Parte III

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La venida del Señor en relación con las naciones gentiles
Como se mencionó al principio, esta última parte del discurso del Señor en el Monte de los Olivos retoma su venida (la Aparición) en relación con las naciones gentiles (Mateo 25:31-46).
Lo primero que hay que destacar aquí, es que el Señor habla de Sí mismo como “el Hijo del Hombre” otra vez. Esto nos dice que no está hablando de la Iglesia, porque nunca toma ese título en relación con la Iglesia. Son las naciones gentiles restantes de la tierra a quienes vemos aquí. Además, es importante ver que lo que ocurre aquí tendrá lugar después de que el Señor aparezca. La traducción adecuada del versículo debería ser: “Cuando el Hijo del Hombre haya venido en su gloria” (versículo 31 —traducción de J. N. Darby), lo que indica que esto es después de que el Señor haya regresado. El hecho de que aquí se le llame “el Rey”, también indica que el Señor ha vuelto a la tierra y el reino está a punto de ser establecido (versículos 34, 40).
El juicio de sesiones
El juicio que estamos a punto de ver es la última fase del juicio de los “vivos” (2 Timoteo 4:1; 1 Pedro 4:5). El juicio de los vivos es un término general que abarca tres juicios del Señor. Estos son: el juicio de la Siega, el juicio del Lagar (Vendimia), y los juicios de Sesiones. El juicio de la Siega, que ya hemos visto, es un juicio de separación que ocurrirá cuando el Señor aparezca por primera vez y envíe a sus ángeles para sacar a los impíos del reino de los cielos —la parte occidental de la tierra (la tierra profética). Así como un agricultor en el tiempo de la cosecha separa el trigo de la paja, el Señor usará a sus ángeles para ejecutar el juicio de esta manera (Mateo 13:38-43, 13:49-50, 24:37-41). Luego está el juicio del Lagar, que no se menciona en este discurso. Tiene que ver con el juicio del Señor sobre los ejércitos de Gog (Ezequiel 38–39; Isaías 33–34, 63:1-6; Apocalipsis 14:17-20). No hay separación ni discriminación en este juicio, ya que todos son juzgados juntos, al igual que las uvas son pisoteadas indiscriminadamente en un lagar. Por último, cuando todos los enemigos hostiles ya no existan en la tierra, el Señor “se sentará sobre el trono de su gloria” y con calma ejecutará este solemne juicio de Sesiones.
Dice: “Y serán reunidas delante de él todas las gentes: y los apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos” (versículo 32). Cuando el Señor dice “todas las gentes”, se refiere a todas las naciones que quedan en la tierra después de ejecutar los juicios anteriores. Tal vez podríamos llamarlas naciones del tercer mundo. No podría referirse a las naciones cristianizadas en la parte occidental de la tierra, porque ya han sido juzgadas. Las naciones que están reunidas aquí son mucho menos responsables que los dos grupos anteriores, porque no han tenido la luz de la verdad que las otras han tenido. Sin embargo, siguen siendo responsables y se reunirán ante el “trono de gloria” del Señor para ser juzgados.
Esto se ha confundido a menudo con el juicio del Gran Trono Blanco en Apocalipsis 20. Sin embargo, una mirada más cercana mostrará que este no es el mismo juicio. Este es un juicio de personas vivas (naciones); el Gran Trono Blanco es un juicio de personas que han muerto. Este juicio tiene lugar antes del Milenio; el Gran Trono Blanco es después del Milenio. Además, este juicio tiene dos clases de personas que son juzgadas: los justos (“las ovejas”), y los impíos (“los cabritos”); mientras que el juicio del Gran Trono Blanco solo tiene una clase de personas: las impías. No habrá personas justas que hayan sido resucitadas ahí, porque todas ellas habrán sido resucitadas unos 1000 años antes.
En este juicio, se permitirá entrar en el reino de Cristo en la tierra a aquellos que hayan sido benévolos con los mensajeros judíos (“mis hermanos”) que hayan predicado el evangelio del reino en su país durante el período de tribulación de siete años (versículo 34). Cabe mencionar que las bendiciones terrenales para Israel y para las naciones gentiles que poblarán el mundo Milenario son “desde la fundación del mundo” (Mateo 13:35, 25:34; Hechos 3:21). Sin embargo, las bendiciones de la Iglesia, cuyo destino es celestial, son “desde antes de la fundación del mundo” (Efesios 1:4).
Aquellos que mostraron enemistad hacia los mensajeros judíos serán separados como “cabritos” y enviados al lago de fuego (versículos 41, 46). Esto significa que su nación será eliminada completamente de la faz de la tierra. Yo antes pensaba que una de las naciones que se separará en este momento es Edom, porque la Escritura nos dice que serán aniquilados de la faz de la tierra (Abdías 17-21). Pero Edom es una nación en la tierra profética que habrá sido juzgada antes de esto. Habrán desaparecido antes de que este juicio ocurra.
El juicio de Edom se llevará a cabo en tres fases. Primero, serán engañados por su propia confederación bajo el Rey del Norte y su tierra será atacada y saqueada; muchos caerán en ese momento (Abdías 1-14). Un poco más tarde, después de que el Señor aparezca, Él irá a la tierra de Edom para ejecutar el juicio del Lagar y destruirá a los ejércitos confederados de Gog que se hayan reunido allí (Abdías 15-16; Isaías 34:1-10, 63:1-6); muchos más edomitas caerán en ese momento. El tercer y último ataque vendrá de los ejércitos del Israel restaurado que saldrán a esa tierra, y a los otros países de alrededor, para aniquilar a los que queden (Abdías 17-21; Números 24:1-19; Salmo 18:34-48; Salmo 108:7-13; Isaías 11:14; Miqueas 4:13; Ezequiel 39:10; Zacarías 10:3-5, 12:6, 14:14).
El criterio con el que se juzga a las naciones aquí no se basa en que si han recibido el Evangelio de la Gracia de Dios (Hechos 20:24), ni tampoco en que si han recibido al Mesías de Israel con fe. Se les juzga simplemente en base al hecho de que hayan sido benévolos con los mensajeros judíos quienes salieron a todas las naciones a predicar el Evangelio del Reino (Mateo 24:14). El simple criterio de que si fueron hostiles o benévolos hacia los mensajeros judíos es todo lo que se considera en este tiempo. Algunos “rendirán una obediencia fingida” y se les permitirá entrar en el reino de Cristo (Deuteronomio 33:29; margen de la traducción King James en inglés de Salmo 18:44, Salmo 66:3 y Salmo 81:15; también traducido como “temblando de miedo” en la traducción de J. N. Darby). ¡Qué Dios tan misericordioso tenemos! (Habacuc 3:2) La misericordia del rey David sobre Simei es figura de esto (2 Samuel 19:16-23).
Después de que el reino de Cristo sea establecido, habrá un juicio continuo de personas “cada mañana” a lo largo del Milenio (Salmo 101:3-8 —traducción de J. N. Darby; Sofonías 3:5; Zacarías 5:1-4). Aquellos que han fingido obediencia serán probados durante el Milenio y se manifestarán como impíos, y serán juzgados. El salmista lamenta este triste resultado, diciendo: “Los aborrecedores de Jehová se le hubieran sometido; Y el tiempo de ellos fuera para siempre. Y Dios lo hubiera mantenido de grosura de trigo: Y de miel de la piedra te hubiera saciado” (Salmo 81:15-16). “Para siempre” es un término que en el Antiguo Testamento significa “mientras el tiempo siga pasando”; no es la eternidad. El juicio de Salomón sobre Simei es figura de esto. Después de que David le permitiera vivir en el reino, fue probado más tarde bajo el reinado de Salomón, y se demostró que Simei era malvado, por lo que fue juzgado (1 Reyes 2:36-46).
Algunos tienen dificultad con esto, porque a los que se les permite entrar en el reino se les llama “justos” y van “a la vida eterna” (versículo 46). Esto suena como si todos tuvieran fe. Sin embargo, la “vida eterna” en el sentido que se usa aquí es vivir en la tierra por tanto que el tiempo siga pasando. El Antiguo Testamento y los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) ven la vida eterna de esta manera (Salmo 133:3; Daniel 12:2; Mateo 19:16, etcétera). La vida eterna en el sentido cristiano, que se encuentra en el evangelio de Juan y en las epístolas, es completamente diferente (Juan 17:3; Romanos 6:23, etcétera).
Aunque el juicio aquí es el juicio a las naciones gentiles, los resultados son individuales (versículos 41, 46). Cada persona que pasa a una eternidad perdida sufrirá las consecuencias de sus propios pecados.
Tres destinos para la humanidad
Hay tres lugares (o destinos) distintos para los hombres, y cada uno está preparado por el Señor. Primero, el Señor ha ido a “preparar” un lugar en la casa del Padre para los santos celestiales (Juan 14:3); y luego, los santos terrenales heredarán el reino en la tierra, que ha sido “preparado” para ellos (Mateo 25:34). Por último, está el lago de fuego que ha sido “preparado” para el diablo y sus ángeles (Mateo 25:41). Vemos a partir de esta última referencia que no es la intención de Dios que ningún hombre, mujer o joven termine en el lago de fuego. Fue preparado para “el diablo y para sus ángeles”, pero es triste decir que muchos humanos tendrán su final allí porque han rechazado todo acto de gracia hacia ellos.
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En este discurso del Olivar, el Señor nos ha dado un esquema comprensivo de Su venida en conexión con los tres sectores responsables en la tierra: Israel, la cristiandad y las naciones gentiles. Después de esto, el Milenio será introducido, y el Señor Jesucristo reinará en justicia “sobre toda la tierra” (Zacarías 14:9; Salmo 72:8).
B. Anstey
(Adaptado)
EL DISCURSO DEL OLIVARLa Venida del Señor en Relación con Israel, la Cristiandad, y las Naciones Gentiles
B. Anstey
Primera edición en inglés — agosto 2006
Primera edición en español — marzo 2021
VERSIÓN IMPRESO — 1.0
Impreso en CANADA
VERSIÓN eBook — 1.0
Primera edición en español — mayo 2021
Nota: Toda referencia de la Santa Escritura es de la versión Reina-Valera Antigua
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