El lugar ordenado por Él

Listen from:
(Notas de una Predicación)
Quisiera leer tres Escrituras: una del primer capítulo de Mateo, otra del capítulo 18 de Mateo, y otra del capítulo 28 de Mateo.
“Y parirá un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará á su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo que fué dicho por el Señor, por el profeta que dijo: He aquí la virgen concebirá y parirá un hijo, Y llamarás su nombre Emmanuel, que declarado, es: Con nosotros Dios” (Mateo 1:21-23).
“Otra vez os digo, que si dos de vosotros se convinieren en la tierra, de toda cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos ó tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos” (Mateo 18:19, 20).
“Mas los once discípulos se fueron á Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Y como le vieron, le adoraron: mas algunos dudaban. Y llegando Jesús, les habló, diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y doctrinad á todos los Gentiles, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo: Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado: y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:16-20).
“Del mundo” aquí debería ser, como muchos sabemos, traducido como “de los tiempos”.
Aunque en mi corazón tengo tan sólo un poco que decir a los creyentes esta noche, confío en que se pueda decir lo suficiente sobre las buenas nuevas de Dios para satisfacer la necesidad de cualquiera aquí que no sea salvo.
Mateo 18:20
Primero, permítanme destacar el versículo 20 de Mateo, capítulo 18: “Porque donde están dos ó tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos”.
Este texto es sumamente familiar para casi todos los que estamos en este lugar. Lo hemos citado muchas veces; hemos tratado de adherirnos a él —aunque conscientes de que ha sido mancillado de muchas maneras— conscientes de mucha debilidad y fracaso; pero contiene los principios de Dios para congregarnos, y confío en que podamos ver algo en ello que llegue a nuestras conciencias, y que toque nuestros corazones de nuevo.
Ahora, este corto texto, si se divide en partes, contiene siete pensamientos diferentes:
“PORQUE DONDE” —es el lugar divino.
“ESTÁN” —es la unidad divina.
“DOS O TRES” —es el testimonio divino.
“CONGREGADOS” —es la separación divina.
“EN MI NOMBRE” —es la autoridad divina.
“ALLÍ ESTOY” —es la presencia divina.
“EN MEDIO DE ELLOS” —es el centro divino.
¡Qué hermoso! Ahora, es absolutamente necesario —si vamos a ser de Su agrado— saber exactamente dónde quiere el Señor que estemos en este mundo; es decir, en cuanto a la asamblea, a nuestra relación como Iglesia en este mundo. Sabemos cómo es considerada esta cuestión comúnmente, dando paso al más amplio rango de elección humana. Pero cuando acudimos a las Escrituras, encontramos que no tenemos un poder de elección. Vemos que Dios ya ha elegido por nosotros —ha definido claramente Su pensar— y que somos responsables y tenemos la obligación de responder al pensamiento de Dios como es revelado en su Palabra.
“Porque donde” — El lugar divino
Primero, en cuanto a “DONDE”. Fijémonos un poco comenzando en Mateo 28:10, porque esta Escritura contiene un principio que es válido hasta este momento.
“Entonces Jesús les dice: No temáis: id, dad las nuevas á mis hermanos, para que vayan á Galilea, y allí me verán. Y yendo ellas, he aquí unos de la guardia vinieron á la ciudad, y dieron aviso á los príncipes de los sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido. Y juntados con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero á los soldados, Diciendo: Decid: Sus discípulos vinieron de noche, y le hurtaron, durmiendo nosotros ... . Mas los once discípulos se fueron á Galilea, al monte DONDE JESÚS LES HABÍA ORDENADO” (Mateo 28:10-13, 16).
Lo que tenemos, desde el versículo 11 al 15, es una especie de paréntesis; y en el versículo 16, tenemos el pensamiento resumido. “Y como le vieron [a Jesús], le adoraron: mas algunos dudaban” (Mateo 28:17).
El punto tras el que voy en este pasaje es este: que cuando nos reunimos conforme al parecer de Dios nos conformamos con Su ordenanza, y no elegimos por nosotros mismos. Este es el principio que hay en esto. Jesús les dijo: “Allí ME veréis”. Ellos respondieron a Su ordenanza y Lo encontraron tan íntegro como Su palabra, y cuando se congregaron allí, Él estaba en medio de ellos. Hay un principio inmenso en ello. Y, como decíamos hace un momento, a veces durante ciertas “reuniones de denominaciones” se convierten almas; almas son salvadas; y luego se les dice que seleccionen la iglesia de su preferencia. Para ir, en otras palabras, a donde les plazca. Pero vean, Jesús ha designado un lugar; Jesús ha nombrado un lugar. Y si vamos a estar en Su presencia, debemos conformarnos a Sus deseos, Sus anhelos, Su voluntad, y a Su ordenanza.
Notemos otra escritura en cuanto al “DONDE”. Tomemos por ejemplo Hebreos 13:12-14; “Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo por su propia sangre, padeció fuera de la puerta. Salgamos pues á ÉL fuera del real [campamento], llevando su vituperio. Porque no tenemos aquí ciudad permanente, mas buscamos la por venir”.
Esto es muy importante en conexión con el pensamiento del “DONDE”. Si en la Escritura anterior vimos que debemos encontrarnos con el Señor de acuerdo con Su ordenanza, aquí lo encontramos fuera de algo, y ese “algo” es denominado “el campamento”. Bueno, todos sabemos lo que “el campamento” era en aquel entonces, pero ¿qué significado tiene ahora? Es todo el sistema religioso que pone al hombre en la carne en una relación externa con Dios. ¿Dónde está Jesús en esto? Él está fuera de esto, y a mí se me llama, como creyente, a “salir pues Á ÉL, llevando su vituperio”.
No podemos detenernos mucho en estas Escrituras. De hecho, la verdad mostrada aquí será simplemente una sugerencia, y usted puede buscar estas cuestiones con total libertad —pero para mí esto es lo más importante. Es un sistema caracterizado por mantenerse conectado con este mundo; mientras que el creyente no tiene una ciudad permanente aquí, de hecho, es un “advenedizo [extranjero] y peregrino” (Hebreos 11:13). No sería difícil sujetarse a la aplicación de un texto como este, a menos que buscásemos evadir su aplicación a nosotros mismos, y que pueda doler. Y es cierto, como regla general, que cuando la Escritura se nos hace difícil de aplicar y de entender, es porque nuestro DEBER y nuestro DESEO están separados. Ahí es cuando tenemos dificultad, y la tendremos de esta manera casi siempre.
¿Qué caracterizó a la Asamblea de Dios al principio según vino de Su mano? ¿Qué la caracterizó como algo anticipado, si así les parece, cuando la Mesa del Señor fue puesta por primera vez? ¿Fue algo relacionado con este mundo como “el campamento”? ¡No! Veamos, por favor, en Lucas 22, versículos 9 al 12.
“Y ellos le dijeron: ¿Dónde quieres que [preparemos]? Y él les dijo: He aquí cuando entrareis en la ciudad, os encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua: seguidle hasta la casa donde entrare, Y decid al padre de la familia de la casa: El Maestro te dice: ¿Dónde está el aposento donde tengo de comer la pascua con mis discípulos? Entonces él os mostrará un gran cenáculo aderezado; [preparad] ALLÍ”.
Ahora, se puede ver que esto es consistente con la posición del cristiano en este mundo, al que se le dice que “no tenemos aquí ciudad permanente”. Esto contrasta con lo denominado “el campamento”, que viene a ser una parcela con el sistema del mundo, y esto es algo que ya está establecido en esta escena. Lo que tenemos aquí son hermanos reunidos por SU ORDENANZA en un aposento, no en el templo, sino en un aposento. Este es un pensamiento profundo. ¿Qué es un aposento? Sólo una habitación donde uno puede pasar la noche. Justo lo contrario de algo fijo y seguro y de carácter permanente en este mundo —justo lo contrario. Y vemos el mismo pensamiento, creo yo, en el capítulo 1 de los Hechos, versículos 12 y 13, ¿cierto?
“Entonces se volvieron á Jerusalén del monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén camino de un sábado. Y entrados, subieron al aposento alto”.
Por lo tanto, el lugar —el DONDE” no sólo está fuera, no sólo se caracteriza por ser transitorio, sino que también está fuera del mundo. Es una habitación superior. Es un lugar fuera del mundo y está en una posición fuera del mundo. Y, en efecto, si llevas a cabo el pensamiento —de Hebreos 10, versículos 19 a 22 el lugar está en corazón y en espíritu dentro del velo, dentro del lugar santísimo. Qué realidad tan bendita. Vemos que, en cuanto al “DONDE”, en cuanto al “LUGAR”, está separado de este mundo y unido al cielo. Y todo lo que lo caracteriza aquí habla de lo que es transitorio, o de lo que no es permanente, de lo que está fuera y por encima de todo. Tal vez esto es suficiente de lo que deberíamos decir con respecto al “DONDE”.
“Están” — La unidad divina
Ahora quiero hacer notar otra cosa aquí. “Están  ... congregados” —hay una unidad divina. ¿Y qué pasa con esto en el mundo de hoy? Si haces un rápido análisis de la cristiandad esta noche, ¿qué descubres? ¡Casi mil trescientos cuerpos religiosos diferentes! En lugar de que los santos de Dios estén unidos —si es que acaso lo están— están separados. Están dispersos. Les digo, amados, que todos deberíamos sentir que hemos contribuido, más o menos, a este estado o condición. Pero ¿hasta dónde vamos a llegar con el principio establecido aquí? “Porque donde están dos ó tres congregados en MI NOMBRE, allí estoy en medio de ellos”.
El apóstol Pablo se anticipó a este estado. No es que el Espíritu de Dios haya sido tomado por sorpresa, si puedo decirlo así. ¡No! Pero el apóstol dice: “Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al ganado”. Y dice: “Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas, para llevar discípulos tras sí” (Hechos 20:29,30).
Se anticipó a lo que ya ha sucedido. No sólo el mal afectaría a la asamblea desde fuera, sino que también la Iglesia de Dios se convertiría en el lugar donde el mal nace, para que en sus manifestaciones prácticas se dividiera y subdividiera, tal y como está esta noche.
¿Cómo enfrentó Pablo a ese espíritu entre los santos? “Os ruego pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros disensiones, antes seáis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer. Porque me ha sido declarado de vosotros, hermanos míos, por los que son de Cloé, que hay entre vosotros contiendas; Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo cierto soy de Pablo; pues yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo. ¿Está dividido Cristo?” (1 Corintios 1:10-13).
Sería tan incoherente pensar en un Cristo dividido como en una Iglesia dividida. Es algo solemne cuando pensamos en ello. Es el brote de todo el sectarismo tal y como lo tenemos esta noche —completamente desarrollado. Que Dios nos devuelva en nuestros pensamientos a SUS pensamientos, y que estemos dispuestos a aceptar lo que ÉL ha establecido, y a atestiguar que “Dios es verdadero” (Juan 3:33).
Era un principio fundamental de la muerte de Cristo el hecho de que deberíamos ser uno. Lo tenemos en Efesios capítulo 2. Y lo que exhorto a su conciencia es esto: Si esta unidad del pueblo de Dios fue un propósito en la muerte de Cristo, si le costó su dolor, su pena, su pasión, sus agonías cuando colgó del madero, ¿cómo puedes desecharlo de tu conciencia como un tema de poca consecuencia y poca importancia? ¿Cómo puedes deshacerte de ello? ¿Cómo puedes tomarlo con tanta ligereza ya que era un propósito de la muerte de Cristo? Queridos amigos, que Dios nos permita volver a lo que dice en Su propia Palabra y a estar dispuestos a mantenernos en lo que nos enseña.
A pesar de las dificultades, a pesar de nuestra pequeñez, a pesar de nuestra falta de fuerza, busquemos la gracia —los que conocemos la verdad— para retener lo que tenemos, y “que nadie tome nuestra corona” (Apocalipsis 3:11). No es el logro de nuevas victorias; ni es conseguir nuevas conquistas: es simplemente retener lo que tienes para no perder tu corona. Eso es lo que se te pide, eso es lo que se te exhorta a hacer.
Pero entonces, ¿cómo podría llevarse a cabo esto de forma práctica ahora? “Solícitos á guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Efesios 4:3).
Tres características de la unidad del Espíritu
Hay tres características de la unidad del Espíritu.
En primer lugar, el Espíritu es el Espíritu de VIDA.
En segundo lugar, Él es el Espíritu SANTO.
En tercer lugar, Él es el Espíritu de VERDAD.
Así que, para mantener esa unidad, has de tener VIDA—tienes que nacer de nuevo. Necesitarías ser un hijo de Dios.
Para mantener esa unidad, necesitarías buscar —por gracia— caminar en SANTIDAD.
Para mantener esa unidad, necesitaría valorar a la VERDAD.
Cualquier principio permitido o tolerado que comprometa la cuestión de la VIDA, o la SANTIDAD, o la VERDAD —aunque haya cierta unidad— no sería la unidad del ESPÍRITU. Me refiero a su manifestación práctica en este mundo. Pero esto es suficiente en cuanto al “ESTÁN”.
“Dos o Tres” — El testimonio divino
“Dos o tres”. “Donde están dos o tres”. Hay algo muy bendito en ello. ¿Y realmente entendemos el secreto de este bendito texto? “Dos o tres”. Verán, con todas sus bendiciones en el día de Pentecostés, los primeros cristianos nunca pudieron conocer la aplicación específica de esta Escritura como nosotros la conocemos. Es como si el Señor Jesús hubiera anticipado toda la ruina que habría de venir, como si hubiera visto cómo la Iglesia sería destrozada, dividida y subdividida, y que sólo habría un pequeño puñado que estaría dispuesto a apartarse de la multitud, para reunirse sólo a Su Nombre. Un hecho bendito. Verán, no se puede tener una asamblea compuesta por menos de DOS. Si hubiera sólo uno, eso no sería una asamblea. Pero Él la pone en la pluralidad más baja y dice: Si sólo hay dos que están dispuestos a cumplir estos principios, “allí estoy en medio de ellos”. Una verdad maravillosa. Un hecho bendito. No debería ser una cuestión de números lo que nos afecta, nunca podríamos llegar a la verdad de esa manera. O es la verdad o no lo es. La cantidad no es relevante en esto.
Pero ustedes saben, y yo también sé, que el MAL nunca se mantuvo tan fuerte, y el BIEN nunca se debilitó tanto. Es un hecho. Lo repito —el mal nunca se mantuvo tan fuerte, y el bien nunca se debilitó tanto— pero la verdad de Dios es la misma. Los principios que gobiernan la asamblea son los mismos, y lo que se nos exhorta a hacer como hijos de Dios es continuar con lo que fue “desde el principio” (1 Juan 2:7). Puede parecer algo no actualizado, y puede parecer un poco anticuado si se ve desde una perspectiva humana, pero LA VERDAD DE DIOS NO NECESITA FECHA ALGUNA. Si fuese verdad hace dos mil años, es verdad esta noche, y será verdad eternamente. ¡Sí, lo será!
Dios nos conceda mediante Su preciosa gracia en este día de debilidad, en este día de flaqueza, en este día de pequeñez, que no despreciemos este “día de las pequeñeces” (Zacarías 4:10). Puede que no tengamos la apariencia de un ejército con estandartes, pero al menos podemos dejar “el desierto, recostados sobre nuestro Amado” (Cantar de los Cantares 8:5). Podemos ser vistos dejando el desierto, aceptando nuestra debilidad, aceptando nuestra flaqueza, aceptando nuestro fracaso, y como decíamos hace un momento, seremos mancillados de muchas maneras —pero la verdad de Dios permanece. Una cosa es empezar a adherirse a lo que no es escritural, y otra cosa es adherirse a lo que es escritural y fallar al llevarlo a cabo.
Miremos un poco más sobre “dos o tres”. La Escritura dice: “En la boca de dos ó de tres testigos consistirá todo negocio” (2 Corintios 13:1). Esa es otra manera de ver a los “dos o tres”. No sólo que se necesitaría esta cantidad para formar la asamblea en su formato más pequeño, sino que también si hay sólo “DOS”, habrá el número de testigos, y si hay “TRES”, habrá el número completo de testigos. Por lo tanto, no nos desanimemos, aunque estemos en un “día de pequeñez”, sabiendo que nosotros tenemos al Señor. Digo “NOSOTROS”. Y cuando digo nosotros, ¿a quiénes me refiero? A quienes por gracia —con corazones inclinados y espíritus disciplinados— estén dispuestos a reconocer únicamente Su nombre.
“Congregados” — La separación divina
Pero ahora yendo un poco más allá: “Porque donde están dos o tres congregados”. Ahora bien, el estar congregados supone que hay una separación, y eso es lo correcto para el pueblo de Dios, de acuerdo con el pensamiento de Dios.
Si tomamos el Israel antiguo, ¿qué se dijo de ellos en Levítico 20:26? “Yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos, para que seáis míos”. ¿Y qué se dice de nosotros? Con “nosotros” me refiero a todos los hijos de Dios. “Yo os elegí del mundo” (Juan 15:19). Si hubiera en nuestros corazones una condición que satisficiera esto, tendríamos algo como lo que vemos en Hechos 4:23: “Sueltos, vinieron á los suyos”. La línea de distinción y separación entre las almas salvadas y este mundo sería más clara; sería clara y sencilla. ¿Pero lo es? Sabemos muy bien que es lo contrario. En lugar de estar reunidos —hablo ahora de la “iglesia en general”, incluyendo todos los sistemas del hombre— vemos toda clase de mezclas, desde los cristianos más devotos hasta los más intrépidos infieles, ¡todo bajo el Nombre de Cristo! Eso no es estar reunidos; eso no concuerda con el principio de Dios de la separación. No concuerda con el principio de unidad de Dios, porque el principio de unidad de Dios es la SEPARACIÓN del mal, y no la tolerancia de éste. Es bueno para nosotros aprender esto.
“En Mi nombre” — La autoridad divina
¿Qué es lo siguiente que tenemos? “Porque donde están dos ó tres congregados en MI NOMBRE, allí estoy en medio de ellos” (Mateo 18:20). La gente a veces dice, “No hay nada en un nombre”. A menudo se oye eso. Pero ¡oh! Cuánto ha habido en un Nombre para cada uno de los que son salvos en este lugar, esta noche. Y ¡oh! Preciosa alma perdida: permíteme desviarme por un momento para hablarte de ese Nombre. ¿Notaste que al principio de esta noche leímos en el capítulo 1 de Mateo: “y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará á su pueblo de sus pecados”? ¿Hay algo en ese Nombre? Veamos el capítulo 4 de los Hechos, por favor, y permítanme leer los versículos 11 y 12, que hablan de Jesucristo.
“Este es la piedra reprobada de vosotros los edificadores, la cual es puesta por cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salud; porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado á los hombres, en que podamos ser salvos”.
Así que, usted está limitado a esto. No hay otra manera, no hay otro “NOMBRE”. No hay otra escapatoria, ninguna otra salida, pero gracias a Dios que ese “NOMBRE” está DEBAJO del cielo, y por lo tanto está disponible para los pecadores en este mundo para salvación.
Quiero mostrarles algo más sobre ese “NOMBRE”, y está en Filipenses 2:8. Quiero mostrarles los pensamientos de Dios sobre esto, antes de que nos atrevamos a decir o afirmar que no hay nada en un nombre:
Jesús, “hallado en la condición como hombre, se humilló á sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le ensalzó á lo sumo” —ahora escuchen— “y dióle un NOMBRE que es sobre todo nombre; Para que en el NOMBRE DE JESÚS se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y de los que en la tierra, y de los que debajo de la tierra; Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, á la gloria de Dios Padre”. Después de leer este testimonio de Dios, ¿dirías o tolerarías el pensamiento de que “no hay nada en un nombre”? ¡En ninguna manera!
Ahora digo, este es el único Nombre en el que debemos congregarnos —EL ÚNICO NOMBRE. Si es el único Nombre para salvación, es el único Nombre en el que debemos congregarnos. No se te ocurriría poner el nombre de Martín Lutero junto al de Cristo para salvación, ni el de John Wesley junto al de Cristo para salvación, y, sin embargo, sí estás dispuesto a poner esos nombres junto al de Cristo cuando se trata de congregarse. Usaré sólo esos dos nombres; en principio, representan a todos los demás. Ahí lo tienen. Cualquier cosa que sea menos que ese “NOMBRE” —es muy pequeño. Es el “NOMBRE” del Señor Jesucristo. ¿Están reunidos sólo a ese “NOMBRE”? Bueno, ahora ven un poco más allá. Podríamos seguir hablando de esto, pero no esta noche.
“Allí estoy” — La presencia divina
“Allí estoy yo”. Aquí está la presencia divina. ¡Oh! ¡Qué cosa tan maravillosa! Y, queridos amigos, procuremos cultivar cada vez más el pensamiento de que el Señor Jesús está en medio de nosotros. No hay nada que sostenga el corazón de esa forma, y no hay nada que atraiga al alma así. No hay nadie que tenga en su nombre un encanto como lo tiene Cristo, cuya presencia está garantizada a los dos o tres congregados a SU NOMBRE. ¿Y por qué leí el texto del capítulo 1 de Mateo, versículos 21 a 23, al principio de esta plática en esta noche? Simplemente porque vemos aquí, lo que tenemos allí. Puedes decir, “¿A qué te refieres?” Note, leemos, “Y llamarás su nombre Emmanuel, que declarado, es: Con nosotros Dios”. No es “Dios conmigo”, sino “Dios con nosotros”.
Eso es lo que tenemos aquí en Mateo. ¿Los judíos se dieron cuenta de eso? No, nunca se dieron cuenta. Nunca vieron en Él al Mesías. Ya que esto es cierto, ¿dónde podemos encontrar la aplicación de este hecho? ¿Dónde está Dios con nosotros? Encontramos su aplicación en los dos o tres congregados al Nombre del Señor: “con nosotros Dios”.
“En medio de ellos” — El centro divino
“Allí estoy en medio de ellos”. ¡Bendito hecho maravilloso! “Oh”, puedes decir, “Eso podría haber sido en el pasado”. ¿Pero, por qué leí el último verso del último capítulo de Mateo? Simplemente porque, así como Mateo comienza, también termina.
Notemos de nuevo en la última cláusula del capítulo 28. “He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. ¿A quién le está hablando? ¿A individuos particulares? ¡No! Está hablando con Sus santos congregados que se han conformado a Su ordenanza, y en medio de los cuales está Él para el gozo de sus corazones. En el capítulo 1 tenemos “con nosotros Dios”. “Con nosotros”. Enfatiza el “NOSOTROS”. En el capítulo 18 tenemos, “allí estoy en medio de ellos, ¿y por cuánto tiempo? En el capítulo 28 “hasta el fin del mundo”.
¿Qué es lo que se interpone en nuestro camino de manera que no nos demos cuenta de esto? Te diré lo que es. Permíteme volver a Génesis 28, versículos 10 al 12, y el 16.
“Y salió Jacob de Beer-seba, y fué á Harán; Y encontró con un lugar, y durmió allí porque ya el sol se había puesto: y tomó de las piedras de aquel paraje y puso á su cabecera, y acostóse en aquel lugar. Y soñó, y he aquí una escala que estaba apoyada en tierra, y su cabeza tocaba en el cielo: y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella ... dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía”.
¿Sigues atado a este mundo? ¿Qué piensas? ¿O ha sido tu corazón retraído, y tus ojos cerrados a lo que hay aquí? Es muy probable que encuentres más de lo que Jacob encontró. ¿Qué encontró en estas condiciones? Notemos en el versículo 16. ¿Alguna vez has dicho, como alguien reunido a Su Nombre, “Ciertamente Jehová está en este lugar”? Y si no lo has hecho, ¿por qué no? Simplemente porque sigues atado a este mundo, porque tu corazón no se ha retraído de este mundo, porque tus ojos no se han cerrado ante todo lo que hay en él. Eso es un hecho. ¿Qué notamos en Mateo 28? que “Algunos dudaban”. Jesús designó un lugar de reunión, ellos se conformaron a Su ordenanza, Le encontraron allí, y se alegraron cuando vieron al Señor, pero algunos dudaron. Y muy probablemente, podrían haberla reportado como una reunión aburrida, un lugar aburrido. ¿Pero por qué una reunión aburrida? ¿Por qué un lugar frío? Porque dudaron, porque sus almas aún estaban bajo los efectos engañosos de este mundo. El hombre quiere ver algo —lo espectacular. “Porque por fe andamos, no por vista” (2 Corintios 5:7).
Cuando tomes tu lugar en la mesa del Señor, repite a tu alma: “Ciertamente Jehová está en este lugar”. ¿Cuál fue la conclusión de Jacob sobre esto? Dice: “No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo” (Génesis 28:17) ¿Por qué es que no vamos más a menudo a las cercanías del cielo en nuestras reuniones? ¿Por qué entre nosotros no hay más de ese sentir de lo que es estar en “la casa de Dios”? Es porque no atestiguamos que Dios es verdadero cuando dice, “allí estoy yo”. Que el Señor dice verdad cuando dice, “allí estoy yo”. Pero me atrevo a decir que nosotros hemos ido un poco más allá que Jacob. Porque si él habla de “la puerta del cielo”, lo hace desde el EXTERIOR. Si nosotros hablamos de “la puerta del cielo”, lo hacemos desde el INTERIOR. Te preguntas: “¿Cómo es eso?” NUESTRO lugar es “POR el velo” (Hebreos 10:20). ¡Gracias a Dios por esto! ¡Oh, qué santo! Cuán santo es el tema que estamos considerando en este momento, y uno siente las ganas de quitarse el calzado e inclinar la cabeza de nuevo, y decir solemnemente, y con alegría, “Ciertamente Jehová está en este lugar”.
¡Oh! Que Dios mismo aumente y profundice, en nuestras almas, el sentir el privilegio que nos corresponde al ser congregados a Su nombre. ¿No lo mencionó el Señor Jesús? Notemos por favor lo que Él dijo en Hebreos 2, versículos 11 y 12, lo cual es parte de una cita del Salmo 22:22: “Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos: por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, Diciendo: Anunciaré á mis hermanos tu nombre, En medio de la congregación te alabaré” (Hebreos 2:11-12).
Gracias a Dios, ahora triunfo si Él está entre nosotros —Él está allí para dirigir la canción. ¡Oh, qué bendición es esta! Si Él ha ganado el derecho para cantar, habiendo salido victorioso de la muerte —la muerte que era para ti y para mí— entonces nosotros deberíamos cantar también. ¡Bendito, bendito sea su Nombre! ¿Recuerdas ese pasaje en 1 Corintios 14, versículos 24 a 25, donde todo está en orden? Aprendemos que, aunque un incrédulo esté en tal reunión, se verá obligado a salir de ese lugar diciendo: “Verdaderamente Dios está en vosotros”. Les digo, queridos amigos: estamos solo tocando la superficie de lo que es congregarse al nombre del Señor Jesús —Él está en medio de nosotros.
¡Oh! Que Dios profundice en nuestras almas lo que es, el santo y bendito sentido de lo que es estar donde el Señor está. Y que nuestras almas repitan con gran convicción, “CIERTAMENTE JEHOVÁ ESTÁ EN ESTE LUGAR”.