juicios hayan caído sobre Egipto y los hijos de Israel fueran liberados. Esto nos muestra que la Iglesia no estará en la tierra cuando la tribulación comience. No verá ninguna parte de la tribulación. La Iglesia no aparece públicamente hasta que la tribulación está terminada, cuando el Señor viene a mostrar a Su esposa a un mundo maravillado (2 Ts. 1:10).
18. El juicio de Jericó (Josué 26)
La sentencia de juicio fue determinada sobre Jericó y el pueblo de Canaán (Ex. 23:27). Antes de que los juicios cayese sobre aquella ciudad, Dios proveyó una forma de refugio bajo “el cordón de grana” para todo aquel que tuviese fe (Jos. 2). Esto típicamente predice el juicio que está a punto de caer sobre este mundo culpable y condenado (Hch. 17:31; 2 Ts. 1:7-9); mas Dios en Su misericordia ha provisto para todos un refugio bajo la sangre de Cristo. En el capítulo 6 el juicio cayó sobre Jericó como estaba anunciado, pero antes de que esto sucediese, Josué llevó a término el terrible viaje de los hijos de Israel, haciéndolos entrar a la tierra prometida (Jos. 3-5). Antes de que el juicio caiga sobre este mundo, el Señor Jesucristo, como Josué, llevará el largo y terrible viaje de la Iglesia por este mundo a su final, haciéndola entrar en la Canaán celestial. Es de remarcar que el juicio de Jericó ocurrió en el tiempo de la cosecha (Jos. 3:15). El juicio de este mundo es también llamado la cosecha o la siega (Mt. 13:39-42; Ap. 14:15-20; Jl. 3:9-16).
Hay otra figura en la historia de la caída de Jericó, que también muestra la misma verdad. Hubo una gran voz (grito; Jos. 6:16) que ocurrió antes de que los muros de Jericó cayeran. Esto nos recuerda a la “gran voz” que la Iglesia está esperando cuando el Señor venga (1 Ts. 4:15-18). Pero nótese nuevamente que el grito tiene lugar antes de que la ciudad fuera juzgada, tal como el grito en el rapto tendrá lugar antes del juicio de este mundo.
Tres pasajes usados para sostener el error de que la Iglesia atravesara la gran tribulación
En un esfuerzo por ser de ayuda para quienes pudiesen tener dificultad en este punto, hemos seleccionado tres pasajes bíblicos que han llevado a que algunos erróneamente crean que la Iglesia atravesará la tribulación. En cada uno de estos pasajes nuestro deseo es mostrar, con la ayuda del Señor, cómo ha ocurrido el error y cual es el verdadero significado del pasaje. Creemos que la mayoría de la confusión de este punto proviene de creyentes poco cuidadosos y poco fervientes en la lectura de las Escrituras. Estos ejemplos son:
1. 2ª Tesalonicenses 2:2-3. “No os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. Nadie os engañe de ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición.” Esto ha sido tomado en el sentido de que el día en que el Señor viene por Su Iglesia (el rapto), no sucederá hasta que el anticristo y la gran apostasía en la gran tribulación hayan ocurrido.
Esto es un error por dos razones: Primero, es un gran error suponer que “el día del Señor” es el rapto. La Biblia no dice esto. Existen por lo menos veinte referencias principales al “día del Señor” en la Palabra de Dios. Algunas de ellas se refiere a su comienzo con la aparición de Cristo (2 Ts. 2:2; 2 P. 3:10; 1 Ts. 5:2; etc.). Otras referencias son una advertencia de que está cercano, señalado por el ataque del Rey del Norte, que tendrá lugar justo antes del comienzo del día del Señor (Jl. 1:15; 2:11; Sof. 1:7-20; Zac. 14:1-2; etc.). Pero ninguna de ellas se refiere al día del Señor como el rapto. Es una suposición decir esto, y nace de una poca cuidadosa investigación de las Escrituras (Hch. 17:11).
El “día del Señor” es un día de juicio que comienza con la aparición de Cristo, aproximadamente siete años luego del rapto, al final de la tribulación. Este es el tiempo cuando Cristo públicamente interviene sobre los caminos del hombre sobre la tierra, afirmando Su poder y autoridad universal sobre el cielo y la tierra. Esto se extenderá por mil años (2 P. 3:8-10); esto es el milenio. Sin embargo, nunca se ve al rapto como el día del juicio, sino más bien que el rapto es el tiempo cuando el esposo y la esposa se unen gozosamente.
Ahora, con la definición de lo que es el día del Señor, podemos ver lo que el Apóstol Pablo estaba diciendo en este pasaje. Él mostraba a los Tesalonicenses que “el día del Señor” no podía estar sobre ellos en ese momento, porque tenía que venir el anticristo y la gran apostasía. Pablo aun no está hablando del rapto en este versículo.
Es bastante sorprendente cuan aplicable es este versículo en estos días a pesar de que fue escrito hace casi 2000 años. Los falsos maestros están trabajando nuevamente proponiendo la misma enseñanza malvada que estaba turbando los hermanos de Tesalónica, y están usando los mismos tres métodos que usaron aquellos falsos maestros de los días del Apóstol Pablo.
Primero, “por el espíritu” (vs. 2) los falsos maestros claman que han recibido este mensaje a través de una revelación espiritual dada a ellos.
Segundo, “por la palabra” (vs. 2) están aplicando mal los pasajes del Antiguo Testamento para sostener sus erróneas teorías.
Y por último, “por carta como si fuera nuestra” (vs. 2), lo que significa que ellos en realidad habían llegado tan lejos como para producir una epístola con sus erróneas ideas y la presentaban como que era del Apóstol Pablo.
Así también en el día de hoy, aquellos que enseñan esta doctrina errónea proclaman haberla recibido a través de una revelación especial de Dios. Tratan de usar la Biblia para sostenerlas y están tomando el ministerio de Pablo, como lo hacían en 2ª Tesalonicenses 2:2-3, y enseñando que Pablo enseñaba que la Iglesia debía atravesar la gran tribulación. Esto es en principio lo que aquellos maestros de aquellos días hacían, tomando el nombre de Pablo y poniéndolo en sus falsas enseñanzas, tratando de hacerle decir a Pablo algo que jamás él había dicho. Es por eso que Pablo menciona al final de la epístola que él escribía la salutación de su propia mano, que es el signo en todas sus cartas, por lo tanto no podría haber confusión (2 Ts. 3:17).
La otra razón por la cual esta aplicación es un error, es que destruye la inminencia de la venida del Señor. La venida del Señor (el rapto) es presentada siempre en la Biblia como algo que puede ocurrir en cualquier momento. Aquellos que piensan que la Iglesia debe pasar por la tribulación, se burlan de la idea que Él podría venir hoy, porque esto, piensan ellos, es una directa violación a su interpretación de 2ª Tesalonicenses 2:2-3. Sin embargo, Pablo y los otros Apóstoles, alentaron a los santos de sus días a esperar la venida del Señor. Ellos trabajaron y se esforzaron para poner la cercanía de la venida del Señor de tal forma frente a la Iglesia, que debía ser una esperanza presente. ¿Esta gente está diciendo que los apóstoles hicieron mal en hacer esto? Pablo dijo, “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya” (Fil. 3:20-21). El también dijo, “Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará” (He. 10:37). “Porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día” (Ro. 13:11-12). “Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto” (1 Co. 7:29). “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire” (1 Ts. 4:16-17). En este último versículo Pablo, cuando dice “nosotros,” se pone a sí mismo entre el número que esperaban la venida del Señor. Ver también 1ª Corintios 15:51-52. Era algo que él esperaba aun en aquellos primeros días de la Iglesia. Santiago también dijo, “La venida del Señor está cerca” (Stg. 5:7). Pedro dijo, “El fin de todas las cosas se acerca” (1 P. 4:7). Juan dijo, “Hijitos ya es el último tiempo” (1 Jn. 2:18). Esto muestra la forma en que los apóstoles ministraron, para fijar la venida del Señor frente a los santos como algo que podría suceder en el curso de sus vidas.
Enseñar que ciertos eventos deben suceder antes de la venida del Señor, tales como el levantamiento del anticristo y los horrores de la tribulación, sería una directa contradicción a las enseñanzas de los apóstoles. Esto destruye la eminencia de la “bendita esperanza” (Tit. 2:13). Seguramente la Escritura no enseñaría algo en un lugar, para contradecirlo luego en otro pasaje.
Sacar esta “bendita esperanza” de la Iglesia, es causar que la Iglesia se arraigue y se fije en este mundo. Y esto es justamente lo que ha sucedido por un largo tiempo, cuando se dice: “Mi Señor retarda su venida” (Mt. 24:48). Por esta misma razón, el Señor Jesucristo mismo nunca nos dijo cuándo retornaría, pero sí dijo: “Ciertamente, vengo en breve” (Ap. 22:20).
La prueba para todo ministerio es: ¿Se ocupa el corazón con Cristo? Esta clase de enseñanza errónea hace de todo menos esto. En vez de esperar la venida del Señor, produce que los santos miren las cosas de alrededor; miren y esperen por el anticristo, etc. La Iglesia está para esperar la venida de Cristo y no la venida del anticristo.
2. Otra escritura que se usa para pretender probar que la Iglesia debe pasar por la tribulación, es Apocalipsis 11:15. “El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y Él reinará por los siglos de los siglos.” Este versículo muestra que cuando la séptima y última trompeta sea tocada al final de la tribulación, el Señor aparecerá y tomará posesión de los reinos de este mundo a través de juicio. Se ha supuesto que esta es “la final trompeta” que se menciona en el rapto (1 Ts. 4:15-18; 1 Co. 15:51-52). Por lo tanto, la Iglesia estará sobre la tierra durante la tribulación (Ap. 6-11) precediendo a la séptima trompeta. Se enseña que la Iglesia será tomada para encontrar al Señor en el aire justo cuando Él venga del cielo para juzgar al mundo.
Esta interpretación es muy problemática porque la Palabra de Dios enseña que un número de hechos deben suceder, desde el tiempo en que la Iglesia sea arrebatada hasta cuando el Señor venga a juzgar al mundo como nos dice Apocalipsis 11:15. Sería imposible que estas cosas sucedieran en el corto momento que esta interpretación permite. Luego de llevar a Su pueblo hacia el cielo en el rapto, el Señor los sentará a Su mesa, donde les servirá con felicidad celestial y gozo indecible (Lc. 12:37). Luego será establecido el tribunal de Cristo, y las vidas de los creyentes serán revisadas y recompensadas (2 Co. 5:10; etc.). Los santos también tendrán un tiempo de alabanza dedicado a Dios y al Señor Jesucristo, alrededor del trono en el cielo. En ese momento ellos arrojarán sus coronas a los pies de Cristo en humilde adoración (Ap. 4-5). Luego tendrán lugar las bodas del Cordero, seguida por la cena de las bodas del Cordero (Ap. 19:7-8). Todos estos eventos deben suceder luego de que el Señor tome a Su pueblo al cielo en el rapto, y antes de que Él retorne en Su aparición, ocasión en la que Él juzgará al mundo. No sería posible que estos hechos sucedieran si los santos fuesen tomados en el aire, y luego inmediatamente traídos de nuevo hacia la tierra con el Señor en Su aparición.
3. Otra escritura que es usada es Mateo 24:29-31. “Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.” Se piensa que la venida del Señor en este pasaje se refiere al rapto. Consecuentemente se acomoda el momento del rapto como “inmediatamente después de la tribulación.” Se concluye por lo tanto que la Iglesia debería estar durante la tribulación.
El problema aquí es que aquellos que tienen esta idea, claramente no entienden la distinción entre el rapto y la aparición de Cristo. En la Biblia nunca se refiere al rapto como la venida del Hijo del Hombre. El rapto es la venida del Señor por los Suyos; la venida del Hijo del Hombre es la venida del Señor con los Suyos en Su aparición. El rapto es un misterio que no se dio a conocer sino hasta que fue revelado por el Apóstol Pablo (1 Co. 15:51-52); la venida del Hijo del Hombre es un hecho que fue conocido por los santos del Antiguo Testamento, ya que los profetas hablaron de ella (Dn. 7:13-14). El Hijo del Hombre es un título que el Señor toma cuando Él viene a juzgar al mundo; en el rapto el Señor no viene para juicio, sino para llevar a Su esposa a los cielos. El hecho de que el título que se usa en Mateo 24:29-31 Sea “el Hijo del Hombre,” debería mostrarnos que en este pasaje cuando se habla de Su venida no se refiere al rapto.
Segundo, en el rapto el Señor no envía a Sus ángeles a reunir a Sus santos (la esposa), como se nos habla en estos versículos; el Señor mismo tomará a Su esposa (1 Ts. 4:16; 2 Ts. 2:1).
Tercero, la trompeta que suena aquí no es la trompeta de Dios que se menciona en el rapto, sino la trompeta de Isaías 27:13, Salmo 81:3, etc.
Por último, los elegidos no son la Iglesia, sino los elegidos de Israel (Mt. 24:24; Is. 45:4; 65:9; Ap. 7:1-8; Ro. 11:28; etc.).
La idea del rapto parcial
Aunque algunos cristianos creen en un rapto parcial, la idea es tan absurda que no es necesario que la comentemos aquí. ¿Podríamos imaginar al Señor llevando solo una parte de Su esposa al cielo? ¿Qué haría el Señor en el cielo con media esposa? ¿Cómo podrían las bodas del Cordero llevarse a cabo solo con la mitad de la esposa presente? De cualquier manera, ¿cuál es el pasaje bíblico que sostiene esta teoría?
Estemos alerta
Existe un punto más que el lector debería considerar con respecto a toda esta cuestión. Este tipo de enseñanza usualmente se manifiesta en un contexto de otras doctrinas erróneas. Aquellos que generalmente enseñan que la Iglesia debe pasar por la gran tribulación, muy a menudo no tienen en claro la seguridad eterna del creyente. Muchos no aceptan el lugar dado por Dios a la mujer en la Iglesia, ni entienden tampoco la verdad de la Iglesia, ni el concepto del un solo cuerpo como base de la Asamblea para todos los cristianos, entre otras cosas. Preguntamos, ¿Deberíamos creer en las enseñanzas de estos maestros, en cuanto a que la Iglesia atravesará la tribulación, cuando tan a menudo fallan en muchas otras doctrinas bíblicas? Seguramente esto debería ser una advertencia para nosotros, para que estemos alertas, y especialmente cuando a la luz de las sagradas Escrituras, en todos los pasajes que hemos tomado, se muestra que la Iglesia NO atravesará la tribulación.
“Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Ts. 5:21).