Número 18: La mayordomía

Table of Contents

1. Carta del editor - Número 18 - Junio del 2000
2. El Buen Pastor
3. No debáis a nadie nada, sino …
4. Buenos administradores …
5. Verdades claves de la Biblia: El bautismo
6. Una carta para los padres cristianos
7. Un bosquejo de 1 Pedro
8. El Día del Señor (o sea el domingo): ¿Lo dedica usted a Él?
9. Recepción a la Mesa del Señor
10. Recepción a la Mesa del Señor: Apuntes adicionales
11. La Iglesia en el Nuevo Testamento: Punto 10. —  Cómo conocer el lugar donde los Suyos se congregan estando Cristo en medio de ellos
12. La mies es mucha: Guyana, Surinam y Guayana Francesa

Carta del editor - Número 18 - Junio del 2000

D.E. Rule
Amados hermanos y amigos:
Saludos en el precioso nombre de nuestro Señor Jesucristo. “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Corintios 8:9). “Y les dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza” (Lucas 9:58). Qué contraste con las predicaciones que tan a menudo se escucha en el cristianismo, que dicen que Dios promete prosperidad material aquí en vez de prosperidad espiritual. Nuestro Padre puede darnos bienes materiales, pero las bendiciones son espirituales, cosas que se ven por la fe y no con nuestros ojos físicos. Como vimos en el último número de Tu Juventud, las bendiciones para Israel son terrenales y las nuestras espirituales.
En este número de Tu Juventud, queremos escudriñar juntos un poco respecto a lo que la Biblia, la Palabra de Dios, dice sobre ciertas responsabilidades que nosotros tenemos. No es fácil fijar la vista en las cosas de arriba, al vivir en un mundo que busca llamar nuestra atención, por todos los medios posibles, hacia las cosas de abajo (terrenales). Algunos hermanos tienen muchos bienes, otros algo y hay también los que tienen poco. Pero, como leemos en Efesios 1:3: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”. Todos los que conocemos al Señor Jesucristo como nuestro Salvador, tenemos ya todas las bendiciones que vamos a gozar por la eternidad. Tanto el hermano o hermana que tiene más años en el Señor como el recién convertido tienen lo mismo. Lo que puede variar es la apreciación de lo que tenemos. Entretanto que estemos en este mundo debemos utilizar lo que está en nuestros manos, pero nuestra mirada debe estar puesta en la eternidad. “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:19-21).
Debemos invertir aquí para que el tesoro se acumule allá.
Tu hermano que también tiene todas las bendiciones espirituales,

El Buen Pastor

D.E. Rule
“ ... un NOMBRE que es sobre todo nombre” (Filipenses 2:9).
“Volvió, pues, Jesús a decirles:  ... Yo soy el Buen Pastor; el Buen Pastor Su vida da por las ovejas” (Juan 10:7,11). Si examinamos con cuidado el Nuevo Testamento, el único que lleva el título de pastor es el Señor Jesucristo. Qué significa este título tan sencillo pero tan precioso. Un pastor es alguien que cuida ovejas. Generalmente, son sus ovejas o las de su familia. Las ovejas son animales que pueden caminar largas distancias, a veces, en busca de pastos y agua; por lo cual necesitan que alguien siempre les esté acompañando en estas caminatas.
Un cordero puede tomar cuatro litros de agua al día. Aproximadamente el 70% de su peso es agua. Sin suficiente agua, las ovejas no pueden tener buena salud. Los que conocemos al Señor Jesucristo somos Sus ovejas. Sin suficiente agua espiritual, la Palabra de Dios, no podemos gozar de buena salud espiritualmente. El Buen Pastor provee agua para Sus ovejas: “junto a aguas de reposo me pastoreará” (Salmo 23:2). Una oveja puede tomar agua de la condensación en la hierba, de arroyos tranquilos o manantiales, o agua que ha sido sacada de pozos profundos. En los lugares áridos, donde no hay fuentes abiertas disponibles, tienen que madrugar o comer la hierba durante la noche, porque es cuando hay suficiente agua condensada. En la actualidad, estamos viviendo en un mundo árido; y muchas veces tenemos que madrugar, antes que los demás de este mundo hayan despertado, para poder tomar el agua pura de la Palabra, antes de empezar con los quehaceres del día. Pero tal como aquel pastor que tiene que madrugar con sus ovejas, así el Buen Pastor está a nuestro lado en estos momentos de refrigerio.
David en el Salmo 23:2 también escribió: “En lugares de delicados pastos me hará descansar”. Una oveja tiene ciertas necesidades para poder descansar:
•  Tiene que estar libre de pestes como moscas o parásitos. Estos agravantes les molestan lo suficiente como para que no puedan descansar.
•  Tiene que estar libre de temores, porque son animales tímidos.
•  Dentro del rebaño, tiene que estar libre de fricciones con las otras ovejas para poder descansar.
•  Libre de hambre, pues con suficiente comida pueden descasar.
Es la responsabilidad del pastor satisfacer estas necesidades.
El Señor está trabajando en los corazones de cada una de Sus ovejas para producir estas condiciones. Animales tales como perros extraños, lobos, o aun conejos pueden asustar y hacer correr a un rebaño de ovejas. Nada puede calmarlas como la presencia de su pastor. “ ... Él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Hebreos 13:5-6).
Un buen pastor no deja que haya fricción y competencia dentro del rebaño. ¿Hay fricción entre hermanos? Si así ocurre es porque estamos excluyendo al Buen Pastor. Las molestias causadas por las presiones de cada día y el estrés resultante nos afectan en nuestra vida espiritual. A veces, el pastor de ovejas tiene que aplicar repelentes contra insectos; nuestro pastor en cambio nos tranquiliza cuando dejamos las molestias de cada día en Sus manos.
Cuando se crían muchas ovejas en lugares donde no hay suficiente agua, los pastos en sí pueden ser muy pobres y requiere mucho trabajo de parte del buen pastor para que pueda proveer un pasto verde que puedan comer rápido y luego sentarse para rumiar su comida. Si es bueno, el cordero puede llegar a pesar 50 kilos en unos cien días, pero no pueden crecer así si tienen que buscar mucho el pasto. Es trabajoso sacar las piedras, arar, sembrar y cuidar el pasto; pero el Buen Pastor saca las piedras de incredulidad de nuestros corazones, ara profundo para producir arrepentimiento, y siembra la buena semilla en nuestros corazones.
Como hay cambios en nuestra vida, durante las diferentes épocas del año, el pastor tiene que buscar diferentes pastos para sus ovejas. Para llegar a estos pastos hay peligros y a veces falta de cosas básicas. Son los valles de “sombra de muerte”. El Buen Pastor sabe guiarnos en medio de estos momentos de cambio.
La última prueba es si alguno está dispuesto a dar su vida por Sus ovejas. El Señor Jesucristo dio Su vida para poder darnos vida. Ser pastor es un don, como vemos en Efesios 4. Los pastores aparte del Señor Jesucristo nunca llevan títulos. Nunca se refiere a uno, como si fuera un trabajo para ejercitar solo. Tampoco han dado sus vidas por las ovejas. La labor de los hermanos que ejercitan este don es trabajar en conjunto para el bien de las ovejas del Buen Pastor, no buscar una posición en una congregación donde el único que está calificado para ser la cabeza es Cristo.
Vemos esto más en detalle en el bosquejo de 1 Pedro, pero si estamos alejados del Señor, es tiempo de volver “al Pastor y Obispo de vuestras almas” (1 Pedro 2:25).

No debáis a nadie nada, sino …

R. Thonney
“No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros” (Romanos 13:8). En cuanto a la mayordomía, es necesario considerar lo que dicen las Sagradas Escrituras, respecto a un asunto muy común de hoy en día: los préstamos. Romanos 13:8 nos da el consejo que vemos como título de este artículo.
El creyente en el Señor Jesucristo tiene bendiciones sumamente grandes en Cristo. Somos bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo Jesús (Efesios 1:3). En cuestión material tenemos la promesa, por parte de Dios, de que vamos a heredar con Cristo todas las cosas en los cielos y en la tierra. Dios ya nos ha dado Su Espíritu Santo como las arras de nuestra herencia, para que estemos completamente seguros de que hemos de recibir todo. Sin embargo, sabemos que esto es futuro, cuando Cristo vuelva con poder y gloria a la tierra para reinar en justicia de mar a mar. Pero no tenemos ninguna promesa de prosperidad material para nuestro peregrinaje en este mundo.
Hay muchas personas que enseñan la prosperidad material en el día de hoy; pero tienen mucha dificultad en explicar cómo el apóstol Pablo hablando de “Cristo Jesús, mi Señor”, dijo: “por amor del cual lo he perdido todo” (Filipenses 3:8). Tal vez, no había siervo tan dedicado a las cosas del Señor como Pablo; quien bajo inspiración del Espíritu dijo que era “para ejemplo de los que habrían de creer en Él para vida eterna” (1 Timoteo 1:16). También tenemos otro ejemplo que las Escrituras nos mencionan en forma favorable. En Hebreos 10:34 nos dice: “el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos”.
La Escrituras nos enseñan que debemos trabajar con las manos (Efesios 4:28, 1 Tesalonicenses 4:11) y estar contentos con lo que tenemos. “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero...” (1 Timoteo 6:6-10). Podemos notar que no es el dinero la raíz de todos los males, sino el amor al dinero; esto puede existir en cada uno de nuestros corazones. El deseo de enriquecerse puede estar por igual en el corazón del pobre o del rico, el pobre porque no tiene y desea tener y el rico porque tiene y desea tener más. El problema está en el corazón, no en el dinero.
Los bancos o cooperativas ofrecen préstamos para que podamos comprar lo que no tenemos. Ellos ganan intereses sobre lo prestado y tenemos que pagarles siempre más de lo que hemos sacado. Desde luego, nosotros estamos trabajando para ellos. Proverbios 22:7 confirma esto: “...el que toma prestado es siervo del que presta”. 1 Corintios 7:23 nos dice: “Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres”.
En mi vida he visto a muchos amados hermanos hacerse esclavos por medio de las deudas. Y no han tenido mucha libertad para servir al Señor. ¿No sería mucho mejor esperar que nuestro Padre nos dé, si a Él le parece bien, en lugar de buscar utilizar lo ajeno? Él es Dueño de todo el universo y puede darnos sin que salgamos de la sabiduría de Su Palabra. Todo lo que somos y tenemos es de Cristo, hemos sido comprados con Su preciosa sangre (1 Corintios 6:20; 1 Pedro 1:19). Cuando pedimos prestado dinero, estamos usando lo que no es santificado ni comprado por Cristo y ¿cómo podemos esperar que nos prospere?
A veces, para poder conseguir una casa se realiza una hipoteca. Si se lleva a cabo con cuidado y seriedad, midiendo sus posibilidades puede resultar; pero siempre es un riesgo. En caso de no poder efectuar los pagos mensuales, el banco remata el inmueble. Al menos ellos no quedan mal con nosotros porque no han perdido, pero nosotros sí perdemos bastante.
Hay otro caso que, en ocasiones, enreda a alguien que quiere servir al Señor, es firmar como garante para un préstamo que beneficia a otra persona. Proverbios nos advierte sobre esto, en el capítulo 17:18 leemos: “El hombre falto de entendimiento presta fianzas, y sale por fiador en presencia de su amigo” y en el capítulo 11:15 dice: “Con ansiedad será afligido el que sale por fiador de un extraño; mas el que aborreciere las fianzas vivirá seguro”. Es mejor no enredarse en estos casos y estar libres para ser utilizados por nuestro Señor.
El enemigo es astuto y puede estorbarnos. Procurará, por todos los medios, que no estemos listos para servir a Aquel que nos compró a un precio tan alto. Que el Señor nos conceda que podamos vivir con más sencillez nuestro corto tiempo en este mundo. Nosotros esperamos otro mundo y debemos considerar todo lo que realizamos aquí, tomando en cuenta cómo nos afectará esto para aquel día.
Recuerden, amados hermanos, tenemos mucho por lo que debemos estar contentos:
•  Dios es nuestro Padre.
•  Jesucristo es nuestro Salvador, Sumo Sacerdote y Abogado.
•  El Espíritu Santo mora dentro de nosotros para guiarnos, enseñarnos y a veces hasta para interceder con gemidos indecibles.
•  Ya somos bendecidos con toda bendición espiritual en Cristo.
•  Tenemos segura, para el futuro, la promesa de heredar todas las cosas con Cristo.
•  Tenemos la promesa de la presencia de Cristo en todas nuestras necesidades materiales, entre tanto que transitamos por este mundo.
•  Tenemos la promesa de que Cristo viene en breve para llevarnos a nuestro hogar eterno en los cielos.
En realidad tenemos toda la razón para estar contentos de lo presente y luego dedicarnos a servir a nuestro Señor Jesucristo en la forma más sencilla posible. Hebreos 13:5-6 nos dice: “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque Él dijo: no te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: el Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre”.

Buenos administradores …

N. Vega
A menudo como creyentes olvidamos que todo lo que tenemos en realidad no es nuestro, sino que nos ha sido encomendado para que lo administremos sabiamente para nuestro Dios y Padre que es el dueño de todo cuanto podemos observar. Es más, ni siquiera la vida nos pertenece pues hemos sido comprados con la preciosa sangre de Cristo, hemos sido comprados a un precio muy alto (1 Corintios 6:20; 1 Pedro 1: 18-19).
En 1 Corintios 4:2 leemos: “Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel”. Mi oración al Señor es que pueda ayudarnos a serle fieles en nuestro servicio, sin pretender buscar un reconocimiento de los demás. Es importante que seamos sabios cuando utilicemos nuestros talentos, dones, capacidades y los bienes materiales que hemos recibido del Señor.
En 1 Pedro 4:10 leemos: “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios”. Es tan solo por la gracia de Dios que hemos sido salvos (Efesios 2:8-9) y es por Su gracia que hemos sido hecho miembros de la familia de Dios.
Por gracia cuando creímos en el Señor Jesucristo, todos los creyentes también recibimos de manera individual uno o más dones. No importa nuestro grado de educación o posición social, para que recibamos Sus dones; sino que los recibimos para que los utilicemos para la edificación del Cuerpo de Cristo que es Su Iglesia.
No son para que los atesoremos y guardemos de forma egoísta, por el contrario son para que seamos siervos útiles en la obra del Señor. Para que cada quien cumpla una función diferente, pero importante en el Cuerpo.
Nos han sido dados no para que busquemos gloriarnos a nosotros mismos, sino para que los utilicemos para la gloria del Único que es digno de recibirla: nuestro Señor Jesucristo: “para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Corintios 1:31).
En Mateo 10:8 el Señor les dijo a sus discípulos: “de gracia recibisteis, dad de gracia”. Este es un principio que nos anima a brindar nuestro servicio en forma gratuita. Pablo decía de Timoteo: “pero ya conocéis los méritos de él, que como hijo a padre ha servido conmigo en el evangelio” (Filipenses 2:22) y no tenía la actitud que es muy común: “todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús” (Filipenses 2:21).
Al buscar ser útiles para nuestro Señor no debe ser el dinero el motor que nos mueva a realizar la labor encomendada; sino más bien como fruto de nuestro sincero agradecimiento por Su tan grande amor. En el mundo materialista en que vivimos se enseña que uno debe buscar su propio beneficio; pero al mirar a nuestro Señor debemos reconocer que Él no buscó su propio beneficio sino que “por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Corintios 8:9) y leemos también que Él “se ofreció a Sí mismo” (Hebreos 9:14). Fue el mismo Señor quien dijo: “más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35).
Sin lugar a dudas entre tanto que estemos en este mundo siempre vamos a encontrar personas que tengan más o menos bienes materiales que nosotros. La Palabra de Dios dice que “del Señor es la tierra y su plenitud” (1 Corintios 10:26). Tenemos un Padre que es dueño de todo cuanto podemos observar y completamente sabio como para saber cuánto debe administrar cada hijo suyo. El dinero en sí no es malo, pues la Escritura dice de manera clara: “raíz de todos los males es el amor al dinero” (1 Timoteo 6:10). También dice: “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición” (1 Timoteo 6:6-9).
Pablo dice: “Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos” (1 Corintios 4:12) y también: “Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga; cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios” (1 Tesalonicenses 2:9).
Tenemos la responsabilidad de trabajar para proveer para las necesidades materiales de quienes nos acompañan y de nuestra familia si el Señor nos lo ha concedido.
En cuanto a la ofrenda para las necesidades de los santos en el Nuevo Testamento no hay una exigencia de dar el diezmo como tenían que realizarlo en el Antiguo Testamento, pues en aquella dispensación había la tribu de Leví que estaba encargada de ministrar y servir en las cosas de Dios, habían sacerdotes, un sumo sacerdote... pero actualmente estamos en la dispensación de la gracia y se nos dice que todos hemos sido hechos sacerdotes por el Señor Jesucristo (1 Pedro 2:9; Apocalipsis 1:5-6).
El principio que se nos da es: “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra” (2 Corintios 9:7-8). No olvides que “el que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará”. Cuán importante es que seamos sensibles a las necesidades de los hermanos y que no pongamos excusas cuando veamos la necesidad y tengamos la oportunidad de compartir con ellos los bienes materiales que el Señor nos ha encomendado que administremos.
Un ejemplo de generosidad que hallamos en el Nuevo Testamento es el de los hermanos de Macedonia, pues dice que: “con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas”, aun a pesar de “su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad”. Es importante notar que “a sí mismos se dieron primeramente al Señor” y pidieron “con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos” (2 Corintios 8:1-5). Un ejemplo de generosidad individual lo hallamos en 3 Juan 1:5-8.
Que el Señor pueda ayudarnos a ser fieles en la administración de los bienes que nos ha confiado.

Verdades claves de la Biblia: El bautismo

S.A. Rule
VERSÍCULO PARA MEMORIZAR: “Porque somos sepultados juntamente con Él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:4).
El bautismo en agua
La Biblia menciona el bautismo del Espíritu (1 Corintios 12:13), el bautismo de Juan (Hechos 19:3), el bautismo en Moisés (1 Corintios 10:2), etc. Cuando alguien es bautizado, se identifica con Cristo y Sus seguidores. Se identifica con Cristo en Su muerte cuando es sumergido en el agua.
Algunos versículos en la Biblia: Marcos 1:9,10; Hechos 8:38-39 y Juan 3:23, muestran que una persona es bautizada al ser sumergida y luego levantada. Este bautismo lo realiza un cristiano en el nombre del Señor (Hechos 8:16; Mateo 28:19). El bautismo es un privilegio importante.
El bautismo simboliza nuestra muerte con Cristo (Romanos 6:1-4). La palabra “aguas” en la Escritura, muchas veces es un símbolo de juicio. En Génesis 7 leemos que Dios utilizó un gran diluvio para traer juicio a la tierra. Cuando alguien es sumergido en el agua al ser bautizado, eso representa la muerte del primer hombre con Cristo en la cruz. Esto muestra de manera simbólica que el primer hombre ha recibido su juicio en la muerte de Cristo. Este mismo tema se menciona en Colosenses 2:12. De otros versículos en la Palabra de Dios aprendemos respecto a la nueva vida que Dios nos da y que tiene su delicia en agradarle. Pero esta nueva vida se recibe directamente de Dios, no mediante el bautismo que lo efectúa el hombre.
Cuando una persona es bautizada se identifica con todos los que dicen ser cristianos. En Efesios 4:4 Pablo dibuja un círculo con todos los que en realidad pertenecen a Cristo. Estos son los que Cristo ha hecho parte de Su cuerpo (Colosenses 1:24) y los ha sellado con el Espíritu Santo hasta la redención de la posesión adquirida (Efesios 1:13,14).
El versículo 5 de Efesios 4, describe a los que han hecho una profesión común: el cristianismo; pero que no necesariamente son verdaderos creyentes. Hay personas que dicen: “Señor, Señor” (Mateo 7:21) pero que no son verdaderos seguidores de Cristo. La palabra “fe” que se menciona en este versículo no se refiere a la fe sencilla y necesaria para recibir la oferta de salvación; sino que “una fe” significa la fe cristiana, esto es, la profesión del cristianismo. La ordenanza del bautismo está vinculada justamente con este versículo, pues mediante este acto se identifica también con la comunidad de personas que dicen ser discípulos (seguidores) de Cristo.
Hechos 8:13,18-23 muestra que no todos los que han sido bautizados pertenecen a Cristo. Simón fue bautizado y creyó externamente; sin embargo después mostró que estaba siguiendo el cristianismo para obtener poder y no porque tuviese una verdadera fe en Cristo. Hechos 10:47 muestra que el bautismo no es necesario para la salvación. Estas personas ya habían sido “selladas” con el Espíritu Santo luego de haber creído y no necesitaban ser bautizadas para ser salvas, mas lo recibieron como un privilegio por la iniciativa de Pedro, quien iba a bautizarles.
La instrucción de Jesús a sus discípulos en Mateo 28:19 fue: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. En Hechos 10:48 leemos que Pedro: “... mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús”. Algunos han pensado que hay un conflicto entre las dos instrucciones, pero no hay. En la presente dispensación de la gracia, se revela la trinidad de Dios (una palabra que no la encontramos en la Biblia, pero que sí expresa un principio claramente enseñado) como Padre, Hijo y Espíritu Santo; por esto Jesús dejó la instrucción para que la revelación de Dios en esta forma sea clara. A la vez, la figura directa en el bautismo es la identificación de una persona con Cristo en Su muerte y resurrección. Es por eso que tenemos dos instrucciones complementarias, no conflictivas. De allí que se escuche algo parecido a: –Hermano..., te bautizo para identificarte con el Señor Jesucristo... en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.

Una carta para los padres cristianos

J. Kilcup
Hace algún tiempo estuve en un hogar donde el padre de familia pidió a su pequeño hijo que cerrase la puerta.
–No quiero. –Fue su respuesta.
–Entonces tu pobre papá tendrá que cerrar la puerta –dijo su padre.
–¡No me importa! Tan solo no quiero hacerlo. –Replicó el pequeño.
Y vi al “pobre papá” levantarse y cerrar la puerta. ¿Incontrolable a los seis, un delincuente a los dieciséis?
Debo confesar que sentí un deseo de tener de inmediato a aquel pequeño por unos quince minutos, pero una reflexión más sobria me condujo a determinar que en realidad era el padre el que necesitaba la disciplina.
Una de las señales más peligrosas de este tiempo es el continuo deterioro de la vida familiar, lo que causa que los niños crezcan sin respetar a sus padres u otras autoridades. En 2 Timoteo capítulo 3, el apóstol Pablo al hablar de los últimos tiempos nos describe un panorama como el que estamos viviendo en la actualidad.
Durante el tiempo que vivo y entretanto más veo los gozos y tristezas, los éxitos y fracasos de esta vida, estoy cada vez más convencido de que el problema familiar es el más grande que existe hoy en día. El hogar es el centro de todas las cosas. Sea humilde o presuntuoso, el hogar provee mayores posibilidades, para que haya gozo o tristeza, que todo el resto del mundo. La ruina de muchas reputaciones puede señalar hacia algún defecto en la vida familiar, mientras que el cuadro más hermoso que se proporciona en la tierra es el de una familia que crece junta, en su camino al cielo. Caminamos desde los portales de nuestro hogar para dirigirnos hacia un mundo social, moral y civil. Lo que somos en el hogar será lo que mostraremos en la asamblea y en todos los campos de la vida.
Cuando el mismo Dios fundó una nación (Israel), Él determinó que la vida familiar sea un factor decisivo para ello. Al escoger a Abraham se dijo de él: “... sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí...” (Génesis 18:19). Aquí tenemos dos ideas fundamentales para que exista un hogar exitoso: autoridad y ejemplo. Sin esto no se puede obtener que sea dichoso un hogar, asamblea o nación. La nación ideal para Dios empieza con el hogar, debe ser el padre de la casa quien: “guarde(n) el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio” y sus hijos y su casa después de sí quienes siguen sus pasos.
La anarquía no nace en las calles de Nueva York, Bogotá o Londres. El asunto de la obediencia a la ley se determina en la niñez. El niño que no obedece a su padre y madre probablemente no va a obedecer las leyes sociales, civiles o divinas. Cuando Dios dice: “hijos, obedeced a vuestros padres” (Colosenses 3:20), nos revela dónde se origina la obediencia.
A unos padres que habían criado seis hijos cristianos, sin una oveja negra entre ellos, se les preguntó que cómo lo habían logrado. Con una sonrisa el padre contestó: –Con oración y una vara (disciplina). Jamás se ha utilizado dos instrumentos mejores. Esto no es para animarnos a que impartamos castigos brutales a los niños, sino que cuando la constante oración y la saludable autoridad van de la mano, entonces tendremos como resultado natural la obediencia y los niños piadosos. “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6).
Respecto al asunto de la autoridad, como padres debemos ejercerla pero en amor con una actitud como la de Cristo. Hemos visto niños conducidos en el hogar por la severa y desagradable aplicación de la autoridad del padre. Nuestros actos de disciplina deben estar moderados con grandes dosis de amor y comprensión, tal como lo hace nuestro Padre Celestial con nosotros. “El Señor al que ama, disciplina” (Hebreos 12:6).
Sin embargo, la autoridad por sí sola no es suficiente, se requiere de un ejemplo piadoso. ¿Estamos nosotros como padres demostrando nuestra obediencia a las autoridades a las cuales debemos estar sujetos. No solo a la Palabra de Dios, sino también a las autoridades civiles que Él ha establecido sobre nosotros? ¿Qué clase de herencia estamos dejando a nuestros hijos? Nuestra época requiere que oremos mucho más que antes pidiendo gracia y sabiduría, para que obtengamos la ayuda necesaria para que los elevemos como trofeos de Su amor. Un día cercano tendremos que dar cuenta a Dios de nuestra mayordomía sobre los niños que Él nos ha encargado que cuidemos.
Para terminar, quiero contar una historia verdadera que viene a mi memoria, la cual habló a mi propio corazón. Un hermoso y soleado día, un padre llevó a dar una corta caminata a su hija en una colina al pie de una montaña. Mientras él se recostaba a la sombra de un árbol, su pequeña niña corrió a su alrededor recogiendo flores, se las trajo y dijo: –Bonitas, bonitas. Pronto el padre se quedó dormido y la niña se empezó a alejar poco a poco hasta extraviarse.
Cuando se despertó, su primer pensamiento fue: ¿Dónde está Nancy? Gritó tan fuerte como pudo, pero lo único que escucho fue el eco de su propia voz. Entonces se asomó a un risco cercano y vio que allí abajo sobre las rocas y bajo esos arbustos yacía el cuerpo destrozado de su amada Nancy. Posteriormente se acusó a sí mismo de ser el asesino de su pequeña niña, porque mientras él estaba durmiendo ella se había alejado y caído por el precipicio.
Cuántos padres y madres en la actualidad están durmiendo mientras sus hijos se extravían dirigiéndose hacia peligrosos precipicios que los llevan a caer en la indiferencia y el pecado. ¿Cuántos padres a sabiendas o de manera inconsciente animan a sus hijos para que no respeten a la autoridad, ni la Palabra de Dios? Ahora es el tiempo oportuno para educar a nuestros hijos por el camino que deben seguir. ¡Qué día tan trágico sería si nos despertásemos de nuestra indiferencia espiritual, para percatarnos que mientras estábamos durmiendo nuestros hijos se perdieron!
[Traducido por Rhode Thomas. Impreso con Permiso de MGL-ML].

Un bosquejo de 1 Pedro

D.E. Rule
“Retén la forma (el bosquejo) de las sanas palabras ... ” (2 Timoteo 1:13).
Introducción
¿Has leído una carta que fue dirigida a otra persona? El libro de 1 Pedro fue dirigido a judíos expatriados que habían sido dispersados. Los judíos de la diáspora eran judíos que vivían fuera de Palestina pero que todavía lo reconocían como su país de origen. ¿Acaso estamos nosotros, los gentiles por nacimiento incluidos en las instrucciones de este libro? Mira el versículo 10 del capítulo 2: “ ... vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios ... ” les habló a ellos no como judíos, sino como cristianos. Uno que se convierte al Señor ya no es considerado como judío o gentil, sino como parte de la iglesia (1 Corintios 10:32). Los que hemos creído en el Señor Jesucristo como nuestro Salvador formamos parte del pueblo de Dios y debemos aprovechar la enseñanza que hallamos en este libro.
Parece que la carta fue escrita desde Babilonia (5:13); más o menos en el año 63 d. C.
Los versículos que pueden ser la clave para entender el propósito de este libro se encuentran en el capítulo 4:12-13: “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de Su gloria os gocéis con gran alegría”.
¿Se nos ha prometido que tendremos tiempos fáciles como parte del pueblo de Dios? ¡No! ¿Vale la pena vivir para el Señor? Absolutamente sí. Nosotros tenemos una esperanza viva en los cielos, no una porción terrenal y por ello somos extranjeros y peregrinos en este mundo.
Aunque muchas veces parece que las cosas en este mundo están fuera de control, Dios tiene su gobierno moral actuando para ayudarnos (capítulo 3:10-13).
El autor
El apóstol Pedro es el autor de esta epístola; a él se le encomendó predicar el evangelio a los judíos (Gálatas 2:7-8). Esto no limita su ministerio a los judíos por nacimiento, pues hay mucho dirigido a todo el pueblo de Dios y mucha instrucción para todos nosotros.
Pedro a quien al principio se lo conoce como Simón, fue hallado por su hermano Andrés y traído a Jesús (Juan 1:40-42). Debemos empezar a ser testigos para nuestro Señor en nuestra propia familia. Vemos que el Señor desea trabajar en las familias, cuando leemos Hechos 16:30-31: “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”. No es que uno pueda creer por otro, sino que cuando Dios empieza a trabajar en una familia quiere seguir obrando por el Espíritu Santo en cada miembro de ella. ¿Cómo están tus familiares?
Hoy en día, se habla mucho respecto a la necesidad de ser preparados. No negamos que sea necesario. El problema es que muchas veces no entendemos la manera en que Dios prepara a sus siervos. A Pedro no le llamó de un lugar donde estuviese estudiando las Escrituras; sino cuando estaba en su trabajo como pescador. Lucas 5:10-11: “Pero Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás pescador de hombres. Y cuando trajeron a tierra las barcas, dejándolo todo, le siguieron”. Si estás siguiendo a otra persona que no sea el Señor Jesucristo, no puedes ser siervo de Él. La preparación para ser útil en las cosas espirituales es muy diferente de aquella que es adecuada para el campo académico. Hechos 4:13: “Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús”.
En el Nuevo Testamento no vemos que exista algo como un seminario para preparar a los siervos del Señor. El aprendizaje de la Palabra sin la experiencia al ponerla en práctica hincha la cabeza más que producir un crecimiento normal. La Biblia nos dice: “El conocimiento envanece, pero el amor edifica” (1 Corintios 8:1). Por otra parte, alguien que tiene muchas experiencias pero que dedica poco tiempo para escudriñar la Palabra tampoco puede ser de mucha ayuda, pues va a tener muchas ideas formadas de sus propias experiencias y no fundamentadas en la doctrina de la Biblia.
Hay muchos que piensan que no pueden ser útiles para el Señor o que no hay esperanza de que el Señor los restaure luego de una caída. Vemos siete pasos:
1.- La advertencia del Señor: “Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche ... ” (Mateo 26:31).
2.- La jactancia de Pedro: “Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré” (Mateo 26:33).
3.- Jesús reprende a Pedro: “Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces” (Mateo 26:34).
4.- Pedro todavía no sabe lo que hay en su corazón: “Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo” (Mateo 26:35).
5.- Pedro negó tres veces al Señor: Lee Mateo 26:69-74.
6.- Pedro reconoce lo que ha hecho: “Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente” (Mateo 26:75).
7.- Pedro es restaurado al Señor: Lee Juan 21:15-19.
Cuando pensamos que no podemos caer estamos en peligro.
Pedro estaba casado. En Mateo 8:14 habla de su suegra. Con estas responsabilidades tal vez no estaba tan libre para viajar como algunos de los otros apóstoles.
Palabras claves
Las palabras claves en el libro de 1 Pedro incluyen (tomando en cuenta la palabra misma o las palabras derivadas de la misma raíz):
•  Sufrir o padecer: 12 veces, 21 veces incluyendo palabras derivadas
•  Gloria/glorificar: 17
•  Gracia: 5
•  Esperanza: 4
El bosquejo
Lo que sigue es un bosquejo del libro de 1 Pedro. El bosquejo está organizado como en el ejemplo de abajo, pero los sangrados no se muestran en la versión web. Descargue la versión original en PDF para ver el formato completo del bosquejo.
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Por favor, lee este bosquejo con tu Biblia abierta, comparando todo con la única fuente de autoridad absoluta que podemos tener en nuestras manos.
I. Nuestro llamamiento es celestial (capítulo1).- Hay muchas pruebas en la vida de un cristiano. La seguridad de una esperanza viva y una herencia en el cielo debe sostenernos en medio de las pruebas que Dios permite en nuestras vidas aquí.
A. Salutación (vv. 1-2).
1. Con la persecución después de la muerte de Esteban (Hechos 7:54-8:4), fueron esparcidos muchos de los judíos que se habían convertido a Cristo (Hechos 11:19). Muchas veces Dios utiliza las dificultades para traer mucha bendición a uno mismo y a otros.
2. Aunque no tenemos la palabra “Trinidad” en la Biblia, sí tenemos esta doctrina. En el versículo 2, vemos Dios Padre, el Espíritu y Jesucristo, en este orden. Si estudias detalladamente la Biblia, vas a ver que el orden varía para asegurarse de que no haya confusión y se piense que una parte de la Trinidad sea superior a otra. La obra de cada uno es distinta, pero no superior ni inferior. En este versículo vemos que:
a) Dios Padre nos eligió como individuos (nunca hubiéramos creído si no fuera por su elección),
b) El Espíritu nos santificó (quiere decir que nos separamos para Dios) para ser obedientes,
c) Jesucristo derramó Su sangre para limpiarnos de todo pecado. Ahora conocemos a Dios como Padre (ve el artículo: Los Nombres de Dios en la Revista TU JUVENTUD No 17).
B. Regocijarnos en nuestra salvación en medio de las tribulaciones (capítulo 1:3-12 a 2:3).
1. Lee en los evangelios la historia de algunos que pensaron que habían perdido su esperanza cuando el Mesías murió. Sus esperanzas como judíos se perdieron. Pero fue la entrada a algo mucho mejor: una esperanza viva con Cristo en el cielo, una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible. Qué contraste con la corrupción que el pueblo judío había producido. ¿Cuál de las dos esperanzas es mejor? Mejor es formar parte del pueblo celestial que del pueblo terrenal de Dios.
2. La respuesta en nuestro corazón debe ser de alabanza para el Autor de la salvación. La relación entre Dios y el Señor Jesucristo es como Dios y Padre, enfatizando tanto Su deidad como Su humanidad al hacerse hombre. El nombre completo del Hijo está dado:
a) Señor.- El que tiene derecho exclusivo para reinar en nuestras vidas y corazones.
b) Jesús.- El que salva del pecado a los suyos.
c) Cristo.- El Ungido de Dios, el Mesías, que ha sido exaltado al lugar más alto en el cielo.
3. La palabra salvación en el Nuevo Testamento presenta tres aspectos distintos dependiendo del contexto del versículo. Para poder recordarlo, puedes pensar que cada uno empieza con la letra “p”.
a) Pena del pecado.- “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). “Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por Él seremos salvos de la ira” (Romanos 5:9). Somos salvos de la pena del pecado, para poder ir al cielo y no al lago de fuego, por la fe en Cristo, quien hizo todo en su obra consumada en la cruz.
b) Poder del pecado en la vida.- “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:12-13). Muchos han tratado de usar estos versículos para indicar que tenemos que trabajar para nuestra salvación de la pena del pecado; pero estos versículos son una exhortación para alguien que ya es salvo, para que se sujete a la voluntad de Dios y ya no continúe haciendo la suya propia. “Mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por Él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7:24-25).
c) Presencia del pecado.- “Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?” (Romanos 8:22-24). Pronto este cuerpo mortal y corruptible va a ser llevado al cielo, inmortal e incorruptible. Es el aspecto futuro de la salvación.
4. Versículos 4-5 se refieren a este aspecto futuro de salvación.
a) Nuestra herencia es:
•  Incorruptible.- No está sujeto a daño ni corrupción, ni a la muerte (inmortal)
•  Incontaminada.- En perfecta condición, nada puede afectar su pureza incluyendo el pecado
•  Inmarcesible.- No sujeto a cambios a través del tiempo.
•  Reservada en los cielos.- Cuando Dios hace una reservación, nadie la puede cancelar
b) Tanto el poder de Dios como nuestra fe van juntos para guardarnos. (v.5) Y, ¿quién produce la fe? ¡Dios mismo! Un hermano escribió que “somos guardados moralmente a través de la energía de la fe, la obra del Espíritu de Dios, la cual Él sostiene por Su propio poder y gracia”. Hoy en día, en el mundo y aún entre creyentes se habla mucho de auto-estímulo y autoconfianza, pero no sirve para nada. Nuestro estímulo y confianza tienen que estar puestos en Dios Padre y el Señor Jesucristo. Una de las causas por las que caemos en pecado es porque confiamos en nosotros mismos en vez de reconocer que no tenemos poder y que debemos confiar en el Señor.
5. Puesto que tenemos una salvación tan grande podemos regocijarnos aun en medio de las pruebas, ya que ellas son tan solo por un tiempo limitado; pero la gloria dura para siempre (vv. 7-8).
a) Uno de los propósitos de las pruebas es para comprobar si la fe es genuina.
b) La fe genuina es indestructible. Ve ejemplos como Job (Job 13:15) y los tres jóvenes en Daniel 3:12-30.
c) La única forma de probar la fe es por fuego y es cuando uno paga el precio en medio de las circunstancias y condiciones no favorables.
d) Dios va a premiar toda instancia de fe que ha aguantado las pruebas.
6. Qué gozo hay debido a la salvación que tenemos por la fe en Cristo. Es como pararnos al lado de una fuente de gozo, no porque las circunstancias lo ameriten, sino porque el gozo depende de la relación que tenemos con Cristo, quien ya ascendió al cielo y que ahora ya está a la diestra de Dios (v. 8).
7. El resultado en el momento de creer en el Señor Jesucristo por la fe como Salvador es la salvación de la parte no material del ser humano: el alma y el espíritu (v. 9), de lo cual escribieron profetas en el Antiguo Testamento, aunque no lo entendieron completamente (v. 10). Ve Daniel 12:8.
a) No entendieron (v. 11):
•  La identidad de la persona que iba de venir como el Mesías y morir en el monte de la Calavera.
•  El tiempo cuando aparece en Su gloria aquí en el mundo después del día de la gracia.
•  Nosotros debemos tener una perspectiva mucho más clara que ellos de estos eventos pasados y futuros, separados por la dispensación de la gracia en la cual estamos ahora.
b) Sí entendieron (v. 12) que sus palabras tenían sentido para su propia generación, pero que su cumplimiento sería para generaciones futuras. Es muy importante entender esto cuando uno está leyendo profecías del Antiguo Testamento.
•  Cuando vino el Espíritu Santo en el día de Pentecostés, reveló la salvación por la fe en el Señor Jesucristo.
•  Aun los ángeles están aprendiendo lecciones de las cosas que ven en la iglesia y acerca de la salvación.
C. Somos llamados a vivir de una manera santa (vv. 13-21).- Hay una conducta que debe caracterizar nuestras vidas, que debe estar de acuerdo con la posición que ya tenemos como resultado de la salvación.
1. En la época y el medio social cuando se escribió la Biblia entendieron bien el significado de “ceñid los lomos”: el proceso de utilizar un cinturón para amarar su traje de tela alrededor de su cintura y así poder caminar más rápido y con menos molestias (ve Éxodo 12:11). La exhortación aquí es respecto a la mente y no a un traje de tela. La mente tiene que estar lista para enfrentar las persecuciones y distracciones tan comunes en este mundo (v. 13).
a) “Sed sobrios” muestra la importancia del dominio propio o templanza de Gálatas 5:23, en contraste con el pánico y la histeria.
b) La esperanza segura que tenemos de que Cristo viene para arrebatarnos y después de ser revelado en gloria vuelve a este mundo, es un motivo importante para aguantar las dificultades de la vida.
2. La obediencia empieza en la mente (vv. 14-16).- Generalmente, los pecados empiezan con los malos deseos o pensamientos en la mente y se consuman cuando actúan la boca u otros miembros del cuerpo.
a) Como creyentes ya no debemos actuar de la misma forma en que lo hicimos antes de que el Espíritu Santo more dentro de nosotros (v. 14).
b) Nuestro ejemplo de santidad es el Señor Jesucristo. En este mundo no podemos ser santos así como Él es Santo, pero sí debemos ser santos porque Él es Santo (v. 15). No busques otro ejemplo de santidad para tu vida aparte del Señor Jesucristo. Él nos pide nada menos que la santidad en nuestras vidas.
3. El temor de Dios para el creyente no es temer el juicio de Dios, sino temer caminar sin Dios. Un niño pequeño debe tener temor de cruzar solo una carretera por el peligro que representa. Nosotros debemos tener temor de caminar en este mundo solos, sin la continua ayuda de Dios. Este mundo no es nuestro hogar, pues ya somos ciudadanos del cielo. Nuestro comportamiento debe reflejar nuestra ciudadanía (v. 17).
4. La redención de nuestra vida anterior fue con la preciosa sangre de Cristo (vv. 18-21).
a) Nuestra vida antes de creer no era diferente de aquella de los otros del mundo. Estuvimos como esclavos, conformados a este mundo.
b) La redención no podía ser efectuada con las cosas más preciosas, pero corruptibles de este mundo, como oro o plata.
c) La redención tenía que ser con la sangre del único que es perfecto por dentro y por fuera: el Señor Jesucristo.
d) Cuando somos tentados a volver a nuestra vana manera de vivir, debemos recordar el costo que Cristo pagó para redimirnos de tal vida.
e) Fue el plan de Dios antes de la fundación del mundo, no un plan de último minuto.
f) ¿Puedes poner tu fe y esperanza en alguien que no es confiable? ¡Para nada! En cambio, ¿puedes poner tu fe y esperanza en Dios? Absolutamente sí: porque nos ama; porque quedó completamente satisfecho con la obra consumada de Cristo en la cruz y así lo demostró cuando lo levantó de entre los muertos y le puso en el lugar que él merece, el más excelso en el cielo.
D. Llamados para amar (vv. 22-25).
1. Uno de los resultados de nacer de nuevo es amor hacía nuestros hermanos en Cristo. Debe ser un amor verdadero y puro producido por el Espíritu, un privilegio y obligación de los que han recibido la Palabra de Dios. La palabra en griego aquí es filantropía o amor fraternal; el amor mostrado en bondad hacia otros seres humanos.
2. Estamos viviendo en una época donde se habla mucho del amor, pero generalmente se refiere a codicia y no a un amor verdadero.
3. En tiempos difíciles, las cosas pequeñas parecen grandes y hay mucha necesidad de amor para cubrirlas.
4. La semilla del nuevo nacimiento es la Palabra de Dios. Es una de la tres cosas incorruptibles en el capítulo: la herencia (v. 4), la redención (vv. 18-19), y la Palabra como semilla (v. 23). Qué contraste con la vida natural que es de una semilla corruptible y en sí misma perecedera. La Palabra de Dios va a permanecer por toda la eternidad.
5. La carne es como la hierba. La hierba de un césped o muchos pastos tiene hojas de poca duración. Qué bueno poder predicar de una vida que dura para siempre.
E. Llamados para crecer (capítulo 2, vv. 1-3).
1. Hay cosas típicas de la carne que no deben tener lugar en la vida del cristiano:
a) Malicia.- es mantener pensamientos malos acerca de otra persona. Puede llegar al punto que uno espera que algo malo le pase al otro. Puede ser el resultado de un maltrato de parte del otro; sin embargo esto no justifica la malicia.
b) Engaño.- es cualquier forma de deshonestidad o estafa. Puede ser cualquier mentira, información falsa, dar coimas, copiar tareas o exámenes en el colegio, o hacer cosas deshonestas en un negocio como no pagar los debidos impuestos.
c) Hipocresía.- es actuar de una manera que en realidad no somos. Muchas veces los jóvenes ven un aspecto de otros jóvenes que está escondido a la vista de los adultos. Esta práctica se convierte en un hábito y llega así a ser un adulto que aparenta ser una cosa el día del Señor, el domingo, ante los hermanos y tiene un comportamiento completamente diferente ante el mundo o en su hogar el resto de la semana.
d) Envidias.- es cuando nos sentimos disgustados por la prosperidad o ventajas que tienen otras personas y deseamos tener la posición o cosas que ellos tienen.
e) Detracciones.- son los chismes y comentarios que se han realizado sobre alguna persona para difamarle en vez de hablar directamente con ella. Cuántas veces cortamos oídos porque hablamos con muchas personas acerca de un supuesto o verdadero defecto en una persona. Cuando ya llega el momento de hablar directamente con la persona, no quiere escucharnos porque ya ha oído de otros los comentarios que hemos hecho.
2. ¿Son acaso estas cosas conforme al mandamiento de amar a nuestro vecino como a nosotros mismos? Tenemos que confesarlas y eliminarlas por completo de nuestras vidas.
3. Otra instrucción para los que han nacido de nuevo es desear la leche pura de la Palabra de Dios. Es esencial para un recién nacido, pero un joven o adulto no debe cansarse de la leche material, así como nosotros no debemos dejar de disfrutar de las cosas sencillas y preciosas de la Biblia.
4. No tienes que enseñar a un infante a seguir tomando leche de su madre. Lo hace porque tiene sed y ha gustado de la provisión en ocasiones anteriores. Debemos tener el mismo deseo de estar cerca del Señor y gustar de Su Palabra. Si no tienes apetito para leer la Palabra, tan solo leerla y vendrá el apetito.
II. Piedras vivas, sacerdotes santos y reales; la Principal Piedra del Ángulo (capítulo 2:4-10).- Una nueva casa y sacerdocio.
A. Pedro ya empezó a considerar los privilegios que podían gozar los creyentes que habían empezado a poner en práctica las instrucciones y exhortaciones al inicio del capítulo. Es algo en contraste con el templo terrenal y el sacerdocio de un grupo limitado en el Antiguo Testamento. Y es una casa espiritual y un sacerdocio que incluye a todos los creyentes verdaderos.
B. La Piedra Viva (el Señor Jesucristo) y las piedras vivas (nosotros, los creyentes) como sacerdocio santo (vv. 4-8).
1. Empieza todo con la piedra viva: “la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Efesios 2:20). Así como en una construcción hay un punto a partir del cual los edificadores toman las medidas y los ángulos, Cristo es el punto de partida para la iglesia como casa de Dios.
2. Qué raro que muchos hablan de la iglesia como un edificio material cuando la Biblia en forma clara nos enseña que está compuesta por todos los creyentes y que el Señor Jesucristo es la cabeza. No vamos a la iglesia: somos la iglesia.
3. La Piedra Viva fue rechazada por los hombres (vv. 6-7). Cristo vino y se presentó a Sí mismo a la nación de Israel; pero terminó clavado en un madero y así entregó Su vida. Sin embargo, para Dios es escogido y precioso y para nosotros también debe serlo. Es escogido porque Dios le escogió para que ocupe el lugar de honor y precioso porque no hay otro como Él.
4. Nosotros formamos parte de la casa espiritual como piedras vivas (v. 5). En la casa espiritual hay sacerdotes santos para ofrecer sacrificios espirituales. Entre las diferentes formas de ofrecer sacrificios ahora hay:
•  Alabanza, entrando al santuario del cielo por la fe para alabar y adorar (Hebreos 13:15)
•  El cuerpo como un sacrificio vivo (Romanos 12:1)
•  Buenas obras y cosas materiales (Hebreos 13:16)
•  Servicio (Romanos 15:16)
5. Todos los creyentes son sacerdotes y debe haber libertad para que todos participen audiblemente si son guiados por el Espíritu Santo y no hay algo que lo prohíba.
•  Las mujeres no deben hablar en la congregación (1 Corintios 14:34) ni enseñar a los hombres (1 Timoteo 2:12).
•  Todos los creyentes tienen dones (Efesios 4, Romanos 12, 1 Corintios 12) pero no todos son iguales para enseñar públicamente. Cuando el asunto es orar, alabar o adorar es una cuestión de comunión, no de don.
•  La palabra debe venir de Dios, no de las ideas de uno mismo. No es un derecho para decir lo que queremos, sino un privilegio de decir lo que Dios pone en nuestro corazón (1 Pedro 4:11).
•  La operación en los primeros años de la iglesia vemos en 1 Corintios 14:26 cuando todavía había las señales como dones.
•  En el Nuevo Testamento nunca vemos que un hermano esté sobre una congregación y que trate de ocupar los puestos que todos tenemos como sacerdotes santos. Tampoco hay lugar para abusos de estos privilegios (1 Corintios 14:29).
6. Para muchos el Señor Jesucristo es una “piedra de tropiezo, y roca que hace caer” (vv. 7-8).
a) La causa de caer no es algo de entendimiento sino de desobediencia. Si uno no dobla las rodillas ante Él en arrepentimiento y fe, terminará tropezándose sobre Él en el camino al lago de fuego. Qué peligroso es cuando la propia voluntad del ser humano está activa.
b) Dios no ha destinado a alguien para que tropiece; pero todos los que tropiezan lo hacen porque de manera voluntaria deciden desobedecer la Palabra de Dios.
C. El sacerdocio real (vv. 9-10).- En estos dos versículos tenemos otros privilegios de los creyentes. Somos (los que hemos creído en el Señor Jesucristo como nuestro Salvador):
1. Linaje escogido.- escogidos por Dios antes de la fundación del mundo para pertenecer a Cristo (Efesios 1:4). No formamos parte de un pueblo terrenal como Israel, sino de un pueblo celestial.
2. Real sacerdocio.- salimos al mundo para testificar de las excelencias de Dios.
3. Nación santa.- nosotros como parte de la iglesia debemos actuar en santidad conforme a nuestra posición.
4. Pueblo adquirido por Dios.- Pertenecemos a Dios de una forma especial y somos de mucho valor para Él, pues le costamos la vida de Su Hijo Unigénito.
5. Estuvimos en tinieblas muy oscuras pero ya estamos en la luz maravillosa.
6. Para entender el v. 10, es importante ver Oseas 2:23. Israel fue puesto a un lado por un tiempo debido a su infidelidad; pero cuando Pedro escribió esta epístola, algunos ya se habían convertido al Señor Jesucristo y formaban parte de la iglesia. Durante la tribulación, muchos judíos más van a convertirse al Señor. Los judíos que creen hoy en día forman un grupo, adelantando parte del cumplimiento de la profecía de Oseas.
III. Nuestra conducta y el ejemplo de Cristo (capítulos 2:11-3:22).- La clave en la vida son las relaciones que mantenemos con otros, empezando con Dios, nuestro Padre, y el Señor Jesucristo, nuestro Salvador. En base de esta relación, tenemos que actuar en las demás relaciones de la vida.
A. Nuestra conducta como extranjeros y peregrinos (vv. 11-12).
1. “Nuestra ciudadanía está en los cielos ... ” (Filipenses 3:20). ¿Qué ciudadanía tienes? Si conoces al Señor Jesucristo como tu Salvador y te identificas primero con cualquier ciudadanía que no sea el cielo, estás equivocado en tus prioridades.
2. Un extranjero vive en un país extraño, donde no tiene los derechos de un ciudadano. Un peregrino está obligado a vivir un tiempo en un lugar que no es su hogar permanente. Somos ciudadanos del cielo y pronto estaremos con el Señor allí.
3. Los “deseos carnales que batallan contra el alma” incluyen cualquier deseo nuestro que es incompatible con la voluntad de Dios. Sea deseos de posesiones, sexuales, placeres, excesos en comida u otras cosas, afectan a nuestra comunión con Dios y nuestro crecimiento espiritual.
4. Nuestra vida no debe seguir el ejemplo de este mundo. El “día de la visitación” es cuando el Señor se acerca en gracia o en juicio. El mundo muchas veces critica al creyente, pero no debemos darles razones válidas para hacerlo. Las buenas obras no salvan, sin embargo sí deben ser manifiestas en la vida de un cristiano.
B. Nuestra conducta respecto a las autoridades (vv. 13-17).
1. Cuando alguien está de visita en un país que no es su patria, tiene la responsabilidad de reconocer la autoridad de los gobernantes de aquel país. Si un ecuatoriano va a Colombia, tiene que reconocer la autoridad del gobierno colombiano y sus autoridades. Como ciudadanos del cielo tenemos que reconocer la autoridad que Dios ha dado a los gobernantes donde estamos morando.
2. Aunque puede haber injusticia y corrupción en muchos lugares, imagínate cómo sería si se quita a las autoridades de sus puestos.
3. Hechos 5:29 nos dice que “es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”. Si no hay un conflicto entre lo que Dios nos enseña en su Palabra y lo que una autoridad dice, tenemos que obedecer a la autoridad. A veces, el precio por obedecer a Dios antes que a los hombres puede ser algún tipo de castigo. A manera de ejemplo podemos mencionar: el caso de alguien que está inscrito en el ejército y se le dice que tiene que participar en la matanza de otros, también puede ser llevar el evangelio a lugares donde está prohibido hacerlo, etc.
4. Un principio que va en contra de la corriente de este mundo, que exige el cumplimiento de nuestros derechos, es la sujeción. Los ejemplos de 1 Pedro incluyen:
•  Al gobierno (v. 13).
•  De los criados a sus amos (v. 18). • De las mujeres a sus maridos (capítulo 3:1).
•  De los creyentes jóvenes a los ancianos (capítulo 5:5).
5. Nada puede callar las críticas de los inconversos como una vida conforme al ejemplo de Cristo y Su Palabra.
6. En el mundo, los únicos que realmente tienen la libertad para hacer todo que quieren son los creyentes que andan conforme a la Palabra de Dios y hacen lo que su nueva naturaleza quiere.
7. En el v. 17 tenemos instrucciones muy importantes acerca de las relaciones de la vida.
•  Honrad a todos.- Aunque las palabras y acciones de una persona no merecen honra, todos han sido creados a la imagen y semejanza de Dios y Cristo murió para que el evangelio pueda ser ofrecido a todos.
•  Amad a los hermanos.- Aunque debemos amar a todos (su persona, no necesariamente sus acciones), debemos amar en una forma especial los miembros de la familia espiritual.
•  Temed a Dios.- No es tener temor de Él, sino tener temor de deshonrarle y no ser un buen testimonio para Él delante de este mundo.
•  Honrad al rey.- Damos el debido respeto a una autoridad que ha sido puesta por Dios para mantener el orden en este mundo.
C. Exhortaciones acerca de nuestra conducta como empleados o siervos (vv. 18-20).
1. Muchos de los creyentes al inicio de la iglesia, y hoy en día, no son de un nivel socioeconómico muy alto. Ve 1 Corintios 1:26-29. Hay más instrucciones en el Nuevo Testamento para los siervos que para los reyes. Aunque la enseñanza es para siervos, la lección de sujetarse al jefe o maestro con respeto se aplica en las relaciones laborales.
2. Hay jefes de buen carácter y competentes y otros de mal carácter y/o incompetentes. El respeto y sujeción en el un caso es más fácil que en el otro, pero debe estar presente en ambos casos.
3. Hay virtud cuando sufrimos injustamente, no cuando sufrimos justamente. El otro día un inconverso con quien tengo contacto en mi trabajo me dijo que tenemos que defendernos de los ataques a nuestro honor a cualquier costo; pero es mejor soportar estos ataques que pelear.
D. El ejemplo perfecto de Cristo (vv. 21-25).- Nadie ha sido tratado con tanta injusticia como el Señor y nadie lo ha aguantado con tanta paciencia. No hay mejor ejemplo que Él.
1. Los que entienden el griego dicen que aquí la palabra ejemplo viene de una raíz que significa: escribir abajo. Piensa por un momento en un niño que está aprendiendo a escribir y para hacerlo tiene que seguir el ejemplo de las letras, pues debe escribir abajo lo que su profesora o uno de sus padres ha escrito. Su trabajo es hacer la copia más exacta de las letras. Nuestra responsabilidad es hacer la copia más exacta que podamos de la vida del Señor en la nuestra.
2. Cristo es perfecto como vemos en el v. 22.
a) Pedro aquí dice que Cristo “no hizo pecado”.
b) Juan dijo que “no hay pecado en Él” (1 Juan 3:5).
c) Pablo dijo que Cristo “no conoció pecado” (2 Corintios 5:21).
3. Su testimonio también fue sin engaño, porque no puede mentir ni trastornar la verdad.
4. Bajo todos los ataques Cristo no trató de vindicarse a Sí mismo, sino que encomendaba su causa a Dios que sí juzga justamente. ¿Es esto suficiente para nosotros también?
5. El ejemplo de Cristo en los vv. 21-23 es algo que debemos seguir. Lo que hizo en el v. 24 es algo que no podemos seguir, porque allí Él expió nuestros pecados, quitando nuestros pecados.
6. Su cuerpo fue de una herida masiva, tantos fueron sus sufrimientos por nosotros. Vale leer Isaías 53 para ver las seis referencias que encontramos en los versículos 21-25.
7. Pertenecemos al Señor Jesucristo como nuestro Creador pero también como el que cuida nuestras almas.
E. Exhortaciones acerca de la conducta propia de una esposa (capítulo 3:1-6).
1. Dios ha dado al hombre el lugar como cabeza del hogar, y la esposa tiene que sujetarse a él, sea o no sea creyente. El matrimonio es un retrato de la relación entre Cristo y su iglesia. Cristo, la cabeza de la iglesia, es perfecto. Sin embargo, los hombres que somos la cabeza de un hogar estamos muy lejos de ser perfectos, pero la sujeción es como al Señor.
2. Cuando una mujer se convierte al Señor antes que su marido, la predicación más poderosa es el testimonio de una vida que muestra por sus hechos el amor de Cristo. Una mujer que es creyente y se casa con un incrédulo ha actuado en desobediencia a la instrucción en la Palabra de Dios de no juntarse en yugo desigual. Puede confesar su pecado al Señor por casarse en contra de la voluntad de Dios y hay casos cuando Él obra por Su Espíritu, pero en muchos el resultado es una vida difícil. Pero, hay muchos más casos en los que el Espíritu ha obrado en un miembro de la pareja y después en el otro. La mujer debe hablar al Señor de la mies acerca de la necesidad de la salvación en su marido, en lugar de hablar respecto a las fallas que él tiene a sus amigas, hermanas y hermanos. Muchas veces el cambio en la mujer es utilizado para tocar el corazón del hombre.
3. La mujer debe evitar arreglarse en forma excesiva ya sea el pelo, sus ojos o que su ropa tenga cosas que atraigan a su marido más hacia su forma de vida que hacia el Señor Jesucristo. Cuantos jóvenes han contraído matrimonio engañados por la apariencia externa de una mujer, para luego encontrar que en el fondo ella era una inconversa o de un carácter no muy afable y apacible. Cuidado, hermanas, con la forma de vestirse. Haz todo para dar honra y gloria al Señor. La verdadera joya que dura es un espíritu afable y apacible.
4. La idea de que una mujer reconozca en un sentido (no como al Señor Jesucristo) el señorío de su marido va en contra de la corriente actual de este mundo. Sara dejó un buen ejemplo de esto en su relación con su marido Abraham.
F. Exhortaciones acerca de la conducta propia de un marido (v. 7).
1. La mujer es un vaso más frágil en el sentido que generalmente tiene menos fuerza que el hombre y emocionalmente es más sensible. Muchas mujeres aguantan el dolor (como en un parto) y otras cosas mejor que los hombres. El hombre que ama a su esposa va a reconocer estas diferencias y tratarle con honor y amor.
2. La mujer es diferente al hombre pero no inferior. Somos coherederos de la gracia de la vida, con una posición ante Dios que es igual y ambos tenemos por igual el mismo regalo de la vida eterna.
3. En una pareja se debe orar juntos. Si no hay una buena relación entre los dos, va a haber estorbos en las relaciones.
G. Exhortaciones a todos acerca de nuestra conducta.- Principios del gobierno de Dios (vv. 8-22).
1. Estos versículos empiezan con la palabra “finalmente” porque Pedro tiene aquí unas palabras para todos.
2. “Sed todos de un mismo sentir”. No es que todos vamos a pensar igual en todas las cosas, pero en lo que es fundamental tiene que haber unidad. Muchas veces aun entre los creyentes se piensa que la unidad es algo que pueden negociar; pero en realidad la clave es que todos estemos haciendo las cosas conforme a lo que dice la Palabra de Dios y con esto hay un mismo sentir de manera automática.
3. Hay otras cosas que deben caracterizarnos:
•  Compasivos.- significa “sufrir con”, la idea de compartir el sufrimiento cuando otro está padeciendo.
•  Amor fraternal.- aun cuando la persona no nos parezca amable a nosotros, es algo que nace en la voluntad y produce acción en vez de algo que nace en los sentimientos y produce nada más que palabras.
•  Misericordiosos.- ser sensibles a los pensamientos y necesidades de otros.
•  Amigables.- pensar en otros y ponerlos primero, con el deseo de mostrar amistad en una forma práctica.
H. Nuestros enemigos como la carne, Satanás y el mundo no pueden devolver bien por mal, lo normal es bien por bien o mal por mal, pero nuestro Señor nos ha dejado el ejemplo para que devolvamos bien por mal.
I. El Salmo 34:12-16 es citado en los vv. 10-12.
1. El máximo gozo en la vida resulta por dar bien por mal, no hablar maldad o engaño, y promover la paz.
2. Aunque el Señor escucha las oraciones de todos los creyentes, los que están actuando con justicia van a estar en comunión con Él y pedir según su voluntad.
3. El Señor está listo para juzgar a los que van en contra de su pueblo. Debemos dejar el juicio para Él.
4. Pedro no citó la última parte de Salmo 34:16 porque la venganza no es para la dispensación de la gracia.
J. Si alguien está en el camino de la justicia, lo peor que alguien le puede hacer es quitarle la vida, ya que no puede matar el alma. Evitar las peleas nos protege de muchos daños posibles.
K. Si un creyente padece por su lealtad al Salvador (v. 14), Dios puede usar esos sufrimientos para Su propia gloria, para traer bendición a otros y para bendecir a la persona que sufre por Su nombre. Si no has leído todavía alguno de los libros que tienen historias de las vidas de los mártires cristianos, te recomiendo que lo hagas.
L. ¿Quién es soberano en tu vida? El Señor debe ser el soberano absoluto de cada una de nuestras vidas, en todo aspecto incluyendo posesiones, relaciones, tiempo, etc. Si ven la fe en acción en nuestras vidas, muchas veces la gente puede hacernos preguntas que nos darán una oportunidad para explicarles lo que el Señor ha hecho por nosotros. Podemos tener denuedo para enfrentar los ataques si nuestra conciencia está limpia. Si sufrimos debe ser porque estamos actuando según la nueva vida en Cristo y no según la carne.
M. Qué bueno es cuando podemos seguir un buen ejemplo. El ejemplo perfecto lo tenemos en el Señor Jesucristo. Él sufrió injustamente por causa de la justicia y fue su sendero a la gloria. Hay seis cosas que podemos notar de sus sufrimientos:
•  Fueron expiatorios, esto es, que liberaron a los creyentes del castigo de sus pecados.
•  Fueron efectivos y para siempre, porque la obra redentora está consumada.
•  Fueron substitutivos, porque el Justo murió por los injustos.
•  Fueron reconciliatorios, porque ha sido quitado el pecado que nos distanciaba de Dios.
•  Fueron violentos, por la muerte de la cruz.
•  Terminaron en la resurrección, porque fue vivificado por el Espíritu.
N. En los vv. 19-20 tenemos dos versículos que han confundido a muchos. El Señor, a través de Noé, predicó a los que vieron que Noé construía el arca. Vino el diluvio y todos excepto ocho perecieron. Ahora están encarcelados en el infierno, pero tuvieron la oportunidad para oír y creer. Qué solemne cuando alguien rechaza el evangelio mientras todavía está vivo, porque después de la muerte ya no puede cambiar su destino eterno.
O. Una enseñanza común entre ciertas personas es que parte de nuestra salvación es por el bautismo. En el v. 21 vemos que el bautismo no quita la inmundicia de la carne. ¿Qué quita la inmundicia de la carne? La sangre del Señor Jesucristo que fue derramada en la cruz es lo que nos limpia de todo pecado (1 Juan 1:7). En su muerte, el Señor Jesucristo fue bautizado en un sentido, no con agua, sino con las olas de la ira de Dios en contra de nuestros pecados, y este bautismo es la base de nuestra salvación. Salmo 42:7 dice: “Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí” y en Lucas 12:50 dice: “De un bautismo tengo que ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla!”. Para ser salvos tenemos que aceptar en forma individual Su muerte por nosotros. Gálatas 3:27 dice: “Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos”. Estos versículos aquí en 1 Pedro dicen que el bautismo es la aspiración de una buena conciencia. Tal vez una ilustración puede ayudarnos a comprenderlo mejor. Imaginemos que hay un desfile con un grupo de soldados marchando. Todos están uniformados excepto uno, por lo que entre el grupo vemos a aquel que todavía está vestido con su ropa deportiva, pues ha venido de jugar un partido de fútbol directamente al desfile y no se ha cambiado de ropa. ¿Se va a sentir bien él al estar en medio de todos los demás soldados que están bien uniformados? Creo que no. ¿Es soldado? Sí. El uniforme no significa que alguien sea soldado, así como el bautismo no hace que alguien sea creyente; pero si uno es creyente debe estar revestido de Cristo.
P. Nuestro Señor ya está en el cielo en el lugar de poder, honor, intercesión, preeminencia, descanso y dominio a la diestra de Dios.
IV. Nuestra mayordomía.- Responsabilidades de la vida nueva y participantes de los padecimientos de Cristo (capítulo 4).
A. El contraste entre la nueva vida y la carne (vv. 1-11).
1. Cuando un creyente decide sufrir persecución como cristiano, en vez de continuar en una vida de pecado, el poder del pecado en su vida ha sido roto. No es que va a dejar de pecar en forma absoluta, sino que ya no está controlado por la voluntad de la carne. Si vivimos como los inconversos que están a nuestro alrededor, compartiendo sus placeres mundanos, evitaremos la persecución, pero seguiremos en un camino pecaminoso. Cuanto mejor es vivir el resto de nuestro tiempo aquí en la tierra hasta la venida del Señor o la muerte, haciendo la voluntad de Dios en vez de satisfacer la voluntad de la carne.
2. En el v. 3 vemos una lista de cosas que habían caracterizado la corrupción moral del mundo gentil y que son cosas comunes hoy en día:
•  Lascivias.- es participar sin restricciones en el pecado, especialmente la inmoralidad sexual.
•  Concupiscencias.- es la gratificación de los apetitos ilegales.
•  Embriagueces.- cuando se da lugar para que el alcohol tenga el control y que muchas veces causa que la persona pierda la capacidad de resistir la tentación y le conduce a la inmoralidad.
•  Orgías.- relaciones sexuales entre más de una pareja.
•  Disipación.- malgastar el tiempo y los recursos entregándose enteramente a las diversiones.
•  Abominables idolatrías.- la adoración de ídolos con la inmoralidad que muchas veces está relacionada.
3. En los vv. 4-5 vemos que los inconversos van a pensar que estás loco porque dejas todo lo que produce un placer temporal, como nos dice Hebreos 11:25, para vivir para el Señor. Los incrédulos que estén vivos serán juzgados antes del milenio y los incrédulos muertos al fin del milenio.
4. Es claro que el v. 6 no significa que vamos al cementerio para predicar a los huesos que están en los ataúdes. Nota que el versículo dice: “ha sido predicado” es algo del pasado y la muerte es la condición actual de estas personas. Debemos entender que el evangelio ha sido predicado a los que ahora ya están muertos e incluye a muchos mártires que murieron por Cristo.
5. Aunque va a haber un proceso para poner las cosas en orden cuando el Señor Jesucristo vuelva a este mundo para reinar, el último hecho de rebelión aquí va a ser al final del milenio. En vez de estar estresados por las persecuciones y tribulaciones, debemos estar en paz, gozando la comunión con Dios.
6. Qué importante es la comunión con otros creyentes cuando estamos gozando la comunión con nuestro Padre y con nuestro Señor. El amor verdadero puede no hacer caso de las faltas no graves y fallas que tienen otros creyentes. Mostrar hospitalidad es una forma muy importante en la que podemos manifestar nuestro amor a los hermanos. No tiene que ser con grandezas ni con abundancia, sino porque hay la voluntad de compartir lo que uno tiene con los demás. El Señor en Lucas 14:12 dijo que también debemos invitar a aquellos que no puedan devolvernos la invitación.
7. Cada creyente ha recibido por lo menos un don del Señor para utilizarlo en su servicio. Para escudriñar más, puedes encontrarlos en las listas de ellos en 1 Corintios 12, Romanos 12 y Efesios 4. Son una mayordomía que Dios nos ha dado para que los utilicemos para Él.
8. Cuando alguien predica o habla, no solamente tiene que ministrar de la Biblia, pues el versículo11 nos enseña que debe ser el mensaje que Dios tiene para los oyentes allí en este momento. Los dones no son algo para jactarse, ni para atraer la atención hacia uno mismo, sino que debemos utilizarlos en humildad para el Señor, reconociendo que todo proviene de Él.
B. Participantes de los padecimientos de Cristo (vv. 12-19)
1. Hay la tendencia de que los creyentes vean la persecución como algo raro y anormal cuando en realidad es una experiencia común en la vida de un creyente si va a vivir para el Señor. 2 Timoteo 3:12 dice que “ ... todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución”. Algunos que van a leer esto están en lugares donde van a sufrir mucho más que otros que estamos en lugares donde no hay tanta persecución directa.
2. Si pensamos en el futuro, podemos regocijarnos a pesar de los padecimientos del tiempo presente.
3. El Espíritu Santo mora en cada creyente. Aquí vemos que los que están completamente dedicados al Señor reconocen en una forma especial la presencia y el poder del Espíritu Santo en sus vidas. ¡Qué el Señor sea glorificado en nuestras vidas!
4. Si participamos en pecados que son manifiestos a los ojos de este mundo, vamos a sufrir por ello, pero esto no es sufrir por ser cristiano. Qué diferencia cuando uno pierde el trabajo, posesiones, relaciones u otras cosas porque es fiel al Señor, allí hay gloria para Dios.
5. Los presentes sufrimientos temporales de los creyentes son mucho menores que los de los incrédulos y por mucho menos tiempo. La iglesia en este momento está siendo juzgada por el mundo incrédulo, pero pronto viene el tiempo cuando Dios va a juzgar a todos los inconversos.
6. Hechos 14:22 nos enseña que va a haber muchas tribulaciones en nuestra vida. Esto es la salvación con dificultad de la que habla el v. 18. Hay muchos peligros y tentaciones en la vida, pero el que es Fiel ya aseguró nuestra salvación con Su obra consumada en la cruz del Calvario.
7. Es importante que los sufrimientos sean según la voluntad de Dios. Recuerdo que hace muchos años un grupo empezó a aplicar mal Marcos 16:18, porque comenzaron a manejar víboras venenosas. Tuvieron que sufrir los comentarios de muchos, la muerte de algunos de sus hijos y un juicio legal, sin embargo esto no fue según la voluntad de Dios; así no debemos sufrir. Como parte de Su creación y por Su nueva creación como nuevas criaturas en Cristo podemos encomendarnos al fiel Creador.
V. Exhortaciones y salutaciones (capítulo 5).
A. Exhortaciones a los que tienen más madurez para que pastoreen la grey del Príncipe de los pastores (vv. 1-4).
1. Pedro fue un testigo del Pastor cuando tuvo que morir por las ovejas y esperaba ser participante de la gloria venidera. Seguramente, al ver el gran amor del Buen Pastor cuando murió injustamente por las ovejas, esto cambió su vida y su perspectiva.
2. Los ancianos son hermanos maduros con un carácter cristiano y que pueden proveer liderazgo espiritual en la asamblea. Nunca es uno solo. No son nombrados, pues ya no tenemos apóstoles o sus delegados, quienes fueron los únicos que tenían la autoridad para poder nombrarlos. Es por su testimonio y fidelidad al Señor que vienen como resultado las características que hallamos en 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 1:6-9 y es así como reconocemos que algunos creyentes realizan este trabajo. No va acompañada de un título, ni con un reconocimiento oficial; sin embargo, sí debemos apreciar a aquellos que hacen esta obra.
3. Hay tanta necesidad de aquellos hermanos que se preocupan de las necesidades de las ovejas, la grey del Señor. Muchos quieren tener lugares de preeminencia, pero pocos buscan ocuparse en aquellos trabajos que no son vistos por los demás como buscar y animar a quienes están desanimados y apartados de los caminos del Señor.
4. Cuando oigo que alguien dice: “mis ovejas”, me hace pensar que no entiende que las ovejas son del Señor. Hay muchos lugares donde hay dictadores o personas preeminentes entre la grey, pero son pocos los que realmente sirven como ejemplos. Es seguro que muchas veces los que ayudan a cuidar las ovejas del Señor no son apreciados por las ovejas mismas, pero la aprobación del Gran Pastor cuando Él venga para premiar debe ser suficiente. Ciertamente, hay ocasiones en que los pastores de ovejas tienen que controlarlas, quizá porque quieren ir a un lugar en el que la hierba se ve verde, pero donde hay mucho peligro; así también hay lugares y cosas para las ovejas del Señor que parecen ofrecer mucha satisfacción pero que están llenos de peligro. Soporta y acepta la palabra de exhortación o advertencia porque puede ser de mucho provecho.
B. Exhortaciones a los jóvenes acerca de la sumisión (v. 5).
1. Una tendencia de la juventud es pensar que tienen una sabiduría que va mucho más allá de su experiencia práctica.
2. Qué importante es reconocer que podemos aprender y que debemos prestar mucha atención a aquellos que tienen una profunda experiencia por los años de haber experimentado en la práctica la Palabra de Dios.
C. Exhortación acerca de la humillación (v. 6).- Todos debemos estar vestidos de humildad. Por nuestra naturaleza humana no somos humildes y cuando alguien se jacta de su humildad, se puede afirmar con toda seguridad que no lo es. Aunque Dios no manda directamente muchas pruebas, debemos aceptarlas como por Él permitidas y aprender las lecciones que Él quiere enseñarnos con ellas.
D. Exhortaciones acerca de la ansiedad y para resistir el diablo (vv. 7-9).
1. Nuestras ansiedades debemos ponerlas en las manos de Uno que realmente tiene cuidado de nosotros. Una cosa es abrir nuestra alma a uno que no nos ama o que va a chismear las cosas que compartimos con él; pero el Señor es completamente confiable, nos ama a pesar de todo y siempre quiere nuestro bien. Algunos han dicho que la preocupación puede ser un pecado porque niega la sabiduría de Dios; porque dice que Dios no sabe lo que hace; porque dice que Él no tiene cuidado de nosotros, y porque niega el poder de Dios para librarnos de lo que está causando la preocupación.
2. Aunque no debemos preocuparnos, debemos ser sobrios y velar porque el peligro de nuestro adversario, Satanás, es tremendo. Ser sobrio significa ser serios, realistas acerca de las circunstancias de la vida, e inteligentes respecto a las artimañas de Satanás.
3. Satanás trabaja tratando de imitar lo verdadero para intentar confundirnos. El León de la tribu de Judá es el Señor Jesucristo. Satanás es “como león rugiente”. Trata de aterrorizar al pueblo de Dios mediante la persecución en algunos casos y el desánimo en otros. Siempre trata de producir corrupción moral.
4. No debemos rendirnos, sino que debemos estar firmes en la fe y resistir sus asechanzas. Trata de que los cristianos piensen que Dios no está a favor de ellos, que no entiende sus sufrimientos, que sus pruebas son diferentes a las de los otros y que todo va a terminar mal.
E. La promesa de Dios acerca de la gloria eterna en Jesucristo, en vista del corto tiempo de padecimiento aquí (vv. 10-11).
1. El sufrimiento es por un poco de tiempo pero nos ha llamado a Su gloria eterna, para que estemos con Él para siempre. Apreciamos lo que más nos cuesta. Mira lo que son los propósitos de Dios, pues es para educarnos y moldear nuestro carácter cristiano para que un día podamos reinar con Él:
•  Perfeccione.- porque las pruebas en la vida de un creyente le sirven para madurar espiritualmente.
•  Afirme.- porque somos más estables cuando vienen otras presiones, manteniendo una buena confesión.
•  Fortalezca.- porque en vez de producir el efecto que Satanás quiere, que es debilitarnos, el efecto es que nos fortalecernos para soportar.
•  Establezca.- viene de una palabra en griego que está relacionada con cimientos, porque debemos tener buenos cimientos en el Señor y Su palabra.
2. Esto produce alabanza y adoración para el Señor.
F. La despedida (vv. 12-14).
1. Pablo dictó la carta a Silvano, quien la escribió. Cuán bueno es cuando alguien se caracteriza por ser un hermano fiel. Quiso confirmarles a los hermanos que iban a leer la carta que habían encontrado la verdad para que no se desanimen en medio de las persecuciones.
2. El amor fraternal es necesario en todo lugar y época dentro de la iglesia, pero la forma de expresarlo puede variar entre las diferentes culturas.
3. Qué precioso que un libro que habla mucho de persecución termina con paz.

El Día del Señor (o sea el domingo): ¿Lo dedica usted a Él?

A.H. Rule
Ninguna persona inteligente podrá contradecir el hecho de que el día del Señor es un día especial y de carácter diferente del sábado.
El sábado es el séptimo día de la semana; el día del Señor es el primero.
En el día sábado se conmemoraba el descanso que Dios tomó de su obra de la creación, (véase Génesis 2:2) y es una representación del reposo eterno que queda para Él y su pueblo, cuando él haya terminado de obrar otra vez: un descanso fundado en la redención y que llegará a feliz término cuando el pecado haya sido completamente abolido de los dominios de Dios. Esto tendrá lugar en los nuevos cielos y en la nueva tierra. Véase Hebreos 4:1-11; Apocalipsis 21:1-7.
El sábado también era una “señal” entre Jehová e Israel del pacto que Él había hecho con su pueblo; fue incorporado a la ley de los diez mandamientos, bajo pena de muerte por su violación. Éxodo 31:12-18; Ezequiel 20:12. Ahora bien, no hay evidencia de que dicha ley haya sido dada a otra gente o que antes de la era cristiana otros la hayan observado, excepto los que se encontraban dentro de la esfera del judaísmo.
El día del Señor celebra la resurrección de nuestro bendito Salvador, y es un día exclusivo para la cristiandad. No existe ningún mandato específico para que sea guardado como un día de descanso, o que sea observado en cualquier otra manera. Pero no se deduce, por supuesto, que no haya obligación, pues la cristiandad no se constituye de mandatos legales y castigos sancionados, sino de una revelación de la divina verdad que debe inspirar la observancia de cada corazón sumiso y leal: “la obediencia a la fe” Véase Romanos 1:5; 16:26.
Ahora veamos cómo el día domingo es señalado en las Escrituras:
1. Como se ha dicho, es el día en el cual nuestro bendito Señor se levantó de entre los muertos —el día que demostró ante el universo su triunfo sobre la muerte y el sepulcro, y sobre todo el poder de Satanás—. Seguro que esto es un hecho de importancia primordial para nuestras almas.
El conflicto entero del bien y del mal fue resuelto en la cruz; y la resurrección del Señor Jesús manifestó el triunfo del bien. Fue la vida surgiendo de la muerte, el principio de la nueva creación cuando la antigua fue condenada bajo el juicio de Dios. Tal fue la victoria del Señor Jesús; y su resurrección en el primer día de la semana proclamó la consumación de la victoria. Fue también la iniciación de una nueva era, en la cual los profundos y eternos consejos de Dios son desarrollados para los de la fe, y todas las bendiciones cristianas fundadas en la redención y confirmadas a nosotros a través de la muerte y resurrección de Cristo.
2. Es el día en el cual el Espíritu Santo descendió del cielo, instaurando la cristiandad en su verdadero carácter. Las dos grandes verdades características de la cristiandad son: la redención, y la presencia del Espíritu Santo en la tierra, mientras Cristo está entronizado a la diestra de Dios. El primer día de la semana es una constancia de estas dos cosas. Para confirmación, véase Levítico 23:15,16: “Y contaréis desde el día que sigue al día de reposo, desde el día en que ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas serán. Hasta el día siguiente del séptimo día de reposo contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis el nuevo grano a Jehová”. Aquella fue la fiesta de Pentecostés y empezó en “el día que sigue al día de reposo”; es decir, en el primer día de la semana. En Hechos capítulo 2 Se demuestra claramente que este fue el día en el cual descendió el Espíritu Santo.
3. Es el día en que los santos suelen reunirse a partir el pan en memoria del Señor Jesucristo. La prueba de esto se ve en Hechos 20:7. Aparece del relato que Pablo y aquellos que estaban con él arribaron a Troas el lunes. Allí se quedaron siete días para estar con los santos —podemos decir— en su reunión del día del Señor. Luego se nos dice que en “el primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba...” etc. No es que se reunieran para oírle predicar, sino que reuniéndose los hermanos, como era su costumbre, para partir el pan, el apóstol aprovechó la oportunidad para hablarles sobre las cosas de Dios. El pasaje muestra que estaba ya establecida la costumbre entre los santos de partir el pan en ese día. Y el día queda así señalado. También es muy significativo y confirma el mismo aserto, el hecho que el Señor Jesús apareció a sus discípulos el primer día de su resurrección y en el siguiente domingo también, cuando ellos estaban reunidos y Él se presentó a Sí Mismo en medio. Igualmente tenemos el hecho de que el apóstol instruyó a los santos de Corinto que cada primer día de la semana apartasen en sus casas lo que pudieran, haciendo una colecta para los santos (1 Corintios 16:1,2). Todo esto viene a demostrar que el primer día era el día semanal de reunión en asamblea.
4. Finalmente leemos en Apocalipsis 1:10 que se cita “el día del Señor”. Juan estaba “en el Espíritu” aquel día y recibió comunicaciones del Señor para los santos de Asia. Quisiera llamar la atención especial a esta expresión. En 1 Corintios 11:20 tenemos la frase, “la cena del Señor”. ¿Alguien puede dudar del significado de ésta? ¿No es claramente la cena del Señor en contraste con: “cada uno se adelanta a tomar su propia cena” (v. 21)? Ahora cuando se habla del día, se usa precisamente la misma palabra: “el día del Señor”, “la cena del Señor”. Es exclusivamente su día, y su cena: un día y una cena que Él reclama como suyos. Su cena se celebraba también en Su día.
Entonces ni el día ni la cena son comunes. ¿Hemos de tratarlos de manera corriente? ¿Qué pensaríamos del hombre que sostuviera que podía tomar la cena del Señor como la suya propia? Esto es precisamente lo que los santos en Corinto estaban haciendo, y a causa de lo cual el Señor les estaba reprendiendo. La debilidad, la enfermedad y la muerte fueron el resultado de su conducta. Era el juicio del Señor. La misma idea de tratar la cena del Señor como si fuera la nuestra bien podría escandalizar a cada corazón sensible a su gloria.
Pero si es Su día tanto como Su cena, y si no tenemos libertad para tratar de la cena como nuestra, entonces ¿nos asiste el derecho de tratar Su día de la misma manera? Apelo a que el juicio del lector determine lo recto y apropiado a la luz de estas Escrituras. Quisiera preguntar: ¿es correcto o propio que tomáramos aquel día que Él llama suyo y lo usáramos para nuestra propia complacencia o ventaja temporal? ¿No hemos de observar cuidadosamente este día como dedicado a Él y a sus cosas, si su cena es consagrada plenamente a una conmemoración santa y gozosa de los padecimientos y muerte del Señor por nosotros, y no para saciar nuestros apetitos ni para satisfacer nuestra hambre?
Frecuentemente encontramos a santos (admitimos que pueda ser bajo la presión de las circunstancias) que aceptan posiciones de empleo secular que les exige trabajar habitualmente el día del Señor, y defienden la libertad de hacerlo porque no hay ningún mandamiento. Aunque no quiero condenar a nadie, estoy plenamente convencido que esto no es de fe; y la Escritura dice: “todo lo que no proviene de fe, es pecado” (Romanos 14:23). ¿No es esto muy solemne? Si aquel que fuere tentado a seguir tal camino dijera: “No, venga lo que venga, no deshonraré a mi Señor”, ¿no abriría Él mismo un camino para su fiel discípulo? ¿Acaso Él no ha dicho: “Yo honraré a los que me honran”? (1 Samuel 2:30).
Pero es de temer que no pocos, y eso también donde no hay la fuerza de las circunstancias que le obligue, piensan que si asisten a la reunión ese día y parten el pan —luego terminado el culto— ya quedan libres para gastar el resto del día como les plazca: visitando de una manera social, conversando de negocios e intereses seculares, leyendo los diarios, gozándose... Pregunto: ¿es esta la manera de consagrar el día al Señor? ¿Se está dándole la honra que Él merece? No quiero decir que el día domingo es un día de descanso tal como lo fue el sábado, y que hemos de cesar de nuestras labores, y sencillamente no hacer nada, sino que el Señor reclama Su día, y es del todo justo que dejemos nuestros quehaceres ordinarios y consagremos el día a Él en armonía con su carácter, ocupándonos en las cosas espirituales que son para provecho de nuestras almas y las de otros.
Pero se sostiene: “No hay ningún mandamiento”. Ya lo sé. Mas ¿para qué se desea un mandamiento? ¿Acaso Él no nos ha dicho que es su día? ¿Por qué robarle de lo suyo propio? Además, Él ha probado su amor, habiendo puesto su vida por nosotros, sumergiéndose en un mar insondable de tristeza, para que fuésemos traídos a su bendición tal que sólo Su amor infinito pudo concebir; de tal modo Él confía en que nuestros corazones correspondan a su amor, y rindan devota y gozosa obediencia a su voluntad. Hemos de defraudarle voluntariamente y a sabiendas, y entristecer así el corazón que ha confiado en nosotros, no sujetándonos a la esclavitud de la ley que está diciendo: “lo harás “ o “no lo harás”? ¡Qué triste! ¡Todo ello demuestra solamente dónde están nuestros pobres corazones! ¡El Señor no tiene el primer lugar en ellos! Sus derechos no son reconocidos; y Él es prácticamente excluido por nuestros propios intereses y mundanalidad.
Él no nos obliga a observar el día como una imposición legalista, como tampoco lo hace en cuanto a su cena; sin embargo no nos ha dejado en las tinieblas respecto a lo que a Él le place, y nuestra propia bendición depende de la obediencia a su voluntad. No podemos hacer caso omiso de su voluntad en esto, o en cualquier otro asunto, sin pérdida para nuestras almas, llegando a ser piedras de tropiezo para otros, y trayendo deshonra sobre su nombre.
Que el Señor otorgue al escritor tanto como al lector una mayor sensibilidad a todo lo que concierne a su gloria, y experimentar la bienaventuranza de obediencia fiel y amorosa a toda su voluntad revelada.
[Impreso con Permiso de MGL-ML]

Recepción a la Mesa del Señor

D.F. Rule
Hoy en día, es muy común escuchar que las personas hablen de: “unirse a una iglesia” o que pregunten: “¿a qué iglesia pertenece?”. Creemos que hay solo una iglesia verdadera que es el Cuerpo de Cristo y estamos agradecidos a Dios porque hay muchos que entienden esta verdad. Somos hechos miembros de Su cuerpo en el momento en que recibimos al Señor Jesucristo como nuestro Salvador y el Espíritu Santo viene a morar en el creyente. En la Palabra de Dios no encontramos nada respecto a cosas tales como: “unirse” a una organización establecida por hombres.
Además, la única “membresía” que tenemos es como miembros del cuerpo de Cristo. Romanos 12:5 y 1 Corintios 12:12 dicen: “así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros”. “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo”.
Puesto que conocemos y profesamos la verdad de que hay un solo cuerpo y que todos los creyentes en Cristo (a pesar de su organización hecha por hombres) pertenecen a tal cuerpo, no escuchamos que quienes estén reunidos al nombre del Señor Jesucristo hablen de unirse a una iglesia. Pero sí escuchamos expresiones como: “¿Estás en comunión?” y “¿Ha sido recibido él (o ella) a la mesa del Señor?”.
¿Qué significan estas expresiones? ¿Son simplemente un sustituto de “unirse” o hay una base escritural para su uso? Estas preguntas son importantes porque (aunque se profese lo contrario) si en la práctica se puede “unir a los hermanos”, entonces es una secta y no es un testimonio verdadero de la verdad de un cuerpo.
Déjanos ver y comentar algunos versículos que tratan el tema.
“Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con Su Hijo Jesucristo nuestro Señor” (1 Corintios 1:9).
Todos los creyentes son llamados a tener una misma comunión. Es Dios el que ha llamado a cada uno para que tengan comunión con Su Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Nadie está excluido. Todos juntos participan de aquella comunión. Dios es quien nos llama a esa comunión y no los hombres.
“ ... Nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con Su Hijo Jesucristo ... tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo Su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:3,7).
Gozamos la comunión porque hemos recibido “vida eterna”. Nos ha sido dado el que compartamos la misma vida de Cristo. Es por esta nueva vida que podemos entrar y conocer los mismos pensamientos que Dios nuestro Padre tiene acerca de Su Hijo, Jesucristo nuestro Señor. ¡Qué bendición! No podemos concebir un privilegio más grande que Dios y Su Hijo compartan Sus pensamientos con nosotros. Verdaderamente: “esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).
“La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?” (1 Corintios 10:16). La palabra comunión en este versículo y en los otros es la misma. La sangre de Cristo es el fundamento de todas nuestras bendiciones. Por la sangre de Cristo somos introducidos a la comunión con Dios y con Su Hijo y que ahora ya gozamos. La copa nos hace recordar, cada día del Señor, que es la base por medio de la cual podemos estar en la presencia del Señor para hacer memoria de Él, alabarle y adorarle, porque “ ... la sangre de Jesucristo Su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7). En el pan recordamos que somos miembros del cuerpo de Cristo y miembros los unos de los otros. Como miembros de ese cuerpo somos parte de aquella comunión a la cual Dios nos ha llamado.
“Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer” (1 Corintios 1:10).
Como puedes notar, la ubicación de este versículo sigue inmediatamente al primero que consideramos, en el que nos dice que Dios nos ha llamado a la comunión de Su Hijo. Es significativo que después de presentarnos esta verdad maravillosa, Pablo nos exhorta inmediatamente a hablar una misma cosa y no estar divididos. Esta exhortación se anticipa al estado tristemente dividido de la iglesia profesante de hoy en día, y también a las muchas diferencias de pensamientos y criterios entre los que se reúnen en la base que hay un solo cuerpo.
Toda comunión proviene de pensamientos en común. Si tú y yo compartimos las mismas opiniones y juicios acerca de un asunto, entonces podemos decir que tenemos comunión acerca de ese asunto. ¿Cómo en una forma práctica podemos tener comunión con Dios nuestro Padre y con Su Hijo Jesucristo nuestro Señor? Lo hacemos cuando, como hijos obedientes, escuchamos a Su voz por medio de Su Palabra y la recibimos en nuestros corazones y conciencias.
La división en cambio es la comunión rota. Es el resultado de la carne que está obrando por medio de la mente para producir pensamientos contrarios a los pensamientos de Dios. Cuando apartamos nuestra mirada del Señor Jesús y la enfocamos en otra persona, recibiremos sus pensamientos y juicios en vez de los de Dios. Como veremos más luego, cuando ponemos nuestra mirada en los hombres y las divisiones (comunión práctica rota) que de ello resultan, hallamos la semilla del porqué no todos tienen comunión juntos hoy con el Señor Jesús a Su mesa.
“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento de pan y en las oraciones” (Hechos 2:42).
Desde el inicio, la comunión práctica entre los creyentes resultó de pensamientos y acciones en común, no sus propios pensamientos e ideas individuales, sino los dados por el Señor por medio de los apóstoles. Es importante notar qué tan cerca estaban unidos “la doctrina de los apóstoles” y “la comunión”. La doctrina de los apóstoles ha sido registrada para que nosotros en la actualidad, también podamos perseverar en la doctrina de los apóstoles y en la comunión que resulta de practicar juntos tal doctrina. La doctrina está preservada para nosotros como parte de la divina Palabra de Dios. La encontramos en las epístolas de Pablo, Santiago, Pedro, Juan y Judas en el Nuevo Testamento. La profesión y la práctica van juntas.
“Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (Hechos 2:47). Cuando la iglesia fue formada en el día de Pentecostés y luego por un corto tiempo, los términos “miembros”, “comunión” y “recepción” fueron sencillos en su aplicación. Cada día el Señor añadía a la iglesia. Cada persona añadida era conocida de inmediato y reconocida como un creyente. En cada ejemplo que hallamos en la época del libro de los Hechos, el nuevo creyente era bautizado de inmediato y luego alguien conocido en la compañía de creyentes. Una persona estaba “dentro” o “fuera”. Con el ejemplo solemne de Ananías y Safira ante ellos, la gente no mostraba una profesión de fe si no era verdadera; así leemos:
“Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas ... De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con ellos ... ” (Hechos 5:11,13).
Claramente, cada creyente era conocido públicamente; cada uno era reconocido como “miembro”; cada uno participaba de la misma comunión de la doctrina de los apóstoles; y la recepción de los privilegios de los creyentes era inmediata. Ningún creyente era excluido. Nadie tenía que realizar un curso de “catecismo” antes de poder juntarse. En realidad, era el Señor el que añadía a la iglesia y no los hombres. Él juntaba a los miembros de Su cuerpo por el Espíritu y recibía a los suyos a su rebaño; ellos tan solo reconocían lo que Él había hecho.
“¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de recomendación de vosotros?” (2 Corintios 3:1).
En el día de la formación de la iglesia, todos los creyentes estaban reunidos en un solo lugar: Jerusalén. Pero cuando el evangelio fue predicado y la persecución empezó, los creyentes fueron esparcidos de ciudad en ciudad y de país en país. Con ello entonces surge la pregunta práctica de quién estaba “dentro” y quién estaba “fuera” (1 Corintios 5:12). ¿Cómo era alguien presentado a los creyentes en un lugar cuando viajaba para permanecer allí, ya sea para un día del Señor, por algún tiempo o de manera permanente? Ellos llevaban “cartas de recomendación”. No era solo por cortesía; pues era una manera ordenada y necesaria de presentación, porque Pablo dijo claramente: “ ... o tenemos necesidad, como algunos ... ”. Pablo no necesitaba una carta ya que era bien conocido por los de Corinto, puesto que ellos habían sido salvos por su predicación. Pero otros que estaban allí sí necesitaban una carta, porque no eran tan conocidos. El principio de la carta nos muestra que un extranjero que entra a la reunión un día del Señor y dice: “Soy cristiano y estoy aquí para partir pan esta mañana”, no debe ser recibido a la mesa del Señor, para participar de la cena del Señor sin una carta de recomendación.
“Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártase de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo” (2 Timoteo 2:19).
¡Qué tristeza! La casa de Dios, en la actualidad, ya no está en orden sencillo y obediente. El hombre lo ha arruinado y tenemos que inclinar nuestras cabezas con vergüenza. El estado de la casa es tan confuso y está dividida a tal punto que tan solo el Señor puede separar a los creyentes verdaderos (miembros verdaderos del cuerpo) de los profesantes falsos. El hombre no ha perseverado en la doctrina de los apóstoles y en la comunión. La gran casa de profesión está llena de contienda y división.
El sendero de obediencia hoy es: “ ... apártese de iniquidad ... y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor” (2 Timoteo 2:19,22). Al caminar en tal sendero todavía hay completa libertad para seguir firmes en la doctrina de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento de pan y en las oraciones. Por la doctrina de los apóstoles rechazamos la mala doctrina y ponemos fuera de comunión a las personas que están en iniquidad.
La base de reunirse y de comunión nunca ha cambiado. Los creyentes son llamados a la comunión de Su Hijo y a estar reunidos como miembros de un Cuerpo. Por causa de la confusión y fracaso, muchos lugares donde se congregan creyentes están vacíos el día del Señor, cuando tan solo unos pocos hacen memoria del Señor en Su mesa. Aún los pensamientos de Dios no cambian y es así que cuando está el pan entero en la mesa, podemos por fe mirar a cada creyente verdadero representado allí.
“ ... Apártese de iniquidad ... ” y “ ... Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros” (1 Corintios 5:13).
Si estudiamos la historia de la Reforma, vemos que, aunque indudablemente con toda sinceridad, ellos se equivocaron al tratar de reformar o purgar la maldad de la casa grande. En vez de esto la Palabra dice: “Apártese de iniquidad” y “limpiaos” de los vasos de deshonra. Entonces siguiendo con los que aman al Señor con un corazón puro, el creyente puede perseverar por completo en la doctrina de los apóstoles y en la comunión. La doctrina de los apóstoles y la comunión requieren la disciplina de los que introducen iniquidad. La iniquidad puede ser mala doctrina (Gálatas), mala conducta (1 Corintios 5) o malas asociaciones (2 Juan). Las malas asociaciones son tener comunión con creyentes que guardan mala doctrina o que en la práctica están viviendo en pecado. Dios dice que si tenemos comunión con ellos nos hacemos participantes de sus malas obras.
“Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo ... Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras” (2 Juan 7,9-11).
Vivimos en un día malo. Hay muchos engañadores en medio de la casa grande de la profesión cristiana. El apóstol Juan nos advierte que debemos guardarnos de ellos. Aquí la elegida, a quien fue dirigida la epístola tiene la responsabilidad de juzgar si la doctrina que alguien trae era o no de Cristo. Si, en efecto, alguien traía una mala doctrina, entonces aquella persona no podía ser recibida en la casa. Si alguien viene y no persevera o no trae la doctrina de Cristo, no se le recibe en la asamblea. “No impongas con ligereza las manos (una expresión de comunión) a ninguno, ni participes en pecados ajenos. Consérvate puro” (1 Timoteo 5:22).
Juzgar y excluir la iniquidad según los principios de 2 Juan no es ser sectario. Es obediencia sencilla a la Palabra de Dios. Es el sendero de amor. “Y este es el amor, que andemos según sus mandamientos” (2 Juan 6). Si un creyente no está en pecado, entonces está en comunión; por lo tanto, tenemos la responsabilidad de poner fuera de comunión a quien estando “dentro”, ha incurrido en alguno de los casos que se mencionan en las Escrituras como 1 Corintios 5, Gálatas o 2 Juan.
“Esto te escribo ... para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad” (1 Timoteo 3:14-15).
Algunos hoy suplican: “Es la mesa del Señor, no tuya. Es mi responsabilidad saber si estoy o no en condición como para partir pan. También, debo tener la libertad de traer a quien yo quiera para que parta pan sin que le hagan preguntas”. Tales pensamientos atraen, pero no están de acuerdo con lo que enseña la Palabra de Dios. La iglesia es la columna y baluarte de la verdad. Para la gloria del Señor (es Su mesa), para la preservación de los santos y para el bien del individuo, la iniquidad tiene que ser quitada de la comunión de los creyentes. Si ya está dentro, entonces “¿No juzgáis vosotros a los que están dentro?” (1 Corintios 5:12). Pero si ya no está dentro, entonces “ ... no lo recibáis en casa”.
“Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa” (Filipenses 3:16).
Mis amados hermanos y hermanas reunidos al nombre digno del Señor Jesús: permíteme una palabra de advertencia y exhortación. Estamos en gran peligro de volvernos sectarios en espíritu y práctica en cuanto a la misma verdad que decimos que es tan importante en doctrina. Es verdad que “ ... el cuerpo es uno solo” (1 Corintios 12:20). ¿Somos consistentes en la práctica para ejercer el debido juicio de lo que se denomina “iniquidad”, así para con los que están dentro como con aquellos que se presentan a sí mismos para caminar con nosotros? ¿Si viene un creyente que está identificado con otros creyentes, no tenemos la tendencia de asumir que su asociación es mala sin investigar? Para que sea mala, tal grupo de creyentes debe enseñar o practicar alguna iniquidad. La existencia de una organización hecha por hombres, aunque ellos sean creyentes, no hace que los miembros de tal grupo sean vasos de deshonra. Muchas, tal vez la mayoría, de las comuniones de creyentes ahora son masas leudadas; pero podemos nosotros por la gracia de Dios tener un ejercicio fresco en cada caso individual para mantener y practicar las verdades acompañantes, que hay un cuerpo y que: “La santidad conviene a Tu casa, Oh Jehová, por los siglos y para siempre” (Salmo 93:5).

Recepción a la Mesa del Señor: Apuntes adicionales

D.C. Buchanan
Tal vez el pensamiento de que una asamblea reciba a otros creyentes a la mesa del Señor parece ser contradictoria. Es verdad que es Su mesa, pero Él ha dado a la Iglesia autoridad para que actúe de parte de Él (Mateo 18:18) y debemos mirar en Su palabra para saber cómo debemos cumplir con nuestra responsabilidad al respecto.
Es importante notar que no hay escrituras que hablen de manera directa sobre recibir a la mesa del Señor. “Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios” (Romanos 15:7). Este versículo se aplica muchas veces a esta situación, pero no está hablando de la mesa del Señor en una forma directa. Sin embargo, este versículo nos da un principio y debemos tener cuidado cuando se recibe a alguien a la mesa, para que se lo realice de tal manera que la gloria sea para Él.
El hecho que Dios no diga de manera explícita cómo se debe realizar la recepción a la mesa del Señor, muestra que debemos ser sencillos con respecto a esto y no caer en costumbres y maneras fijas, ya que esto es tan fácil de hacer; pues podemos tomar un caso actual y proceder tal como lo hicimos la última vez, sin mirar a nuestra Cabeza que es el Señor Jesucristo (Colosenses 1:18; 2:19).
Hay una grandeza a la mesa del Señor (Lucas 22:12, Salmo 18:19). El alcance de la mesa del Señor es lo suficientemente amplio como para que cada cristiano verdadero tenga su lugar y derecho a participar de ella. Su mesa no es sectaria; es decir, se identifica tan solo con Su nombre y no excluye a ningún miembro de Su cuerpo que esté caminando con Dios. Sin embargo, Su mesa es los suficientemente estrecha como para excluir (poner fuera) a todos los que no le pertenecen y a aquellos que aunque son creyentes verdaderos están dejando sin juzgar algún pecado en sus vidas.
En su inicio, cuando la iglesia fue formada, la recepción era un asunto muy sencillo. Todos los creyentes que se presentaron estaban aptos para partir pan en la mesa del Señor. Ser recibido era una cosa muy solemne y seria; el poder del Espíritu Santo era visible de una manera evidente, a través del gran poder y las señales manifestados por medio de Sus discípulos (Hechos 5:11,13). De esta época se dice: “Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (Hechos 2:47). Estos primeros hermanos sencillamente reconocieron lo que el Señor había hecho en su medio, y ellos “ ... perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42).
Hoy en día, debido a toda la confusión que existe entre los que profesan el nombre del Señor, es necesario que haya más cuidado y discernimiento. La última vez que Pablo salió de Éfeso, les advirtió respecto a los lobos rapaces que entrarían en la asamblea y les dijo que no iban a perdonar al rebaño (Hechos 20:29). Hay una analogía en el Antiguo Testamento. Los porteros para las puertas de la casa del Señor no fueron nombrados en el tiempo de Moisés, pero después David les nombró. Había una necesidad para esta protección y cuidado adicional. En el tiempo de Esdras y Nehemías, todavía estaban guardando las puertas, ya que fue una época de mucha debilidad y estaban rodeados de muchos enemigos. Hoy en día, también necesitamos ser tan cuidadosos y vigilantes.
“ ... Nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo” (1 Juan 1:3). “La santidad conviene a tu casa, Oh Jehová, por los siglos y para siempre” (Salmo 93:5).
La iniquidad tiene que ser excluida de la mesa del Señor en virtud de Su santidad (2 Timoteo 2:19; 1 Corintios 5:13).
Hay dos extremos peligrosos que debemos evitar al considerar este asunto. Debemos reconocer la totalidad del cuerpo de Cristo. Debemos reconocer que cada alma salvada es un miembro de Su cuerpo y tiene un lugar en Su mesa, aunque no está reconocido formalmente en “comunión”. Rechazar a alguien que esté caminando con Dios puede llevarnos a un naufragio y volvernos sectarios en la práctica. Los que practican una “comunión cerrada” pueden ser culpables de esto. Pero en nuestro deseo de eludir esto, no debemos caer en el otro extremo de “comunión abierta”, donde cada individuo es su propio juez, para saber si debe participar en la mesa del Señor o no. Debemos recordarlo “Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne” (Filipenses 3:3). La asamblea es responsable de excluir la iniquidad (1 Corintios 5:11-13; 2 Corintios 6:17).
La Escritura no pone como requisito previo que alguien tenga inteligencia en las cosas divinas para tener comunión. Alguien ha dicho: “el momento en que los hermanos buscan inteligencia en aquellos que quieren tener comunión, dejan de ser inteligentes”. Pero hay una distinción que debemos observar cuando tratamos con quienes han estado vinculados o relacionados con malas asociaciones: los que a sabiendas se han asociado con iniquidad y los que se han ligado con ella sin saberlo. Leemos: “A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne” (Judas 22,23). La Escritura requiere que el corazón sea correcto (2 Timoteo 2:22) y que uno no esté viviendo en pecado (2 Corintios 6:14-18). Una persona recién convertida y que no ha sido influenciada por falsa doctrina o maneras corruptas debe ser admitida sin demora. Esto ha sido hecho en ocasiones el siguiente Día del Señor después de la conversión. Cuando una persona es bautizada, le administramos el perdón de los pecados en un sentido administrativo (Hechos 22:16, Juan 20:23). Por esta razón, tratamos al creyente como quien tiene una hoja limpia, sin hacer caso de lo que haya sido en su vida pasada. Verdaderamente, es una nueva creación (2 Corintios 5:17). Tal vez no entienda mucho de la verdad, pero si su corazón es recto, va a querer estar en la mesa del Señor y estará dispuesto a recibir instrucción en relación a cosas en su vida que tendrá que dejar para caminar en su vida cristiana de manera consistente. Un principio que se encuentra en el Antiguo Testamento es: “Un mismo estatuto tendréis vosotros de la congregación y el extranjero que con vosotros mora ... ” (Números 15:15). No bajamos los estándares para algunos, sino que esperamos que todos procedamos adelante en la vida para la gloría de Dios. Las dificultades resaltan con aquellos que han aprendido caminos corruptos bajo el nombre de Cristo.
Algunos han tratado de usar el versículo: “Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa” (1 Corintios 11:28) para mostrar que un creyente solamente necesita examinarse a sí mismo antes de tomar su lugar en la mesa del Señor. Esto es una gran equivocación y una mala interpretación del versículo. Este versículo no habla de la mesa del Señor, sino de la cena del Señor. Es muy claro que es alguien que está en la mesa del Señor (1 Corintios 10) y debe examinarse de semana en semana antes de participar de la cena del Señor. No supone que debamos examinarnos a nosotros mismos y ausentarnos. Uno que está en la mesa del Señor no debe hacer esto. La porción sí muestra que hay algunos que dejan de examinarse a sí mismos y entonces caen bajo disciplina (1 Corintios 11:29-31). Ciertamente, la asamblea no debe abrir la puerta para que el pecado no juzgado en un individuo pueda entrar en medio de ella: cuando la persona no se ha examinado a sí misma o no se ha clarificado. La asamblea también vendría bajo el ojo escudriñador del Señor en tal caso, como sucedió con la asamblea en Corinto (2 Corintios 2:1-4).
Pueda el Señor darnos la grandeza de corazón que Él tiene, para recibir todo sin añadir nuestros propios razonamientos y mentes estrechas. A la vez, que respetemos Su santidad y cuidemos Su mesa para que no entre en ella iniquidad que lleve deshonra a Su nombre. “Dios temible en la gran congregación de los santos, y formidable sobre todos cuantos están alrededor de Él” (Salmo 89:7).

La Iglesia en el Nuevo Testamento: Punto 10. —  Cómo conocer el lugar donde los Suyos se congregan estando Cristo en medio de ellos

R.L. Reeves
Dan Spence
“¿Dónde quieres que aparejemos?”
Si leemos en Lucas 22:7-20, vemos cómo el Señor Jesucristo dio instrucciones específicas a sus discípulos para encontrar el lugar donde Él quería reunirse con los suyos, o sea con ellos. Debían seguir a un hombre que llevaba “un cántaro de agua”. Las personas y cosas que aparecen en esta narración tienen un valor simbólico de lo que podemos aprender provechosas lecciones. “El hombre” representa al Espíritu de Dios enviado para presentarnos Su Palabra ante nosotros. A menudo en las Escrituras, la “Palabra de Dios” es simbolizada por “el agua”. El seguir tras la Palabra de Dios es de vital importancia. Asimismo, “la casa” citada en el relato es una figura de la asamblea donde otros discípulos pueden encontrarse reunidos al nombre del Señor Jesucristo.
Los primeros discípulos dejaron que fuese el Señor Jesucristo quien escogiese el lugar donde reunirse. Nosotros podemos y debemos hacer lo mismo.
He aquí algunos factores que distinguen la MESA Y COMUNIÓN del Señor con las mesas y comuniones establecidas por los hombres:
(1) La Persona del Señor es el principal atractivo, y el centro de reunión. Los creyentes acuden para encontrarle a Él.
(2) La Comunión y la Doctrina de los Apóstoles es lo que la caracteriza. Todo cuanto se hace, está de acuerdo con la Palabra de Dios, y no según las tradiciones y enseñanzas de los hombres.
(3) La asamblea nació por su sumisión al Señor Jesucristo de acuerdo a los principios de la verdad que se encuentran en la Palabra de Dios.
Querido creyente, pide que el Señor Jesucristo te conduzca por Sí mismo de acuerdo a su voluntad y su verdad, a la comunión práctica con otros creyentes que están congregados al SOLO NOMBRE DEL SEÑOR JESUCRISTO en la base que citamos y que está contenida en las Sagradas ESCRITURAS: “Sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor” (2 Timoteo 2:22).

La mies es mucha: Guyana, Surinam y Guayana Francesa

S.A. Rule
“Jesús... dijo a Sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a Su mies” (Mateo 9:35,37-38)
Estos tres países que se encuentran en la costa norte de América del Sur han pasado por tiempos turbulentos en los últimos años. Tensiones raciales en Guyana, golpes de estado y la guerrilla en Surinam y el caos moral en Guayana Francesa muestran la necesidad de que la Palabra de Dios penetre en el corazón del hombre.
La situación en Surinam recién se ha estabilizado algo; pero cada una de estas naciones han quedado muy pobres y en el subdesarrollo. La raíz del problema es la naturaleza pecaminosa del hombre y su odio hacia el orden de Dios.
Cada una de estas naciones representa una oportunidad en distintos idiomas. El idioma oficial en Guyana es el inglés, en Surinam el holandés y en Guayana Francesa el francés. Estos idiomas representan la herencia de los poderes europeos en el último siglo, en su pelea por tratar de controlar América del Sur. En verdad Guayana Francesa todavía está bajo el control de Francia y es el lugar donde la Agencia Europea Espacial tiene sus instalaciones para lanzar satélites. El incremento de la mezcla de culturas e idiomas en estos pequeños países (cuya población en conjunto es equivalente a la de Quito, Ecuador) se debe a que en ellos se encuentran multitudes de exesclavos africanos, descendientes de siervos contratados de la India y una variedad de tribus indígenas.
En Guyana hay oportunidades en el evangelio en el grupo de los sudasiáticos. Muchos hindúes entre ellos se han convertido al Señor en los últimos años, aunque los musulmanes han mostrado una verdadera resistencia a la Palabra de Dios. Entre los africanos hay muchos que profesan ser cristianos, pero sus vidas muestran muy poca evidencia de que en realidad conozcan a Cristo como su Salvador. Si el Señor le guiase a Guyana, sería un campo fructífero en donde obrar.
Aunque muchos en Guayana Francesa y Surinam han tenido contacto con el cristianismo nominal, pocos han encontrado al Salvador. Por favor ora para que muchos de los que “habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias ... ” (Romanos 1:21) pronto se puedan convertir a los que pueden ofrecer “ ... siempre a Dios, por medio de Él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan Su nombre” (Hebreos 13:15). También ora para que el Señor de la mies envíe muchos obreros a aquellos grupos que antes fueron esclavos y lograron escapar, pero que en la actualidad viven con temor y practican la brujería.