Repasando todo lo que esta epístola nos ha enseñado en relación con el ministerio apostólico y del ministerio cristiano, me sorprende el hecho de que la autoridad del ministerio para castigar, para no perdonar a aquel que se levanta contra Cristo, se halle en último lugar. En efecto, el apóstol ha representado a través de este escrito lo que es el ministerio cristiano como ministerio del Espíritu, de la gracia y de la libertad. Ha mostrado a continuación este ministerio en relación con la obra, sea hacia el mundo, sea hacia la Asamblea que ha sido exhortada a caminar en la santidad práctica. Después ha mostrado este ministerio ocupándose de funciones más humildes, del bien material de los hijos de Dios, y no ahorrando fatigas para aportar socorro a los que tienen necesidad. A continuación ha presentado este ministerio en su propia persona, reproduciendo los caracteres de Cristo a ojos de todos y hallando en Él el manantial y el poder, y llega en fin en el último capítulo a un tema, en que cualquier otro que el apóstol, hubiese puesto en primer plano para hacer muestra de la autoridad que estaba en sus manos.
Habéis visto en los capítulos anteriores que el ministerio de Pablo hallaba muchos obstáculos aún entre sus hijos en la fe, que habían aun muchas miserias subsistiendo en la asamblea de Corinto, bien que en muchas cosas sus conciencias habían sido trabajadas juzgando y reparando el mal. Pero los falsos apóstoles pretendían hacer que su autoridad fuera recibida entre ellos, combatiendo y menoscabando la de Pablo al mismo tiempo. Ante todos estos obstáculos, es remarcable que no habla ni una vez, en los capítulos precedentes, de querer ejercer su autoridad castigando. En 2 Corintios 10:8,8For though I should boast somewhat more of our authority, which the Lord hath given us for edification, and not for your destruction, I should not be ashamed: (2 Corinthians 10:8) dice: “Porque aunque me gloríe aún un poco de nuestra potestad (la cual el Señor nos dio para edificación y no para vuestra destrucción), no me avergonzaré”. Toma cuidado en decir que esta autoridad no tiene por objeto herir o destruir. En el versículo 10 de nuestro capítulo, dice exactamente la misma cosa: “Conforme a la potestad que el Señor me ha dado para edificación y no para destrucción”. Así el carácter primero de la autoridad que el apóstol había recibido del Señor, no era “usar de severidad”, sino antes edificar, aun cuando tenía derecho de castigar. Asimismo lo vemos en Efesios 2:20,20And are built upon the foundation of the apostles and prophets, Jesus Christ himself being the chief corner stone; (Ephesians 2:20) donde la autoridad había sido confiada a los apóstoles y profetas para la edificación de la casa de Dios.
En este mismo capítulo 10:4, otra función de esta autoridad era la de destruir, no los recalcitrantes, sino las fortalezas levantadas por Satán para impedir a las almas tomar posesión de sus privilegios. Pablo podía gozar de poseer esta autoridad y conducir así las almas cautivas a la obediencia de Cristo. En efecto, durante todo su ministerio, su lucha era continua con lo que se oponía a este conocimiento, fuese la religiosidad de los judíos o la sabiduría de los gentiles.
Pero este capítulo 10 nos dice aún en el versículo 6: “Estando prestos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia fuera cumplida”. La obediencia de ellos era el objeto a alcanzar; mas, una vez el fin logrado, los obreros de Satán que habían intentado oponerse a la obra de Dios entre los Corintios, serían castigados por la vara de autoridad en la mano del apóstol, como en otro tiempo lo fueron los Egipcios por la vara de Moisés. Si habla así, es, pues, al final de su epístola. Dice en este capítulo: “Si voy otra vez no perdonaré” (versículo 2). En la primera epístola a los Corintios había decidido librar el malo a Satán a fin de que fuera salvo como a través del fuego, pero había suspendido el juicio y vemos en la segunda epístola que era para producir en sus corazones un juicio completo del mal. En 1 Timoteo 1:19,19Holding faith, and a good conscience; which some having put away concerning faith have made shipwreck: (1 Timothy 1:19) entrega a Satanás a Himeneo y Alejandro a fin de que aprendan a no blasfemar. Aquí ha tomado la decisión de castigar, mas ¡cuán en contra de los deseos de su corazón!
En el versículo 3, vemos que los adversarios del apóstol prueban de hacer sentir a los Corintios la duda tocante a si Cristo hablaba realmente por conducto de él. Una audacia parecida es difícil de comprender ¿pero que es la que Satán no osaría en su guerra contra Cristo? El apóstol les da la justificación perentoria de su misión divina: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en fe; probaos a vosotros mismos. ¿No os conocéis a vosotros mismos que Jesucristo está en vosotros?”. Si Cristo está en ellos, tenían el Espíritu de Dios. ¿Cómo les había sido comunicada esta bendición? Por el ministerio de Pablo; éste había sido el medio de conducirlos por la fe, a esta posición bendita. Y añade: “Si ya no sois reprobados”. Para ello toma la imagen de un crisol, el cual solamente contiene escoria en vez de metal precioso. Si Cristo, el metal precioso estaba en ellos, ¿podían ser reprobados? Si Cristo obraba por Pablo para conducirlos a Dios, ¿podía ser reprobado Pablo? Pero ¡qué ternura se descubre en el corazón del apóstol en favor de ellos! Consiento, a ser como reprobado, a que no halléis en mí cosa de valor alguno con tal que vosotros hagáis lo que es bueno. ¡Estoy contento de ser puesto completamente aparte, si vosotros os halláis en el buen camino y hacéis aquello que agrada a Dios!
En el versículo 11, termina esta bella epístola exhortándoles como Asamblea a hacer cinco cosas.
1. Regocijaos. ¡Qué barrera de gozo cristiano opuesta a todo lo que por Satán conduce a tener las almas descontentas!
2. Perfeccionarse. Pedía su perfeccionamiento en el versículo 9. Esta imagen está tomada de un objeto que se pretende hacer funcionar convenientemente; en nuestros días, un reloj es el mejor ejemplo, puede estar bien construido sin ninguna pieza que le falte, y, sin embargo, una cosa le falta: no funciona. Es preciso, pues, ajustar cada pieza de suerte que el movimiento se opere con exactitud. Es lo que debemos hacer tanto en la Asamblea como en nuestra vida individual. Hemos de trabajar con objeto de que cada engranaje funcione según un orden que Dios pueda aprobar. Esta palabra: ¡Perfeccionaos!, ¿nos habla acaso en nuestras conciencias? Cada uno de nosotros es llamado a examinarse particularmente y a preguntarse: ¿Soy yo, acaso, aquel que pone trabas al funcionamiento de la Asamblea?
3. “Sed consolados (o animados)”. Cosa importante en la vida cristiana: nada nos anima tanto como una buena conciencia y el sentimiento de que Dios aprueba nuestro camino.
4. “Sentir una misma cosa”. Que no haya entre los hijos de Dios sentimientos opuestos y que todas las cosas marchen en un mismo camino.
5. “Tengáis paz”. El gozo, la paz, sentir una misma cosa, son también en la epístola a los Filipenses los elementos de un buen estado de la Asamblea. “Y el Dios de paz y de caridad será con vosotros”.
A Dios le agrada la compañía de los que realizan estas cinco cosas. Es nombrado el Dios de amor y de paz. No es solamente como en los Filipenses: “Haced estas cosas y el Dios de paz será con vosotros”. Él se halla con los que buscan la paz, pues es Su carácter; pero aquí es también el Dios de amor. Si los Corintios no se hallaban en este estado, el apóstol lo deseaba para ellos. ¿Seguimos nosotros estos cinco preceptos? Si es así el Dios de paz vendrá a habitar entre nosotros y el Dios de amor nos concederá penetrar siempre más, en los secretos de Su propio corazón.
“Saludaos los unos a los otros con ósculo santo”. Es el testimonio del amor mutuo que Pablo desea ver entre los santos. El apóstol termina con estas palabras: “La gracia del Señor Jesucristo y el amor de Dios y la participación del Espíritu Santo sea con vosotros todos”. El Señor Jesucristo, Dios, el Espíritu Santo ... la plenitud de la Trinidad. El Señor Jesucristo es la manifestación de Su gracia, es decir de un amor aparecido en la escena del pecado para aportar el remedio soberano; Dios es la expresión de Su amor en Cristo. El Espíritu Santo por el cual tenemos comunión con el Padre y el Hijo y los unos con los otros. ¡Qué delicioso cuadro de una Asamblea según Dios! El apóstol deseaba que todas estas cosas fueran para con todos ellos y no sólo para unos pocos.
Amados, bien que seamos muchos, o solamente dos o tres para representar la Asamblea de Cristo en este mundo, el deseo del apóstol es que estas cosas sean “con nosotros”. Si esto hubiera sido así, ¡qué aspecto más diferente hubiera mostrado la Asamblea de Corinto! Tomemos para nosotros, cada uno de estos preceptos, meditémoslos y estamos seguros que si buscamos realizar estas cosas sea individual o colectivamente, nos serán concedidas bendiciones especiales. En lugar de una marcha débil y desunida, despreocupada o soñolienta, la vida de la Asamblea resplandecerá de manera que el mundo podrá rendir este testimonio: ¡Verdaderamente Dios está en ellos, el Dios de paz y de caridad está en ellos!