Mateo Capítulo 12

Matthew 12  •  10 min. read  •  grade level: 14
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El Rechazo De La Nación Mostrado Claramente; Una Nueva Posición En Gracia Soberana
Finalmente, el rechazo de la nación, como consecuencia de su desprecio por el Señor, es claramente manifestado, así como el cese de todas Sus relaciones con ellos como nación, a fin de presentar de parte de Dios un sistema totalmente diferente, es decir, el reino de una forma particular. De esta manera, este último capítulo es el momento crucial de toda la historia. Cristo es un testigo divino de Sí mismo, y Juan el Bautista tiene que recibirle así, al igual que otros lo harían. Él ya no estaba en la condición de Mesías, de la que testificaba, sino como Hijo de Dios, pero da Su pleno testimonio de Juan. Pero la nación había rechazado a Dios, quien se manifestó lo mismo en gracia que en amonestaciones: sólo quedaba un remanente. La sabiduría era justificada por sus hijos. Luego viene Su sumisión a Su rechazo, cruel como era, según la voluntad del Padre; pero ello le conduce a penetrar en la conciencia de Su gloria personal, el verdadero terreno de ese rechazo. Todas las cosas fueron entregadas a Él por Su Padre. Nadie podía conocerle a Él, ni tampoco al Padre, a menos que Él le revelase. El mundo entero, probado por medio de Su perfección, fue hallado sumido en la impiedad (aunque con un remanente preservado), pero el hombre estaba universalmente alejado de Dios. Él miró desde los cielos, como leemos, pero todos se habían apartado del camino, y no había nadie justo, no, ni siquiera uno. Así Jesús, cuando caminaba sobre el mar, permanecía solo en un mundo juzgado, juzgado por rechazarle a Él, pero ahora en la gracia soberana del Padre, permanecía como el Hijo que lo revelaba a Él, e invita a conocer la revelación de esta gracia en Sí mismo. Esta es precisamente ahora la nueva posición. Él había probado al hombre. Todo aquello que Él era, impedía que el pueblo Le recibiese como tal. Ahora, el que estuviera cansado, debe venir a Él, quien permanecía allí solo, y Él le daría descanso. Ellos deben aprender de Él, quien se había sometido plenamente, y tendrían descanso frente al mundo y frente a todo lo demás. Lo mismo sucede con nosotros: allí donde nos sometemos totalmente, entramos a la posesión consciente de nuestros privilegios como siendo inmerecidos, sobre un terreno celestial y más elevado.
El Hijo Del Hombre Como Señor Del Día De Reposo
La primera circunstancia que hizo que se cuestionara Su Persona, y Su derecho a cerrar la dispensación, fue la recolección de espigas por parte de los discípulos y el hecho de que las restregaran con las manos (Lucas 6:1) para satisfacer su hambre. Por este motivo los Fariseos los reprendieron, pues lo hicieron en día de reposo. Jesús expone ante ellos que el rey, rechazado por la malicia de Saúl, había participado de aquello que era dado solamente a los sacerdotes. El Hijo de David, en un caso similar, bien podía gozar de un privilegio similar. Además, Dios estaba actuando en gracia. El sacerdote también profanaba el día de reposo en el servicio del templo; y Uno mayor que el templo estaba allí. Por otra parte, si ellos hubieran conocido realmente los pensamientos de Dios, y hubiesen estado imbuidos del Espíritu que Su Palabra manifestaba que era aceptable para Él—“misericordia quiero, y no sacrificios”—no habrían condenado a los inocentes. Además de esto, el Hijo del Hombre era Señor incluso del día de reposo. Aquí Él ya no utiliza más el título de Mesías, sino el de Hijo del Hombre—un nombre que testificaba de un orden nuevo de cosas, y de un poder más amplio. Ahora bien, lo que Él dijo tenía gran significado; pues el día de reposo era la señal del pacto entre Jehová y la nación (Ezequiel 20:12-20); y el Hijo del Hombre estaba manifestando Su poder sobre esta señal. Si eso era tocado, todo había terminado en cuanto al pacto.
El Odio Persistente De Los Fariseos; La Posición Del Señor
La misma pregunta se suscita en la sinagoga; y el Señor persiste en actuar en gracia y hacer el bien, mostrándoles que ellos harían lo mismo por una de sus ovejas. Esto no hace más que excitar su odio, tanto más cuanto mayor era la prueba de Su poder benefactor. Eran hijos del homicida. Jesús se aparta de ellos y grandes multitudes le siguen. Los sana, y les encarga rigurosamente que no le descubran. En todo esto, sin embargo, Sus acciones no eran sino el cumplimiento de una profecía que indicaba claramente la posición del Señor en este momento. Llegaría la hora cuando Él haría triunfar la justicia. Entretanto, Él conservaba la posición de completa humildad, en la cual la gracia y la verdad podían recomendarse solas a los que las apreciaban y necesitaban. Pero en el ejercicio de esta gracia, y en Su testimonio de la verdad, Él no haría nada para distorsionar este carácter, o para atraer de tal manera la atención de los hombres, que esto impidiese Su verdadera obra, o que incluso pudiese levantar la sospecha de que Él buscase Su propio honor. No obstante, el Espíritu de Jehová estaba sobre Él como Su Amado, en quien se deleitaba Su alma; y Él proclamará justicia a los Gentiles, y ellos pondrán su confianza en Su nombre. La aplicación de esta profecía a Jesús en aquel momento es muy evidente. Vemos cuán cauteloso estaba Él con los judíos, privándolos de la satisfacción de sus actitudes carnales con respecto a Él, y satisfecho de quedarse en segundo plano, si Dios el Padre era glorificado; y glorificándole Él mismo en la tierra haciendo el bien. Pronto Él iba a manifestarse a los Gentiles; ya fuera por la ejecución del juicio de Dios, o presentándose a Sí mismo a ellos como Aquel en quien debían confiar.
Es evidente que este pasaje es colocado aquí por el Espíritu Santo, a fin de dar la representación exacta de Su posición, antes de exponer las nuevas escenas que Su rechazo prepara para nosotros.
La Ceguera De Los Religiosos; El Poder De Beelzebú; Sellando La Condición De Ellos
Él, entonces, echa fuera un demonio de un hombre que era ciego y mudo—una condición triste, que describe con acierto la condición del pueblo con respecto a Dios. La multitud, llena de admiración, exclama: “¿Será este aquel Hijo de David?” Pero los religiosos, oyéndolo, celosos del Señor, y hostiles al testimonio de Dios, declaran que Jesús había realizado este milagro por el poder de Beelzebú, determinando así su propia condición y colocándose bajo el definitivo juicio de Dios. Jesús demuestra lo absurdo de lo que habían dicho. Satanás no destruiría su propio reino. Los propios hijos de los religiosos, que pretendían hacer lo mismo, juzgarían su iniquidad. Pero si no fue el poder de Satanás (y los Fariseos admitieron que los demonios fueron echados fuera), fue el dedo de Dios, y el reino de Dios estaba entre ellos.
Aquel que había entrado en la casa del hombre fuerte para saquear sus bienes, tenía que atarlo primero.
El Pecado Imperdonable; Decidiendo Su Propia Suerte
La verdad es que la presencia de Jesús sometía todo a prueba; del lado de Dios, todo estaba centrado en Él. Es el propio Emanuel quien se hallaba allí. El que no estaba con Él, estaba contra Él. Quien no recogía con Él, desparramaba. Todo dependía ahora de Él solo. Soportaría toda la incredulidad acerca de Su Persona. La gracia no podía remover eso. Él podía perdonar todo pecado, pero hablar en contra y blasfemar al Espíritu Santo (es decir, reconocer el ejercicio de un poder, el cual es de Dios, y atribuirlo a Satanás) no podía ser perdonado; porque los Fariseos admitieron que el demonio fue echado fuera, y fue sólo con malicia, y con asombrado odio deliberado hacia Dios, que ellos lo atribuyeron a Satanás. ¿Qué perdón podía hallarse para esto? No había ninguno, ni en la época de la ley, ni en la del Mesías. El destino de aquellos que actuaban de ese modo estaba decidido. Esto es lo que el Señor les haría entender. El fruto demostraba la naturaleza del árbol. Este era esencialmente malo. Ellos eran una generación de víboras. Juan les había dicho lo mismo. Sus palabras los condenaban. Los escribas y Fariseos pedían una señal acerca de ello. Esto no era más que maldad. Ellos ya habían tenido suficientes señales. Se trataba sólo de excitar la incredulidad del resto.
La Petición De Los Fariseos Es Concedida; La Señal Del Juicio Es Dada; La Condenación De Ellos Por Los Gentiles
Esta petición proporciona la ocasión al Señor para pronunciar el juicio de esta generación.
Esta generación mala solamente tendría la señal de Jonás. Así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez, así el Hijo del Hombre estaría tres días y tres noches en el corazón de la tierra. Pero entonces, ¡he aquí! Cristo ya era rechazado.
Los hombres de Nínive, por su conducta, condenarían a esta generación en el día del juicio, porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás. Y uno mayor que Jonás se hallaba allí. La reina del sur asimismo testificaba en contra de la maldad de esta perversa generación. Su corazón, atraído por el informe de la sabiduría de Salomón, la había conducido a él desde los fines de la tierra, y uno mayor que Salomón se hallaba allí. Los pobres Gentiles ignorantes comprendieron la sabiduría de Dios en Su Palabra, ya fuera mediante el profeta o el rey, mejor que Su amado pueblo, aun cuando el Gran Rey y Profeta estaba entre ellos.
El Juicio De Israel Pronunciado
Este fue entonces Su juicio: el espíritu inmundo (de idolatría) que había salido del pueblo, no hallando descanso lejos de Israel (¡lamentablemente! su verdadera casa, mientras que ellos deberían haber sido la casa de Dios), retornaría con siete espíritus peores que el primero. Hallaría la casa desocupada, barrida y adornada, y el posterior estado de esta sería peor que el primero. ¡Qué juicio tan solemne del pueblo fue este—que aquellos entre quienes había caminado Jehová se convirtieran en la habitación de un espíritu inmundo, de una sobreabundancia de espíritus inmundos; no meramente de siete, el número completo, sino que junto con estos (que incitaría a todos ellos a la locura contra Dios y contra aquellos que le honraban, conduciéndoles a su propia destrucción), ese otro espíritu inmundo también, que los haría retroceder a la idolatría de la que habían salido! El juicio de Israel fue pronunciado.
Vínculos Naturales Rotos Públicamente; Nuevos Vínculos Son Reconocidos
En conclusión, Jesús rompe públicamente los vínculos naturales que existían entre Él y el pueblo según la carne, reconociendo solamente a aquellos que estaban formados por la Palabra de Dios y se manifestaban haciendo la voluntad de Su Padre que está en los cielos. Él reconocería como Sus parientes solamente a esas personas, formadas según el modelo del sermón del Monte.