Recordar

Jude 17
 
(Judas 17)
Si entonces vamos a defender la verdad, hay otra palabra usada por Judas que hacemos bien en enfatizar. En Judas 17 dice: “Amados, recordad las palabras que se hablaron antes de los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo”. Si vamos a contender por la fe, cuán profundamente importante es que “recordemos” las mismas palabras en las que la verdad nos ha sido entregada por medio de los apóstoles. Los llamados Críticos Superiores pueden cuestionar las palabras apostólicas, los teólogos pueden menospreciar sus palabras, pero la Palabra misma declara que si un hombre es espiritual, reconocerá que las cosas escritas por los apóstoles son “los mandamientos del Señor” (1 Corintios 14:37). Además, la sumisión a la enseñanza apostólica es la gran prueba que prueba por qué espíritu habla un hombre: “El que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. Por eso conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error” (1 Juan 4:6).
Aquí, sin embargo, son las advertencias proféticas de los apóstoles las que estamos llamados a recordar más especialmente. Qué consuelo que no hayamos sido advertidos imprevistos del terrible mal. Enoc profetizó del mal; Los apóstoles nos advirtieron de ello. Así que, aunque no podemos dejar de lamentarnos por la corrupción, no hay motivo para la sorpresa y no hay necesidad de desanimarse; más bien, nuestra fe debe ser confirmada al ver el cumplimiento de las palabras de los apóstoles. Las palabras proféticas de los apóstoles confirman las advertencias de Judas. Ellos también nos han advertido de la aparición en los últimos días de hombres que harían deporte de las cosas divinas, siendo guiados por sus propios deseos impíos. Tales, aunque nominalmente asociados con el pueblo de Dios, en realidad caminan separados como si no tuvieran comunión con ellos. Son naturales, no tienen el Espíritu de Dios. Pueden ocupar lugares prominentes en los púlpitos de la cristiandad pero, como uno ha dicho, se burlan de la fe simple de sus antepasados, predican una supuesta moralidad en lugar de Cristo, y buscan de todas las maneras posibles socavar la inspiración de las Escrituras y las verdades del cristianismo.