La porción de la tribu de Leví
Detengámonos ahora en las disposiciones divinas acerca de la tribu de Leví; son interesantes y tienen su aplicación actual: “Empero a la tribu de Leví, Moisés no dio heredad” (capítulo 13:33). “Los sacrificios de Jehová Dios de Israel son su heredad, como Él les había dicho” (Números 18:2020And the Lord spake unto Aaron, Thou shalt have no inheritance in their land, neither shalt thou have any part among them: I am thy part and thine inheritance among the children of Israel. (Numbers 18:20); Deuteronomio 18:1-21The priests the Levites, and all the tribe of Levi, shall have no part nor inheritance with Israel: they shall eat the offerings of the Lord made by fire, and his inheritance. 2Therefore shall they have no inheritance among their brethren: the Lord is their inheritance, as he hath said unto them. (Deuteronomy 18:1‑2)). La heredad de Leví era por una parte el mismo Jehová, el Dios de Israel; y por otra, los sacrificios hechos por fuego a Jehová.
Es fácil alcanzar el significado espiritual como la enseñanza que nos ofrece esta disposición de Dios establecida para con la tribu de Leví. Hela aquí: nosotros no tenemos en este mundo ninguna herencia; nuestros privilegios, como pueblo celestial, consisten en estar delante de Dios, servirle, y aún poseerle a Él. Nuestra comunión es con Él en lugares celestiales, el apóstol Juan la puntualiza; nuestra comunión es con el Padre, y con Su Hijo Jesucristo (Mateo 11:2727All things are delivered unto me of my Father: and no man knoweth the Son, but the Father; neither knoweth any man the Father, save the Son, and he to whomsoever the Son will reveal him. (Matthew 11:27); 1 Juan 1:33That which we have seen and heard declare we unto you, that ye also may have fellowship with us: and truly our fellowship is with the Father, and with his Son Jesus Christ. (1 John 1:3)). Pero como los hijos de Leví, nuestra porción es igualmente “los sacrificios hechos por fuego a Jehová”, es decir Cristo, según toda la perfección de Su obra y persona ofrecida a Dios. Cristo, Hombre perfecto, tipificado en la ofrenda de flor de harina amasada y untada con aceite (el Espíritu Santo), y cubierta de incienso; Cristo: Cordero, víctima, holocausto, sacrificio. En fin, todo en lo cual Dios halla Sus delicias desde luego, y por la eternidad. Esta porción, pues, es la nuestra, revelada por las Escrituras, y gozada por el Espíritu Santo.
Pero Cristo es nuestro Modelo también; Él ha sido el Levita sin mancha, el Siervo perfecto, el lector y Expositor de la Palabra de Dios; y el Medio por el cual Dios bendice (Deuteronomio 21:55And the priests the sons of Levi shall come near; for them the Lord thy God hath chosen to minister unto him, and to bless in the name of the Lord; and by their word shall every controversy and every stroke be tried: (Deuteronomy 21:5); Nehemías 8:7-87Also Jeshua, and Bani, and Sherebiah, Jamin, Akkub, Shabbethai, Hodijah, Maaseiah, Kelita, Azariah, Jozabad, Hanan, Pelaiah, and the Levites, caused the people to understand the law: and the people stood in their place. 8So they read in the book in the law of God distinctly, and gave the sense, and caused them to understand the reading. (Nehemiah 8:7‑8); Malaquías 2:5-75My covenant was with him of life and peace; and I gave them to him for the fear wherewith he feared me, and was afraid before my name. 6The law of truth was in his mouth, and iniquity was not found in his lips: he walked with me in peace and equity, and did turn many away from iniquity. 7For the priest's lips should keep knowledge, and they should seek the law at his mouth: for he is the messenger of the Lord of hosts. (Malachi 2:5‑7)). Cristo ha sido el Levita por excelencia, de quien está dicho: “Tu Tumim y tu Urim (luces y perfecciones) sean para el varón de tu bondad a quien probaste en Masah, con quien contendiste en las aguas de Meriba, quien dijo de su padre y de su madre: nunca los he visto” (Deuteronomio 33:88And of Levi he said, Let thy Thummim and thy Urim be with thy holy one, whom thou didst prove at Massah, and with whom thou didst strive at the waters of Meribah; (Deuteronomy 33:8)); el Hombre que no tuvo lugar donde reclinar Su cabeza, pero quien agrega también: Jehová es la porción de Mi parte y de Mi copa. Y contemplando Su herencia celestial exclama: “Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado” (Salmo 16:5-65The Lord is the portion of mine inheritance and of my cup: thou maintainest my lot. 6The lines are fallen unto me in pleasant places; yea, I have a goodly heritage. (Psalm 16:5‑6)).
En fin, amados lectores, nuestra porción actual es la misma que tendremos en lo futuro; pero en plenitud, cuando habremos alcanzado la meta celestial de la cual gozamos las arras (Efesios 1:13-1413In whom ye also trusted, after that ye heard the word of truth, the gospel of your salvation: in whom also after that ye believed, ye were sealed with that holy Spirit of promise, 14Which is the earnest of our inheritance until the redemption of the purchased possession, unto the praise of his glory. (Ephesians 1:13‑14)). Para los hijos de Leví, sacerdotes y ministros de Jehová, llegará también el momento de su recompensa, gozando Israel la gloria milenial bajo el cetro del divino hijo de David. Así se la anuncia el profeta Ezequiel al recordar la fidelidad pasada de la tribu de Leví, y particularmente la familia de Sadoc: “Mas los sacerdotes Levitas, hijos de Sadoc, que guardaron el ordenamiento de Mi santuario cuando los hijos de Israel se desviaron de Mí, ellos serán allegados a Mí para ministrar ante Mí ... y habrá para ellos heredad: Yo seré su heredad, pero no les daréis posesión en Israel; Yo soy su posesión” (Ezequiel 44:15,2815But the priests the Levites, the sons of Zadok, that kept the charge of my sanctuary when the children of Israel went astray from me, they shall come near to me to minister unto me, and they shall stand before me to offer unto me the fat and the blood, saith the Lord God: (Ezekiel 44:15)
28And it shall be unto them for an inheritance: I am their inheritance: and ye shall give them no possession in Israel: I am their possession. (Ezekiel 44:28)). Abrid ahora vuestras biblias en los capítulos cuatro y cinco del Apocalipsis y estaréis ante una escena celestial en la cual notarás la porción especial de los “ancianos” junto al Cordero inmolado; uno de ellos se acerca a Juan que llora porque nadie había sido hallado digno de abrir el libro de los consejos de Dios ni de mirarlo: “No llores”, le dice, y le revela quién es digno de tomar el libro y de abrirlo; tal es el privilegio de la fidelidad.
La perseverancia de Caleb
Después de haber considerado la porción particular que ha tocado en suerte a los Levitas, deseamos demorarnos un poco también sobre este capítulo a causa de su importancia espiritual práctica; desde el versículo seis hasta el quince, y el capítulo quince desde el versículo trece al diecinueve, nos presentan a Caleb, quien encarna la perseverancia de la fe. Números 13 menciona a este hombre por primera vez; desde el desierto de Paran, Moisés había enviado a doce espías, uno de cada tribu para reconocer el país de Canaán. Entre ellos se hallaba Caleb hijo de Jephone de la tribu de Judá; con él está nombrado Oseas hijo de Nun, de la tribu de Ephraim al que Moisés llamó Josué.
Desde este momento el nombre de Caleb está tan íntimamente unido al de Josué que no se le puede separar. Tienen un mismo punto de partida como el mismo de llegada. Reconocen juntos el país de Canaán; marchan juntos a través de las largas y penosas jornadas del desierto; entran juntos en Canaán; así fue para once hombres que tuvieron como punto de partida los bordes del lago de Genesaret junto con Aquel que los llamó, hasta llegar en torno al trono celestial. Sin duda están unidos por su carácter personal y particular de hombres de fe; pero se halla también otra razón bendita a esta asociación que la Palabra de Dios nos señala. Hela aquí: Si Josué es un tipo de Cristo quien hace heredar a Su pueblo el glorioso país de la promesa, por su parte Caleb, quien marcha siempre a su lado, es figura del creyente que sigue junto a Cristo.
Estos dos hombres tienen todo en común: pensamientos, fe, confianza, valor; tuvieron un mismo punto de partida, tienen una misma marcha hacia adelante, y tienen una misma meta. Amado lector, ¿estamos asociados a Cristo de tal manera que no se pueda pronunciar nuestro nombre sin el suyo? ¿Saca su valor toda nuestra existencia del hecho de ser compañeros de Jesucristo? ¿Abriga el gran nombre de Cristo nuestro nombre, guardando sin embargo el primero su preeminencia? Así lo expresa el Salmo para los santos del Antiguo Testamento como la epístola para los del Nuevo Testamento: “Has amado la justicia y aborrecido la maldad, por lo cual Te ungió Dios, el Dios Tuyo, con óleo de alegría por sobre Tus compañeros” (Salmo 45:6-76Thy throne, O God, is for ever and ever: the sceptre of thy kingdom is a right sceptre. 7Thou lovest righteousness, and hatest wickedness: therefore God, thy God, hath anointed thee with the oil of gladness above thy fellows. (Psalm 45:6‑7); Hebreos 1:99Thou hast loved righteousness, and hated iniquity; therefore God, even thy God, hath anointed thee with the oil of gladness above thy fellows. (Hebrews 1:9)).
Después de haber sido enviados por Moisés, Josué y Caleb con sus compañeros llegaron hasta Hebrón, luego pasan el arroyo de Escol de donde llevaron unas muestras de los magníficos frutos de tan ubérrima tierra. Pero, aunque Escol representa el bien celestial que gozamos ya cual arras de nuestra herencia, no es este lugar el que ha cautivado los ojos y el corazón de Caleb, como lo hubiéramos podido suponer; su fe le ha hecho hallar algo mejor todavía. Es Hebrón el sitio de su elección; y este lugar donde puso el pie una vez, le ha sido dado por heredad perpetua como premio de su fidelidad. Desde entonces, durante cuarenta y cinco años, Caleb llevará el nombre de Hebrón escrito en sus afecciones; y llegará el día en que se presentará delante de Josué y le pedirá ese monte del cual había hablado Jehová.
Hebrón no dejaba de tener una gran celebridad. Para los ojos de la carne, a la verdad, no podía inspirar más que temor: allí moraban los formidables Anaceos, cuyo sólo nombre había hecho desmayar el corazón del pueblo; allí estaba una cueva, la de Macpela: la tumba de Abraham, Isaac, Jacob, Sara, Lea ... Pues ¿qué había allí que pudiera atraer el corazón? Nada para el hombre natural, al contrario los gigantes Anaceos y el peor todavía: la muerte, “el rey de los espantos”. Todo para la fe; y Caleb que encarna la perseverancia de la fe, tiene su corazón puesto en este lugar. En efecto, Abraham, el padre del linaje de la fe, lo había elegido para residencia (mientras Lot había preferido las llanuras de Sodoma), allí el poseedor del pacto y de las promesas de Dios, había construido un altar a Jehová y levantado su tienda, testificando a la vez su carácter de adorador, de heredero y peregrino.
Macpela y su cueva fue el primer y único pedazo de tierra que poseyera Abraham: un lugar de sepultura; previendo ya lo que Pablo escribiera mucho más tarde: “Todo es vuestro ... sea la vida, sea la muerte”. Pero la muerte poseída por el poder de la fe en su Vencedor; en efecto: Sara la primera, luego Abraham, Isaac, Lea, Jacob; todos estos “murieron en la fe sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos y creyéndolo”. Allí había hecho Jacob su residencia (Génesis 37:1414And he said to him, Go, I pray thee, see whether it be well with thy brethren, and well with the flocks; and bring me word again. So he sent him out of the vale of Hebron, and he came to Shechem. (Genesis 37:14)); desde este lugar envió a José, su amado hijo, en busca de sus hermanos quienes apacentaban las ovejas en Siquem, como lo hiciera Dios enviando a Su Hijo en busca de los Suyos. Sí, Hebrón es bien el sitio del sepulcro, el fin del hombre; y si nada puede allí atraer al hombre natural, cuando se trata de la fe, éste es su sitio preferido.
Cuando conquistada por Caleb, Hebrón vino a ser una ciudad de refugio donde el culpable de una muerte podía huir y según el caso, hallar salvación. Hebrón fue elegida como ciudad sacerdotal dada a los Levitas; y cerca de Macpela, David principió su reinado, como también fue en virtud de su muerte que Jesús, resucitado, tiene la diadema real como la sacerdotal. Es también en Hebrón que todas las tribus de Israel acuden para rendir sumisión al rey según el corazón de Dios (1 Crónicas 11:1,31Then all Israel gathered themselves to David unto Hebron, saying, Behold, we are thy bone and thy flesh. (1 Chronicles 11:1)
3Therefore came all the elders of Israel to the king to Hebron; and David made a covenant with them in Hebron before the Lord; and they anointed David king over Israel, according to the word of the Lord by Samuel. (1 Chronicles 11:3)).
¿No es un maravilloso lugar? ¡Cuántos recuerdos y bendiciones encierra! Recapitulémosla: Hebrón, sitio de la muerte vencida, ciudad de acogimiento, ciudad sacerdotal, ciudad real, centro de reunión cuando la gloria ha llegado, y, junto con esto, es el objeto permanente de las afecciones de un pobre peregrino que ha hallado allí su punto de partida para una carrera de cuarenta y cinco años, prosiguiéndola valerosamente hasta llegar a este mismo sitio, el de su reposo eterno. Pero Caleb ignoraba la mayor parte de lo que significa Hebrón y de haberlo sabido no habría ya andado por fe; nosotros, mucho más aventajados que Caleb, nos hemos puesto en camino para alcanzar en Jesús lo que la fe nos hace ya tocar: la victoria sobre la muerte, el refugio para el alma, un altar para adorar, la gloria como herencia, y más tarde el reino milenial también.
Acabamos de considerar dos puntos en relación con Caleb: el primero es que su nombre es inseparable al de Josué; el segundo es que su corazón se ha apoderado de un objeto cuyo recuerdo ha permanecido en todo lo largo de su peregrinaje en el desierto. Pues permitidnos haceros notar aquí que nuestras afecciones están siempre en juego cuando tienen por objeto a un Salvador muriendo en la cruz, un Cristo que se da a sí mismo por nosotros; mientras que es un Cristo glorioso contemplado arriba que nos comunica la energía necesaria para alcanzarle en gloria.
Hay un tercer punto que debemos mencionar en relación con Caleb: este hombre de fe realiza su esperanza. Había entrado en el país como espía una vez y es allí de donde se llevó las muestras de la bondad de este lugar; pues no es en el desierto que su carrera comienza. Cuando vuelve al pueblo que espera el informe, sus ojos están ya llenos de la realidad y las bellezas del país contemplado. Éstas se tornan, durante el tiempo de su peregrinación, cual objeto de su esperanza; con qué energía puede describir a sus hermanos el país que ha visto (¿tienen ese mismo fervor las palabras de nuestras predicaciones en la asamblea?) y él mismo puede adelantar las palabras del salmista: “Dios mío eres Tú: de madrugada Te buscaré, mi alma tiene sed de Ti, mi carne Te anhela en tierra seca y árida, donde no hay aguas, para ver Tu poder y Tu gloria, así como Te he mirado en el santuario” (Salmo 63:1-21<<A Psalm of David, when he was in the wilderness of Judah.>> O God, thou art my God; early will I seek thee: my soul thirsteth for thee, my flesh longeth for thee in a dry and thirsty land, where no water is; 2To see thy power and thy glory, so as I have seen thee in the sanctuary. (Psalm 63:1‑2)). He aquí pues un hombre que camina en las pisadas de Caleb: ha visto a Dios en el santuario, y es allí donde toma su punto de partida para la carrera, de allí desciende a la tierra, lleno de la realidad gloriosa de las cosas divinas que van a sostener su corazón todo lo largo del desierto a través del cual las quiere alcanzar. Pedro, Juan y Jacobo tuvieron su “Escol” en el monte de la transfiguración; Pablo, a su vez, arrebatado hasta el tercer cielo, conservó el recuerdo de lo que oyó sin que le fuera permitido expresarlo.
Un cuarto punto se une a este último: para Caleb, el desierto no tiene atracción, aparece en toda la realidad de su sequedad y de su horror, cuando el alma está alimentada de la grosura del santuario; entonces el cielo se torna para ella el ambiente en que ha de andar aquí en la tierra: el ministerio de la Palabra por el Espíritu es cual racimo de Escol cuyo frescor nos vivifica y alienta en la aridez del erial; el aparente valor de las cosas visibles, desaparece enteramente para dar lugar a los anticipos del cielo. Después de haber sido salvo de Egipto, Caleb, como lo vimos, tuvo el privilegio de ser enviado a reconocer al país de la promesa; quizás, al contemplar la belleza del lugar, lo hubiéramos oído expresarse como Pedro: “Señor, bien es que nos quedemos aquí”. Pero no, el momento no había llegado para ello, debía volver al pueblo todavía muy lejos esperando el informe, y luego seguir el camino junto con los rezagados. Pero es en Canaán y no en Egipto donde el corazón de este hombre de fe está vinculado. Notemos que son los recuerdos y la comida de Egipto los que arrastraron a Israel hacia la tierra que habían dejado; por lo contrario, al inverso, son los frutos y el recuerdo de Canaán los que llevan a Caleb hacia adelante. ¡Cuán opuestos son los dos imanes!
Volvamos ahora, estimado lector, a la perseverancia, rasgo predominante que templó el carácter de Caleb; ella no podía existir sin los cuatro puntos mencionados ya: su unión con Josué, su apego al objeto que cautivó su corazón, la realidad de su esperanza, y su estimación del desierto. Estos cuatro puntos permiten a Caleb perseverar hasta el fin en el camino de la fe. Además, la perseverancia de este hombre de fe se ve vinculada a tres posiciones distintas, inseparables la una de la otra: la primera es la que ocupa como espía; la segunda como peregrino en el desierto; la tercera como luchador en Canaán.
Volviendo a la primera, Caleb ha “cumplido de ir en pos de Mí, dice Jehová” (Números 14:2424But my servant Caleb, because he had another spirit with him, and hath followed me fully, him will I bring into the land whereinto he went; and his seed shall possess it. (Numbers 14:24); Deuteronomio 1:3636Save Caleb the son of Jephunneh; he shall see it, and to him will I give the land that he hath trodden upon, and to his children, because he hath wholly followed the Lord. (Deuteronomy 1:36); Josué14:8-9); testimonio de Dios tres veces repetido a favor de Su siervo. Luego, la perseverancia de Caleb se manifiesta en todo lo largo de esos cuarenta años de fatiga; ni el sol, ni la arena, ni las murmuraciones de sus incrédulos compañeros le hicieron titubear. Nunca le sucede buscar recursos alrededor de él; todo lo soporta valerosamente porque su perseverancia está alimentada por la esperanza; “y la esperanza no avergüenza porque el amor de Dios está derramado en nuestros corazones ... y nos podemos gloriar en la esperanza de la gloria de Dios” (Romanos 5:55And hope maketh not ashamed; because the love of God is shed abroad in our hearts by the Holy Ghost which is given unto us. (Romans 5:5)). Hubo un hombre muy renombrado del cual Dios, sin embargo, no pudo dar el testimonio que dio de Caleb: Salomón. Para él, el desierto le ofreció atractivos que no tardaron en invadir su corazón, y terminó con volver las espaldas a su Dios: “No fue cumplidamente tras Jehová”, dice el testimonio divino (1 Reyes 11:66And Solomon did evil in the sight of the Lord, and went not fully after the Lord, as did David his father. (1 Kings 11:6)).
Después de haber perseverado en la primera y segunda posición, Caleb persevera en la tercera: obtiene su herencia perseverando en combatir. Cinco años de su vida consagra a favor del pueblo de Dios, luego utiliza sus armas para tomar posesión de su heredad. Pese a la formidable potencia de los hijos de Anac, Caleb, se apodera del monte del cual Jehová le había hablado, desaloja al adversario y aprovecha todo el alcance de la victoria para tomar plena posesión de lo que Dios diera a Su pueblo.
¡Qué lección para nosotros! Nuestra vida cristiana ofrece igualmente estas tres posiciones: gozamos de las arras celestiales (Escol y sus frutos), el desierto con su aridez y la lucha para la plena posesión de nuestra herencia celestial. Acordémonos que el ejemplo que nos deja la Palabra de Dios por Caleb es para el momento actual: tanto para la lucha, para atravesar el desierto y la fidelidad en el informe que debemos dar sobre el país contemplado, necesitamos los recursos de la Palabra de Dios, la intercesión de nuestro Abogado, el oportuno socorro del trono de la gracia y el ministerio del Espíritu. Y en fin, el sentimiento de nuestra responsabilidad para que hasta el cabo, retengamos firme la esperanza de nuestra vocación. Esto nos lleva a considerar dos características que acompañan siempre la esperanza.
En los últimos textos de nuestro capítulo, oímos hablar a Caleb: “Aún hoy estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió: cual era entonces mi fuerza, tal es ahora para la guerra, y para salir y para entrar”. A pesar de sus ochenta y cinco años, las fatigas del desierto y cinco años de lucha a favor de su pueblo, Caleb no ha perdido ni lo más mínimo de su fortaleza. ¿Cómo es esto? He aquí el secreto: “Dísteles pan del cielo ... les sacaste agua de la piedra ... Diste Tu Espíritu bueno para enseñarlos ... de ninguna cosa tuvieron necesidad; sus vestidos no se envejecieron, ni se hincharon sus pies” (Nehemías 9:15,20-2115And gavest them bread from heaven for their hunger, and broughtest forth water for them out of the rock for their thirst, and promisedst them that they should go in to possess the land which thou hadst sworn to give them. (Nehemiah 9:15)
20Thou gavest also thy good spirit to instruct them, and withheldest not thy manna from their mouth, and gavest them water for their thirst. 21Yea, forty years didst thou sustain them in the wilderness, so that they lacked nothing; their clothes waxed not old, and their feet swelled not. (Nehemiah 9:20‑21)).
El alimento desde arriba como la esperanza de la meta sostuvo al peregrino, proveyendo a su desgaste. Otro punto más: Caleb no tenía ninguna confianza en sí mismo: Dame pues ahora este monte (todo lo recibe como don), tú oíste que los Anaceos están allí, y grandes y fuertes ciudades —dice a Josué— quizás Jehová será conmigo y los echaré como Jehová ha dicho. Diremos tal vez: desconfiaba de Dios. No es tal. Caleb desconfiaba de sí mismo; sabía que si hubiera habido algún obstáculo a la victoria, o si Jehová no hubiera podido ir con él, la causa no podía provenir sino de él mismo. ¿Dónde ha aprendido esta lección? En los años, al andar en el desierto, como en las luchas de Canaán.
He aquí pues una regla inmutable: las fuerzas de un creyente están en proporción con la desconfianza que tiene de sí mismo. Así lo aprendió Pablo: “Cuando soy flaco, entonces soy poderoso”. “Los mancebos se fatigan y se cansan, los mozos flaquean y caen”; he ahí donde concluye lo mejor de la fuerza humana; pero, “el Dios de eternidad, Jehová ... no se fatiga con cansancio ... Él da esfuerzo al cansado y multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna”. No se cansa, además, comunica Su fortaleza a los débiles, a aquellos que esperan en Él. “Levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán” (Isaías 40:28-3128Hast thou not known? hast thou not heard, that the everlasting God, the Lord, the Creator of the ends of the earth, fainteth not, neither is weary? there is no searching of his understanding. 29He giveth power to the faint; and to them that have no might he increaseth strength. 30Even the youths shall faint and be weary, and the young men shall utterly fall: 31But they that wait upon the Lord shall renew their strength; they shall mount up with wings as eagles; they shall run, and not be weary; and they shall walk, and not faint. (Isaiah 40:28‑31)). Tal fue el caso de Caleb: ojalá sea el tuyo, lector.
Existe todavía un rasgo accesorio a la perseverancia de Caleb: ella trata de reproducirse en los demás; en el círculo de su familia la cual sigue a su jefe en la misma ruta. “Y dijo Caleb: al que hiriere Quiriat-Sefer y la tomare, yo le daré a mi hija Axa por mujer; y tomóla Otoniel, hijo de Cenes, hermano menor de Caleb; y él le dio por mujer a su hija Axa”. El sobrino sigue dignamente los pasos de su tío (muy distinto fue el sobrino de Abraham, Lot), combate teniendo ante su corazón un objeto que es de gran valor, nada mejor para ganar la victoria; y quiere poseerlo: su esperanza está unida a la hija de Caleb. Sin embargo, antes de recibir el premio, debe demostrar su capacidad en las peleas de Jehová: el padre no quiere dar su hija a un incapaz. Si nosotros hemos de luchar para ganar a Cristo como premio de la victoria —Filipenses 3:1212Not as though I had already attained, either were already perfect: but I follow after, if that I may apprehend that for which also I am apprehended of Christ Jesus. (Philippians 3:12)— recordemos también que Él ha tenido que luchar, desprendiéndose de todo para adquirir “la perla de gran precio”: la Iglesia. “El cual por el gozo puesto delante de Él, sufrió la cruz, menospreciando el oprobio” (Hebreos 12:22Looking unto Jesus the author and finisher of our faith; who for the joy that was set before him endured the cross, despising the shame, and is set down at the right hand of the throne of God. (Hebrews 12:2)). Es en Él en quien hemos de poner los ojos para poder llegar a la misma meta. Si Caleb y Otoniel son modelos para el cristiano, es porque vemos en ellos vislumbrar un esplendor de la perfección de Cristo: hombre obediente, victorioso, que se da a Sí mismo por el objeto amado. Otoniel lucha por los demás, y cual libertador, persevera en este nuevo carácter hasta el fin de su carrera.
Axa, a su vez, es un nuevo ejemplo de perseverancia: a más de ser la feliz compañera del que ha probado sus cualidades en la lucha, ella persevera “en súplicas y ruegos”: “dame una bendición”, dice a su padre cuando la llevan, “pues me has dado tierra de secadal, me des también fuentes de agua. Entonces Caleb le dio las fuentes de arriba y las fuentes de abajo”. ¡Pidamos nosotros la abundancia de ese raudal del Espíritu para que riegue nuestro campo! Quizás el lugar de nuestra labor es algo difícil, es tierra de secadal, pero, cuando tenemos en mano la Palabra de Dios, Él nos dará también Su Espíritu para que la vivifique. Esta Palabra de vida, aparece, sin embargo, para muchos cristianos, como “una tierra del mediodía” en la cual su alma no halla ninguna sustancia; si tal fuera tu caso amado lector, toma como Axa, el lugar de suplicante para pedir a Dios los socorros de Su Espíritu que la pueden fructificar para tu bien. Cristo posee las fuentes de arriba, nos las dio, son las bendiciones celestiales; sabemos también que Él posee las de abajo, y a su tiempo correrán para el mundo entero en Su reino milenial. “Toda potestad le es dada en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:1818And Jesus came and spake unto them, saying, All power is given unto me in heaven and in earth. (Matthew 28:18)); “Tú haces alegrar las salidas de la mañana y de la tarde. Visitas la tierra, la riegas, en gran manera la enriqueces; con el río de Dios lleno de aguas”. El profeta Ezequiel nos hace ver que este río sale de la casa de Dios —no podría salir de otro lugar— y aparte de fructificar la tierra, sana también las aguas del mar (Ezequiel 47:1-121Afterward he brought me again unto the door of the house; and, behold, waters issued out from under the threshold of the house eastward: for the forefront of the house stood toward the east, and the waters came down from under from the right side of the house, at the south side of the altar. 2Then brought he me out of the way of the gate northward, and led me about the way without unto the utter gate by the way that looketh eastward; and, behold, there ran out waters on the right side. 3And when the man that had the line in his hand went forth eastward, he measured a thousand cubits, and he brought me through the waters; the waters were to the ankles. 4Again he measured a thousand, and brought me through the waters; the waters were to the knees. Again he measured a thousand, and brought me through; the waters were to the loins. 5Afterward he measured a thousand; and it was a river that I could not pass over: for the waters were risen, waters to swim in, a river that could not be passed over. 6And he said unto me, Son of man, hast thou seen this? Then he brought me, and caused me to return to the brink of the river. 7Now when I had returned, behold, at the bank of the river were very many trees on the one side and on the other. 8Then said he unto me, These waters issue out toward the east country, and go down into the desert, and go into the sea: which being brought forth into the sea, the waters shall be healed. 9And it shall come to pass, that every thing that liveth, which moveth, whithersoever the rivers shall come, shall live: and there shall be a very great multitude of fish, because these waters shall come thither: for they shall be healed; and every thing shall live whither the river cometh. 10And it shall come to pass, that the fishers shall stand upon it from En-gedi even unto En-eglaim; they shall be a place to spread forth nets; their fish shall be according to their kinds, as the fish of the great sea, exceeding many. 11But the miry places thereof and the marishes thereof shall not be healed; they shall be given to salt. 12And by the river upon the bank thereof, on this side and on that side, shall grow all trees for meat, whose leaf shall not fade, neither shall the fruit thereof be consumed: it shall bring forth new fruit according to his months, because their waters they issued out of the sanctuary: and the fruit thereof shall be for meat, and the leaf thereof for medicine. (Ezekiel 47:1‑12); Salmo 65:8-98They also that dwell in the uttermost parts are afraid at thy tokens: thou makest the outgoings of the morning and evening to rejoice. 9Thou visitest the earth, and waterest it: thou greatly enrichest it with the river of God, which is full of water: thou preparest them corn, when thou hast so provided for it. (Psalm 65:8‑9)).
Antes de abandonar el tema de la perseverancia, preguntémonos en qué se aplica para el cristiano: Caleb había perseverado en seguir cumplidamente en pos de Jehová su Dios; había perseverado siguiendo a Cristo conocido por él como Jehová del Antiguo Testamento. ¿Qué es pues seguir a Cristo? A menudo el cristiano se hace una idea muy inexacta de su significado. Seguir a Cristo es andar detrás de Él, detrás de una persona que conocemos como el guía que nos es necesario; si tenemos confianza en nosotros mismos, ya no necesitamos de Él como guía; además, seguir a Cristo implica no sólo una entera confianza en Él, sino una humilde dependencia hacia Él, para seguirle doquiera vaya. Otro punto: siguiendo a alguien, tengo los ojos fijos en Él para imitarle; esto significa tratar de reproducir Sus características y asemejarse a Él. En cualquier posición que Dios nos coloque, Su motivo es que reproduzcamos a Cristo en esta posición, es decir: Cristo en nuestras relaciones como si fueran las Suyas, en nuestro servicio como si fuera el Suyo, en nuestro testimonio como si fuera el Suyo, etc. Es lo que hizo Caleb siguiendo cumplidamente a Jehová su Dios.
¿En qué se aplica la perseverancia para el cristiano? El Nuevo Testamento contesta ampliamente a esta pregunta; he aquí algunos pasajes: “Todos perseveraban unánimes en la oración”; es en ella que la perseverancia se aplica, además en su carácter colectivo. No se limitaban a doblar las rodillas cada uno por sí ante el Señor o cada uno por sus propias necesidades: eran unánimes a orar para las cosas que sentían en común (Hechos 1:1414These all continued with one accord in prayer and supplication, with the women, and Mary the mother of Jesus, and with his brethren. (Acts 1:14)). “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:4242And they continued stedfastly in the apostles' doctrine and fellowship, and in breaking of bread, and in prayers. (Acts 2:42)). Es en la doctrina de los apóstoles que el cristiano debe ser perseverante, es decir en sus enseñanzas recibidas en el corazón y puestas en práctica; éstas producen la comunión, una parte común con ellos (1 Juan 1:3-43That which we have seen and heard declare we unto you, that ye also may have fellowship with us: and truly our fellowship is with the Father, and with his Son Jesus Christ. 4And these things write we unto you, that your joy may be full. (1 John 1:3‑4)), en su gozo, su conducta, sus labores y hasta sus padecimientos (Apocalipsis 1:99I John, who also am your brother, and companion in tribulation, and in the kingdom and patience of Jesus Christ, was in the isle that is called Patmos, for the word of God, and for the testimony of Jesus Christ. (Revelation 1:9)). Como consecuencia del perseverar en la doctrina y la comunión de los apóstoles, se persevera en el partimiento del pan, es decir en anunciar la muerte del Señor con todo lo que este acto encierra; además nuestro texto agrega la oración, acto que expresa nuestra dependencia hacia el Señor.
“Mira por ti mismo y por la enseñanza” —escribe el apóstol a Timoteo— “persevera en estas cosas” (1 Timoteo 4:1616Take heed unto thyself, and unto the doctrine; continue in them: for in doing this thou shalt both save thyself, and them that hear thee. (1 Timothy 4:16)). Leyendo con cuidado lo que precede a este texto, hallaremos las cosas en las que Timoteo debía perseverar: en amor, en fe, en pureza, en la lectura de la Palabra, en la exhortación, en la enseñanza, etc.; el conjunto de todas estas cosas se llama la piedad. Timoteo es un ejemplo, como Caleb, de los que siguen cumplidamente hasta el fin: “Has conocido perfectamente mi enseñanza, mi conducta, mi propósito, mi fe”, y el que escribe había perseverado hasta acabar la carrera. La perseverancia pues se aplica a toda la vida cristiana. ¿Estaremos solos al perseverar? No, por cierto, pero si tenemos compañeros, a hombres sujetos a flaquezas como nosotros, tenemos también a Aquel que dijo: “Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en Mis tentaciones” (Lucas 22:2828Ye are they which have continued with me in my temptations. (Luke 22:28)). Y si alguna defección sucediera como en el caso de Marcos quien retrocedió ante las dificultades en la obra del Señor, la gracia puede fortalecerlo para que haga prueba de nuevas capacidades en tiempos más penosos aún (Hechos 15:3838But Paul thought not good to take him with them, who departed from them from Pamphylia, and went not with them to the work. (Acts 15:38); 2 Timoteo 4:1111Only Luke is with me. Take Mark, and bring him with thee: for he is profitable to me for the ministry. (2 Timothy 4:11)).