Hemos visto en qué consiste la decadencia y sus características: Israel no ha hecho sino una conquista incompleta de Canaán, se satisface con ella y convive con las naciones idólatras. Pero un hecho capital ha originado un tal estado de cosas: ¿cuál es? En el curso del capítulo primero, el lector ha leído los nombres de muchos lugares y ciudades, pero no ha aparecido el de Gilgal tan familiar en el comienzo del libro de Josué. ¿Dónde está Gilgal? Parece haber desaparecido del mapa de Israel.
En efecto, al narrar las victorias del pueblo de Dios, el libro de Josué revelaba también su secreto: se hallaba en Gilgal donde estaba el ángel de Jehová, el cuartel general de los ejércitos de Israel. Lugar maravillosamente bendecido donde los guerreros israelitas hallaban el secreto de su fuerza: Gilgal era el sitio de la circuncisión (Josué 5:1-121And it came to pass, when all the kings of the Amorites, which were on the side of Jordan westward, and all the kings of the Canaanites, which were by the sea, heard that the Lord had dried up the waters of Jordan from before the children of Israel, until we were passed over, that their heart melted, neither was there spirit in them any more, because of the children of Israel. 2At that time the Lord said unto Joshua, Make thee sharp knives, and circumcise again the children of Israel the second time. 3And Joshua made him sharp knives, and circumcised the children of Israel at the hill of the foreskins. 4And this is the cause why Joshua did circumcise: All the people that came out of Egypt, that were males, even all the men of war, died in the wilderness by the way, after they came out of Egypt. 5Now all the people that came out were circumcised: but all the people that were born in the wilderness by the way as they came forth out of Egypt, them they had not circumcised. 6For the children of Israel walked forty years in the wilderness, till all the people that were men of war, which came out of Egypt, were consumed, because they obeyed not the voice of the Lord: unto whom the Lord sware that he would not show them the land, which the Lord sware unto their fathers that he would give us, a land that floweth with milk and honey. 7And their children, whom he raised up in their stead, them Joshua circumcised: for they were uncircumcised, because they had not circumcised them by the way. 8And it came to pass, when they had done circumcising all the people, that they abode in their places in the camp, till they were whole. 9And the Lord said unto Joshua, This day have I rolled away the reproach of Egypt from off you. Wherefore the name of the place is called Gilgal unto this day. 10And the children of Israel encamped in Gilgal, and kept the passover on the fourteenth day of the month at even in the plains of Jericho. 11And they did eat of the old corn of the land on the morrow after the passover, unleavened cakes, and parched corn in the selfsame day. 12And the manna ceased on the morrow after they had eaten of the old corn of the land; neither had the children of Israel manna any more; but they did eat of the fruit of the land of Canaan that year. (Joshua 5:1‑12)); en figura, el lugar del despojamiento del “viejo hombre”, es decir los pensamientos y voluntad de la carne; para nosotros la cruz (Colosenses 2:1111In whom also ye are circumcised with the circumcision made without hands, in putting off the body of the sins of the flesh by the circumcision of Christ: (Colossians 2:11)). Además por la circuncisión en Gilgal, Jehová había quitado el oprobio de la esclavitud egipcia de sobre Su pueblo, el cual libre, le podía servir gozosamente: “Librados del pecado, sois hechos siervos de Dios”, escribe el apóstol a los Romanos. Pero era necesario volver constantemente a Gilgal para recordar estos hechos y obtener el poder de su significado. Esto explica las victorias del libro de Josué: y, salvo en una ocasión que les valió la derrota de Hai (Josué 7:22And Joshua sent men from Jericho to Ai, which is beside Beth-aven, on the east side of Beth-el, and spake unto them, saying, Go up and view the country. And the men went up and viewed Ai. (Joshua 7:2)), los ejércitos de Israel retornaban siempre allí. ¿Pretenderíamos victorias, sin volver a buscarlas en la cruz?
En todo el curso del capítulo primero de Los Jueces no hallamos a Israel en Gilgal ni una sola vez. Gilgal había sido olvidado: y el ángel de Jehová, el representante de la potencia divina a favor de Israel, había quedado solo allí. Había esperado largo tiempo que Sus ejércitos volviesen a Él, sin que nadie apareciera: no le restaba más que abandonar este lugar bendito: ¿para ir adónde? A Boquim (esto es lloradores): “Y el ángel de Jehová subió de Gilgal a Boquim, y dijo: Yo os saqué de Egipto, y os introduje en la tierra de la cual había jurado a vuestros padres: y dije: no invalidaré jamás Mi pacto con vosotros con tal que vosotros no hagáis alianza con los moradores de aquesta tierra cuyos altares habéis de derribar: mas vosotros no habéis atendido a Mi voz: ¿por qué habéis hecho esto? Por tanto Yo también dije: no los echaré de delante de vosotros sino que os serán por azote para vuestros costados y sus dioses por tropiezo” (versículos 1-3).
¿Había faltado Dios a Su alianza? ¿No había cumplido todo lo que Sus labios habían pronunciado? Era Israel quien había roto el pacto: “Vosotros no habéis atendido a Mi voz”: Israel había malogrado la conquista de Canaán y hecho pacto con los moradores idólatras de la tierra. El ángel agrega: “No los echaré de delante de vosotros sino que os serán por azote para vuestros costados y sus dioses por tropiezo”.
Al oír el castigo de su infidelidad, este pobre pueblo llora, pero el ángel replica: ¿por qué habéis hecho esto? ¡Cuán incisiva es esta pregunta, cómo busca la conciencia y la sondea! Sí, ¿por qué? porque hemos preferido el mundo y sus concupiscencias a la potencia del Espíritu de Dios: los ídolos a la mirada inefable del Señor. “Y como el ángel de Jehová habló estas palabras a todos los hijos de Israel, el pueblo lloró en alta voz” (versículo 4). El ángel no contesta a estos lamentos: el pueblo no encuentra salida a su ruina porque no la hay: sufrirá pues la irremediable consecuencia de su caída.
¿Dónde estaban esos días de fuerza y de gozo cuando Jericó caía al sonido de las trompetas de Dios? ¿Y los días de Gabaón y de Hasor? ¡Desvanecidos para siempre! Estaban lejos estos tiempos felices cuando voluntariamente Israel subía a Gilgal, para juzgar allí “la carne” y pedir a Dios Su voluntad, buscando nuevas fuerzas para nuevas victorias; ¡muy lejos también el día doloroso pero bendito de Acor, cuando todo el pueblo unido juzgó y condenó su pecado para reencontrar el camino hacia la victoria! Los triunfos hallados en Gilgal no iban a renacer más para Israel: el poder de Jehová no estaba ya a disposición de su pueblo considerado en su unidad. Así como Gilgal caracterizó el libro de Josué, Boquim caracterizará el libro de Los Jueces.
Israel tenía un corazón como el nuestro: pecador, y precisaba humillación: lloran, y sacrifican allí a Jehová los sacrificios de Dios, que son el espíritu quebrantado: “Al corazón contrito y humillado no despreciarás Tú, oh Dios” (Salmo 51:1717The sacrifices of God are a broken spirit: a broken and a contrite heart, O God, thou wilt not despise. (Psalm 51:17)). ¡Cuán conmovedora es la gracia que provee al sacrificio aún en medio de la ruina! El lugar de las lágrimas es también el lugar del culto. Dios acepta las oblaciones ofrecidas en Boquim: sin embargo, ¡la restauración no es ya posible porque Dios no establece sobre sus mismas bases lo que el hombre ha echado a perder!
En el curso del libro de Los Jueces, hallaremos épocas de restauración parcial, hasta un principio de humillación en el tiempo de Jefté (Jueces 10:15-1615And the children of Israel said unto the Lord, We have sinned: do thou unto us whatsoever seemeth good unto thee; deliver us only, we pray thee, this day. 16And they put away the strange gods from among them, and served the Lord: and his soul was grieved for the misery of Israel. (Judges 10:15‑16)); humillación que se hizo más profunda aún en el tiempo de Samuel, cuando en Mizpa (esto es un centinela) el pueblo lloró como en Boquim, pero acompañó sus lágrimas con un sincero dolor: “Allí sacaron agua y derramáronla delante de Jehová, y ayunaron aquel día ... Allí abandonaron sus falsos dioses”; encuentran también la intercesión del profeta Samuel y el sacrificio de un cordero ofrecido a Jehová (1 Samuel 3:66And the Lord called yet again, Samuel. And Samuel arose and went to Eli, and said, Here am I; for thou didst call me. And he answered, I called not, my son; lie down again. (1 Samuel 3:6)). Ese día fue el principio de una era de bendición que brilló con todo su esplendor en los reinados de David y de Salomón: pero su perspectiva no termina con esos tiempos pasados, se proyecta hasta el día milenial, cuando por la senda de una humillación mucho más profunda, Israel hallará las bendiciones prometidas, en su Mesías otrora rechazado (Zacarías 12:10-1410And I will pour upon the house of David, and upon the inhabitants of Jerusalem, the spirit of grace and of supplications: and they shall look upon me whom they have pierced, and they shall mourn for him, as one mourneth for his only son, and shall be in bitterness for him, as one that is in bitterness for his firstborn. 11In that day shall there be a great mourning in Jerusalem, as the mourning of Hadadrimmon in the valley of Megiddon. 12And the land shall mourn, every family apart; the family of the house of David apart, and their wives apart; the family of the house of Nathan apart, and their wives apart; 13The family of the house of Levi apart, and their wives apart; the family of Shimei apart, and their wives apart; 14All the families that remain, every family apart, and their wives apart. (Zechariah 12:10‑14)).
La cristiandad siguió el mismo camino: como cuerpo responsable aquí abajo, su ruina perdurará hasta el fin de su historia en la tierra. La Iglesia se estableció en el mundo como Israel entre los Cananeos, y no es ya sino una mezcla corrompida de creyentes e inconversos. Sin embargo, podríamos preguntar como los siervos de la parábola a su señor: ¿no sembraste buena simiente en tu campo? ¿de dónde pues tiene cizaña? “Un hombre enemigo ha hecho esto”, es la respuesta. ¿En qué oportunidad? “Mientras dormían los siervos”. El sueño espiritual de los que debían velar ha permitido a Satanás penetrar en el campo: quizás haya una solución: “¿Quieres pues que vayamos y la arranquemos? Y él dijo: no, porque arrancando la cizaña no arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega” (Mateo 13:24-3024Another parable put he forth unto them, saying, The kingdom of heaven is likened unto a man which sowed good seed in his field: 25But while men slept, his enemy came and sowed tares among the wheat, and went his way. 26But when the blade was sprung up, and brought forth fruit, then appeared the tares also. 27So the servants of the householder came and said unto him, Sir, didst not thou sow good seed in thy field? from whence then hath it tares? 28He said unto them, An enemy hath done this. The servants said unto him, Wilt thou then that we go and gather them up? 29But he said, Nay; lest while ye gather up the tares, ye root up also the wheat with them. 30Let both grow together until the harvest: and in the time of harvest I will say to the reapers, Gather ye together first the tares, and bind them in bundles to burn them: but gather the wheat into my barn. (Matthew 13:24‑30)).
Bajo este punto de vista, la palabra de Dios compara a la Iglesia a una gran casa donde hay vasos para honra y otros para deshonra: o también a un árbol grande, es decir una gran potencia, donde toda clase de aves, espíritus inmundos, vinieron a anidar: o todavía a la levadura, el pecado, que leudó toda la masa. La Iglesia está en ruinas: no es cuestión de revocar sus brechas, cosa peor que la ruina misma o pretender volver a los tiempos apostólicos. Debemos distinguir la actividad religiosa humana, en la que peligramos caer, con la del Espíritu Santo: los que aclaman la lluvia postrera de un nuevo pentecostés, aunque sinceros, hacen pensar en las muchedumbres de Samaria, embelesadas por Simón el mago: o en la presumida Laodicea que dice: “Yo soy rico, y estoy enriquecido” (Hechos 8:1010To whom they all gave heed, from the least to the greatest, saying, This man is the great power of God. (Acts 8:10); Apocalipsis 3:1717Because thou sayest, I am rich, and increased with goods, and have need of nothing; and knowest not that thou art wretched, and miserable, and poor, and blind, and naked: (Revelation 3:17)).
Sin embargo, no olvidemos que si la Iglesia como testimonio colectivo en su unidad ha faltado, en medio de la ruina misma el Señor puede suscitar un testimonio para Él: este testimonio reconoce la decadencia, y se humilla en presencia de Dios. Hallamos algo similar en el tiempo de Ezequiel: el profeta ve un varón vestido de lino, el cual traía el tintero de escribano ceñido a sus lomos: éste recibe la orden de pasar por medio de Jerusalem, y poner una señal en la frente de los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella (Ezequiel 9:44And the Lord said unto him, Go through the midst of the city, through the midst of Jerusalem, and set a mark upon the foreheads of the men that sigh and that cry for all the abominations that be done in the midst thereof. (Ezekiel 9:4)). Estos hombres forman un residuo fiel caracterizado por una verdadera humillación a causa del mal que se comete en Jerusalem: reciben la señal que da la aprobación de su Dios sobre su conducta. Más tarde, en tiempos del profeta Malaquías, existe otro residuo: se ven dos partidos en Israel, unos dicen: “¿Qué aprovecha que andemos tristes delante de Jehová?”. Rehúsan reconocer su ruina. Otros, “los que temen a Jehová y piensan en Su nombre”, conscientes de su poca fuerza y de la ruina general, aceptan la humillación y saben que es la actitud conveniente ante Dios. Dios la aprueba, gozan también de una comunión verdadera con Él: “Hablaron cada uno a su compañero y Jehová escuchó y oyó: y fue escrito un libro de memoria delante de Él”. Reciben una plena aprobación a su conducta: “Serán Mi especial tesoro ... y además mayor discernimiento: entonces os tornaréis y echaréis de ver la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve” (Malaquías 3:1414Ye have said, It is vain to serve God: and what profit is it that we have kept his ordinance, and that we have walked mournfully before the Lord of hosts? (Malachi 3:14)).
Hermanos cristianos, si somos conscientes del desmoronamiento y estado ruinoso de la Iglesia, tomemos también ese lugar señalado por ese residuo, reconozcamos con humillación nuestra parte que ha contribuido a sus ruinas; separémonos del mal. Estemos satisfechos cuando el Señor nos dice: “Tienes poca fuerza”, porque le oiremos también decir: “Tengo la llave de David”: la potencia está en Mí. Miremos hacia adelante también: porque si la Iglesia ha caído, vendrá el día cuando concluida ya la historia de su responsabilidad aquí en la tierra, el Señor se la presentará gloriosa, sin mancha, ni arruga: engalanada de su eterna belleza (Efesios 5:2525Husbands, love your wives, even as Christ also loved the church, and gave himself for it; (Ephesians 5:25)). Como de Israel en la gloria milenial, en este tiempo no será dicho de ella: ¡Ved lo que ha hecho el hombre! sino: “¡Ved lo que ha hecho Dios!” (Números 23:2323Surely there is no enchantment against Jacob, neither is there any divination against Israel: according to this time it shall be said of Jacob and of Israel, What hath God wrought! (Numbers 23:23)).