Levítico 1; 6:8-138And the Lord spake unto Moses, saying, 9Command Aaron and his sons, saying, This is the law of the burnt offering: It is the burnt offering, because of the burning upon the altar all night unto the morning, and the fire of the altar shall be burning in it. 10And the priest shall put on his linen garment, and his linen breeches shall he put upon his flesh, and take up the ashes which the fire hath consumed with the burnt offering on the altar, and he shall put them beside the altar. 11And he shall put off his garments, and put on other garments, and carry forth the ashes without the camp unto a clean place. 12And the fire upon the altar shall be burning in it; it shall not be put out: and the priest shall burn wood on it every morning, and lay the burnt offering in order upon it; and he shall burn thereon the fat of the peace offerings. 13The fire shall ever be burning upon the altar; it shall never go out. (Leviticus 6:8‑13)
Mi intención es ocuparme de un modo sencillo, tal como el Señor pueda ayudarme, de algunas de las ofrendas mencionadas en el libro de Levítico, porque ellas exponen de una manera especial la Persona y obra del Señor Jesucristo, y podemos añadir también, las bendiciones que han llegado a ser nuestras por medio de lo que Él ha hecho. Leamos, por tanto, dos versículos en el último capítulo de Éxodo (versículos 34-35), Levítico 1 Completo, y “la ley del holocausto” en Levítico 6:8-138And the Lord spake unto Moses, saying, 9Command Aaron and his sons, saying, This is the law of the burnt offering: It is the burnt offering, because of the burning upon the altar all night unto the morning, and the fire of the altar shall be burning in it. 10And the priest shall put on his linen garment, and his linen breeches shall he put upon his flesh, and take up the ashes which the fire hath consumed with the burnt offering on the altar, and he shall put them beside the altar. 11And he shall put off his garments, and put on other garments, and carry forth the ashes without the camp unto a clean place. 12And the fire upon the altar shall be burning in it; it shall not be put out: and the priest shall burn wood on it every morning, and lay the burnt offering in order upon it; and he shall burn thereon the fat of the peace offerings. 13The fire shall ever be burning upon the altar; it shall never go out. (Leviticus 6:8‑13).
Probablemente todos los que están aquí presentes son conscientes de que las ofrendas que son traídas ante nosotros en el libro de Levítico son, tal como yo he insinuado, tipos o imágenes presentadas por el Espíritu Santo de la Persona y obra del Señor Jesucristo, y también de qué resultados redundan para nosotros por medio de esa obra, gracias a Dios. Pero alguien podría decir, «¿Está usted seguro que en realidad son tipos? ¿O está solamente en la imaginación del hombre que ellos son eso?».
Al responder este interrogante nosotros acudiremos al Nuevo Testamento, donde aprenderemos de las palabras del propio Señor Jesucristo, así como de las inspiradas palabras de un apóstol, que las ofrendas del Antiguo Testamento son en realidad tipos del Salvador y Su obra.
En primer lugar, leeremos un pasaje en Lucas 24. El Señor Jesús, hablando a aquellos dos que iban a Emaús, dijo, “¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera todas estas cosas y entrara en Su gloria? Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les explicó lo referente a Él en todas las Escrituras” (Lucas 24:25-27,25Then he said unto them, O fools, and slow of heart to believe all that the prophets have spoken: 26Ought not Christ to have suffered these things, and to enter into his glory? 27And beginning at Moses and all the prophets, he expounded unto them in all the scriptures the things concerning himself. (Luke 24:25‑27) LBLA).
La expresión “comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas”, comprende en realidad la totalidad del Antiguo Testamento. “Comenzando por Moisés”, es decir, los cinco libros de Moisés —Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio— y después “por todos los profetas”, “les explicó lo referente a Él en todas las Escrituras (es decir, Las Escrituras del Antiguo Testamento)”.
¿Han leído ustedes alguna vez el libro de Levítico y aprendido de él lo que del Señor Jesús dice? ¿O han hecho ustedes lo que muchos del pueblo del Señor hacen hasta este día? Ellos comienzan a leer la Biblia, pero cuando llegan a Levítico, lo pasan por alto. Ellos no lo leen en absoluto, porque piensan que es solamente un libro de formas y ceremonias judías —un ritual que no tiene absolutamente nada que ver con cristianos—. Pero nosotros aprendemos de este pasaje en Lucas que el Señor explicó a esos dos viajeros “en todas las Escrituras” lo que de Él decían.
Un poco más abajo en este capítulo de Lucas leemos, “Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de Mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos” (Lucas 24:4444And he said unto them, These are the words which I spake unto you, while I was yet with you, that all things must be fulfilled, which were written in the law of Moses, and in the prophets, and in the psalms, concerning me. (Luke 24:44)).
“La ley de Moisés” no significa meramente los diez mandamientos, sino los cinco primeros libros de la Biblia.
¡Oh, que maravillosa exposición debió haber sido esa! Fue a partir de las Escrituras del Antiguo Testamento —la ley de Moisés, los profetas y los Salmos— que Él les explicó lo que de Él decían. Cuán maravilloso llega ser, entonces, este libro de Levítico para nuestros ojos cuando encontramos que, en lugar de ser solamente algún ritual judío, nosotros tenemos cosas preciosas en él concernientes al propio Señor Jesús. Y cuando encontramos que cada una de estas ofrendas nos presenta un retrato del Señor Jesús, sea en Su Persona o en Su obra, ¡cuán interesante ello llega a ser! Es realmente muy misericordioso por parte de Dios enseñarnos de esta forma, por medio de tipos o retratos, porque nuestras pobres y estrechas mentes no podrían aprehender de inmediato la gloria de la Persona del Señor Jesús, o el valor de Su obra. Por consiguiente, Dios presenta estos tipos para que podamos, por así decirlo, considerar un aspecto de la Persona u obra del Señor Jesús a la vez. Entonces, habiendo considerado un tipo, nos volvemos a otro, lo que nos presenta un aspecto diferente. Así, reuniéndolos todos, nuestros corazones se llenan de asombro, adoración y alabanza, mientras aprendemos, de una forma en que no podríamos haber aprendido por otra parte, cuál es la gloria de Su Persona y cuál el valor de Su obra.
Nosotros encontramos en este libro de Levítico que hubo cuatro ofrendas principales. El primer capítulo presenta el holocausto; el segundo capítulo, la oblación u ofrenda vegetal, el tercer capítulo, el sacrificio de paz; y el cuarto capítulo, la ofrenda por el pecado. Cuatro ofrendas son traídas ante nosotros por el Espíritu Santo con el fin de aclarar a nuestras mentes cuatro diferentes aspectos de la Persona y obra del Señor Jesucristo, tal como en el Nuevo Testamento el Espíritu Santo nos ha presentado, en los cuatro Evangelios, cuatro diferentes aspectos de la Persona del Señor.
Ahora bien, si ustedes van a Hebreos 10, encontrarán mencionadas estas cuatro ofrendas: “Por lo cual cuando entra en el mundo, dice: Sacrificio y ofrenda, no los quisiste; empero un cuerpo me has preparado: en holocaustos y ofrendas por el pecado no te complaciste” (Hebreos 10:5-6,5Wherefore when he cometh into the world, he saith, Sacrifice and offering thou wouldest not, but a body hast thou prepared me: 6In burnt offerings and sacrifices for sin thou hast had no pleasure. (Hebrews 10:5‑6) VM).
“Sacrificio y ofrenda”, en el versículo 5, responderían al sacrificio de paz y a la oblación u ofrenda vegetal, y en el versículo 6 tenemos “holocaustos y ofrendas por el pecado”. De modo que nosotros encontramos todas estas cuatro ofrendas mencionadas. Luego en Hebreos 10:77Then said I, Lo, I come (in the volume of the book it is written of me,) to do thy will, O God. (Hebrews 10:7) el Señor Jesús es visto viniendo a cumplir la voluntad de Dios.
Es muy evidente, a partir de estos versículos, que las ofrendas son tipos de Aquel que dijo, “He aquí que vengo, oh Dios, para hacer Tu voluntad” —es decir, del Señor Jesús.
Otra Escritura que puede ser mencionada está en Hebreos 9 “Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo; dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie” (Hebreos 9:6-86Now when these things were thus ordained, the priests went always into the first tabernacle, accomplishing the service of God. 7But into the second went the high priest alone once every year, not without blood, which he offered for himself, and for the errors of the people: 8The Holy Ghost this signifying, that the way into the holiest of all was not yet made manifest, while as the first tabernacle was yet standing: (Hebrews 9:6‑8)).
Yo pienso que hemos visto ahora lo suficiente del Nuevo Testamento para mostrarnos claramente que todas estas ofrendas son realmente tipos del Señor Jesús mismo presentados a nosotros por el Espíritu Santo. Regresaremos por tanto a nuestro tema.
Es muy útil conectar el final de Éxodo con el comienzo de Levítico. Esto no se lleva a cabo a menudo, pero yo creo que podemos sufrir pérdida no haciéndolo, y es la razón por la cual yo leo esos versículos finales.
Leamos ahora Levítico 1:1: “Llamó Jehová a Moisés, y habló con él desde el tabernáculo de reunión, diciendo ... ”. Fue desde el interior del tabernáculo que Jehová habló. Él no habló desde el monte Sinaí, donde Él dio la ley. No. La gloria de Jehová llenó el tabernáculo, y de esa gloria Él habló a Moisés y dijo, “Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando alguno de entre vosotros ofrece ofrenda a Jehová ... ”. Él divulgó todas esas instrucciones, no acerca de guardar la ley, sino acerca de las ofrendas.
¿No es eso significativo? En primer lugar, nosotros encontramos la gloria llenando el tabernáculo, y luego a Dios hablando desde esa gloria en cuanto a la manera en que un pecador, como usted y yo, podía ser hecho apto para morar toda la eternidad en esa gloria. ¡Cuán sencillamente, cuán hermosamente, ello es sacado a luz en este capítulo! El holocausto está primero, porque muestra de qué manera un pecador por naturaleza puede ser aceptado delante de un Dios santo en el terreno de la ofrenda. Ello saca a relucir de manera clara y bienaventurada de qué manera un pecador que está lejos de Dios, alejado de Él por malas obras, el cual aborrece a Dios en su corazón, que tiene una voluntad rebelde, y está lleno de pecado —de qué manera ese pecador podía ser aceptado delante de Dios en el terreno del valor, a Sus ojos, del sacrificio de Cristo—. Eso es lo que tenemos que es sacado a relucir en el holocausto. Yo no digo que es el primer pensamiento, pero es lo que nosotros encontramos que es sacado a relucir.
Pues bien, ¿de qué habla este holocausto? Usted dice, “de la obra de Cristo”. Pero ¿qué aspecto de la obra de Cristo? Bueno, la ofrenda por el pecado, que es la última en el orden, habla por sí misma. Eso es un tipo de Cristo llevando nuestros pecados, lo que hemos hecho, quitándolos para siempre. Pero ¿qué es el holocausto? El holocausto es aquello que tipifica a Cristo viniendo a hacer la voluntad de Dios, a toda costa para Él, a pesar de todo ese padecimiento y agonía terribles de la cruz. Él vino a cumplir la voluntad de Dios y a glorificarle a Él en la muerte. Gracias a Dios, fue por nosotros también. La voluntad de Dios fue nuestra salvación, así el Señor Jesús, al venir a cumplir la voluntad de Dios, vino también a consumar nuestra salvación. Supongan que yo planteara esta pregunta al pueblo del Señor de manera general: «¿Cuál piensan ustedes que fue el primer objetivo del Señor Jesús al venir a este mundo?» ¿Qué respuesta piensan usted que ellos darían? Nueve de diez dirían que el primer objetivo fue a salvar pecadores, obviamente. Sin embargo, ese no fue el primer objetivo. Ello fue un objetivo. Pero ¿cuál fue el primer objetivo del Señor al venir a este mundo? ¿Acaso no hemos leído recién de Hebreos 10?
“Por lo cual cuando entra en el mundo, dice: Sacrificio y ofrenda, no los quisiste; empero un cuerpo me has preparado: en holocaustos y ofrendas por el pecado no Te complaciste: entonces dije: He aquí yo vengo ... para hacer, oh Dios, Tu voluntad” (Hebreos 10:5-7,5Wherefore when he cometh into the world, he saith, Sacrifice and offering thou wouldest not, but a body hast thou prepared me: 6In burnt offerings and sacrifices for sin thou hast had no pleasure. 7Then said I, Lo, I come (in the volume of the book it is written of me,) to do thy will, O God. (Hebrews 10:5‑7) VM).
El primer objetivo que el Señor Jesús tuvo al venir a este mundo fue cumplir la voluntad de Dios y glorificarle. ¿Y cuándo fue esta obediencia perfecta a la voluntad de Dios más perfectamente expresada que cuando Él por nosotros fue hecho pecado en la cruz? ¿Cuándo descendió Él a la muerte para hacer la voluntad de Dios, y eso por nosotros? Fue cuando Él tomó nuestros pecados sobre Él y fue hecho pecado que Dios adquirió Su más elevada y mayor gloria (Juan 13:31-3231Therefore, when he was gone out, Jesus said, Now is the Son of man glorified, and God is glorified in him. 32If God be glorified in him, God shall also glorify him in himself, and shall straightway glorify him. (John 13:31‑32)). Es muy importante entender eso.
Por consiguiente, El holocausto viene, de manera muy natural, en primer lugar, porque representa a Cristo, no tanto como tomando nuestros pecados, sino como ofreciéndose Él mismo sin mancha a Dios, para cumplir la voluntad de Dios y glorificarle, y eso en muerte.
Si ustedes acuden a Efesios 5:22And walk in love, as Christ also hath loved us, and hath given himself for us an offering and a sacrifice to God for a sweetsmelling savor. (Ephesians 5:2) encontrarán que hay dos aspectos de la obra de Cristo presentados a nosotros en un versículo: “andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a Sí mismo por nosotros”; ese es nuestro aspecto: “ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante”; ese es el otro aspecto, y ese es el aspecto que es presentado en el holocausto —ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma—. Yo estoy seguro que nosotros perdemos mucho en nuestras almas por no considerar ese aspecto del sacrificio de Cristo —lo que es para Dios, y no meramente lo que es para nosotros—. Nosotros obtenemos una paz mucho más profunda considerándolo de ese modo. Nos beneficiamos inmensamente mediante ello. Permítanme preguntarles, ¿Han contemplado ustedes alguna vez ese aspecto de la muerte del Señor Jesús? Yo confío que todo el que está aquí puede decir desde el corazón, «El Señor Jesús murió por mí; en el amor de Su corazón Él se entregó por mí». ¡Hecho maravilloso y bienaventurado! Nosotros jamás lo olvidaremos a través de toda la eternidad. Pero permítanme preguntarles, ¿Han pensado ustedes de manera insistente en lo que esa obra de Cristo fue para Dios? ¿Han considerado ustedes alguna vez cuales fueron los pensamientos de Dios con respecto a Aquel bendito cuando Él se ofreció así sin mancha? Regresando a Levítico 1 leemos: “Si fuere su oblación holocausto tomado de la vacada, presentará a este efecto un macho sin tacha: a la entrada del Tabernáculo de Reunión lo presentará; para que sea acepto en favor suyo (esta es la lectura correcta) delante de Jehová” (Levítico 1:3,3If his offering be a burnt sacrifice of the herd, let him offer a male without blemish: he shall offer it of his own voluntary will at the door of the tabernacle of the congregation before the Lord. (Leviticus 1:3) VM).
Presten atención: el animal no es inmolado aún. Es traído, o presentado en primer lugar, sin defecto, para la aceptación del oferente delante de Jehová. Un animal imperfecto no podía ser aceptado. Vayan solamente a un pasaje en Levítico 22.
“Habla a Aarón y a sus hijos, y a todos los hijos de Israel y diles: Cualquier hombre de la casa de Israel, o de los extranjeros residentes en Israel, que quisiere presentar su oblación, por cualquier voto suyo, o por cualquiera ofrenda voluntaria suya, de las que suelen presentar a Jehová como holocausto, a fin de que sea acepto por vosotros”, (o “para que vosotros podáis ser aceptados”, véase la ‘Revised Version’ en Inglés), “habrá de ser macho sin tacha, ora sea de la vacada, ora de las ovejas o de las cabras. No podréis presentar ninguna cosa que tuviere defecto; porque no será acepto de vosotros. Asimismo en cuanto a cualquier hombre que quisiere presentar sacrificio de paces a Jehová, por cumplir un voto o por ofrenda voluntaria, ya sea de la vacada ya del rebaño, ha de ser perfecto para que sea acepto; ningún defecto ha de haber en él” (Levítico 22:18-21,18Speak unto Aaron, and to his sons, and unto all the children of Israel, and say unto them, Whatsoever he be of the house of Israel, or of the strangers in Israel, that will offer his oblation for all his vows, and for all his freewill offerings, which they will offer unto the Lord for a burnt offering; 19Ye shall offer at your own will a male without blemish, of the beeves, of the sheep, or of the goats. 20But whatsoever hath a blemish, that shall ye not offer: for it shall not be acceptable for you. 21And whosoever offereth a sacrifice of peace offerings unto the Lord to accomplish his vow, or a freewill offering in beeves or sheep, it shall be perfect to be accepted; there shall be no blemish therein. (Leviticus 22:18‑21) VM).
En primer lugar, la ofrenda tenía que ser perfecta para ser aceptada. Si hubiese habido una sola mancha, una sola imperfección, en ese becerro, no podía haber sido aceptado, y si el becerro no había sido aceptado, el oferente no habría sido aceptado, porque el animal era ofrecido para que él fuese aceptado. ¿A qué señala esto? A la Persona santa, inmaculada, del bendito Señor Jesús, nacido en este mundo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, Aquel que no estimó el ser igual a Dios (Filipenses 2) como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, viniendo a este mundo, no como un hombre adulto como Adán, sino como un niño recién nacido, y pasando después a través de este mundo como Uno santo, inmaculado y ofreciéndose sin mancha a Dios. La totalidad de esa vida bienaventurada, inmaculada (sobre lo cual no me detengo ahora, porque ello está tipificado en la oblación u ofrenda vegetal), la totalidad de esa vida, toda palabra que Él habló, toda acción que Él llevó a cabo, ascendieron a Dios como fragante aroma. Y encontramos después que Él fue a la muerte.
La obediencia que Le caracterizó en Su vida sólo fue perfeccionada, por así decirlo, en Su muerte. O, tal como leemos en Filipenses 2, Él fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Nosotros conocemos los pensamientos de Dios acerca de Aquel bendito. Los cielos fueron abiertos dos veces, y la voz del Padre fue oída, “Este es Mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”, o, “en quien hallo Mi delicia” (JND). Todo pensamiento de Su corazón fue para Dios un fragante aroma. Vino después la hora terrible en el huerto de Getsemaní, cuando fue traído ante el Señor Jesús todo aquello a través de lo cual Él tendría que pasar si Él persistía en esa bienaventurada senda de obediencia —por lo que Él tendría que pasar si Él llevaba a cabo la voluntad de Dios perfectamente—. Todo fue traído de tal manera ante Él que el Señor dijo, “Padre Mío, si es posible, pase de Mí esta copa; pero no sea como Yo quiero, sino como Tú” (Mateo 26:3939And he went a little further, and fell on his face, and prayed, saying, O my Father, if it be possible, let this cup pass from me: nevertheless not as I will, but as thou wilt. (Matthew 26:39)). Así que Él va a la cruz en obediencia perfecta y bienaventurada y Él mismo se ofrece, una víctima voluntaria, para cumplir la voluntad de Dios.
Yo no les pregunto, amados amigos, cuál es el pensamiento que ustedes albergan acerca de este hecho maravilloso, ese hecho de obediencia y consagración bienaventuradas a la gloria del Padre, sino, ¿han considerado ustedes alguna vez cuál es el pensamiento de Dios acerca de Aquel bendito y Su obediencia hasta la muerte? Si el Padre pudo decir acerca de Él durante Su vida aquí, “Este es Mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”, cuánto más ahora que Él ha ido a la muerte misma, por obediencia y amor al Padre. En Juan 14:3131But that the world may know that I love the Father; and as the Father gave me commandment, even so I do. Arise, let us go hence. (John 14:31) nosotros encontramos dos cosas, Su amor y Su obediencia al Padre, ambas cosas mostradas al ir Él a la muerte. “Mas para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre Me mandó, así hago. Levantaos, vamos de aquí”. Él se levantó de la cena para ir a la cruz.
Suponiendo que un amigo al cual amamos mucho pasara a través de gran tribulación y padecimiento para hacer algo que nosotros deseásemos que sea hecho, ¿no deberíamos apreciar su consagración a nosotros? Piensen entonces en el Señor Jesucristo, a todo costo para Él mismo, a expensas de esa horrible agonía de la cruz, en obediencia perfecta viniendo a hacer la voluntad de Dios; como Él dijo, “Mi comida es que haga la voluntad del que Me envió, y que acabe Su obra” (Juan 4:3434Jesus saith unto them, My meat is to do the will of him that sent me, and to finish his work. (John 4:34)). El Padre tuvo siempre Su complacencia en Él. Pero Él iba ahora a poner Su vida en amor y obediencia al Padre y dice; “Por eso Me ama el Padre, porque Yo pongo Mi vida, para volverla a tomar” (Juan 10:1717Therefore doth my Father love me, because I lay down my life, that I might take it again. (John 10:17)). ¡Por eso! ¿Acaso el Padre no amó siempre al Hijo? No obstante Él dice, “Por eso Me ama el Padre, porque Yo pongo Mi vida”. Hubo una causa nueva, un motivo nuevo, por así decirlo, para que el amor del Padre fluya hacia el Hijo; y cuando en la cruz el Señor fue hecho pecado, Él nunca fue más el Objeto del deleite del Padre de manera personal. El haber sido Él hecho pecado fue la perfección de Su obediencia. Él fue a la muerte por obediencia a Dios. Él fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Oh amados amigos, ¿qué piensa Dios acerca de eso? Ello está expresado en nuestro capítulo en estas palabras: “Y lavará con agua los intestinos y las piernas”, (es decir, el sacrificio era hecho limpio para mostrar lo que Cristo era por naturaleza —perfecto, puro, santo—) “y el sacerdote hará arder todo sobre el altar; holocausto es, ofrenda encendida de olor grato para Jehová” (Levítico 1:99But his inwards and his legs shall he wash in water: and the priest shall burn all on the altar, to be a burnt sacrifice, an offering made by fire, of a sweet savor unto the Lord. (Leviticus 1:9)).
“Ofrenda encendida de olor grato para Jehová”. ¿Qué idea comunican esas palabras a nuestras mentes? ¿Acaso no es un olor grato algo en lo cual nosotros nos complacemos, algo que es agradable a nosotros? Estas son las palabras que el Espíritu Santo usa para darnos a conocer los pensamientos de Dios acerca de Aquel bendito y Su sacrificio. “Ofrenda encendida de olor grato para Jehová”. ¿Qué significa “fuego” en la Escritura? Fuego significa generalmente el juicio probatorio de Dios. Fuego y olor grato van juntos. Consideren a Aquel bendito en la cruz. Cuando Él estuvo allí, todas las ondas y las olas del juicio de Dios pasaron sobre Su cabeza. Cuando Él, el que no conoció pecado, por nosotros fue hecho pecado; cuando Él estuvo allí, cargando con todo el peso de nuestro juicio, en Su gracia infinita, ¿qué salió a luz? Nada más que perfección infinita, nada más que un olor grato para Dios, nada más que aquello en lo que Dios encontró infinita complacencia. Probado hasta lo sumo, y mientras más probado más olor grato salió. Mientras más nosotros somos probados, más salen a relucir nuestras imperfecciones. Mientras más fue Él probado, más salieron a relucir Sus perfecciones —más olor grato salió delante de Dios—. ¡Cuán bienaventurado es mirar hacia atrás y ver al Señor Jesús por nosotros hecho pecado, y no obstante el olor grato de lo que Él era subiendo a Dios! En aquel olor grato nosotros nos encontramos aceptados, tal como veremos más adelante.
Hasta este momento nosotros hemos estado pensando en lo que Cristo es para Dios; y si preguntamos, «¿Qué piensa Dios acerca del sacrificio maravilloso del Señor Jesús? ¿Qué piensa Él acerca de Aquel bendito que fue a la cruz para consumar Su gloria a todo costo para Él mismo?». El tema es tan grande que nosotros no podemos conocerlo jamás en su plenitud. Pero el Espíritu Santo lo ha expresado para nosotros en estas palabras: “Ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Efesios 5:22And walk in love, as Christ also hath loved us, and hath given himself for us an offering and a sacrifice to God for a sweetsmelling savor. (Ephesians 5:2)).
Ahora bien, ¿cuál es nuestra parte en el holocausto? ¿Dónde entramos nosotros? Ha sido dicho verdaderamente que el holocausto era todo para Dios; el sacerdote tenía que hacer arder “todo sobre el altar”. Pero debemos recordar que se habla de expiación, se habla de derramamiento de sangre; y Levítico 1:44And he shall put his hand upon the head of the burnt offering; and it shall be accepted for him to make atonement for him. (Leviticus 1:4) dice “Luego pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto; y será acepto en favor suyo, para hacer expiación por él” (VM).
Esa es nuestra parte, nuestra obtención del beneficio del mismo, por así decirlo. Es el holocausto lo que nos dice de qué manera Cristo “llevó Él mismo nuestros pecados en Su cuerpo sobre el madero” (1 Pedro 2:2424Who his own self bare our sins in his own body on the tree, that we, being dead to sins, should live unto righteousness: by whose stripes ye were healed. (1 Peter 2:24)). Eso se relaciona con lo que nosotros hemos hecho. El holocausto trata más con la cuestión de lo que nosotros somos —de nuestro estado delante de Dios como pecadores, como en Romanos 5:19: “por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores”— lo que nosotros somos por naturaleza. Esa es realmente la cuestión a resolver, y de qué manera un pecador por naturaleza puede ser aceptado delante de un Dios santo. Esa es una dificultad para miles del pueblo de Dios. Muchos dicen, «Yo no tengo ninguna dificultad acerca de mis pecados; yo sé que el Señor los llevó todos. No obstante, yo no puedo decir que tengo paz estable delante de Dios». ¿Cómo es eso? Usted dice, «Yo veo que mis pecados están perdonados, pero siento que no alcanzo lo que yo debiese ser como cristiano, Me parece tener tan poco amor por el Señor y por Su Palabra».
Yo creo que el holocausto representa aquello que responde plenamente esta pregunta, porque trata más con nuestro estado por naturaleza, y de qué manera nosotros somos aceptados delante de Dios. Esta no es la primera vez que leemos acerca de un holocausto en la Escritura. El sacrificio de Abel llevó el carácter de un holocausto; y mediante él Abel alcanzó el testimonio de que él, un pecador por naturaleza, era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; es decir, dando testimonio del valor del sacrificio (Hebreos 11:44By faith Abel offered unto God a more excellent sacrifice than Cain, by which he obtained witness that he was righteous, God testifying of his gifts: and by it he being dead yet speaketh. (Hebrews 11:4)).
Noé ofreció también un holocausto después del diluvio. Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en Su corazón: “No volveré más a maldecir la tierra” aunque “el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud” (Génesis 8:2121And the Lord smelled a sweet savor; and the Lord said in his heart, I will not again curse the ground any more for man's sake; for the imagination of man's heart is evil from his youth; neither will I again smite any more every thing living, as I have done. (Genesis 8:21)). Además, Job ofreció holocaustos por sus hijos. “Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones” (Job 1:55And it was so, when the days of their feasting were gone about, that Job sent and sanctified them, and rose up early in the morning, and offered burnt offerings according to the number of them all: for Job said, It may be that my sons have sinned, and cursed God in their hearts. Thus did Job continually. (Job 1:5)).
Ustedes observarán que Levítico 1:44And he shall put his hand upon the head of the burnt offering; and it shall be accepted for him to make atonement for him. (Leviticus 1:4) dice, “Pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto”. La acción significa que el oferente era identificado con todo el valor del sacrificio. En otras palabras, si Dios aceptaba el sacrificio, Él aceptaba a aquel que venía con él. Si Dios encontraba en el sacrificio olor fragante, y hallaba complacencia en él, Él encontraba la misma complacencia en aquel que venía con él. El oferente era identificado plenamente con el valor del sacrificio delante de Dios. Tal como leemos, “y será aceptado”, en lugar de él. ¡Oh, cuán sencillo y bienaventurado es eso! El sacrificio de Cristo aceptado por Dios por nosotros, conforme a todo el valor que Él le confiere —Cristo aceptado en lugar de nosotros—. En vez de estar delante de Dios con nuestros pecados y nuestro aborrecimiento hacia Él, en lugar de nuestra desobediencia y falta de consagración, nosotros somos aceptados conforme a todo el valor de esa obra en la cruz, donde todos nuestros pecados fueron expiados, y donde la obediencia, la consagración de Cristo y Su amor al Padre fueron manifestados plenamente. “Será aceptado para expiación suya” (Levítico 1:44And he shall put his hand upon the head of the burnt offering; and it shall be accepted for him to make atonement for him. (Leviticus 1:4)).
Con independencia de lo que el oferente era, fuese él consagrado o no; cualesquiera que fuesen sus sentimientos, sus experiencias, o sus pensamientos en cuanto al valor del sacrificio —todo esto no tenía nada que ver con su aceptación—. Se trataba sólo de cuál era el valor de la ofrenda a la vista de Dios. El oferente podía haber dicho, «Si Dios acepta el sacrificio, yo soy aceptado; si Él rechaza el sacrificio, yo soy rechazado también. Si Dios encuentra complacencia en el sacrificio que traigo, Él encuentra complacencia en mí también». ¡Cuán sencillo es cuando aplicamos eso a nuestro caso! En otras palabras, es Cristo y Su obra aceptados por Dios en mi lugar. De eso se trata realmente. Gracias a Dios, si una vez hemos venido como pecadores perdidos, y hemos tomado nuestro verdadero lugar delante de Él, nosotros nos encontramos aceptados, a pesar de todo lo que somos —nuestra indignidad, nuestra falta de consagración, y nuestro aborrecimiento y rebelión contra Dios—; aceptados en el terreno de lo que Cristo fue para Dios cuando Él mismo se ofreció como un sacrificio voluntario —cuando Él, que no conoció pecado, por nosotros fue hecho pecado (2 Corintios 5:2121For he hath made him to be sin for us, who knew no sin; that we might be made the righteousness of God in him. (2 Corinthians 5:21)).
¿Acaso eso no lo deja claro? Yo estoy cierto de que nosotros perdemos mucho por no pensar con insistencia en lo que esa obra fue para Dios.
Nosotros debemos recordar que estas cosas presentan sólo diferentes aspectos de la misma obra. Fue cuando el Señor por nosotros fue hecho pecado, cargando con nuestro juicio, que el fragante aroma de Su sacrificio subió a Dios. ¿Ha cambiado el valor de ese sacrificio delante de Dios? Gracias a Dios, no ha cambiado. El valor de aquel sacrificio es tan nuevo delante de Dios como el del día en el cual fue ofrecido.
Consideraremos solamente “la ley del holocausto” en Levítico 6 antes de finalizar.
¡Yo pienso que es una expresión tan hermosa! Permanecía quemándose “toda la noche, hasta la mañana”. En las tinieblas de la noche, cuando Israel dormía, o quizás estaban murmurando en sus tiendas; en medio de las tinieblas estaba el olor grato subiendo delante de Dios. ¿Acaso no es ahora la noche? “La noche está avanzada, y se acerca el día” (Romanos 13:1212The night is far spent, the day is at hand: let us therefore cast off the works of darkness, and let us put on the armor of light. (Romans 13:12)). ¿Acaso no es de noche durante la ausencia del Señor Jesús, hasta que Él venga como la estrella resplandeciente de la mañana? Es bienaventurado pensar que, durante la larga y oscura noche, cuando la ruina de la iglesia profesante está llegando a ser cada vez más evidente, y en medio de todo el fracaso del pueblo de Dios por todas partes, el olor fragante del sacrificio, cuando el propio Cristo se ofreció, es tan nuevo delante de Dios como en aquel momento cuando fue ofrecido. ¿Acaso no podemos aplicarlo también de manera personal? Sí. Si nos alejamos del Señor en corazón, y volvemos a deslizarnos en el mundo, y en las cosas del mundo —separándonos del Señor— ¿es nuestra aceptación delante de Dios cambiada? No; porque el olor fragante del sacrificio de Cristo delante de Dios es tan nuevo como siempre, y en eso nosotros somos aceptados. ¿Es alterado ese olor fragante alguna vez? Jamás. Por lo tanto, la aceptación del creyente nunca sufre alteración. Nuestra apreciación de ello puede alterarse; ¡lamentablemente! sufre alteración. Tal como cantamos a menudo:
“Mi amor es a menudo bajo,
Mi gozo decae y fluye aún,
Pero la paz con Él permanece la misma:
Jehová no conoce variación”.
Hay otro asunto bienaventurado sacado a relucir en Levítico 6, y ese es, la eficacia y el valor eternos de la obra de Cristo. “El fuego ha de arder perpetuamente sobre el altar; nunca se apagará” (Levítico 6:13,13The fire shall ever be burning upon the altar; it shall never go out. (Leviticus 6:13) VM). Nunca se apagará. ¿Qué implica eso? Cuando nosotros habremos estado en la gloria de Dios por edades innumerables, estaremos allí en el mismo terreno que aquel sobre el cual somos aceptados ahora, a saber, el valor de la obra de Cristo delante de Dios. Cuando Dios introduzca los cielos nuevos y la tierra nueva, en los cuales mora la justicia, el fundamento sobre el cual reposará toda esta escena de bienaventuranza será el olor fragante del sacrificio de Cristo, cuando Él se ofreció a Sí mismo sin mancha a Dios.
Yo no conozco una verdad más dadora de paz que esta de la cual nosotros estamos hablando tan extensamente. Si alguien pregunta, «¿Sobre qué están ustedes construyendo? ¿Sobre qué están ustedes basándose para su salvación eterna?», nosotros podemos responder, «Sobre el valor que Dios adjudica a la obra de Su Hijo amado». ¡Qué fundamento seguro, sólido para nuestras almas! Sólo últimamente yo estuve diciendo a algunos cristianos, «Es una gran cosa ver que ustedes y yo somos tan aptos para el cielo como lo seremos siempre a través de toda la eternidad». Al principio ellos no lo pudieron entender, y no lo creyeron completamente. Ellos no pudieron respaldar esa afirmación. Entonces les formulé la pregunta, «¿Qué nos hace aptos para morar con Cristo en gloria?». Ellos dijeron, «Vaya, la obra de Cristo, obviamente». Pero ¿será la obra de Cristo de más valor a la vista de Dios cuando nosotros estemos en gloria de lo que es ahora? Ni un solo átomo. Por consiguiente, si somos creyentes, la verdad bienaventurada es esta: que en el terreno de esa obra nosotros somos ahora tan aptos para la gloria como lo seremos siempre cuando estemos realmente en ella, si bien libres de la presencia del pecado en aquel entonces, y con un cuerpo glorificado a semejanza del de Cristo. Y si bien nosotros podemos fracasar, y alejarnos del Señor, y nuestros corazones llegar a ser tan fríos como piedra; aunque la iglesia profesante toda se haya malogrado, cuán bienaventurado es pensar en el holocausto ardiendo toda la noche; su olor fragante como nuevo delante de Dios en este momento como el día cuando el sacrificio fue ofrecido. Y a lo largo de todas las incontables edades de la eternidad será aún lo mismo —lo que Cristo fue para Dios cuando mediante el Espíritu eterno se ofreció a Sí mismo sin mancha a Dios (Hebreos 9:1414How much more shall the blood of Christ, who through the eternal Spirit offered himself without spot to God, purge your conscience from dead works to serve the living God? (Hebrews 9:14)).
Que el Señor nos conceda, amados amigos, conocer más de esa obra maravillosa del Señor Jesús en la cruz —lo que ella es para Dios, y lo que ha llevado a cabo para nosotros.
Este será nuestro tema de alabanza en la gloria, cuando conoceremos tan cabalmente de qué manera somos conocidos (1 Corintios 13:12,12For now we see through a glass, darkly; but then face to face: now I know in part; but then shall I know even as also I am known. (1 Corinthians 13:12) RVR1977). El mismo bendito Salvador nos ocupará entonces, y sacará a relucir la acción de gracias de nuestros labios, y la adoración de nuestros corazones. Que Dios pueda otorgar que ello pueda ser así cada vez más ahora.