2 Pedro 3

2 Peter 3
 
En el último capítulo no tenemos simplemente falsos maestros, corruptos en sus caminos como en sus doctrinas, sino burladores ridiculizando la venida del Señor Jesús. ¿Cuál es la respuesta del Espíritu Santo a esto? Su base era la supuesta inmutabilidad del mundo. ¡Oh, la locura del hombre cuando se opone a Dios! ¡Qué confirmación es que en este momento la filosofía está llegando precisamente a esto! La cristiandad está volviendo a las conclusiones paganas tan rápido como sea posible. No importa si miramos a los fisiólogos, geólogos, naturalistas, astrónomos, economistas, metafísicos, historiadores o cualquier otro que se quiera, en general se apresuran a este fin humillante; es decir, una negación de las distintas declaraciones de las Escrituras y una exclusión de Dios de Su propio mundo. Su idea es que una especie de ciclo gobierna la naturaleza, repitiéndose siempre a través de la misma ronda. Es lo mismo en el fondo que Pedro denuncia aquí: la noción de que hay una perpetuidad en el estado de las cosas que nos rodean.
En consecuencia, los que creen en la naturaleza deben burlarse de la afirmación del Señor que viene a cambiar el rostro de todas las cosas. El apóstol les advierte que abandonen ese engaño; porque después de todo, Dios ya ha intervenido. El Dios que causó el diluvio, y destruyó el mundo que una vez fue, puede destruir el mundo de nuevo. Y esto es precisamente lo que el Señor va a hacer. Por lo tanto, si dices burlonamente: “¿Dónde está la promesa de Su venida?” Yo te respondo, no que Él vendrá por ti, sino que el día del Señor vendrá sobre el mundo. ¿Qué pueden tener que ver los burladores con la venida del Señor por Su propio pueblo? Usted puede preguntar con una burla: “¿Dónde está la promesa de Su venida?” Pero podemos responder con la seguridad de que el día del Señor vendrá como ladrón en la noche, tan repentino, inesperado e inoportuno, para el juicio y la destrucción de la creación que es su descanso y ruina. Cuando haya desaparecido todo lo que puede, y todo lo que ha de ser sacudido se haya disuelto, el resultado será los nuevos cielos y la nueva tierra, “donde mora la justicia”, sin un burlador más.
El creyente entonces, frente a esto, es exhortado a la conversación santa y a la piedad. “Por tanto, amados, viendo que sabéis estas cosas antes, guardaos de que también vosotros, siendo llevados por el error de los impíos, caigáis de vuestra propia firmeza”; porque existe el peligro de que el cristiano sea contaminado por el espíritu del mundo. ¿Qué es entonces el conservante? “Creced en gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea la gloria tanto ahora como hasta el día de la eternidad. Amén”.