Colosenses 4:10,14: El siervo restaurado

Colossians 4:10; Colossians 4:14
¿Alguna vez te has metido en un gran lío al ejecutar un proyecto importante? ... Tal vez empezaste a criar pollos; pero en el transcurso murieron con diversas enfermedades o por escaparse del terreno o porque se los comieron los perros. Así que es probable que hayas dejado aquella tarea desanimado y pensado que jamás lo intentarás de nuevo. Pero ahora quiero decirte que cuando se intenta realizar algún servicio para el Señor, también se puede tener resultados semejantes; y, es posible que en la carne quedemos tan desanimados y abandonemos el servicio que Dios nos ha encomendado. Ahora bien, ¿significa eso que jamás podremos servir a Dios de nuevo? Veamos un ejemplo interesante que hallamos en las Escrituras.
En Colosenses 4:10 leemos: “Aristarco, mi compañero de prisiones, os saluda, y Marcos el sobrino de Bernabé, acerca del cual habéis recibido mandamientos; si fuere a vosotros, recibidle”. La historia de la vida de Marcos, a quien se menciona en este versículo, es muy interesante. Pues en Hechos 15:37-38 se menciona un incidente a causa de él: “Y Bernabé quería que llevasen consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos; pero a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia, y no había ido con ellos a la obra”. Obviamente, Marcos se alejó del Señor en su alma y dejó de servirle, así que Pablo consideró que no era sabio continuar con él en el servicio. Las Escrituras no dicen que haya cometido alguna maldad, sino que se apartó y no fue con ellos a la obra. Pero Dios, en su benignidad, restauró a Marcos cual se puede desprender del primer versículo citado y de otros que se refieren a él. En aquel versículo nos enteramos de que los hermanos de Colosas no debían rechazar a Marcos, sino más bien recibirlo. En la carta que Pablo escribió a Filemón, en el versículo 24, dice: “Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores”. De manera que es el mismo apóstol Pablo quien luego lo recomienda por su servicio al Señor y puesto que habían trabajado juntos en la obra lo reconoce como colaborador.
Parece que Marcos jamás volvió a titubear en su vida cristiana, pues Pablo en su última epístola dice: “Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio” (2 Timoteo 4:11). Qué reconfortante es observar que el Señor quiere y puede restaurarnos para su servicio, a fin de que seamos útiles y a pesar de que le hayamos fallado: el Señor utilizó a este Marcos para que escriba el evangelio según Marcos, en el cual se presenta al Señor como el siervo perfecto. Cuando estamos ocupados con el Señor en Su belleza, entonces se produce algo maravilloso: somos transformados a Su imagen. El siervo débil, Marcos, al estar ocupado con el Siervo Perfecto, nuestro Señor Jesucristo, llegó a ser: “útil para el ministerio”. Mis amados hermanos, que aquello que menciona 2 Corintios 3:18 llegue a convertirse en una realidad para nuestra vida: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”.
Pero debemos considerar y no desfallecer en nuestro servicio al Señor, ya que la vida de Demas es una seria advertencia. Notemos que en Filemón 24 se menciona a Demas junto a Marcos como colaborador de Pablo; sin embargo, en Colosenses 4:14 a Lucas se lo menciona con cariño, pero no sucede lo mismo con Demas, pues parece que estaba un poco flojo en el servicio para el Señor. Es probable que este mundo haya empezado a aprisionar su corazón y así no permitió que Cristo tenga el lugar que Le corresponde. En 2 Timoteo 4:10 leemos: “porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica”. Aunque Demas conocía de cerca la doctrina de Pablo, esto no lo guardó para que no amase a este mundo. Cuán triste es observar que a pesar de haber trabajado con el apóstol Pablo, ahora estaba más interesado en aquello que le ofrecía el mundo que había rechazado a Cristo. En realidad, si no dependemos cada día del Señor haremos lo mismo, pues necesitamos aquella gracia que restauró a Marcos para que nos guarde sin mancha.