El debate se acentúa y se hace más apremiante
Como en el capítulo precedente, Efraim y Judá son unidos aquí en la misma reprobación: “¿Qué te haré, oh Efraim? ¿qué te haré a ti oh Judá? ¡porque tu bondad es como la nube de la mañana, y como el rocío de la madrugada, que luego desaparece!” (versículo 4). ¿Qué te haré? ¡Cuánto esto se dirige a la conciencia! Contesta tú mismo. ¿Dirás: Tu juicio es justo? Su piedad no había durado sino hasta las primeras horas de su existencia como nación, luego tomándose alas se fue volando y había desaparecido como el rocío cuando se levanta el sol.
Después de haberse dirigido al pueblo de Israel, Dios extiende Su llamada a todos los hombres: “Tus castigos, oh Israel, son como relámpago que sale. Porque quiero la misericordia y no el sacrificio, y el conocimiento de Dios más bien que los holocaustos. Mas ellos, como Adam, han transgredido el pacto; allí se han portado traidoramente contra mí” (versículos 5-7). Si la gracia sale “como el alba” (versículo 3), Su juicio sale como el sol cuando brilla en toda su fuerza (versículo 5). Por cierto no es Dios quien desea el juicio; es la iniquidad de Su pueblo lo que le obliga a ello. Dios quiere en el hombre la bondad y no los sacrificios. Pero Su deseo quedaría estéril si se tratara de lo que el hombre puede ofrecer. ¿Dónde encontrar la bondad en el corazón de un hombre? Por eso tampoco Dios se limita a esta exigencia. Quiere lo que se encuentra en Su propio corazón: la bondad bajo forma de gracia y misericordia. La bondad que ama, es la gracia hacia el pecador, la gracia venida por Jesucristo. Cuando los ojos de Dios se descansaban en este hombre, podía decir: “Quiero la misericordia (o bondad)”. Esta bondad llegó hasta el sacrificio, hasta el único sacrificio que Dios pudiese aceptar, pues que no ha encontrado agrado en ninguno de los sacrificios de los hombres (Salmo 40:6-76Sacrifice and offering thou didst not desire; mine ears hast thou opened: burnt offering and sin offering hast thou not required. 7Then said I, Lo, I come: in the volume of the book it is written of me, (Psalm 40:6‑7)). Por eso el Señor puede decir: “Por esto el Padre me ama, por cuanto yo pongo mi vida para volverla a tomar” (Juan 10:1717Therefore doth my Father love me, because I lay down my life, that I might take it again. (John 10:17)). El Señor cita dos veces este pasaje del versículo 6 en el Evangelio de Mateo (Mateo 9:13; 12:713But go ye and learn what that meaneth, I will have mercy, and not sacrifice: for I am not come to call the righteous, but sinners to repentance. (Matthew 9:13)
7But if ye had known what this meaneth, I will have mercy, and not sacrifice, ye would not have condemned the guiltless. (Matthew 12:7)): la primera vez para mostrar que nada puede satisfacer al Señor fuera de Su propia gracia: la segunda vez que de ninguna manera puede contar con la bondad en el corazón del hombre.
Lo mismo, todos los holocaustos que el hombre podía ofrecer no valían “el conocimiento de Dios” (versículo 6). Dios se hizo conocer a nosotros en la persona y la obra de Su Hijo. Es gracia, salvación y vida eterna. “Mas ellos, como Adam, han transgredido el pacto; allí se han portado traidoramente contra mí” (versículo 7). En vez de empezar por el conocimiento de la gracia, Judá y Efraim habían sido puestos bajo prueba, bajo la alianza de la ley, pues que les era necesario aprender lo que había en su propio corazón. En el principio Adam, colocado, como Israel, bajo su responsabilidad, había transgredido una alianza que le había sido impuesta; Israel ¿acaso había obrado mejor cuando Dios le imponía la alianza del Sinaí? ¡No, dice Jehová, al contrario “allí se han portado traidoramente contra mí”!
En los versículos 8-10, el profeta vuelve a Efraim. Este ir y venir, del uno al otro, es de lo más conmovedor, mostrando la angustia, la solicitud para Israel, la indignación del fiel profeta quien ve a su Dios despreciado de esa manera. “Galaad es una ciudad de obradores de iniquidad; está llena de huellas ensangrentadas. Y al modo en que las cuadrillas de bandidos asechan a los hombres, así bandas de sacerdotes matan por el camino de Siquem: pues que cometen execrable maldad. Cosa horrible he visto en la casa de Israel; allí se encontró fornicación en Efraim”.
¡Cosa espantosa! las mismas ciudades de refugio, Galaad (o, creo, Ramot de Galaad) más allá del Jordán, y Siquem en Efraim, asignadas a los levitas, se habían transformado en lugares de latrocinio. Los mismos sacerdotes asesinaban sin duda bajo el pretexto de ser vengadores de sangre, a los que se dirigían a Siquem. Despojaban a unos inocentes al cubrir sus asesinatos con la capa de la ley. Era en el dominio de Efraim, jefe de las diez tribus, en donde se cometían las peores infamias. Mas he aquí el profeta, según su costumbre, pasa sin transición alguna de Israel a Judá, a quien acababa de decir: “¿Qué te haré a ti, oh Judá?”, y le echa una mirada de compasión: “Para ti también, oh Judá, está preparada una siega, cuando yo hiciere tornar el cautiverio de mi pueblo” (versículo 11). ¿No parece que Jehová debería decir: Para ti también, oh Judá, tomará lugar el juicio? ¡No! “Dios ama la misericordia” (bondad); y se aparta del juicio para considerar lo que seguirá. Sin duda, Judá irá en cautiverio como Efraim, pero este cautiverio llegará a su fin. Encontramos aquí el término tan a menudo empleado en los profetas, traducido literalmente: “cuando yo hiciere tornar el cautiverio”, es decir pondré fin a ello para traer la restauración de Mi pueblo. Es como una muestra anticipada del Evangelio: Dios anuncia Su gracia a Judá la culpable. “Para ti también, oh Judá, está preparada una siega”, nada de esa siega terrible cuando el Hijo del hombre colocará Su hoz afilada sobre la tierra para segarla (Apocalipsis 14:1616And he that sat on the cloud thrust in his sickle on the earth; and the earth was reaped. (Revelation 14:16)), sino una siega feliz, perteneciendo a Judá, a los cautivos de Sion, cuando dirán: “¡Haz tornar, oh Jehová, nuestros cautivos, como los arroyos en la tierra del Mediodía!”, y recibirán como respuesta: “Los que siembran con lágrimas, con regocijo segarán” (Salmo 126:4-54Turn again our captivity, O Lord, as the streams in the south. 5They that sow in tears shall reap in joy. (Psalm 126:4‑5)).
¡Qué corazón más grande, el de nuestro Dios! Nunca encuentra Su descanso en Sus juicios. Nada más anunciar las calamidades que alcanzarán al pueblo perverso y a los hombres que habitan la tierra, ¡se detiene y viene para encontrar Su descanso en el despliegue de Su gracia! ¡Dejando el cuervo del diluvio para que se harte en algún cadáver bamboleándose en las aguas, la paloma vuela a su arca, a su lugar de descanso, llevando en su pico el emblema de la paz que va a seguir el naufragio!
En el capítulo 7, las imágenes del profeta vengador se hacen cada vez más tumultuosas en su intermitencia, cual chorro presuroso para salir del tubo demasiado estrecho de una fuente. Se trata otra vez de Efraim. El caso es que a la puerta espera el juicio. Si uno quiere escaparse ¡no hay ni un instante que perder! “Cuando yo quería sanar a Israel, entonces se puso en descubierto la iniquidad de Efraim y las maldades de Samaria: porque practican el fraude y el ladrón pasa hacia dentro, mientras que una tropa de bandidos despoja por fuera. Y ellos no consideran en su corazón que yo me acuerdo de todas sus maldades: ahora sus obras detestables los tienen cercados; delante de mi vista están” (versículos 1-2). Efraim había sido una banda de ladrones y de bandidos (capítulo 6:9), ahora el ladrón entraba en su casa y los bandidos la asaltaban desde afuera. Siria, Egipto y Asiria iban a caer, ya caían, sobre la nación culpable. Estaban con sus fechorías ante la faz de Jehová, ¡y cuando pensamos que hubiera podido encontrarse allí con su arrepentimiento (capítulo 6:2) para obtener liberación y salvación!
Como lo hemos dicho, las imágenes se precipitan y se confunden; es la indignación contra el mal, pero también es un último llamamiento hacia Efraim. “Todos ellos son adúlteros; son como horno calentado por el panadero: deja éste de atizar la lumbre, después de hacer la masa, hasta que ésta fermente” (versículo 4). Habla aquí de la religión de as diez tribus, de la mezcla de la idolatría con el culto de Jehová. Los que les conducen tienen conciencia de lo que hacen y lo hacen hasta que ésta fermente. Es una imagen parecida a la de Mateo 13:33,33Another parable spake he unto them; The kingdom of heaven is like unto leaven, which a woman took, and hid in three measures of meal, till the whole was leavened. (Matthew 13:33) donde el Señor caracteriza el mal doctrinal introducido en el cristianismo. Luego hay que cocer a su punto este pan levantado para que venga a ser alimento aceptable. Los que se dedican a esta tarea cuidadosamente evitan el horno sobrecalentado; piensan escapar el juicio al seguir guardando la “forma de la piedad”; igual como el panadero, cesan de atizar el fuego para que su pan salga del horno y encuentre a numerosos consumidores.
Pero la corrupción religiosa engendra la corrupción moral, y conduce a que sean burladas las cosas sagradas, y termina con la violencia. “En el día de nuestro rey, los príncipes le hirieron en el calor del vino; él tendió sus manos a los escarnecedores. Porque ellos se le acercaron; como un horno es su corazón mientras le ponen asechanzas; toda la noche su panadero duerme; a la mañana el horno arde como fuego abrasador” (versículos 5-6). Aquí el horno es imagen de su propio corazón. Su panadero, la conciencia suya, ha dormido toda la noche. Por la mañana, cuando llegan al blanco de sus deseos y de sus codicias, el fuego, cuyas llamas han crecido durante su sueño, les devora sin que puedan escapar.
“Todos ellos arden como un horno; pues han devorado a sus jueces: todos sus reyes han caído; no hay entre ellos quien me invoque a mí” (versículo 7). Aquí son ellos mismos quienes, como un horno, devoran a sus jueces y sus reyes. Eso sucedió literalmente con Efraim y marca la fecha de esta profecía contra los reyes que, desde Zacarías, el último de la raza de Jehú, se sucedieron hasta el rey Oseas sobre el trono de Israel. Leemos los detalles de esta época en 2 Reyes 15:10,14,25,30; 17:110And Shallum the son of Jabesh conspired against him, and smote him before the people, and slew him, and reigned in his stead. (2 Kings 15:10)
14For Menahem the son of Gadi went up from Tirzah, and came to Samaria, and smote Shallum the son of Jabesh in Samaria, and slew him, and reigned in his stead. (2 Kings 15:14)
25But Pekah the son of Remaliah, a captain of his, conspired against him, and smote him in Samaria, in the palace of the king's house, with Argob and Arieh, and with him fifty men of the Gileadites: and he killed him, and reigned in his room. (2 Kings 15:25)
30And Hoshea the son of Elah made a conspiracy against Pekah the son of Remaliah, and smote him, and slew him, and reigned in his stead, in the twentieth year of Jotham the son of Uzziah. (2 Kings 15:30)
1In the twelfth year of Ahaz king of Judah began Hoshea the son of Elah to reign in Samaria over Israel nine years. (2 Kings 17:1).
“Efraim se ha mezclado con los demás pueblos; Efraim ha venido a ser una torta a la cual no se ha dado vuelta. Los extraños han devorado su fuerza, mas él no lo sabe” (versículos 8-9). Aquí la imagen de la masa levantada sigue obsesionando al profeta. Efraim debería haber sido una torta sin levadura para Jehová; mezclado con la levadura de las naciones, se alió con Egipto y con Asiria. Pero estas naciones vinieron a ser el horno que consumió a Efraim, esta torta “a la cual no se ha dado vuelta”, que no se arrepintió, cuyo rostro no se ha mudado frente a Dios. Por lo tanto ha desaparecido toda su fuerza, y, ¡él no lo sabe!
¡Palabra seria es ésta! Cual Efraim, la cristiandad de hoy, mezclada con la levadura del mundo que ha hecho leudar toda la masa, ¿acaso está más consciente de ello? ¿Se ha vuelto hacia Dios? Piensa mejorar el mundo, proclama que las buenas compañías mejorarán las malas costumbres y no sabe que es el mundo quien la devora. Uno puede jactarse de ser protestante o católico, de pertenecer a una del sin fin de sectas de la cristiandad; este pensamiento denota la absoluta ignorancia de la debilidad en la cual nos hunde la alianza con el mundo: “él no lo sabe”, dice el profeta. “También las canas le salen, esparcidas aquí y allí, mas él no lo sabe” (versículo 9). Ha llegado el descanso, las canas esparcidas sobre Efraim lo son sobre la cristiandad de nuestros días. Su vejez se inclina ya hacia el sepulcro y ¡no lo sabe ella! ¡Esta ignorancia de su propio estado debería convencer la conciencia de los a quienes Dios se ha revelado! ¿Somos semejantes al profeta cuyo corazón quedaba oprimido por esta ignorancia? Y lo que es todavía peor, es que está mezclada con el orgullo. “Asimismo la soberbia de Israel testifica contra él en su misma cara; pero ellos no se vuelven a Jehová su Dios, ni le buscan, a pesar de todo esto” (versículo 10). Tan poco piensa uno en Dios, que se conserva una opinión muy alta de su religión, cuando ya el fuego del juicio está preparado. Si el corazón se vuelve hacia Dios, muy rápidamente abandona su orgullo religioso para acercarse a Él, humilde y arrepentido, única actitud que conviene a quien está convencido de pecado.
Mas el orgullo acompaña la falta de inteligencia. “Y Efraim ha venido a ser como una paloma simple, sin entendimiento: claman a Egipto, acuden a Asiria”. Los reyes de Efraim se imaginaban ser hábiles políticos al apoyarse alternativamente sobre la una y la otra de estas naciones enemigas. “Tenderé sobre ellos mi red”. Eso sucedió literalmente bajo Oseas, último rey de Israel y bajo sus predecesores (2 Reyes 17:4; 15:19-204And the king of Assyria found conspiracy in Hoshea: for he had sent messengers to So king of Egypt, and brought no present to the king of Assyria, as he had done year by year: therefore the king of Assyria shut him up, and bound him in prison. (2 Kings 17:4)
19And Pul the king of Assyria came against the land: and Menahem gave Pul a thousand talents of silver, that his hand might be with him to confirm the kingdom in his hand. 20And Menahem exacted the money of Israel, even of all the mighty men of wealth, of each man fifty shekels of silver, to give to the king of Assyria. So the king of Assyria turned back, and stayed not there in the land. (2 Kings 15:19‑20)).
Se ve, en los versículos 13-16, cuáles habían sido los cuidados de Dios hacia Israel y Su propósito a su respecto. “Yo les iba a redimir”. Tal es siempre, en todo tiempo, Su primer pensamiento para con el hombre que por el pecado ha venido a ser esclavo de Satanás. Luego, a causa de su maldad, se vio obligado a castigarles; después, frenando el curso de Sus juicios, había “robustecido sus brazos”, y ellos se aprovecharon de Su favor para “maquinar el mal contra él” (versículo 15). He aquí, en algunas palabras, la relación de lo que Dios había encontrado en este pueblo obstinado: se habían huido lejos de Él, se habían rebelado, habían proferido mentiras contra Él; aullaron de dolor sobre sus camas y no soñaban en clamar a Dios y en implorarle; les reunían sus intereses materiales (carácter de toda asociación humana), pero no sentían en absoluto la necesidad de acercarse a Él: “andan errantes, alejándose de mí”. En vez de volver al Altísimo, volvían como un arco engañoso, para combatir contra Él. En vano Dios sondeaba su corazón para buscar allí o producir en él, por Su gracia, algún fruto; en todas las partes tropezaba con la indiferencia, con la mentira, con la rebeldía, con la guerra abierta.
Por eso (versículo 16) su ruina y la de sus príncipes insolentes era inevitable. Se habían vuelto hacia Egipto y venían a ser para éste “objeto de irrisión”. Los que antiguamente conocieron a Dios y anduvieron, mucho tiempo quizás, en Su camino y bajo Su ley, encuentran siempre el desprecio del mundo, cuando vueltos infieles a sus primeras creencias, buscaron su amistad. El mundo, en vez de recibirlos con favor, se mofa de ellos, según la medida en la que antes había sido más notable su testimonio. Abandonaron a Dios y Su pueblo, tal como lo hizo Efraim, mas sin encontrar la estima del mundo que les vuelve en irrisión. Un arco engañoso se desecha; el mundo no quiere nada de ello, y Dios ¿lo querrá?