Génesis 13

Genesis 13
 
Pero Dios fue fiel, y en Génesis 13 se ve a Abram regresando al lugar donde estaba su tienda al principio. Es restaurado, y así retoma su lugar de peregrino, y junto con él de un adorador. Tal es la bondad restauradora de Dios.
Pero aquí encontramos otro estorbo en Lot, si podemos decirlo así, aunque personalmente un hombre de Dios. El Espíritu da testimonio de que era justo, pero no tenía tanta fe como Abram, ni estaba incluido en ese carácter de llamamiento que debemos discriminar cuidadosamente de la obra interna de la gracia divina. Tengamos en cuenta que Abram tenía la línea pública de testimonio de Dios, y el lugar de la promesa especial. Es mera ignorancia suponer que no hubo santos de Dios fuera de ese llamado, que no tiene nada que ver con la cuestión de ser santos, porque Lot claramente era uno; Y descubriremos en el próximo capítulo que no es el único.
Pero el hecho de que Lot colgara de Abram, aunque no tuvo el mismo efecto neutralizador que su padre Taré, sin embargo, trajo dificultades. Y aquí de nuevo Abram, restaurado en su alma, brilla según la sencillez de la fe. No le correspondía a él competir. ¡Ay! Lot no se avergonzó de elegir. Usó sus ojos para sí mismo. Poseyéndole plenamente para ser un creyente, es evidente que carecía de fe para su caminar actual. Prefería elegir por sí mismo en lugar de pedirle a Dios que le diera. Abram dejó todo tranquilamente con Dios. Estaba bien.
Después de que Lot había tomado lo mejor para sí mismo, vergonzoso como era que el sobrino se hubiera aventurado a actuar en una tierra que Dios le había prometido a Abram solamente, otro decide el asunto.
“Jehová dijo a Abram, después que Lot fue separado de él”. Así que el Espíritu señala ahora que todo fue de acuerdo con la simple voluntad de Dios, que no era un espectador descuidado, y no deja de limpiar los elementos que lo obstaculizan. Ahora que fue así, Jehová dijo: “Levanta tus ojos y mira desde el lugar donde estás, hacia el norte y hacia el sur y hacia el este y hacia el oeste”, – Él nunca lo había dicho antes – “por toda la tierra que ves, a ti te la daré, y a tu simiente para siempre. Y haré tu simiente como polvo de la tierra, y así sucesivamente, entonces tu simiente también será contada. Levántate, camina por la tierra”, – Abram debía tomar posesión por fe – “a lo largo y ancho de ella, porque yo te la daré. Entonces Abram quitó su tienda, y vino y habitó en la llanura de Mamre que está en Hebrón, y construyó allí un altar a Jehová”.
¡Bien que podría! Así aprendemos que hay una nueva manifestación de adoración, y bajo las circunstancias más felices posibles hasta el final del capítulo.