Lecciones de las vidas de Abraham y Lot: Cuatro cosas que Abraham tenía que faltaban en la vida de Lot
Stanley Bruce Anstey
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Las razones por las cuáles Lot partió del camino de la fe
[Adaptado de una prédica dada en Walla Walla, Washington, EE. UU. – 27 de junio de 2002]
Leamos Génesis 13: “Subió, pues, Abram de Egipto hacia el Mediodía, él y su mujer, con todo lo que tenía, y con él Lot. Y Abram era riquísimo en ganado, en plata y oro. Y volvió por sus jornadas de la parte del Mediodía hacia Bethel, hasta el lugar donde había estado antes su tienda entre Bethel y Hai; Al lugar del altar que había hecho allí antes: é invocó allí Abram el nombre de Jehová. Y asimismo Lot, que andaba con Abram, tenía ovejas, y vacas, y tiendas. Y la tierra no podía darles para que habitasen juntos: porque su hacienda era mucha, y no podían morar en un mismo lugar. Y hubo contienda entre los pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de Lot: y el Cananeo y el Pherezeo habitaban entonces en la tierra. Entonces Abram dijo á Lot: No haya ahora altercado entre mí y ti, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos. ¿No está toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de mí. Si fueres á la mano izquierda, yo iré á la derecha: y si tú á la derecha, yo iré á la izquierda. Y alzó Lot sus ojos, y vió toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego, antes que destruyese Jehová á Sodoma y á Gomorra, como el huerto de Jehová, como la tierra de Egipto entrando en Zoar. Entonces Lot escogió para sí toda la llanura del Jordán: y partióse Lot de Oriente, y apartáronse el uno del otro. Abram asentó en la tierra de Canaán, y Lot asentó en las ciudades de la llanura, y fué poniendo sus tiendas hasta Sodoma. Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores para con Jehová en gran manera”.
En este capítulo tenemos ante nosotros a dos personas; una, creo, cuya vida está registrada en las Escrituras para servir de ánimo, y la otra sirve como una advertencia. Dado que necesitamos ambas cosas en nuestro camino cristiano, me gustaría examinar a estos dos hombres y hacer algunas aplicaciones prácticas de sus vidas para las nuestras. En particular, quiero señalar cuatro cosas en la vida de Abram que faltaron en la de Lot. Me enfocaré mayormente en Lot.
Ahora bien, no quiero analizar la vida de Lot para denigrarlo o menospreciarlo por los errores que cometió, sino para que aprendamos algunas lecciones prácticas para nuestras propias vidas.
Este es un capítulo triste en nuestras Biblias porque registra la historia de Lot apartándose del camino de la fe y yendo al mundo. Creo que hay razones por las que fue y se estableció en Sodoma, y me gustaría analizarlas esta tarde para ver qué podemos aprender. Veo en este relato cuatro cosas esenciales que faltaban en su vida y que fueron la causa de su fracaso en el camino de la fe.
1) No tenía un altar
El primer punto en que nos enfocaremos, y que nos da una pista importante de porqué Lot se apartó del camino de la fe, se extrae de su vida en general. Al hojear las páginas de la historia inspirada que tienen que ver con la vida de Lot, nunca encontramos que tuviera un altar, como tenían Abraham y los demás patriarcas. ¡Brilla por su ausencia!
Lo que caracterizó la vida de Abram fue su “tienda” y su “altar”. Si leen la historia de Abraham, verán que estas dos cosas eran parte integral de su vida. Lo leemos en el capítulo 12:8: “Y pasóse [Abram] de allí á un monte al oriente de Bethel, y tendió su tienda, teniendo á Bethel al occidente y Hai al oriente: y edificó allí altar á Jehová é invocó el nombre de Jehová”. Y luego en nuestro capítulo (13): “Y volvió por sus jornadas de la parte del Mediodía hacia Bethel, hasta el lugar donde había estado antes su tienda entre Bethel y Hai; al lugar del altar”. Y de nuevo al final del capítulo: “Abram, pues, removiendo su tienda, vino y moró en el alcornocal de Mamre, que es en Hebrón, y edificó allí altar á Jehová”. Se desvió de este camino y dejó atrás su tienda y su altar cuando fue a Egipto; pero lo que generalmente caracterizaba a Abram era que tenía una tienda y un altar.
Una tienda se refiere a la vida peregrina. Quien vive en una tienda lleva verdaderamente una vida peregrina (Hebreos 11:9,13). Representa un estilo de vida que lleva una persona que pasa por este mundo sin establecerse en él. El camino peregrino, por supuesto, es lo que debe caracterizar al cristiano que sigue al Señor. El apóstol Pedro dijo: “Amados, yo os ruego como á extranjeros y peregrinos, os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma” (1 Pedro 2:11). Somos extranjeros y peregrinos aquí porque nuestra “ciudadanía” está en el cielo y nuestro hogar también (Filipenses 3:20, LBLA). Sólo estamos de paso por este mundo en nuestro viaje a la patria celestial.
• Un extranjero es alguien que no está en su casa.
• Un peregrino es alguien que está de camino a casa.
Es cierto que Lot tenía una tienda (Génesis 13:5,12), lo que significa que andaba por el camino peregrino con Abram mientras vivían juntos en la tierra de Canaán. Sin embargo, aunque Lot tenía una tienda, ¡no tenía un altar! Esto es lo primero que quiero considerar. Un altar representaría el vínculo de comunión del alma con Dios. Si volvemos a leer el capítulo 12, encontraremos que cuando Abram construyó su altar al Señor, dice que él “invocó el nombre de Jehová”. Esto claramente habla de la comunión con Dios. No tener un altar significa vivir sin comunión con el Señor, lo cual es grave para un hijo de Dios. Esta negligencia en la vida de Lot fue la fuente de todas sus malas decisiones, y de su eventual alejamiento total del camino de la fe.
Ahora bien, ¿qué podemos aprender de todo esto? Bueno, en primer lugar, aprendemos que no vale la pena vivir nuestras vidas sin estar en comunión con el Señor. No podemos vivir alejados de Él y no fracasar. Pedro lo intentó. Siguió al Señor “de lejos”, y terminó negando al Señor. Si no vivimos en comunión con el Señor, eventualmente nos desviaremos del camino también.
Déjenme preguntarles: “¿Tienen un altar en su vida? ¿Creen que es importante? ¿Dedican tiempo cada día para tener un pequeño ‘momento de silencio’ en el que puedan estar a solas con el Señor? ¿Hay un momento en el que abran las Escrituras para leer y orar, para hablar con el Señor, y dejar que Él les hable a través de Su Palabra?” Este es un elemento esencial en la vida cristiana. Es nuestro salvavidas espiritual. Es lo que nos da la energía para vivir la vida cristiana. No hay nada que la sustituya. Es, por lo tanto, absolutamente importante que nos ocupemos del mantenimiento de la condición de nuestras almas cada día, pasando tiempo con el Señor. No les pregunto si lo han hecho alguna vez (puede que hayan leído las Escrituras de vez en cuando), pero ¿es algo habitual en su vida? Si no tenemos esa vida interior con Dios, todo lo demás en nuestra vida cristiana, tarde o temprano, se vendrá abajo.
Había una ausencia de esta cosa vital en la vida de Lot, y cuando llegó el momento de tomar decisiones importantes, él no tenía la guía del Señor, porque el hábito de su vida era vivir sin referencia al Señor. Tomó sus decisiones basándose sólo en la naturaleza y en lo que le agradaba personalmente, y terminó haciendo un desastre de su vida. Si queremos tener una vida cristiana feliz y fructífera, debemos tener un altar. Si ese no ha sido el caso en sus vidas, queridos amigos, entonces querrán establecer este importante elemento en sus vidas inmediatamente. Les sugiero que hagan de la mañana el momento para implementar este ‘momento de silencio’ en su vida, antes de atender las actividades del día. Esto es algo en lo que los hermanos han insistido muchas veces en su ministerio. De hecho, lo que estoy diciendo esta tarde podría sonar un poco como “un disco rayado”, pero es absolutamente esencial. No es sin necesidad que hago este punto. Les voy a hablar muy directamente: Si no tienen un altar en sus vidas, ¡llegarán a ser un desastre total! Su vida cristiana terminará “en las rocas”: naufragado.
Una vez, en una conferencia, pregunté a mis hijos: “¿Quién habló anoche en la reunión para los jóvenes?”. Y me contestaron: “El hermano tal”. Entonces les pregunté: “¿De qué habló?”. Y ellos dijeron, “Oh, él habló acerca de cómo uno necesita leer su Biblia y orar”. Así que dije: “Bueno, eso está bien; definitivamente necesitamos eso”. La noche siguiente les pregunté de qué había hablado el hermano, y me dijeron: “Bueno, dijo que hay que leer la Biblia y orar”. Otra vez, eso es bueno. Entonces les dije: “Me han pedido que les hable a los jóvenes esta noche, y voy a hablarles de cómo necesitan leer su Biblia y orar también”. Ahora, ¿por qué estos hermanos hablan a los jóvenes sobre este mismo tema tan a menudo? Es porque saben lo importante y esencial que es para una vida cristiana feliz y exitosa. También saben que probablemente es lo que falta en la vida de muchos de ustedes jóvenes.
Ahora, en el caso de Lot, viviendo con una tienda, pero sin tener altar, ¡no pasó mucho tiempo antes de que abandonara su tienda! No es de extrañar. Tener una tienda sin altar significa andar por el camino de la fe en separación, pero sin la vida interior de comunión con el Señor que proveería el ímpetu para andar por ese camino. Sin comunión, ese camino se volverá bastante seco, poco interesante, o, como dicen los jóvenes, “aburrido”. Si se vuelve seco y aburrido, es porque no hay un vínculo vivo de comunión con el Señor. Permítanme animarlos, por tanto, a encontrar tiempo, o mejor dicho, a hacer tiempo en su vida para estar con el Señor en comunión silenciosa. Tenemos el ejemplo del Señor Jesús. En el Evangelio de Marcos se dice que era costumbre en Su vida levantarse temprano por la mañana e ir a “un lugar desierto” para estar a solas con Dios y orar (Marcos 1:35). Sigamos ese ejemplo.
2) Siguió a Abraham sin mostrar ninguna convicción propia
Ahora, el segundo punto sobre el que quiero llamar su atención es que Lot se limitó a seguir a Abraham en el camino sin mostrar ninguna convicción propia. Toda la evidencia externa apunta al hecho de que él no parecía tener la fe para el camino que sus pies estaban recorriendo. De nuevo, tomamos este segundo punto de su vida en general. Si volviéramos al capítulo 11, veríamos que cuando Dios llamó a Abram a salir de “Ur de los caldeos”, dice que Lot salió con él (Génesis 11:31-32). Y cuando Dios dirigió a Abram a la tierra de Canaán, dice: “Y fué con él Lot” (Génesis 12:4). Luego, cuando Abram tuvo la idea de bajar a Egipto, Lot fue con él. Cuando Abram regresó de Egipto, dice: “Y con él Lot” (Génesis 13:1). Y de nuevo, cuando Abram fue a Betel, dice: “Y asimismo Lot, que andaba con Abram” (Génesis 13:5). De estas referencias queda bastante claro que Lot se limitaba a seguir a su tío Abram en el camino. No parecía tener la fe y la convicción necesarios. Después de un tiempo esto se descompuso, y Lot eligió un camino diferente, que era donde realmente estaba su corazón.
El ejercicio del corazón con respecto al camino es algo importante que necesitamos tener en nuestras vidas. Sin él, estamos destinados a desviarnos del camino. No querrán ser como el joven que, cuando alguien le preguntó por qué formaba parte de un grupo de cristianos que ni siquiera tenía un supuesto pastor, dijo: “Cuando llegue a casa le preguntaré a mi padre qué opinamos al respecto”. Él no podía dar una respuesta al por qué se asociaba con cristianos que se reúnen simplemente al Nombre del Señor, porque probablemente nunca se había ejercitado al respecto lo suficiente como para buscarlo en las Escrituras. ¿Y nosotros? ¿Tenemos alguna convicción sobre el camino que recorren nuestros pies? Tarde o temprano, vamos a ser probados con respecto al camino que nuestros pies están recorriendo; y si no hay una convicción real en nosotros, podríamos ser arrastrados por el enemigo de nuestras almas, lo mismo que le sucedió a Lot.
Saben, había un hombre en el Antiguo Testamento llamado Roboam, que era un rey en la casa y linaje de David. Dice de él que “hizo lo malo porque no dispuso su corazón para buscar al SEÑOR” (2 Crónicas 12:14, LBLA). Creo que eso debería ser una advertencia para nosotros. Si eres el tipo de cristiano que va a la deriva en el camino cristiano sin ejercitarse ni preocuparse mucho, tal vez con la actitud que dice: “Si el camino es lo suficientemente bueno para papá y mamá, es lo suficientemente bueno para mí”, entonces el enemigo tendrá una oportunidad relativamente fácil de arrebatarte. Por eso necesitamos tener cierta convicción acerca de las cosas que hacemos como cristianos. Necesitamos dejar que la verdad de Dios penetre profundamente en nuestras almas. Necesitamos saber lo que creemos y por qué lo creemos, y estar firmemente arraigados en esas cosas.
No leemos que Lot haya tenido alguna vez convicción sobre el camino. Era un mero seguidor de su tío Abram, el hombre de fe. Simplemente iba a la deriva en el camino que Abram seguía. ¿Cuál es tu caso? ¿Eres conocido como una persona joven que se toma en serio las cosas del Señor? No tengan la idea de: “Cuando sea mayor, me meteré más en estas cosas”. Saben, los hábitos que adquirimos en nuestros primeros años de vida muy a menudo formarán nuestro carácter para toda nuestra vida. Así que, ¡el momento de tomar en serio las cosas de Dios es ahora mismo! Quiero animarlos a tener estas dos cosas de las que hemos hablado en su vida: un altar y una convicción seria acerca del camino.
Ahora, retomemos la narración en el capítulo en el versículo 6. Dice que su hacienda comenzó a aumentar, y se convirtió en un problema. “Hubo contienda entre los pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de Lot”. Esto nos muestra que cuando hay un creyente de mentalidad celestial y un creyente de mentalidad terrenal andando juntos, seguramente habrá diferencias de opinión. Uno tiene valores completamente distintos del otro. Esto se extendió a los pastores, y hubo luchas entre ellos. Del mismo modo, un cristiano de mentalidad terrenal y otro de mentalidad celestial rara vez coincidirán. ¿Cómo puedes esperar que una persona de mentalidad celestial y otra de mentalidad terrenal vean las cosas de la misma manera? Sus objetivos son completamente diferentes. Podemos ver por esta lucha que se desarrolló que el camino que Lot estaba recorriendo como peregrino se estaba volviendo cada vez más pesado para él.
Su vida era una especie de paradoja; andaba por una senda que sabía que debía recorrer, pero, por otro lado, no tenía la fe ni la convicción para ello. Su descontento es evidente por el hecho de que se convirtió en una fuente de problemas para la casa de Abram. Qué triste es cuando vemos a alguien que se ha enfriado, y cuyo corazón ya no está en el camino: por lo general se convierte en una fuente de conflictos entre sus hermanos.
Luego dice en el versículo 7 que “el Cananeo y el Pherezeo habitaban entonces en la tierra”. Tal vez se pregunten por qué se menciona eso aquí en esta historia, porque parece no tener relación con el tema. Pero creo que está puesto aquí para mostrarnos que cuando los hermanos tienen diferencias y peleas, el mundo a menudo lo nota. Tales diferencias dan un pobre testimonio ante el mundo del Dios que profesamos seguir. Debemos tener cuidado con nuestro testimonio público. Piénsenlo: estos dos grupos de pastores se peleaban y los Pherezeos y Cananeos lo vieron. ¡Qué testimonio tan vergonzoso! Puede que los llevara a burlarse por completo del camino de la fe. Tal vez se dijeran unos a otros: “Mira esa gente que cree conocer a Dios, pues, ¡ni siquiera se ponen de acuerdo entre ellos!”.
Abram trata de disolver la disputa, diciendo: “No haya ahora altercado”. Sugiere a Lot que escogiera una parte de la tierra, y él se quedaría con el resto. Esta fue la ocasión en que la espiritualidad de Lot fue puesta a prueba. Creo que habrá un tiempo de prueba en la vida de cada persona que toma el camino de la fe. A Lot se le dejó tomar su propia decisión en cuanto al camino, y manifestó en qué dirección soplaba el viento en su alma, espiritualmente hablando.
Lot hizo su elección, y ustedes van a tener que hacer elecciones en sus vidas también, y esas elecciones manifestarán donde están en su alma. Ahora bien, los jóvenes aquí presentes bien podrían haber iniciado el camino cristiano siguiendo los ejercicios de su padre y su madre (si han crecido en un hogar cristiano), y eso está bien para empezar, porque nuestros padres están ahí para guiarnos. Pero llegará un momento en que cada uno de nosotros deberá tomar sus propias decisiones en la vida, y si no andamos en comunión con el Señor y no tenemos una convicción sobre el camino, estamos destinados a cometer los mismos errores que cometió Lot. Nuestra espiritualidad, o la falta de ella, se hará evidente en las decisiones que tomemos.
Abram le había sugerido a Lot que se quedara con una parte de la tierra y él con el resto, pero Lot no quería ninguna parte de la tierra. La tierra de Canaán habla de la “porción” celestial del cristiano de bendiciones que se nos dan cuando somos salvos (Hechos 26:18; Colosenses 1:12, traducción J. N. Darby). Lot no tenía apetito por las cosas y el estilo de vida que motivaron a Abram. El verso 10 dice: “Y alzó Lot sus ojos, y vió toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego, antes que destruyese Jehová á Sodoma y á Gomorra, como el huerto de Jehová, como la tierra de Egipto entrando en Zoar”. Esta era tierra al otro lado del río Jordán. Podemos ver que Lot era un hombre confundido. Mira la llanura del Jordán, que estaba llena de hombres que vivían en pecado flagrante, ¡y la ve como un lugar encantador donde le gustaría vivir! En su confuso pensamiento, lo compara con el Jardín del Edén, ¡y creyó que era algo maravilloso vivir allí! Esto demuestra que había perdido el discernimiento espiritual, si es que alguna vez lo tuvo. Si bajamos al versículo 13, veremos lo que el Señor pensaba del lugar. Los vio como “malos y pecadores para con Jehová en gran manera”. Lot ciertamente no veía las cosas como Dios las veía.
3) Se equivocó de objetivos en su vida
“Entonces Lot escogió para sí toda la llanura del Jordán” (versículo 11). Era bastante evidente lo que había en el corazón de Lot; quería una vida en el mundo. Basó su decisión simplemente en la naturaleza y en lo que veía con sus ojos. No hubo consejo con el Señor acerca del camino que debía tomar; simplemente no era el hábito de su vida preguntarle al Señor. Permítanme preguntarles: ¿Es así como toman las decisiones en su vida? ¿Le piden al Señor que dirija su camino?”. ¿Quieren conocer Su mente y voluntad sobre cada cuestión?
Está claro que Lot sólo pensaba en la ganancia material. Pensaba en mejorar su posición en la vida. Quería llegar a un lugar en su vida que llamamos “independencia financiera”. Pensó que si bajaba al valle del Jordán seguramente podría alcanzar su meta. Pero al hacerlo, tendría que ceder en sus principios en el camino y renunciar a andar por fe en las montañas de Canaán. También tendría que renunciar a la comunión con Abram. Pero esas eran cosas que no parecían preocuparle. Tenía un objetivo ferviente: aprovechar las oportunidades que le ofrecían las llanuras del Jordán.
Necesitamos objetivos correctos en nuestras vidas. Deberíamos vivir para algo más que las cosas materiales. Si eso es todo en lo que consiste su vida, será bastante insatisfactoria. Santiago dice: “Ea ahora, los que decís: Hoy y mañana iremos á tal ciudad, y estaremos allá un año, y compraremos mercadería, y ganaremos: y no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es un vapor que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” (Santiago 4:13-14). Sabemos lo que es un “vapor”; es algo que no tiene sustancia. Y si vivimos meramente para cosas materiales, tendremos una vida sin sustancia real. Será vacía e insatisfactoria.
Déjenme preguntarles: Si se presentara una oportunidad en la que pudieran mejorar su posición en la vida, y hacerse bien monetariamente, pero al hacerlo significara que tendrían que alejarse de donde pueden tener comunión regular en las reuniones, ¿la tomarían? Lot tuvo esa oportunidad, ¡y la aprovechó de inmediato! La oportunidad se presentó, y no lo investigó más; él estaba listo para ir. ¿Qué harían ustedes en esa situación? Tal vez se les presente algo parecido. ¿Tienen presentes las reivindicaciones del Señor en la ecuación cuando toman tales decisiones?
Cuando Lot miró las llanuras del Jordán, dice que le pareció como “la tierra de Egipto”. Ahora bien, ¿de dónde sacó una visión de Egipto? Bueno, eso nos regresa al capítulo anterior (12) cuando Abram lo llevó allá. Había obtenido un gusto por Egipto que nunca lo abandonó. Cuando vio las llanuras del Jordán, le recordaron a Egipto. Hay aquí una advertencia para los que somos mayores. Es posible llevar a nuestros jóvenes hacia algo que les despierte un gusto por este mundo que no perderán. Más adelante en sus vidas, cuando tengan la oportunidad de elegir por sí mismos, es posible que vayan directamente por eso, y tendremos que culparnos a nosotros mismos por esto. Tendremos que agachar la cabeza y reconocer que lo hemos fomentado de alguna manera, quizá sin querer, pero el daño ya está hecho. No lo sé, pero tal vez Abram se culpó a sí mismo por la decisión de Lot aquí. Sospecho que ésa es la razón por la que, en el capítulo 14, se esforzó tanto por recuperar a Lot cuando se lo llevaron los reyes que llegaron al valle de Siddim. Sintió la responsabilidad de ayudarle. Esto es definitivamente una advertencia para nosotros que somos padres. ¿Estamos inadvertidamente dando a nuestros hijos un apetito por el mundo? Lot había adquirido un gusto por Egipto que le abrió el apetito por más de lo mismo. Creyó haberlo encontrado en las llanuras del Jordán, pero resultó que lo único que obtuvo fue la aflicción del alma (2 Pedro 2:8).
4) Descuidó la separación en su vida y en consecuencia se juntó con malas compañías
El versículo 12 dice: “Abram asentó en la tierra de Canaán, y Lot asentó en las ciudades de la llanura, y fué poniendo sus tiendas hasta Sodoma”. Aquí tenemos otra pista de lo que llevó al fracaso en la vida de Lot: descuidó la separación en su vida y, en consecuencia, se juntó con malas compañías. Seguramente le afectó de manera negativa. La Biblia advierte: “Malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15:33). Sus nuevos amigos y contactos le hicieron vulnerable a los engaños del enemigo.
Una ciudad es un conjunto de personas que viven juntas. Pero estas personas, se nos dice en el versículo 13, “eran malos y pecadores para con Jehová en gran manera”. ¡Esa es la clase de personas con las que empezó a mezclarse! No digo que empezara a practicar sus maldades, pero nos habla de la clase de personas con las que eligió vivir. Cuesta creer que quisiera estar entre esas personas, pero sus objetivos eran tales que pensó que merecían la pena. Como digo, estas personas lo afectaron. La Escritura dice: “Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí” (Romanos 14:7). Eso significa que cada uno de nosotros, independientemente de quién seamos, ejercemos algún tipo de influencia sobre los demás. No pueden vivir su vida como quieran y pensar que eso no afectará a los demás, porque lo hará. Y viceversa, no puedes esperar vivir entre gente malvada y no ser afectado por ellos.
Ahora fíjense: dice que Lot habitó en las “ciudades (plural) de la llanura”. Se preguntarán cómo lo hizo, porque todos sabemos que sólo se puede estar en un sitio a la vez. Entonces, ¿cómo vivió en esas ciudades? Bueno, sólo significa que no se quedó en un solo lugar. Las probó todas. Vivió en una durante un tiempo, pero cuando evidentemente no le satisfacía, se trasladaba a otra y la probaba, y así sucesivamente. Esto demuestra que era un alma inquieta. Evidentemente no conseguía lo que buscaba, así que siguió adelante. Nos enseña que seguir este rumbo en la vida conduce al descontento. No había la satisfacción y contentamiento de corazón con Lot que vemos con Abram.
Y observen esto, amigos: mientras esto sucedía, ¡su tienda se estaba acercando a Sodoma! Estaba siendo atraído hacia Sodoma, y no sé si se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. También muestra que no entró en Sodoma de golpe. No se lanzó desde las cumbres de Canaán a Sodoma de un solo golpe. No; fue entrando poco a poco. Y así es cuando alguien se aparta del camino. Normalmente se meten en el mundo poco a poco. Se involucran en algo, y cuando su conciencia está algo aclimatada a eso, van un poco más lejos, y así sucesivamente. Es triste; realmente lo es.
Noten, también, que era su tienda la que estaba poniendo hacia Sodoma, que, como dijimos, habla de la vida peregrina. Todavía tenía una tienda, pero ésta pronto se iría. Cuando leemos de él más tarde, vemos que tenía una casa en Sodoma (Génesis 19:2). Esto se debe a la imposibilidad de que alguien viva en el mundo y mantenga su carácter peregrino por mucho tiempo. Se podría decir que Lot probó el camino del peregrino por un tiempo, pero no le funcionó. Pero por supuesto que no funcionaría para él; él no tenía un altar, y sin él, la vida de peregrino no se puede recorrer por mucho tiempo sin que la persona se desvíe.
Quería algo más que lo que ofrecía la vida de peregrino, y las personas de la llanura lo impulsaron en su trayectoria. Entre los compañeros que encontró por el camino, hubo uno en particular que no lo ayudó en absoluto. Era su mujer. En el evangelio de Lucas, el Señor advierte: “Acordaos de la mujer de Lot” (Lucas 17:32). Esto me hace preguntar: “¿Quiénes son sus compañeros? ¿Son los que sirven al Señor y lo ponen en primer lugar?”. El Salmo 119:63 dice: “Compañero soy yo de todos los que Te temieren y guardaren Tus mandamientos”.
Lot se casó con una mujer de una de las ciudades de la llanura, pero nunca consiguió sacar eso de ella. Hermano joven, ¡puedes sacar tu esposa del mundo, pero no siempre puedes sacar al mundo de tu esposa! Sodoma ciertamente no era un buen lugar para buscar una compañera con quien casarse. Los matrimonios cristianos deben ser “en el Señor” (1 Corintios 7:39). Algunos cristianos de mentalidad mundana piensan que está bien casarse con alguien siempre y cuando sea creyente, pero la Palabra de Dios nunca pone al matrimonio cristiano en un nivel tan bajo. Si ese fuera el caso, entonces la Escritura diría: “Que se casen con quien mejor les parezca, sólo que sea en Cristo”. Pero no dice eso. Dice: “... con tal que sea en el Señor” (1 Corintios 7:39). Un matrimonio “en el Señor” es aquel en el que ambos cónyuges reconocen el señorío de Cristo en sus vidas. “En Cristo” significa estar en el lugar de Cristo ante Dios, que es nuestro lugar de aceptación ante Dios, y es característico de cada cristiano sin importar cómo él o ella esté viviendo. Si te casas con un cristiano que no está andando bien, que no ha puesto al Señor en primer lugar en su vida, yo diría que sí es un matrimonio “en Cristo”, pero no un matrimonio “en el Señor”. No es un yugo desigual (2 Corintios 6:14), pero tampoco es un matrimonio en el Señor.
Sin embargo, en el caso de Lot, su matrimonio fue definitivamente un yugo desigual. Su esposa no era convertida, y no le ayudaba en absoluto. Más tarde encontramos que cuando tuvieron una familia, sus hijos resultaron no tener ningún interés en las cosas de Dios. ¿No es triste? Pero ¿qué se podía esperar? Saben, se ha dicho que el carácter de nuestros hijos es mayormente formado por la influencia de la madre, quien está con ellos mucho más que su padre en sus primeros años. ¿Quieren ustedes, hermanos jóvenes, tener una esposa así? Cuando ustedes se van a trabajar, ¡su esposa está en casa alimentando a sus hijos con las cosas del mundo! ¿Es eso lo que quieren? Esto ciertamente nos sirve de advertencia.
El Señor quiere que nos encontremos en buena compañía, con aquellos que quieren seguir adelante para Él. Dice en Cantares 1:8: “Sal, yéndote por las huellas del rebaño”. Ahí es donde el Señor quiere que nos encontremos: en las huellas de Su rebaño que lo están siguiendo. Es una buena exhortación para nosotros. Necesitamos la comunión del pueblo del Señor. Lot se separó de su piadoso tío Abram. Tal vez pensó que tenía una buena excusa para la elección que tomó, pero fue el perdedor, como veremos.
Al final del capítulo 13 vemos al Señor hablando a Abram sobre la herencia que le correspondía por la promesa de Dios. Creo que es mencionado aquí para animar a Abram, y también para mostrarnos lo que Lot se estaba perdiendo. El Señor le dijo a Abram que “alzara” sus ojos y viera la porción que tenía en la tierra. ¡Era toda suya! Era una promesa de Dios mismo.
Estos versículos finales de nuestro capítulo son un ejemplo de la esencia de las dos oraciones de la epístola a los Efesios. El Señor le dijo a Abram: “Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el Aquilón, y al Mediodía, y al Oriente y al Occidente; porque toda la tierra que ves, la daré á ti y á tu simiente para siempre”. El Señor quería que Abram viera cuán ricamente había sido bendecido, al tener la posesión de toda esa tierra de Canaán. Esto corresponde a la oración de Efesios 1:16-23, que pide que se alumbraran los ojos de nuestro entendimiento para que sepamos cuán ricamente hemos sido bendecidos, aunque, por supuesto, nuestras bendiciones son celestiales y espirituales. Luego, en el versículo 17, el Señor quería que Abram fuera un paso más allá de la mera contemplación; le dijo: “Levántate, ve por la tierra á lo largo de ella y á su ancho”. Quería que disfrutara de los frutos de aquella tierra y gozara de lo que era suyo experimentándolo. Esto responde a la segunda oración de Efesios 3:14-21 Para que nos encontremos viviendo en el disfrute de la gloria que rodea al Hombre de los consejos de Dios, el Señor Jesús, y disfrutando de Su amor. Esa segunda oración también habla de la longitud y anchura de la vasta escena de gloria que rodea a Cristo. Estas dos cosas van juntas. Necesitamos saber cuán ricamente hemos sido bendecidos, y luego necesitamos vivir en el disfrute de esto, contemplando la gloria de Cristo y deleitándonos en Su amor. Entonces seguramente estaremos llenos de toda la plenitud de Dios.
No es lo que sabemos lo que controla nuestras vidas espiritualmente, sino lo que disfrutamos. Si estamos disfrutando las cosas espirituales, nos dará la energía para vivir la vida separada como un extranjero y peregrino. David dijo: “Abre mis ojos, para que vea las maravillas de Tu ley. Peregrino soy en la tierra” (Salmo 119:18-19, LBLA). Las cosas maravillosas que vio en la Palabra capturaron su alma y, al hacerlo, lo convirtieron en un extranjero en la tierra. Esto es lo que hizo que Abram siguiera en el camino.
Ahora miremos los últimos versículos del capítulo. Dice que Abram vivía “en el alcornocal de Mamre, que es en Hebrón”. La palabra Hebrón significa comunión. Mamre significa gordura. Esto hablaría de una vida rica y plena en comunión con el Señor. ¡No hay nada mejor! Y nótese, él tenía ahí su “tienda” y su “altar”. Estas dos cosas son la clave de esa buena vida. Eso es lo que el Señor quiere para ustedes y para mí.
En contraste con esto, leemos en 2 Pedro 2:7 que Lot estaba “abrumado por la conducta sensual de hombres libertinos” (LBLA). Se nos dice que “afligía cada día su alma justa con los hechos de aquellos injustos”. ¿Era feliz? Ciertamente, no. Estaba frustrado con los hábitos de la gente de Sodoma. Cuando se trata de este mundo, cada uno de nosotros está en una u otra de dos clases. O somos vencedores o somos vencidos por el mundo. Lot fue definitivamente vencido por el mundo. Y eso lo hizo inútil para cualquier cosa que tuviera que ver con promover el testimonio de Dios. ¿Cuál camino tomarás en tu vida?
En resumen, Abram tenía un altar, un ejercicio acerca del camino, objetivos apropiados, y andaba con buenos compañeros. Para decirlo de la manera más sencilla posible, si te faltan estas cosas en tu vida, tienes la fórmula para el desastre. Y eso es exactamente lo que vemos en Lot; terminó desperdiciando la vida.
Lot recibe una segunda oportunidad
En el capítulo 14, tenemos el relato de la derrota de Sodoma por la alianza de reyes bajo “Chêdorlaomer”. Cuando Sodoma fue tomada, Lot fue capturado por esos reyes. Cuando Abram se enteró, hizo todo lo posible por liberar a Lot, y por la gracia de Dios, Lot fue liberado. Esto significó que tuvo la oportunidad de empezar de nuevo. ¡Qué bueno es nuestro Dios! Es un Dios de segundas oportunidades en la vida. Puede que hayamos fracasado y hayamos hecho un desastre de nuestras vidas. Quiero decirles que Él es fiel y a menudo le dará a una persona otra oportunidad de seguir adelante para Él. Si este ha sido tu caso, debes aprender del fracaso de Lot y comenzar a seguir adelante para el Señor de ahora en adelante (Jeremías 3:4; 1 Pedro 4:2).
Dios quiere que aprendamos de nuestros fracasos. Este desastre debería haber servido de advertencia para Lot, pero es triste decir que no tuvo ningún efecto aparente en él. No aprendió nada en absoluto. La siguiente vez que leemos sobre él, está de nuevo en Sodoma. Y esta vez está aún más profundamente arraigado en esa ciudad malvada. Leemos que se involucró en el gobierno de la ciudad como “juez” (Génesis 19:1,9).
Cosas que Abram disfrutó y que Lot no tuvo
Cuando pasamos a los capítulos 18–19, que ocurrieron varios años después, vemos algunos de los resultados del curso de las vidas de Abraham y Lot. Y, en efecto, ¡son todo un contraste!
1) Capítulo 18:1-7.— Abraham vivía en comunión con el Señor. Este capítulo registra una visita especial del Señor a Abram y un tiempo de comunión juntos. Esto era algo que Lot no tenía. Aunque él era un hijo de Dios, por todas las indicaciones externas él vivió su vida fuera de la comunión con el Señor. Los ángeles, por necesidad, visitarían a Lot en la providencia, pero no el Señor.
2) Capítulo 18:8-15.— Abram tenía una esposa piadosa, y, poco después, una familia bendecida con la que podía disfrutar de las cosas de Dios. Heredaron la tierra de Canaán y vivieron disfrutando de la misma. (Se le dijo que tendría un hijo que andaría con Dios y a través del cual se cumplirían las promesas). En contraste a esto, la esposa de Lot resultó ser un alma perdida, y sus hijos vivieron lejos de Dios. Algunos de ellos murieron en el juicio de Sodoma. ¡Qué solemne!
3) Capítulo 18:16-21.— Abram tenía conocimiento de los consejos de Dios. Tuvo comunicaciones divinas directamente del Señor. El Señor le habló de Sus secretos en cuanto al futuro. Se le dio a conocer algunas cosas muy maravillosas con respecto a la semilla prometida, Isaac, y del futuro de las ciudades de la llanura. Lot, en cambio, no sabía nada de esto. El juicio de Sodoma lo despertó bruscamente; no lo esperaba.
4) Capítulo 18:22-33.— Abram tenía confianza en Dios en su intercesión. Dejó hablar al Señor, sabiendo que el Juez de toda la tierra haría lo justo. Lot no tenía confianza en el Señor. Cuando los ángeles le dijeron que huyera a las montañas, dijo que no podía hacerlo. Requeriría confiar en el Señor para estar a salvo, y eso no era algo a lo que estaba acostumbrado en su vida (Génesis 19:18-20).
En retrospectiva, Abram vivió una vida rica y plena que valió para la gloria de Dios, mientras que Lot vivió una vida frustrada y vacía entre los pecadores de Sodoma, siendo afligido todos los días (2 Pedro 2:8). Su alma fue salvada, ¡pero su vida perdida! Qué tragedia.
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Para terminar, permítanme preguntarles: “De estos dos hombres, ¿quién fue el verdadero ganador?”. Es tan obvio que casi no necesito preguntarlo. ¿Cuál de estas dos vidas les gustaría que quedara registrada como suyas para la eternidad? Lot me recuerda un poco a Balaam, en el sentido que él quería “la muerte de los rectos”, pero tristemente, ¡no quería vivir la vida de los rectos! (Números 23:10).
Las pérdidas de Lot
• Perdió el discernimiento (Génesis 13:10).
• Perdió la comunión con sus hermanos (Abraham y su familia) (Génesis 13:12).
• Perdió la oportunidad de vivir en la herencia de Canaán (Génesis 13:14-18).
• Perdió su poder de influencia con su familia, si es que alguna vez lo tuvo (Génesis 19:14-15).
• Perdió sus posesiones materiales en el juicio de Sodoma (Génesis 19:24-25).
• Perdió a su mujer y a algunos de sus hijos en el juicio de Sodoma (Génesis 19:24-26).
Que Dios nos dé la gracia de aprender de la vida de Lot, para que podamos librarnos de hacer un desastre de nuestras vidas. Entreguémonos hoy al Señor para que pueda hacer de nuestras vidas una bendición.
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