Jueces 3:5-11: Otoniel, esto es "tiempo de Dios"

Judges 3:5‑11
Bajo el yugo de “hermanos carnales”
Israel ha abandonado a Jehová: sirve a los Cananeos, toman sus hijas por mujeres y dan sus hijas a los hijos de ellos, sirviendo a sus dioses. Pero Dios es fiel, debe castigar a Su pueblo desleal, adúltero, que menosprecia Su pacto y Su Palabra: “Y la saña de Jehová se encendió contra Israel, y vendiólos en manos de Cusán-risataim, rey de Mesopotamia” (versículo 8), el país donde Jacob había servido a Labán su tío. Durante ocho años Israel es esclavo de este tirano: todo este tiempo es necesario para obligarlos a clamar a Jehová. Entonces es el tiempo de Dios para suscitarles un salvador.
Habíamos hablado ya de Otoniel. El capítulo primero contiene unos detalles de su vida particular: Dios lo había ya formado con miras de hacer de él un instrumento para salvar a Su pueblo. Después de haber luchado y obtenido un doble resultado de su victoria, una esposa y una ciudad, había entrado en posesión de una heredad personal, y de fuentes que la fertilizaban. Con estas experiencias tan valiosas, Dios tiene un instrumento adecuado para combatir a favor de Su pueblo del cual había hecho “Su heredad”, “Su esposa” también, como lo expresa el profeta Oseas. Otoniel combatirá ahora a favor de la heredad de Dios para recuperarla: luego será un instrumento de utilidad pública: un Juez. El cristiano debe haber hecho progresos individuales en el conocimiento del Señor y experiencias en la potencia de Su fortaleza para servir luego a los demás: no hay generalmente otra razón a la poca amplitud y extensión de nuestros trabajos para el Señor que la falta de experiencia personal.
Y Jehová suscitó salvador a los hijos de Israel, a Otoniel. El Espíritu de Jehová fue sobre él, y juzgó a Israel: salió a la batalla, es la lucha: Jehová entregó en su mano al enemigo, es la victoria: prevaleció su mano contra el enemigo, su poder le permanece; siendo el opresor definitivamente juzgado, el país reposó cuarenta años, es el resultado (versículo 9-11): Israel goza de los frutos de la victoria.
El propósito de Dios está alcanzado: Otoniel, aunque hijo del hermano menor de Caleb, se mostró un instrumento perfecto en mano de Dios; preparado de antemano y que, puesto a prueba, fue un metal adecuado en mano del divino Obrero. Pidamos al Señor muchos como Otoniel, o más bien, seamos nosotros mismos como él; mediante una consagración verdadera al Señor, un deseo creciente de apropiarnos de los bienes celestiales, como los representan las riquezas de Otoniel, y una santa separación del mal. Luego, en el tiempo de Dios, le seremos instrumentos dóciles y capaces.