Parte II

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La venida del Señor en relación con la cristiandad
Al entrar en esta sección, vemos un cambio marcado en los comentarios del Señor con respecto a Su venida. Estos cambios indican que Él no está hablando de las mismas personas que en la sección anterior. El hermano Darby dijo que esta parte del discurso es en realidad un paréntesis. Supongo que, en cierto sentido, se podría pasar del capítulo 24:44 al capítulo 25:31, donde se continúa con el tema de la venida del Hijo del Hombre.
Algunas de las diferencias en esta sección son:
•  La venida del Señor no es llamada “la venida del Hijo del Hombre”.
•  La venida del Señor (el Arrebatamiento) se menciona tres veces.
•  No se cita ninguna profecía del Antiguo Testamento.
•  No se dan señales terrenales.
•  No se mencionan Jerusalén ni el templo.
•  No se menciona el día de reposo.
•  No se menciona a Cristo como el Mesías (Cristo significa “Mesías” —Juan 1:41).
Estas cosas nos muestran que el tema que vemos ahora no tiene que ver con los judíos, sino con un grupo diferente de personas. Una mirada más detenida mostrará que el Señor está hablando de Su venida en relación con la parte de la tierra que ha tenido la luz del evangelio de la gracia de Dios, la cual se predica hoy en día. Se trata de la parte cristianizada de la tierra, a veces llamada cristiandad. Por lo tanto, concierne a la responsabilidad cristiana durante este tiempo presente, cuando, en los tratos de Dios, Israel sería puesto a un lado, y el Señor estaría ausente.
Esta sección consiste en tres parábolas; la primera está en Mateo 24:45-51, y enfatiza la fidelidad en el tiempo de la ausencia del Señor. La segunda está en Mateo 25:1-13, y enfatiza velar en el tiempo de la ausencia del Señor. La última está en Mateo 25:14-30, y enfatiza la productividad en servicio en el tiempo de la ausencia del Señor. Podríamos resumir las tres parábolas con la fidelidad, el velar, y la productividad.
Es significativo que la venida del Señor por Sus santos (el Arrebatamiento) se mencione en las tres parábolas (Mateo 24:46, 25:10, 25:19), mientras que éste ha estado notoriamente ausente en la Parte I. La Aparición de Cristo también se menciona en esta sección (Mateo 24:50, 25:26-30), pero nunca se le llama “la venida del Hijo del Hombre”.
Parábola I: Fidelidad en el tiempo de la ausencia de Cristo
(Mateo 24:45-51)
Ahora vamos a centrarnos en algunos detalles de la primera parábola. Es una escena en la que el señor de la casa está ausente, y los siervos son probados en cuanto a su fidelidad. La parábola indica que hay dos clases de siervos en la casa al mismo tiempo: un “siervo fiel y prudente” y un “siervo malo”. En el tiempo de la ausencia del Señor, la casa de Dios tendrá esta clase de mezcla —los que son reales y los que son falsos.
Lo que vemos en el “siervo fiel” es lo que debería caracterizar a cada verdadero creyente en la casa de Dios hoy en día (versículos 45-47). El siervo fiel espera que su señor regrese en cualquier momento, y eso le da la motivación para que se le halle “haciendo” el servicio de su señor fielmente. Esto habla de tener la inminencia de la venida del Señor (el Arrebatamiento) en nuestros corazones. Si es algo que mueve nuestras almas, estaremos motivados a vivir fielmente para Él en el tiempo de Su ausencia.
El siervo fiel se levanta y da “alimento a tiempo” a los de la casa. Esto habla de estar ocupado en el ministerio de la Palabra de Dios. Querido hermano cristiano, esto es lo que Dios quiere que hagamos en el tiempo de la ausencia del Señor. ¡Pero no seremos capaces de dar a la gente el alimento espiritual (la verdad) si no lo hemos obtenido primero nosotros mismos! Esto significa que necesitamos pasar tiempo en la Palabra recogiendo alimento para nuestras almas, para que podamos darlo a otros.
Notemos también que dice que dio comida a los de la casa de su señor “a tiempo”. Esto habla de estar en comunión con el Señor para saber cuándo dar lo que hemos juntado. Una cosa es tener alimento, y otra cosa es tener la sabiduría para saber cuándo y cómo darlo. El Señor añade que habrá una recompensa por tal fidelidad. Habrá dominios dados en el reino a aquellos que han servido de esta manera (Lucas 19:16-19). Esto sucederá en la Aparición del Señor.
Luego el Señor Jesús habla del “siervo malo” en el tiempo de la ausencia de su señor. Podemos ver en el último versículo del capítulo (versículo 51) que tal persona es un simple profesante, y no es salvo en absoluto. Está en la casa tomando el lugar de un siervo, pero no es un verdadero creyente. Hay muchos como éste en la cristiandad hoy en día que han hecho una profesión de ser cristianos, pero nunca han sido salvos.
Tres cosas caracterizan al siervo malo. Primero, dice, “Mi señor se tarda en venir” (versículo 48). Notemos que no niega la venida de su señor, sino más bien, niega la cercanía de ella. No dice, “Mi señor no viene”. Sino dice, “¡Se tarda mucho!” Esto representa a aquellos que sostienen la verdad de la venida del Señor como una doctrina, pero sus vidas muestran que han renunciado a la inminencia de ella. Hoy en día, muchos siervos malos han ido más allá de esto, y han renunciado a la doctrina de la venida del Señor (el Arrebatamiento). Ellos te dirán claramente que el Señor no viene —¡dicen que es un error pensar que sí!
En segundo lugar, el siervo malo comienza a “herir a sus consiervos” (versículo 49). Esto representa un espíritu crítico que ataca a los siervos del Señor, quizás criticándolos en sus obras. Se convierte en el dicho “crítico desde el sofá”. Esta clase de persona está llena de críticas a sus hermanos, pero ella misma hace poco o nada.
En tercer lugar, va “a comer y a beber con los borrachos” (versículo 49). Esto habla de la ruptura de la separación. Se va “con” la gente mundana que está “borracha” con los placeres de este mundo.
Estas tres cosas caracterizan la falsa profesión en el cristianismo de hoy. Es triste, pero muchos cristianos queridos están marcados por estas mismas cosas, aunque sean verdaderos creyentes. Esto demuestra que podemos ser afectados por la gran apostasía. Los cristianos no pueden apostatar —lo que es abandonar por completo la profesión del cristianismo— pero sí pueden verse afectados por la corriente de la apostasía, y dejar a un lado ciertas doctrinas y prácticas. Por ejemplo, muchos cristianos verdaderos han creído la enseñanza de que el Arrebatamiento es una idea falsa. Los teólogos de la Nueva Alianza, por ejemplo, enseñan esto —y la mayoría de ellos son verdaderos creyentes.
Parábola II: Velar en el tiempo de la ausencia de Cristo
(Mateo 25:1-13)
En esta segunda parábola, que tiene que ver con las “diez vírgenes”, el Señor habla de Su venida como la de un “esposo”. Enfatiza la necesidad de velar durante el tiempo de Su ausencia. Noten de nuevo, no menciona Su venida como la del “Hijo del Hombre”. Es mencionada en el versículo 13 en algunas revisiones de la versión Reina Valera, pero las últimas 9 palabras de ese versículo no están en el manuscrito original, como muestran la mayoría de las otras traducciones. El aspecto de la venida del Señor aquí es, de nuevo, el Arrebatamiento.
En esta parábola, el Señor menciona cuatro períodos distintos que marcarían el tiempo de Su ausencia en el día de hoy. Estos cuatro períodos abarcan todo el período de la historia de la Iglesia en la tierra.
•  Ellas “salieron” (versículo 1). Esto se refiere al tiempo de los apóstoles cuando los santos salieron por primera vez fuera del campamento del judaísmo (Hebreos 13:13) y de sus asociaciones mundanas (1 Tesalonicenses 1:9).
•  “Cabecearon todas, y se durmieron” (versículo 5). Esto marcaría otro período en la historia de la Iglesia, cuando toda la profesión cristiana se “durmió” en cuanto a la venida del Señor. Esto ocurrió poco después del tiempo de los apóstoles, y continuó a través de los siglos hasta la Edad Media.
•  “Y á la media noche fué oído un clamor” (versículo 6). Esto se refiere a un avivamiento que tuvo lugar en el siglo XIX, cuando hubo un despertar entre los cristianos ante el hecho de que el Señor Jesús vendría de nuevo.
•  “Vino el esposo” (versículo 10). Este es el momento que espero que todos estemos buscando —¡el Arrebatamiento! Este evento terminará la historia de la Iglesia en este mundo, y seremos llevados a nuestro hogar en el cielo.
Veamos a los primeros versos. Hay tres cosas aquí que caracterizaron a la Iglesia primitiva. En primer lugar, dice que “tomaron sus lámparas”. Una lámpara habla de profesión. Se refiere al brillante testimonio que tenían ante el mundo en ese día. Hubo una manifestación de su fe. Luego dice que “salieron”. Esto habla de separación. Salieron del campo del judaísmo y de sus asociaciones mundanas (Hebreos 13:13; 1 Tesalonicenses 1:9). Por último, dice, “a recibir al esposo”. Esto habla de expectativa. Tenían ante sus almas la esperanza de la venida del Señor. Hubo manifestación, separación y expectativa. Eso fue lo que marcó a la iglesia primitiva.
Había diez vírgenes, pero “cinco de ellas eran prudentes, y las cinco fatuas” (Mateo 25:2). Las prudentes tenían “aceite” en sus lámparas, pero las otras no. Esto significa que algunas fueron salvas y selladas con el Espíritu, y otras no. De nuevo, esto representa la mezcla que existe en la profesión cristiana hoy en día.
Ese estado feliz no duró mucho tiempo; “cabecearon todas y durmieron” (versículo 5). La Iglesia se cansó de esperar al Señor y se vio afectada por el mundo, lo que le hizo perder de vista Su venida. Note que primero cabecearon y luego durmieron. Esto demuestra que tal estado creció paulatinamente en la Iglesia.
Luego, en el siglo XIX, una obra soberana de Dios causó un avivamiento de la verdad acerca de la venida del Señor, y muchas verdades relacionadas con ésta. “Y á la media noche fué oído un clamor: He aquí, el esposo viene; salid á recibirle”. ¡Hubo un despertar en la gente ante el hecho de que el Señor venía! Hubo un gran revuelo entre los cristianos, y muchos comenzaron a estudiar la profecía. Mientras miraban el tema de los eventos futuros en la Palabra de Dios, aprendieron que la Iglesia no formaba parte de la profecía. Aprendieron que la Iglesia no pertenecía a la tierra, sino que tenía un llamado y un destino celestial. Entonces se dieron cuenta de que el Señor podía venir en cualquier momento y llevar a la Iglesia al cielo, ya que no había ninguna señal en la profecía que tuviera que cumplirse primero.
La palabra “viene” (versículo 6) no está en los manuscritos más antiguos. Ha sido añadida en el texto por los traductores de la Reina Valera, pero realmente no tiene por qué estar ahí. Hace que Su venida sea vista como un evento. El pensamiento, más bien, es que una PERSONA viene, ¡el Señor Jesucristo! Simplemente debería decir “¡He aquí, el esposo!”, porque así se muestra con más precisión el espíritu de la situación en ese momento. La gente no sólo esperaba que ocurriera un evento; ¡esperaban a que el Señor viniera! El llamado también los exhortaba, “salid á recibirle”. Esto significa que había un esfuerzo para volver a su posición original —fuera del campamento y del mundo. Dejaron todas las asociaciones eclesiásticas y seculares con las que habían estado conectados, y esperaron la venida del Señor.
En los siguientes versículos vemos lo que sucedió en ese tiempo con la profesión cristiana en general. Hubo un gran revuelo para prepararse para el encuentro con el esposo. Se descubrió que muchas “no tomaron consigo aceite” para sus lámparas. La exhortación de las “prudentes” hacia las “fatuas” fue: “id antes á los que venden, y comprad para vosotras”. Esto se refiere al gran esfuerzo evangélico que marcaba esa época. El evangelio fue predicado libremente, y muchos fueron salvos. “Comprad” se refiere a tener una transacción personal de fe con “los que venden” (el Padre y el Hijo), por la cual serían salvos y sellados con el Espíritu de Dios que moraría en ellos, de lo que el “aceite” es figura (compare Isaías 55:1-3). A las fatuas se les dijo: “Comprad para vosotras”. Todo aquel que se salva debe tener una transacción personal con el Señor mismo. No se puede “comprar” para otra persona.
Entonces llegó ese momento feliz pero solemne en el que llegó el esposo, y “las que estaban apercibidas, entraron con él á las bodas; y se cerró la puerta” (versículo 10). Aquellas que fueron fatuas (insensatas) y no estaban preparadas cuando el esposo vino, se perdieron. Después vinieron y clamaron: “Señor, Señor, ábrenos”, ¡pero era demasiado tarde! (versículo 11). Cinco veces encontramos la expresión en la Escritura, “Señor, Señor”, y cada una de ellas se refiere a una profesión falsa y vacía (Mateo 7:21, 7:22, 25:11; Lucas 6:46, 13:25).
Parábola III: Productividad en el tiempo de la ausencia de Cristo
(Mateo 25:14-30)
Hemos visto la fidelidad en la primera parábola, y luego vimos el velar en la segunda parábola; ahora veremos la productividad en el servicio en esta tercera parábola. Queremos ser fieles, vigilantes y productivos durante el tiempo de la ausencia de Cristo. La primera parábola nos presenta el servicio dentro de la casa de Dios, mientras que esta parábola tiene que ver con el servicio fuera de la casa.
Esta parábola tiene que ver con el ejercicio de nuestro don en el tiempo de la ausencia del Señor. El “hombre que partió lejos” sería el Señor mismo que ha salido de la escena a través de la muerte y ascensión al cielo (Hechos 1:9-11). Al partir, el hombre dio a uno “cinco talentos, y al otro dos, y al otro uno: á cada uno conforme á su facultad” (versículo 15). Ellos debían negociar con los talentos durante la ausencia de su señor, y cuando él regresara, pediría cuentas de su trabajo.
Hay dos cosas aquí: “Facultad” y “talentos”. “Facultad” es el poder intelectual natural que Dios nos da y que Él forma en nuestras personalidades desde que nacimos. Dios en Su providencia escoge y moldea a cada uno de nosotros de tal manera, incluso mucho antes de que seamos salvos.
Cuando somos salvos, se nos da un don espiritual por el Espíritu Santo para que podamos servir al Señor en el lugar que nos ha puesto. Los “talentos” hablan de estos dones espirituales. Puede ser un don para la evangelización, el pastoreo, o la enseñanza (Efesios 4:11), o tal vez algo menos distintivo, como el ayudar (1 Corintios 12:28) o mostrar misericordia (Romanos 12:8).
Vemos la sabiduría soberana del Maestro aquí al dar talentos que coinciden con las habilidades naturales del siervo. Por ejemplo, alguien que es naturalmente extrovertido, que le gusta estar con la gente y hablar, podría recibir el don de evangelista. No es probable que el Señor dé ese don a alguien que es naturalmente introvertido y carece de habilidades de comunicación.
Si vamos a 1 Pedro 4:10-11, veremos esta distinción de nuevo. “Cada uno según el don que ha recibido, adminístrelo á los otros, como buenos dispensadores de las diferentes gracias de Dios. Si alguno habla, hable conforme á las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme á la virtud que Dios suministra: para que en todas cosas sea Dios glorificado por Jesucristo, al cual es gloria é imperio para siempre jamás. Amén”.
Menciono esto porque los cristianos de hoy en día no entienden lo que es el don, y lo confunden con la habilidad natural. Digamos, por ejemplo, alguien que es capaz de patear un balón de fútbol a una milla. La gente le dirá, “¡Oh, ese es tu don!” Así que él se hace la idea de que está llamado a entrar en el fútbol profesional para servir al Señor. Tal vez algún otro cristiano es capaz de cantar o tocar música muy bien. La gente le dirá, “¡Ese es tu don, hermano!” Así que se le anima a entrar en el mundo del entretenimiento para seguir una carrera. El resultado de esto es que vemos a cristianos involucrados en todo tipo de esfuerzos, en los que no creo que el Señor los haya llamado. Tenemos cristianos en Hollywood; tenemos cristianos en el Super Bowl, etc. ¡Sólo están ayudando al sistema mundano en su propósito de mantener a la gente distraída y entretenida mientras van camino al infierno!
¿Cómo podría un músico cristiano prudente tocar en una banda que incita a la gente a pasar una noche bailando alegremente de camino al infierno? Es algo increíble; ¡los verdaderos creyentes están siendo degradados a entretener al hombre mundano el cual va encaminado a una eternidad perdida! Me recuerda a Giezi, quien se mostró como un hombre codicioso y fue despedido de su servicio para el Señor (2 Reyes 5:20-27). ¡Le encontramos más tarde entreteniendo al rey impío con historias de las increíbles cosas que Eliseo había hecho! (2 Reyes 8:4-5) Esto está sucediendo hoy en día en el mundo cristiano, y es debido a la mala enseñanza, y quizás también a la voluntad propia y la búsqueda de gloria.
Los siervos fieles fueron y “negociaron” con sus talentos y “ganaron” más (versículos 16-17). Esto no quiere decir que si servimos al Señor con nuestro don obtendremos otro don, sino que nuestro don debe ser cultivado. Cuanto más ejercitemos nuestro don, más fuerte crecerá y más eficaces seremos en nuestro servicio.
Luego dice, “Y después de mucho tiempo, vino el señor de aquellos siervos”. El “mucho tiempo” habla de todo el período de ausencia del Señor —el período de la Iglesia de unos 2000 años. El regreso del amo, por supuesto, hablaría de la venida del Señor —el Arrebatamiento. Entonces reunió a los sirvientes y les pidió cuentas. Esto habla del tribunal de Cristo cuando nuestras vidas y servicio sean evaluados, y seremos recompensados en consecuencia (Romanos 14:10; 1 Corintios 3:12-15, 4:5; 2 Corintios 5:10). La gran cosa que hay que ver aquí es que el Señor no recompensa según el don. Eso no sería justo, ya que algunos recibieron más talentos que otros desde el principio. Son recompensados de acuerdo con su disposición y diligencia para usar lo que fue puesto en sus manos. Si multiplicaban lo que recibieron, eran recompensados en consecuencia. Cada uno de los que trabajaron de acuerdo con la habilidad que el Señor les dio, recibió Su reconocimiento, “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu señor” (versículos 21-23).
El hombre que “escondió” su talento en la tierra representa a un simple y falso profesante del cristianismo. Podemos ver que no fue salvo, porque fue arrojado a las “tinieblas de afuera” (versículo 30). Algunos tienen dificultad con este pasaje dado que al siervo solo se le había dado un talento (un don). Pero la verdad es que Dios da ciertas manifestaciones externas del Espíritu a todos los que están en la casa de Dios, sean salvos o no. En ese sentido, a todos los que están en la casa de Dios se les ha dado un don. Recuerden que el Espíritu de Dios hoy en día habita, no sólo en los creyentes, sino también entre ellos (Juan 14:17; Hechos 2:1-4). El Espíritu de Dios está en la casa de Dios donde hay una mezcla de creyentes e incrédulos; y los simples profesantes que están allí participan del Espíritu de Dios de manera externa (Hebreos 6:4).
En Mateo 7:21-23, el Señor dio un ejemplo de alguien que tenía un don, pero no era salvo. Judas también es un ejemplo (Hechos 1:17). Predicó, expulsó demonios y sanó a la gente, pero era un perdido (Juan 6:70; Hechos 1:25). El amo de la casa responsabiliza a estas personas porque han tomado el terreno de ser siervos por profesión, y se les considera como tales, aunque no sean salvos. ¡El mayor juicio pertenecerá a aquellos que han tenido el mayor grado de luz y privilegio, pero no han respondido a él! (Lucas 12:47-48)