Un anciano llegó a una gasolinera y dejó su auto para que realicen un cambio de aceite y un chequeo completo antes de emprender un largo viaje. Cuando regresó pudo salir con confianza en su vehículo que lucía muy bien y completamente limpio; pero apenas había recorrido unos kilómetros cuando el carro empezó a producir sonidos muy raros y el motor se sobrecalentó. ¿Puedes imaginarte lo que sucedió?... En efecto, el mecánico olvidó tapar el depósito del aceite, de manera que todo este lubricante se escapó y el motor tuvo que funcionar así. Lastimosamente, en la vida cristiana puede sucedernos algo muy semejante, cuando nos concentramos en los impresionantes dones espirituales y olvidamos el valor del amor verdadero; pues la verdad es que sin el amor divino en nuestras vidas no podemos servir a Dios de manera adecuada.
“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe” (1 Corintios 13:11Though I speak with the tongues of men and of angels, and have not charity, I am become as sounding brass, or a tinkling cymbal. (1 Corinthians 13:1)). Si alguien pudiese hablar en cualquier idioma imaginable y tuviese la elocuencia de un distinguido orador, habría muchos que vendrían para escucharle. En este mundo hay políticos que no tienen ni el talento ni la capacidad para gobernar, pero que han ganado muchas elecciones con su encantadora lengua. Alguien como el apóstol Pablo o alguno de los corintios que tenían el don de lenguas, en verdad parecían muy importante ante los ojos de los demás. Pero la pregunta es: ¿Es este don en sí para bendición de los demás? En el versículo mencionado observamos que si no es el amor lo que nos motiva a obrar, entonces toda elocuencia humana o incluso la utilización del don divino resultaría cual un feo ruido carente de significado.
“Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy” (1 Corintios 13:22And though I have the gift of prophecy, and understand all mysteries, and all knowledge; and though I have all faith, so that I could remove mountains, and have not charity, I am nothing. (1 Corinthians 13:2)). Alguien que sabe muchísimo y que puede explicar cómo suceden las cosas recibe mucha atención de los demás. En verdad sabemos que es muy importante escudriñar las Escrituras y aplicarlas a nuestras vidas; también la profecía o manifestación de la mente de Dios para cierta ocasión es un don que Dios da y que no debe ser despreciado. Sin embargo, esto en sí no vale nada para quien lo posee, si el amor no le motiva a utilizarlo. Puede ser que Dios en Su gran misericordia utilice estas cosas para el bien de otros; pero quien profetiza sin amor en realidad no recibirá galardón alguno de parte de Dios por tal servicio. Es impresionante notar que alguien que tiene suficiente fe como para mover los montes en verdad viene a ser nada si no tiene amor; ciertamente exaltamos la fe, pero si no está mezclada con amor en realidad no vale nada.
“Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve” (1 Corintios 13:33And though I bestow all my goods to feed the poor, and though I give my body to be burned, and have not charity, it profiteth me nothing. (1 Corinthians 13:3)). Hoy en día hay una controversia sobre qué nación da más de sus bienes a los pobres. Pero de los países ricos, el que mejor da es menos del 1% de sus riquezas para ayudar a los necesitados de otras naciones. ¿Qué diríamos sobre alguien que entrega el 75%, 90% o incluso todo lo que posee para el sustento de los demás? Es posible que reciba mucho honor y que se le haga alguna estatua para alabarle. Además hay otras formas honoríficas como medallas, ceremonias, poner su nombre a alguna calle, etcétera, para quienes se sacrifican incluso al costo de su propia vida por otra persona o por alguna buena causa. Vale la pena recordar que la Biblia dice de manera muy clara que si estas cosas se hacen sin amor “de nada me sirve”.
Entonces podemos decir que el amor es esencial, pero la verdad es que no es un cálido sentimiento que produce nuestra carne. En 1 Juan descubrimos que el amor divino en nosotros proviene de Su amor: “Nosotros amamos, porque Él nos amó primero” (1 Juan 4:19,19We love him, because he first loved us. (1 John 4:19) RVA). Al contemplar el amor de Cristo somos cambiados a Su imagen y aprendemos a amar en la forma en que Él nos ama.