1 Corintios 12: El cuerpo de Cristo: Su sustento

1 Corinthians 12
Si andamos por las calles de nuestra ciudad, vemos que hay muchos edificios con letreros que exhiben nombres de grupos de creyentes; de allí se puede notar que ellos han escogido esos nombres para anunciar su afiliación los unos con los otros. Ahora bien, si examinamos nuestros corazones vemos la misma tendencia: queremos identificarnos con un pequeño grupo de otros creyentes que compartan las mismas ideas que nosotros tenemos. ¿Qué dice Dios acerca de esta situación? Veamos la respuesta en 1 Corintios 12.
“Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu” (1 Corintios 12:12-1312For as the body is one, and hath many members, and all the members of that one body, being many, are one body: so also is Christ. 13For by one Spirit are we all baptized into one body, whether we be Jews or Gentiles, whether we be bond or free; and have been all made to drink into one Spirit. (1 Corinthians 12:12‑13)). En estos versículos podemos notar que Cristo tiene un solo cuerpo, lo cual no es extraño, pues en este mundo no vemos que haya una variedad de cuerpos ligados a una cabeza; así también, Cristo dice que todos los suyos, los verdaderos creyentes en Él, forman parte de un solo cuerpo. Él da Su Espíritu Santo a todos los que creen en Él y es el Espíritu Quien une a todos en un solo cuerpo: no tratamos de unirnos en este cuerpo, sino que somos unidos por el Espíritu Santo quien hace la obra. En el cuerpo natural, cada miembro tiene su propia función esencial y aunque tenemos un solo cuerpo, tenemos muchos miembros distintos; por ejemplo: tenemos ojos, lengua, manos, pies y muchos más. Cada uno tiene su uso particular e importante para el bien del cuerpo entero y todos los miembros deben cumplir con su propia función, para que todo el cuerpo funcione muy bien.
Al momento me encuentro sentado en un sofá, estoy escribiendo y tengo sed. Pero para beber primero debo levantarme, para lo cual utilizo mis brazos, manos y pies; entonces camino usando mis piernas, pies y ojos para dirigirme al lavabo; luego me sirven las manos para coger un vaso con agua y llevármelo a la boca para beber; sin embargo es todo mi cuerpo el que se beneficia con este acto. El cuerpo de Cristo actúa de la misma manera: necesita de cada miembro con su función distinta. Imagínate tratando de leer sin ojos. Sería difícil, ¿no es cierto? Los ojos son muy importantes. Pero ¿son más importantes que los pies? ¿Acaso, podríamos andar sin los pies? Los pies no pueden leer y los ojos no pueden andar, mas se necesitan los unos a los otros. Así es el cuerpo de Cristo. ¡Y Su cuerpo no tiene miembros desechables!
Dios da la manifestación de Su Espíritu para el bien del cuerpo entero: todos los creyentes. Por ejemplo: palabra de sabiduría a algunos y a otros discernimiento de espíritus. El Espíritu reparte “a cada uno en particular como Él quiere” (1 Corintios 12:1111But all these worketh that one and the selfsame Spirit, dividing to every man severally as he will. (1 Corinthians 12:11)). No escogemos la manifestación del Espíritu, el don espiritual, sino que recibimos de Dios lo que Él nos quiere dar. También es importante notar que todos reciben al menos un don espiritual. Esto lo vemos en 1 Corintios 12:7: “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho”. Si tan solo un miembro del cuerpo de Cristo deja de utilizar su don espiritual para el provecho de los demás, todos sentirán la falta de este don y no se podrán beneficiar; pues no hay ni siquiera uno que no sea necesario: “para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros” (1 Corintios 12:2525That there should be no schism in the body; but that the members should have the same care one for another. (1 Corinthians 12:25)). Es fácil formar un grupito para escuchar a alguien que enseñe con destreza la palabra de Dios; pero en vez de ello, todos nosotros debemos apreciar y valorar a cada uno de nuestros hermanos.