Juan 1: El Cordero de Dios

John 1
“He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:2929The next day John seeth Jesus coming unto him, and saith, Behold the Lamb of God, which taketh away the sin of the world. (John 1:29)). Este mensaje llegó a los oídos de los discípulos de Juan, quienes lo asimilaron con rapidez. Sin embargo, ¿qué significa eso...? Desde el momento en que el pecado entró en el mundo existió la necesidad de la redención, así que Dios utilizó pieles de animales para cubrir a Adán y Eva; pero eso no borró sus pecados ni la mancha del pecado que cayó sobre la creación. Abraham reconoció la necesidad de un sacrificio cuando dijo: “Dios se proveerá de cordero para el holocausto ... ” (Génesis 22:88And Abraham said, My son, God will provide himself a lamb for a burnt offering: so they went both of them together. (Genesis 22:8)). Dios y solo Dios podía proveer el sacrificio perfecto para quitar la mancha del pecado de Su universo y también los pecados que pesaban contra los suyos. Los judíos tenían la siguiente instrucción: “Cada día ofrecerás el becerro del sacrificio por el pecado ... ” (Éxodo 29:3636And thou shalt offer every day a bullock for a sin offering for atonement: and thou shalt cleanse the altar, when thou hast made an atonement for it, and thou shalt anoint it, to sanctify it. (Exodus 29:36)). Cada becerro servía para recordarles la necesidad aún pendiente de expiación por sus pecados. ¿Pero finalmente, cuándo tendrían ese sacrificio perfecto hacia el cual apuntaban todos los demás sacrificios?... Aquel día las palabras resonaron en los oídos de los discípulos de Juan, pues por fin había llegado el verdadero Cordero de Dios: Su propio Hijo.
La expresión: “que quita el pecado del mundo” tiene un énfasis en la obra de Cristo en la cruz del Calvario y una aplicación más amplia que la de aquellos sacrificios que se ofrecían diariamente. Es importante notar que no dice “los pecados” del mundo. Pues aunque la eficacia y el valor de la obra de Cristo son suficientes para pagar por los pecados de todo el mundo, solo aquellos pecadores que reciben al Señor Jesucristo como su Salvador son perdonados: la obra de Cristo no quita los pecados de quienes no le reciben y que por lo tanto mueren en sus delitos y pecados. Por eso dice “el pecado” como algo abstracto en su totalidad. Primero reconocemos que todos nuestros pecados fueron llevados por Cristo en la cruz. Y ahora ya podemos regocijarnos que Cristo, el Cordero de Dios, sufrió y pagó por cada uno de nuestros pecados. Sin embargo, aún queda esta mancha en la creación pues todavía hay espinos, cardos y fatiga. Durante el milenio la tierra experimentará un alivio de estas cosas aunque no en su totalidad, ya que habrá algunos que morirán por su pecado y al menos hay un lugar de desolación en la tierra de Edom. Pero el final de los efectos de esta obra será: “cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Pedro 3:1313Nevertheless we, according to his promise, look for new heavens and a new earth, wherein dwelleth righteousness. (2 Peter 3:13)). En el estado eterno no habrá pecado ni se verán sus efectos.
“Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios. Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús” (Juan 1:36-3736And looking upon Jesus as he walked, he saith, Behold the Lamb of God! 37And the two disciples heard him speak, and they followed Jesus. (John 1:36‑37)). Esta vez el énfasis es en Cristo porque no se menciona Su obra. Él fue “un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:1919But with the precious blood of Christ, as of a lamb without blemish and without spot: (1 Peter 1:19)). Cuando contemplamos aquella Persona tan adorable que merece todo nuestro honor quedamos maravillamos. Así también, esta noticia que anunció Juan produjo que sus discípulos le dejaran para seguir a Jesús. Nuestra admiración verdadera del Cordero de Dios siempre tendrá el mismo resultado cuando nuestros corazones están abiertos a Dios.
En Apocalipsis 5:66And I beheld, and, lo, in the midst of the throne and of the four beasts, and in the midst of the elders, stood a Lamb as it had been slain, having seven horns and seven eyes, which are the seven Spirits of God sent forth into all the earth. (Revelation 5:6) leemos: “Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado ... ”. Él es el motivo de adoración de todos en el cielo y en la tierra. Primero los redimidos le honran, después se juntan los ángeles y por fin “todo lo creado”. Dios no tiene una satisfacción mayor que la honra de su propio Hijo, quien murió como el Cordero. En toda la eternidad tendremos el privilegio de honrarle y adorarle. ¿Por qué no empezar hoy?